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Tecnología y Sociedad

"No podemos asegurar que todas las peticiones en Change.org sean reales"

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El director en España, Francisco Polo, considera que es la propia estructura social y política del país la que favorece el éxito de la plataforma

  • por Marta del Amo | traducido por
  • 29 Junio, 2015

Pie de foto: Francisco Polo fue uno de los ponentes durante el pasado encuentro IN3 Spain. Crédito: Javier Sánchez.

Los lunes son días grises, días largos, días en los que la mayor parte de la gente no quiere salir de la cama para ir a trabajar. Pero al parecer esto no les pasa a los empleados de Change.org, según su director en España, Francisco Polo. ¿Por qué los empleados de esta plataforma abierta de peticiones empiezan la semana con tantas ganas? ¿Será el guaraná? El responsable está convencido de que es el espíritu de la compañía el que hace felices a sus trabajadores. Eso, y unas buenas condiciones económicas.

Polo defiende filosofías empresariales en las que el empleo aúne los valores y el enriquecimiento, una corriente conocida como emprendimiento social, que fue uno de los temas tratados durante el pasado encuentro IN3 Spain, celebrado en Madrid (España), en el que Polo fue uno de los ponentes. Según este concepto, aquellos que quieren contribuir a hacer del mundo un lugar mejor no deben estar obligados a trabajar en una ONG y a renunciar a una buena calidad de vida.

MIT Technology Review en español trató este tema con Polo durante el encuentro, así como algunos detalles sobre el funcionamiento de Change.org, como su capacidad de garantizar la veracidad tanto de las firmas como de las propuestas que albergan.

¿Cuál ha sido la campaña que más impacto ha tenido en Change.org?

Nunca hablamos de la que más impacto tiene. La esencia de Change.org, como plataforma abierta, es que el mayor impacto es el que tiene para cada uno.

Pero a nivel de cifras habrá alguna que tenga más apoyo.

La que más firmas ha conseguido en España es la que pedía la dimisión de Rajoy y la cúpula del Partido Popular. Consiguió un millón de firmas en tan solo una semana. Eso demuestra que no necesariamente una gran cantidad de firmas implica un cambio real. Hay peticiones más pequeñas, como la de una chica en Galicia que pedía que la biblioteca de su pueblo no cerrase todos los días. Con solo 40 firmas logró sentarse a negociar con el alcalde y finalmente consiguió su objetivo: mantener ese servicio público, aunque durante menos días.

¿Entonces cuál es el mayor motor de cambio si no es el número de firmas?

Las personas que inician peticiones y consiguen convencer a otras. Se trata de personas que hacen peticiones plausibles en las que existe un responsable concreto capaz de dar una respuesta.

Change.org apoya algunas campañas desde Comunicación, pero no todas, ¿cierto?

No. Nosotros somos una plataforma abierta y cada uno apoya lo que quiere. Lo que sí que tenemos, frente a las miles de campañas que se generan cada mes, son pequeños equipos de comunicación en cada país que ayudan a un puñado de peticiones cada semana. Literalmente cuatro o cinco, con el objetivo de que se conozcan sus historias.

¿Bajo qué criterio seleccionan a ese "puñado"?

Normalmente son historias con un elemento personal muy impactante, que buscan un cambio que va más allá de la propia persona, que intentan ayudar a un colectivo o que tienen posibilidades de cumplir su objetivo. Son peticiones fácilmente comprensibles por el resto.

A ese número contado de peticiones les damos un apoyo extra que consiste en contactarles con medios de comunicación y aconsejarles sobre sus siguientes pasos. Así intentamos inspirar al resto para que también lancen sus propias campañas.

He leído que tienen problemas para verificar las firmas, que aceptan que algunas pueden estar duplicadas y que es algo que no les preocupa por ser un tema minoritario.

