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Cambio Climático

Migrar o reciclarse, las dos tristes opciones contra el desempleo causado por el cambio climático

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El colapso inminente de la industria del carbón inicia el debate sobre qué hacer con todos los trabajadores que perderán su empleo en los próximos años y con las regiones en las que viven

  • por Richard Martin | traducido por Diego Soto de Lucas
  • 18 Agosto, 2016

 La industria del carbón en EEUU lleva décadas desangrándose de forma lenta y constante. Pero desde 2012, el gas natural de bajo coste y el endurecimiento de las regulaciones medioambientales sobre el control de las emisiones de las centrales eléctricas de carbón han provocado que su declive se haya convertido en un colapso de escala mundial. Los empleos en la minería de carbón se han reducido de 89.800 a 55.000 trabajadores, una disminución del 38%, según la Oficina de Estadística Laboral de EEUU. A pesar de que la industria del carbón no es ajena a los ciclos de auge y caída, esta vez es diferente. Los límites de emisiones son cada vez más estrictos, las empresas eléctricas buscan maneras más sostenibles de energía. Esos puestos de trabajo nunca se recuperarán.

La pérdida de empleo se ha concentrado en Appalachia, uno de los epicentros del carbón de EEUU. Las áreas mineras en Virginia Occidental y al este de Kentucky (ambos estados en EEUU, al igual que todos los estados mencionados en este artículo) tienen una tasa de desempleo que dobla la media nacional, y en ciertas zonas las tasas reales de desempleo (incluyendo las personas que se han abandonado el mercado laboral) alcanza prácticamente el 50%, según indican los funcionarios locales.

Tenemos que abandonar los planes fragmentarios. Debemos realizar un esfuerzo integral para remodelar las economías regionales

Pero sería un error considerar que es un problema exclusivamente local originado directamente por la escasez en la demanda de carbón. En muchos aspectos, la desaparición de la economía del carbón es un presagio de las grandes transformaciones que traerá el cambio climático en otras regiones y sectores. Es probable que sectores como el agrícola y el inmobiliario también queden devastados por culpa del cambio climático. No obstante, los efectos en estos sectores se reflejarán de forma diferente a como lo han hecho en el caso del carbón, el resultado será muy similar: un perjuicio económico para muchas regiones del país. Y a pesar de todo, todavía no se han meditado estrategias globales, justas y efectivas para manejar estas transformaciones. En cierto modo, el decaimiento de la industria del carbón en Virginia Occidental y en Kentucky es un ensayo para cambios más grandes que aún están por venir.

"Lo que ha pasado aquí ha sucedido muy rápido, no creo que nadie estuviese preparado. No sé si hay alguien a quien se le haya ocurrido una solución que vaya a ayudar de verdad", afirma Donovan Beckett, un médico que fundó una clínica gratuita Williamson Health and Wellness Center en su ciudad natal de Virginia Occidental.

Dust bowls

Cada vez existe más literatura sobre las probables consecuencias del cambio climático, pero por ahora solo se han realizado un puñado de investigaciones sobre cómo mejorar los efectos que tendrá en los trabajadores y en las comunidades. La publicación Economic Risks of Climate Change, elaborada por un equipo de investigadores encabezados por el científico climático de Rutgers Robert Kopp y por el profesor de políticas públicas de la Universidad de California Berkeley (EEUU) Solomon Hsiang, revela que las regiones más afectadas por el cambio climático serán las costeras. Según sus estimaciones, en 2050, las pérdidas en la propiedad originadas por el aumento del nivel del mar supondrán entre 58.500 millones de euros y 94.000 millones de euros. Estados como Iowa y Nebraska, que dependen fuertemente de cosechas sensibles a los aumentos de temperatura y las sequías graves, podrían ver cómo su renta per cápita se reduce por debajo de los 1.800 euros hacia finales de siglo. Por otro lado, algunos estados se beneficiarían de temporadas de cosecha más largas: según los autores, la renta per cápita en Dakota del Norte podría aumentar en más de 2.200 euros cada año.

