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Tecnología y Sociedad

Business Impact: Mi dinero, mis dispositivos y yo

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La tecnología aún no ha logrado cambiar de forma fundamental nuestro concepto del dinero. El acceso móvil a Internet está empezando a arrebatar el control financiero a los bancos y a los reguladores, al tiempo que los innovadores nos conectan con nuestro dinero de nuevas maneras.

  • por Ignacio Mas | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 02 Marzo, 2012

El dinero es un lenguaje común que utilizamos para definir el valor de las cosas. Desde que los chinos empezaron a utilizar conchas como forma inicial de moneda hace más de 3.000 años, las sociedades de todo el mundo han estado buscando tipos de dinero que sean portátiles, divisibles, duraderos y razonablemente estables en cuanto al suministro. Con el tiempo, el dinero se ha vuelto menos físico y más simbólico: los productos tangibles como el oro han dado paso al papel y, en la actualidad, a efímeros dígitos en un ordenador.

La proliferación de las tecnologías digitales de comunicación ha hecho que podamos agrupar el dinero con notable rapidez y facilidad: consultar saldos desde un teléfono móvil, hacer pagos casi en cualquier lugar con solo mostrar una fina lámina de plástico, y comprar o vender acciones a través de Internet. Sin embargo, más allá de la velocidad y la comodidad de las transacciones, nuestro concepto del dinero y las formas en que se maneja no han cambiado de forma radical.

Por ejemplo, la banca personal por Internet resulta cómoda, pero los servicios que encontramos en línea son los mismos que estaban disponibles cuando solíamos ir físicamente a la oficina bancaria. Aún tenemos que elegir entre paquetes de cuentas preestablecidos. Si transferimos dinero desde nuestra cuenta corriente a la de ahorros, el banco sigue sin saber si lo hacemos por ahorrar dinero para la educación de nuestros hijos o para las vacaciones de la familia. Podemos comprar certificados de depósito, pero no se puede elegir la fecha de vencimiento: ¿por qué no podemos configurarlo para que venza el mismo día que tenemos planeado empezar unas vacaciones especialmente caras? La falta de imaginación de los bancos los expone a perjudiciales ofertas por parte de empresas especializadas en la gestión de clientes y en el diseño de interfaces de usuario. Entre estos ejemplos encontramos a Mint.com, que permite consolidar todas las cuentas financieras y la información de un usuario en un solo lugar, y también a Simple, un servicio alternativo de banca que promete un menor número de cuotas y una mejor atención al cliente.

Por su lado, los pagos móviles todavía son considerados como una complicación innecesaria por parte de muchas personas. Sin embargo, el atractivo de estar en constante contacto con nuestro dinero y con otra información relacionada con él va a resultar irresistible. Hace tiempo, cuando el precio de los dispositivos electrónicos era elevado, alguien tuvo la brillante idea de proporcionar 'tontas' tarjetas de plástico a todo el mundo, y lectores de tarjetas (mucho más caros) solo a los comerciantes. Ahora que llevamos en el bolsillo tanto una tarjeta virtual como un lector, en forma de teléfono inteligente, ¿quién va a querer llevar una tarjeta de crédito que no puede leer él mismo?

Los bancos y los emisores de tarjetas obtienen beneficios de la situación actual, mientras que otras empresas ajenas a la banca ya han empezado a quedarse con parte del beneficio de los pagos móviles. Google considera este tipo de pagos como una rica fuente de conocimiento del cliente. Para Apple, han jugado un papel central en la construcción de un vibrante ecosistema de desarrolladores: podemos comprar una aplicación con solo pulsar un botón. PayPal está considerando unir nuestras cuentas no solo al correo electrónico, sino a todos los teléfonos móviles. El mayor programa de pagos móviles en Estados Unidos está actualmente a cargo de las cafeterías Starbucks.

La calificación de crédito aún se basa en gran medida en información personal, sin añadir ningún elemento proveniente de las redes. Eso supone una oportunidad perdida para hacer valer lo que la gente que me conoce piensa sobre mi carácter y mis hábitos financieros. Lenddo está buscando complementar las calificaciones de crédito tradicionales con puntuaciones basadas en el "gráfico social" de las personas, recompensando a aquellos prestatarios que revelen más sobre sí mismos a través de redes sociales como Facebook. La estrategia consiste en hacer que sus amigos los respalden (sin que tengan que avalar su crédito) y crear presión entre sus contactos por estar dispuestos a divulgar instancias de morosidad a través de la red social del prestatario.