No, nos preocupa. Pero debemos encontrar un equilibrio entre la usabilidad y la fiabilidad. Hay equipos de ingenieros dedicados a esto que trabajan con sistemas automatizados y sistemas manuales. Si hay una polémica muy grande en un país y una petición en el ojo informativo, sabemos que hay gente que intenta manipular las peticiones. Los sistemas automáticos generalmente lo detectan, pero si estamos preocupados por alguna en concreto nuestros ingenieros las comprueban manualmente.

Entonces, ¿prestan más atención a las campañas más sensibles?

Por supuesto. Queremos que las peticiones reflejen lo que opina la gente de verdad. Lo que realmente podría manipular una petición son los ataques masivos de spam o coordinados por países, y todo eso lo mantenemos muy a raya. Son ataques mínimos, menores al 1%, y cuando se detectan se retiran. No es uno de nuestros grandes problemas. Sí, un reto y seguimos trabajando en ello.

"Change.org tiene mucho éxito en España por su situación política y social"

¿Y cómo verifican las propuestas? Recuerdo el caso de un chico que argumentaba que una compañía aérea le había destrozado la silla de ruedas. ¿Cómo garantizan que lo que él dice es verdad?

Nosotros no lo aseguramos. Somos una plataforma abierta, como Google o Facebook, donde cada uno sube lo que quiere. Cualquier persona que crea una petición como en cualquier otra plataforma es responsable de sus actos. Aunque disponemos de sistemas de denuncia por parte de los usuarios. Por ejemplo, si ven contenidos abiertamente injuriantes, nos informan y nuestro equipo de Policy puede revisar esa petición y ver si hay algo sospechoso. En tal caso puede iniciar un protocolo para verificar algunas cuestiones o eventualmente retirar una petición, en caso de que contenga algo que vaya en contra de nuestras condiciones de uso del sitio. Por ejemplo, si contiene algo ilegal.

Pero, en el caso que le comento, el solicitante pedía una indemnización. Podría haber sido mentira, ¿no?

Claro, pero también podría hacerlo en Twitter y Facebook. Tenemos miles de peticiones a la semana y no podemos controlar todo ese contenido, pero sí podemos hacerlo a posteriori cuando los usuarios lo denuncian.

Entonces no moderáis el contenido.

No. Change.org es una plataforma abierta y cualquiera puede subir lo que quiera.

Y solo se revisan las peticiones ante casos de alerta.

Sí, pero porque es la única forma viable. La plataforma está traducida a más de 14 idiomas, estamos presentes en 18 países y vamos a expandirnos. No hay ninguna plataforma como Google o Facebook que pueda controlar todo el contenido, se gestiona a posteriori. Ahí sí que tenemos sistemas muy fuertes cuando alguien hace una denuncia.

¿Entonces han recibido peticiones falsas?

Sí, como cualquier otra plataforma. Puede haber un puñado al año que sube contenido que no está permitido en la plataforma. En esos casos se inician los protocolos, se revisan, se pide documentación.

¿Se piden pruebas u opiniones a la otra parte?

No. En casos de calumnias o falsedades, como recoge la legislación, sin aportar pruebas, se contacta con el generador de esa petición y se le pide que aporte datos para ver si se puede mantener o, por el contrario, es objeto de delito donde tendría que actuar la justicia y la policía.

Por lo tanto ustedes no toman medidas legales contra ello.

No, no es nuestro cometido.

Pero, ¿en casos graves avisaríais a alguna autoridad?

Nosotros lo que hacemos es colaborar con la justicia. Cuando nos llega una orden judicial para investigar una cuestión colaboramos plenamente para que se cumpla la ley.

Esto es en caso de que la autoridad os solicite. Pero si veis algo grave, ¿no os dirigís vosotros a las autoridades?

No. Lo que hacemos es valorar el caso y decir lo que podemos llegar a hacer.

Pongámonos en un contexto grave. Por ejemplo, una falsa acusación de violación. ¿Change.org avisaría a alguna autoridad en tal caso?