Un efecto económico del cambio climático se reflejará en la productividad laboral, especialmente para aquellos trabajadores que faenan al aire libre o que trabajan en aquellos entornos más afectados por los aumentos de temperatura. Kopp y Hsiang identifican cuatro factores de riesgo (agricultura, construcción, servicios y fabricación) que, en conjunto, abarcan la cuarta parte de la fuerza laboral estadounidense, y solo un poco menos de la quinta parte del PIB. Aquellos estados que dependen con más fuerza de estos sectores, como Luisiana, Indianay Iowa, son los que sufrirían más el impacto de la disminución en la productividad laboral. Según prevén los autores, a nivel nacional el coste total del impacto en la productividad supondrá entre entre 37.200 y 133.000 millones de euros.

Publicaciones consultadas

Ningún sector se vería tan afectado como la agricultura. Solo en 2015, de acuerdo con el Center of Watershed Sciences de la Universidad de California Davis (EEUU), el coste de la sequía en California fue de casi 2.400 millones de euros y destruyó 21.000 empleos. Hsiang y su equipo hallaron que algunas partes del medioeste, del sudeste y de las Grandes Llanuras (las tierras agrícolas más fértiles de EEUU) podrían ver cómo el rendimiento de sus cosechas se reduce entre un 10% y un 50% hacia mediados de siglo. Hsiang explica: "Cuando observamos regiones que se consideran afectadas por el Dust Bowl [un desastre ecológico que tuvo lugar en EEUU en la década de los años treinta, el cual trajo fuertes sequías y tormentas de polvo], vimos una disminución agrícola del 15%. Lo que queremos decir es que, según nuestras proyecciones, existe un 50% de probabilidad de que se produzca lo que parece ser un Dust Bowl permanente". Se espera que el número de trabajadores agrícolas descienda un 6% durante el período 2014-2024, incluso sin tener en cuenta el cambio climático. Si sumamos este suceso, es fácil que esta cifra supere el 10%.

Durante las próximas décadas, habrá menos gente construyendo y vendiendo casas en las costas de Carolina del Norte, cultivando algodón en Arizona o trabajando en las torres de perforación de Dakota del Norte. ¿Cómo les ayudaremos a encontrar su sustento?

Seguir adelante

Como parte del proyecto presupuestario de 2017, la administración de Obama ha propuesto un programa para ayudar a las afligidas comunidades de Appalachia y de otras regiones dependientes del carbón para que migren de la minería a otras formas de economía más sostenibles. El plan Power+ de Obama planea destinar casi 67 millones de euros para la reconversión de puestos de trabajo y para la diversificación económica, la mayoría de esto en forma de subvenciones competitivas para las comunidades y las organizaciones sin ánimo de lucro. Con este programa se aumentarían los fondos de pensiones y de salud para los trabajadores retirados del sector del carbón cuyos empleadores se hayan deshecho de sus obligaciones de pensiones. El plan también contempla unos 900 millones de euros para el del Fondo de Reclamaciones de Minas Abandonadas para reclamar antiguas ubicaciones mineras, rehabilitarlas y convertirlas en parques industriales y en zonas de desarrollo económico. Hillary Clinton, que fue duramente criticada en marzo por sus comentarios respecto al cierre de las minas de carbón, ha creado un plan de casi 27.000 millones de euros para revitalizar las comunidades amenazadas por el declive del carbón. Este plan abarca muchas de las medidas de Obama, pero a una escala mayor.

Desgraciadamente, ni siquiera ese dinero podría hacer frente a este problema. Ambos planes están basados en ideas que resultarán familiares a todo aquel que esté al corriente de los planes federales previos para llevar prosperidad a Appalachia. Todos los planes se centran en el reciclaje profesional. Según esta idea, muchos mineros tienen habilidades mecánicas que pueden utilizarse en la implantación de nuevos sistemas energéticos, como por ejemplo en instalar paneles solares. "Va a haber muchos más trabajos en el sistema distribuido de energías renovables" opina la profesora de Ciencias de la sostenibilidad de la Universidad Northeastern (EEUU) Jennie Stephens, y añade: "Deberíamos centrarnos en ayudar a que la gente adopte las nuevas oportunidades que traerá esta transición".

Gráfico: Muestra las proyecciones sobre extracción de carbón en Appalachia con y sin plan Clean Power para fomentar las energías renovables. En ambos casos, la industria está condenada . Crédito: EiA.

