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Biotecnología

El año en que las contusiones cerebrales empezaron a preocuparnos de verdad

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Cada vez hay más pruebas de que estas lesiones son más graves de lo que se creía y que los métodos de diagnóstico actuales son insuficientes

  • por Mike Orcutt | traducido por
  • 04 Enero, 2016


¿Jugar al fútbol produce daños cerebrales permanentes? Gracias a Hollywood y a Will Smith esta pregunta está definitivamente a la orden del día, si es que no lo estaba ya.

Sin embargo, la respuesta no puede ser tan sencilla. Seguramente vayamos a aprender mucho sobre la materia a lo largo de 2016, porque hay un gran número de laboratorios que se están centrando en la investigación de las concusiones cerebrales en estos momentos. Aunque los científicos acaban de empezar a comprender en detalle cómo estos golpes dañan al cerebro, y también suponen un grave problema en el ámbito militar. Una comprensión más exhaustiva permitirá a los médicos mejorar el tratamiento de estas lesiones.

Foto: El quarterback de los St. Louis Rams Case Keenum tras recibir un fuerte golpe en la cabeza durante un partido el pasado noviembre.

El año pasado asistimos a una serie de llamativas declaraciones por parte de la comunidad científica que estudia la relación entre las contusiones y los daños cerebrales. En septiembre, un equipo de investigadores del Departamento de Asuntos de Veteranos de EEUU y la Universidad de Boston (EEUU) proclamaron que habían encontrado evidencias de encefalopatía traumática crónica (CTE, por sus siglas en inglés), una enfermedad neurodegenerativa recientemente descubierta que afecta la función cognitiva, en el tejido cerebral de 87 de los 91 exjugadores de la Liga Nacional de Fútbol que participaron en su investigación.

Y otro grupo de científicos que estaba llevando a cabo un amplio estudio de imágenes cerebrales en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed revelaba el pasado diciembre que había observado "cicatrices" cerebrales en las pruebas avanzadas realizadas a partir de imágenes por resonancia magnética (IRM) de más de la mitad de los componentes de un grupo de 834 soldados que habían sido diagnosticados al menos en una ocasión con un traumatismo cerebral leve o contusión (ver Un estudio descubre que los métodos de diagnóstico de contusiones cerebrales son ineficaces).

Descubrimientos como estos merecen nuestra atención, aunque no debemos sacar conclusiones precipitadas. Muchos de los exjugadores de la NFL que donaron sus cerebros ya sospechaban que les pasaba algo, así que los resultados del estudio no reflejan la prevalencia general de esta enfermedad en el mundo del fútbol americano. Además, los investigadores todavía no disponen de suficientes datos como para comprender la repercusión médica de las anomalías reveladas en las vanguardistas pruebas de IRM a las que se sometieron los soldados.

Persiste una serie de dudas cruciales en torno a las causas y razones que hacen que aparezca la CTE. ¿Cuáles son los principales factores de riesgo de esta enfermedad? ¿Acaso algunas personas son especialmente propicias a padecer concusiones, daños a largo plazo o ambas cosas? ¿Acaso algunos traumatismos específicos, o en partes específicas del cerebro, acarrean un mayor riesgo a largo plazo? ¿Qué se está jugando realmente un jugador o un soldado que vuelve al terreno demasiado pronto?

La buena noticia es que está surgiendo financiación para investigaciones relacionadas con las contusiones, gracias en parte a los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y el Departamento de Defensa, por lo que los investigadores sin duda llevarán a cabo progresos de cara a proporcionar respuestas a esas preguntas en 2016. Lo que es más, algunas iniciativas de investigación podrían desembocar, dentro de poco, en la aparición de nuevas tecnologías de diagnóstico y valoración de contusiones.

Los investigadores se encuentran ahora mismo en el "umbral de una revolución" en la que los análisis de sangre y las nuevas técnicas de imagen permitirán diagnosticar los traumatismos cerebrales de forma no invasiva, según me dijo hace unos meses el cofundador y director de Tecnología de Banyan Biomakers, Ronald Hayes. Banyan, quien se encuentra inmerso en un ensayo clínico con 2.000 participantes, pretende obtener el permiso de la Administración de Medicamentos y Alimentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) para un análisis de sangre que los médicos podrían utilizar para acabar con la necesidad de someter a los pacientes a pruebas de TAC, que los exponen a radiación. Hayes dice que el análisis podría utilizarse para el diagnóstico de concusiones en el campo de batalla y en el banquillo (ver Un análisis de sangre podría diagnosticar la gravedad de una contusión cerebral).

Mientras tanto, los investigadores se ven inmersos en una salvaje carrera para descubrir nuevas formas de diagnóstico de daños cerebrales relacionados con las contusiones. En ella utilizan IRM y otras técnicas de imagen avanzadas. Algunos de los resultados obtenidos recientemente sugieren que los TAC y las pruebas convencionales de IRM podrían estar pasando por alto pistas importantes para el análisis médico de la gravedad de una lesión cerebral y sus posibles complicaciones a largo plazo. Un neuroradiólogo de Walter Reed llamado Gerard Riedy se encuentra al frente del estudio más amplio jamás emprendido sobre lesiones cerebrales traumáticas en el ejército. Asegura que su grupo está preparándose para proporcionar recomendaciones sobre el uso de las técnicas avanzadas de imagen al Departamento de Defensa de EEUU en otoño de 2016. También hay una serie de amplios estudios de imágenes que están en marcha en el ámbito civil, entre los cuales se cuenta un proyecto de la Universidad de California en San Francisco (EEUU) en el que participan 1.200 pacientes.

La información en imágenes más precisa se podría combinar con los análisis de sangre y la información ampliada sobre los síntomas y resultados a largo plazo para ayudar a los científicos a desarrollar una comprensión más cuantitativa de los tipos de contusión, los síntomas resultantes de las mismas y el riesgo de problemas duraderos. Más adelante, los médicos podrían utilizar una combinación de imágenes y análisis de sangre para evaluar de forma más precisa las lesiones y para realizar un seguimiento apropiado de la recuperación. 

Por último, cabe preguntarse: ¿podría llegar a existir una pastilla para las concusiones? Solo se podría contestar con un "tal vez". Una terapia experimental reparó los daños cerebrales relacionados con contusiones de unos ratones, según un informe publicado en julio por un equipo de científicos de Harvard (EEUU) (ver Se acerca la pastilla para evitar la demencia causada por la conmoción cerebral). El profesor de medicina al frente de la investigación, Kung Ping Lu, cree que esta terapia, basada en anticuerpos que actúan contra una proteína dañina que se acumula al poco tiempo de que se haya sufrido una concusión, podría algún día dar lugar a un medicamento para humanos. A corto plazo, su grupo pretende desarrollar un análisis de sangre.

Biotecnología

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