Nosotros pediríamos pruebas porque ese contenido podría ser injuriante de acuerdo a la legislación. A partir de ahí nuestro equipo de Policy evaluaría si retirar o no la petición. Si acusas a alguien tienes que aportar pruebas, eso en cualquier plataforma y también en el mundo offline. Si aportas indicios que den una base de veracidad la libertad de expresión te ampara y nosotros nos guiamos por los límites de la libertad de expresión. Intentamos mantener todas las peticiones posibles. Si te pedimos información y no contestas o no aportas nada, probablemente retiremos la petición porque podría constituir un delito y eso no lo permite nuestra política.

¿Alguna vez has iniciado tú una propuesta en Change.org?

Pues no. Yo inicié una en 2007 para que en España se prohibieran las bombas de racimo. Change.org nacía en ese momento, así que mi campaña fue a través de blogs, que eran los grandes en ese momento. Con el apoyo de miles de personas conseguí hacer presión en el Congreso y a las dos semanas el Gobierno anunció que se comprometía a prohibir ese tipo de bombas. Desde entonces no se fabrican ni se venden ni se almacenan bombas racimo en España.

Enhorabuena.

Para todos.

¿No hay ninguna causa que apoyarías ahora mismo?

Hay muchas, pero creo que ese ya no es mi rol. Cuando cree Actuable lo que quería es que mi campaña pudiera ser replicable por cualquier persona. Ahora mi rol es el de animar a la gente. Todos nacemos con la misma capacidad de cambiar las cosas. No hay tanta diferencia entre los líderes que vemos en televisión con el resto.

¿Cómo pasas de Actuable a Change.org?

Tras el lanzamiento en 2010 se convirtió en la start-up de más rápido crecimiento en España hasta el momento. Pasó de cero a 2 millones y medio de usuarios en 18 meses. Eso llamó la atención de Change.org y así me convertí en el director de España, que siempre ha sido la punta de lanza de la empresa. Ningún otro país acumula tantos usuarios como España, que acapara al 22% de los internautas.

¿Y eso a qué se debe?

Bueno, Actuable como proyecto inicial funcionaba muy bien y atraía a muchos usuarios. También por la cuestión política y social que hemos vivido.

"Queremos que la gente con más talento no se dedique a vender zapatillas sino a producir cambios".

¿Qué quiere decir?

En España, a diferencia de otros países, hay una brecha muy grande entre políticos y ciudadanos, y cuando esas brechas existen aparece gente para llenar ese espacio. A la gente no se la escuchaba y Change.org ha sido su altavoz.

¿Atribuyes el gran éxito de Change.org en España a la situación política?

No es tanto la situación sino la estructura, que carece de mecanismos para que los ciudadanos se hagan oír. El único que recoge en la Constitución Española es la Iniciativa Legislativa Popular (ILP), pero supone un proceso muy engorroso. Requiere a medio millón de personas que firmen ante un notario o testigos. Podría parecer el mecanismo ideal, pero en todo el proceso democrático español solo ha habido 80 ILP de las cuáles únicamente 10 completaron el trámite de firmas y solo una de ellas consiguió un cambio legislativo. Esta modificación se quedó en nada cuando el Congreso volvió a reformar la ley en cuestión. De nuevo, es un mecanismo que en la práctica no sirve para nada.

Entonces, ¿Change.org cubre un nicho que el Gobierno no ofrece?

Exactamente. Pero también las empresas, que no han sabido conectar con la gente para entender lo que opinan sobre ellos y sus productos.

Uno de los temas más citados en IN3 es el emprendimiento social, ¿se incluye usted en esa categoría?

Creo que soy emprendedor social porque tanto Actuable como Change.org tienen una doble cuenta de resultados. Medimos con tanta intensidad el objetivo social como el económico. A diferencia de una empresa tradicional, nosotros siempre reinvertimos en la propia empresa para poder tener más impacto. Lo que buscamos es que la gente que inicia peticiones gane campañas y que los que las firman experimente victorias.