Sin embargo, las investigaciones sobre reciclaje profesional muestran un resultado mixto en el mejor de los casos. Un estudio del Departamento de Trabajo de EEUU de 2008 que analizaba los programas de reciclaje para 160.000 trabajadores desempleados de 12 estados, concluye: "Es posible que los beneficios a largo plazo sean pequeños o inexistentes". Un estudio más reciente del Proyecto Hamilton halló que para que los programas de reciclaje tengan éxito, deberían estar orientados a aquellos trabajadores que pudiesen beneficiarse más. Por lo general, esto se refiere a los trabajadores jóvenes con ciertos estudios superiores, que estén motivados para finalizar dicha formación y que estén dispuestos a desplazarse hasta zonas donde haya más oportunidades laborales. Muchos de los mineros sin trabajo de Appalachia no cumplen estos requisitos.

La idea de que mucha gente debería marcharse de Appalachia lleva planteándose desde hace décadas. "Para la gran mayoría de los habitantes de Apalaches meridionales, el progreso económico no está en el desarrollo de los escasos recursos locales", escribieron los economistas B. H. Luebke y John Fraser Hart en 1958. En su opinión, su desarrollo depende de "la migración hacia otras áreas dotadas de más recursos, ya sean de origen natural o creadas por el hombre". En teoría económica, la movilidad humana debería beneficiar tanto a las áreas oprimidas que abandona la gente, ya que reduce el mercado laboral, como a las áreas más prosperas que necesitan mano de obra. No obstante, subvencionar la migración tiene unas implicaciones morales y políticas que muchas personas consideran inquietantes. El profesor adjunto de la Haas School of Business, en la Universidad de California Berkeley (EEUU) Reed Walker considera: "Existe un coste psícológico asociado a la migración; si no tuviese este coste, veríamos mucha más movilidad en EEUU".

Sin embargo, a largo plazo sería necesario hacer frente al coste de rejuvenecer aquellas comunidades afectadas por el cambio climático. Algunos trabajadores podrían reciclarse, pero hay otros que no. Algunas ciudades podrían transformarse gracias a festivales de música o ferias de arte, aunque no todas. Desarrollar soluciones exige cierto nivel de previsión, planificación y una toma de decisiones clara que nuestros funcionarios electos e instituciones no han demostrado ser capaces de realizar. Pocos funcionarios son conscientes de la escala del desafío al que nos enfrentamos.

"Hay que meditar con cuidado, debe llevarse a cabo un trabajo estratégico serio, antes de empezar a repartir dinero", opina la profesora de Geografía económica y planificación regional en el MIT Amy Glasmeier, quien trabajó durante muchos años en la Comisión Regional de Appalachia. Glasmeier afirma: "Primero tenemos que descifrar el problema, entender la demografía, la política y la rentabilidad de la inversión antes de empezar a lanzar programas, en vez de decir: 'Tenemos que invertir dinero ya porque el año que viene tendremos que pedir más'".

Considerando que estas cuestiones pronto podrían afectar más allá del carbón, necesitaremos abandonar este enfoque fragmentario, a corto plazo y estrecho de miras, enfocado en reciclar a los trabajadores para introducirlos rápidamente en nuevos puestos de trabajo. En vez de eso, necesitamos realizar un esfuerzo integral por remodelar las economías regionales. Un buen comienzo puede ser la propuesta del presidente Obama para destinar más de 50.000 millones de euros en hacer que las universidades comunitarias sean gratuitas para todos los estudiantes cualificados, y fomentar la formación profesional y el aprendizaje de profesiones en sectores en expansión.

Para los mineros de carbón de Appalachia, estos esfuerzos podrían significar una oportunidad de abandonar una industria que durante décadas ha dado trabajo en la región, pero no prosperidad. El presidente de la Mountain Association for Community Economic Development en Berea, Kentucky, Peter Hille: "Ahora mismo estamos demasiado centrados en cómo sustituir estos 10.000 trabajos con buen sueldo para personas que solo tienen el graduado escolar. Pero esa no es la cuestión. La verdadera cuestión es: '¿Qué podemos hacer para crear una economía nueva, diversa y sostenible en una región que lleva sufriendo una crisis desde hace más de medio siglo?'".

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