A una escala mayor, podemos imaginarnos controlando la solvencia del sistema financiero completo. En la actualidad, las instituciones financieras son supervisadas de forma individual, pero existe muy poca capacidad para entender las cosas de forma sistémica. Esto ha quedado en grave evidencia durante la reciente crisis financiera mundial. Nos tomó por sorpresa la medida en que los riesgos de diversas instituciones estaban correlacionados. El sistema financiero no tiene un 'cerebro' con que procesar los riesgos sistémicos, pero podría tenerlo. Creo que es posible crear un sistema transparente al estilo de Google para reunir información acerca de este tipo de problemas.

A pesar de su deseo de quedarse con una porción del mercado bancario y de pagos, lo que las nuevas empresas no quieren hacer es manejar el dinero en efectivo de los clientes. No tienen ningún problema en delegar la función de entrada y salida de dinero en los bancos tradicionales, que funcionan con una amplia infraestructura de cajeros automáticos y sucursales para este propósito. La necesidad de esta costosa infraestructura ha limitado el alcance de los servicios financieros, principalmente en los países en desarrollo, ya que simplemente a los bancos no les merece la pena abrir sucursales y cajeros automáticos en zonas rurales o barriadas urbanas pobres. El resultado: alrededor de 2.500 millones de personas en el mundo no tienen acceso a una cuenta bancaria y se encuentran atrapadas con el dinero en efectivo, sin formas seguras de almacenarlo o transferirlo.

Los bancos en Brasil fueron los primeros en llevar las transacciones de depósito y retirada desde los bancos hasta las pequeñas tiendas de cada pueblo y barrio. Si puedes comprar arroz, jabón y Coca-Cola en estas tiendas, ¿por qué no también encontrar servicios financieros básicos? Con la tecnología adecuada, el intercambio de dinero entre su forma física y electrónica se puede hacer de modo seguro, y tan naturalmente como el cambio de billetes por monedas. De forma aún más radical, el operador de telefonía móvil Safaricom ha desarrollado en Kenia una red de 30.000 tiendas a través de las cuales sus clientes pueden hacer operaciones en sus cuentas móviles monedero M-PESA. Eso supera en 200 el número de sucursales operadas por el banco más grande del país. Cinco años después de su lanzamiento, 17 millones de kenianos, cerca de tres cuartas partes de la población adulta, pueden enviar o recibir dinero a través de los teléfonos móviles.

¿Y qué pasa con los billetes, cómo están encajando la embestida tecnológica? En la carrera armamentística contra los falsificadores, a los billetes se les han añadido tintas especiales, bandas, polímeros y hologramas, pero ningún elemento electrónico. He propuesto un nuevo tipo de billete inteligente que nos permitiría hacer un depósito en efectivo mediante la transferencia de dinero desde los billetes a la cuenta bancaria, directamente desde nuestro teléfono móvil. Las retiradas de efectivo serían al revés: transferir dinero desde la cuenta bancaria a un billete de banco. Como resultado, los billetes se encenderían y apagarían y el estado sería inmediatamente visible: por ejemplo, algo escrito con tinta digital podría aparecer y desaparecer. A continuación, podríamos transportar dinero en efectivo a bajo precio en su forma desactivada (¡lo siento, Brinks!), y el teléfono móvil se convertiría en un cajero automático (¡lo siento, NCR!).

El dinero en efectivo siempre jugará algún papel, un modo de valor con una denominación fija (realmente no sería bueno exponer nuestra cuenta bancaria al completo cada vez que realizásemos un pago) y que siempre funcione, incluso sin un dispositivo de aceptación. En lugar de animar a que la tecnología digital ponga fin al dinero en efectivo, como hacen algunos, parece más inteligente conciliar las ventajas de ambos y encontrar formas de integrar el efectivo físico en el mundo de la electrónica.

La tecnología ha hecho que mover el dinero sea más rápido y sencillo, pero no ha cambiado nuestro concepto sobre él, ni cómo lo usamos. Dado que el dinero y la banca están altamente regulados, podrían ser el último de los sectores basados ​​en la información que se vean completamente transformados por Internet. Las complejidades de la regulación dificultan a los bancos centrarse verdaderamente en el cliente. Sin embargo, la dirección de la innovación tecnológica es clara: al final, nada se interpondrá entre mi dinero, mis dispositivos y yo.

Ignacio Mas es consultor de dinero móvil y modelos tecnológicos orientados a la inclusión financiera. Anteriormente ha sido director adjunto del Programa de Servicios Financieros para poblaciones de bajos ingresos en la Fundación Bill & Melinda Gates, así como director de estrategia global de negocios en Vodafone Group.

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