¿Cómo define el emprendimiento social más allá de Change.org?

Tomar lo mejor de una empresa, que es su eficacia y su dinamismo, y poner esos medios al servicio de un fin mayor y social. Esto puede ser ayudar a la gente a salir de la pobreza, mejorar la educación en otros países, etcétera.

¿Está exento de enriquecimiento personal?

Está desligado. Uno de los compromisos de las empresas sociales es el de reinvertir. Se distinguen del resto en que no se van a vender. No tiene sentido dentro de la propia filosofía de empresa que el interés sea rentabilizar. Eso no quita que no se busquen beneficios, porque se necesitan para crecer, aumentar tamaño y generar más cambios.

El emprendimiento social es la salida intermedia que mucho hemos encontrado. A mi generación y a la de los millenials [nacidos desde 1980 hasta principios de 1990] nuestros padres nos decían que si queríamos impacto social teníamos que ir a una ONG y renunciar a muchas cosas o ir a una empresa para ganar dinero. Y muchos hemos visto que eso era algo inmoral. Las cuestiones más importantes del mundo, como el hambre, la justicia, la educación y el medio ambiente, no se han resuelto por las personas que tienen más talento para ello.

Lo que buscamos con el emprendimiento social es atraer y generar puestos de trabajo para que la gente con más talento no se dedique a vender zapatillas sino a empoderar a otros para producir cambios.

Pero su calidad de vida desde que empezó en Change.org ha mejorado, ¿no es cierto?

Sí, por supuesto. Es una de las grandezas del emprendimiento social. Somos empresas y buscamos atraer al mejor de los talentos. Competimos, por ejemplo, contra Facebook, Google o Twitter, para atraer a los mejores ingenieros. No siempre podemos competir en salarios pero sí en fines o causas. También buscamos que los salarios sean atractivos. Fichamos a los mejores expertos de ONG, de partidos políticos y de medios de comunicación, pero no para que trabajen al servicio de marcas sino de las personas.

Entonces, ¿además del incentivo social debe haber otro económico?

Tenemos que pagar buenos sueldos, queremos tener gente muy bien pagada en unas oficinas maravillosas y una cultura. No queremos que ningún empleado diga: “Qué pereza, es lunes”. Creo que a nadie en Change.org le importa ir a trabajar el lunes. Queremos que ayudar a la gente no sea un sacrificio de dos o tres años sino algo que te permita llegar a retirarte.

¿Las empresas sociales deberían tipificarse y regularse de forma distinta?

En España sería muy beneficioso crear un marco más favorable para ellas. Su doble cuenta de resultados no solo genera empleo sino que también tiene ese impacto social medible. La legislación debería favorecer que surjan empresas sociales con incentivos fiscales o menos barreras.

Pero también debería haber ciertos requisitos para esas empresas, ¿no?

Evidentemente. Que haya un retorno concreto de inversión en la propia empresa. Los beneficios deben ir a aquellos que realmente son sociales y lo pueden probar. Por ejemplo, pueden comprometerse a no salir a bolsa ni vender la empresa.

¿Es posible que haya empresas que se autopromocionan como sociales para mejorar su imagen?

Exacto. Entonces sería interesante que pudiéramos clarificarlo para distinguir a unas de otras, y que los jóvenes sepan que tienen una tercera vía a la que pueden optar a la hora de trabajar. Pueden irse al sector puramente social o puramente empresarial, o también pueden ir a un sitio que combina lo mejor de los dos, que es el emprendimiento social.

¿Haría una petición en Change.org para pedir esta regulación?

Yo no, pero creo que hay muchos emprendedores sociales en España que lo podrían hacer.

Si tuviera que hacer una petición, ¿cuál sería?

Mi única petición sería que todos los españoles reflexionen sobre aquello que quieren cambiar e inicien una petición. Así se darían cuenta del poder que tienen.

O sea, que su petición es que todos los españoles hagan peticiones en Change.org.

Sin duda.

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