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Tecnología y Sociedad

Business Impact: Red, la cámara que cambió Hollywood

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Un empresario del sector de las gafas de sol ha contribuido al fin de la edad de oro de la cámara de 35 milímetros.

  • por Lee Gomes | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 21 Diciembre, 2011

En la historia de Hollywood, 2011 será recordado como el año en que las tres últimas empresas que seguían fabricando cámaras tradicionales de 35 milímetros, los enormes y ronroneantes aparatos junto a los que se sientan los directores, anunciaron su salida efectiva del negocio. Las cámaras seguirán formando parte del inventario, pero Panavision, ARRI, y Aaton han anunciado que de ahora en adelante todos los modelos nuevos serán digitales.

La transición del sistema analógico al digital, que se está produciendo en diversas industrias en todo el mundo, es en gran medida responsable. No obstante, debería hacerse una mención especial a una pequeña empresa del sur de California (EE.UU.), cuya tecnología ha logrado estimular la imaginación de un gran número de legendarios directores. La innovación consiste en una línea de cámaras de cine digitales que, casi milagrosamente, resultan más pequeñas, ligeras y baratas que las cámaras de película y, sin embargo, poseen una calidad de imagen comparable.

Red Digital Cinema Camera Company, con sede en Irvine, California, fue fundada en 1999 por Jim Jannard, alguien sin experiencia en el negocio del cine. En vez de eso, por aquel entonces era un emprendedor que había hecho fortuna con su línea de gafas de sol Oakley, un producto indispensable entre los californianos aficionados al sol y la diversión.

Aunque Jannard participa de forma activa en los foros de usuario de Red, rara vez concede entrevistas a la prensa. Ted Schilowitz, algo así como el director general de esta compañía de 400 empleados (y que evita el uso de títulos oficiales), afirma que Jannard originalmente se interesó por la idea de una cámara digital que pudiera funcionar como alternativa no comprometedora para los creadores de películas.

Ese interés en las cámaras, asegura Schilowitz, era una extensión lógica del negocio Oakley de Jannard, que también vendía gafas graduadas y de protección para atletas. "Jim está obsesionado con la forma en que el mundo ve las cosas", explica Schilowitz.

Siguiendo el "modelo estándar" de ruptura tecnológica, un producto relativamente barato y de gama baja, que en un principio va destinado al interés de usuarios de nivel básico, poco a poco va mejorando su rendimiento hasta cumplir con las demandas de potencia de incluso los clientes más exigentes. El PC es el ejemplo prototípico: los modelos actuales poseen un nivel de potencia que hasta hace poco era patrimonio exclusivo de los superordenadores.

El camino seguido por Red es un poco diferente. Ya existían cámaras digitales de cine en el mercado cuando este equipo comenzó a trabajar. Sin embargo, la calidad de imagen de las primeras cámaras digitales no lograba acercarse en absoluto al nivel requerido para una producción cinematográfica. La calidad estaba mejorando, pero Jannard quería que su primer modelo estuviese por delante de todas las cámaras digitales del momento y superase las más estrictas especificaciones en cuanto al rendimiento, incluso para el cine.

Eso requirió varios años de trabajo de ingeniería, principalmente en lo relacionado con el chip semiconductor localizado en el corazón de cualquier cámara digital, encargado de convertir los fotones en electrones. El equipo de Red creó un chip con el mismo tamaño físico que una cámara de 35 mm, el estándar de Hollywood, y que producía una imagen prácticamente indistinguible, aunque digital.

"Cuando miramos a nuestro alrededor, observamos que las cámaras digitales empezaban a subir lentamente dentro de la cadena alimentaria", recuerda Schilowitz. "Pero ninguna de ellas lograba estar a la altura de lo que considerábamos que era la magia del cine. No sabíamos muy bien lo que estábamos haciendo, así que empezamos desde cero, lo que acabó siendo una gran ventaja".

El primer modelo de Red se presentó en 2007 e inmediatamente atrajo la atención de cineastas como Peter Jackson y Steven Soderbergh. Desde entonces, diversos directores han utilizado las cámaras Red para rodar algunas de las más grandes películas de Hollywood, incluyendo La red socialLos hombres que no amaban a las mujeres, y entregas de exitosas franquicias de Hollywood como El Señor de los Anillos, Piratas del Caribe y Spiderman.

La cámara también cuenta con fans acérrimos fuera de la corriente principal de Hollywood. Los dos últimos ganadores del Oscar a la mejor película extranjera, El secreto de sus ojos, de Argentina, y la ganadora del año pasado, En un mundo mejor, de Dinamarca, fueron filmadas con Red.

El precio de las cámaras de película tradicional y Red son difíciles de comparar, ya que la mayoría de las cámaras de película se alquilan en lugar de comprarse. Schilowitz señala que una versión totalmente equipada del último modelo de Red cuesta entre 45.000 y 60.000 dólares (34.500 y 46.000 euros), aproximadamente una cuarta parte del coste de una cámara de película nueva, si es que alguien siguiera fabricándolas.

El cuerpo de la cámara Red no es mucho más grande que el de una cámara fotográfica profesional. No obstante, tampoco permite que el director de fotografía se pasee por el plató de cine con la cámara colgada al cuello, sacando fotos como un turista. Un sistema Red completamente configurado, con lentes, dollies y el resto de componentes, puede ser tan imponente como una cámara de película tradicional.

No obstante los cineastas señalan que les gusta sacar provecho de la mayor portabilidad de Red cuando lo necesitan. La reducción del precio también ayuda a que algunos equipos de filmación utilicen varias cámaras. El equipo de El Hobbit en Nueva Zelanda está utilizando 48 cámaras Red, incluyendo modelos configurados para efectos 3D.

Las cámaras digitales también consiguen capturar más imágenes por segundo que las de película estándar, mejorando así la calidad de la imagen. Jackson, director de El Hobbit, ha señalado que el efecto es "como si hubiera un agujero en la parte del cine donde se coloca la pantalla, y en realidad estuviéramos viendo el mundo real".

Las cámaras de cine digitales son uno de los últimos pasos hacia una industria cinematográfica en la que la película de celuloide no desempeñe ningún papel. En la actualidad, incluso las producciones filmadas en película suelen ser digitalizadas más tarde, para que la edición y los efectos se puedan hacer por ordenador. Después se vuelven a pasar a película y se envían a las salas de cine, la mayoría de las cuales siguen utilizando proyectores tradicionales.

Sin embargo, las salas también se encuentran en medio de una transición de grandes proporciones hacia el uso de proyectores digitales, lo que podría permitir que los estudios simplemente transmitiesen copias de las películas usando conexiones de Internet de alta velocidad. No será necesario utilizar ni un gramo de celuloide una vez que las películas destinadas a la pantalla grande sean filmadas y proyectadas digitalmente.

Las cifras exactas del enfrentamiento entre el uso de película y de métodos digitales en Hollywood son difíciles de conseguir, aunque no hay duda de que el mercado de la película se está reduciendo. Tanto Kodak como Fuji siguen vendiendo cintas, aunque muchas de las instalaciones de revelado y transferencia de la industria cinematográfica en Los Ángeles están cerrando o reestructurándose. Los ejecutivos de las empresas de cámaras tradicionales han afirmado a la prensa que esperan que el 85 por ciento de la producción sea digital de aquí a unos años, aunque no hacen demasiadas predicciones a largo plazo.

Como empresa privada, Red no revela información sobre ventas o beneficios. Claramente, necesitará algo más que su ventaja en innovación para seguir siendo líder en un mercado cada vez más concurrido. Empresas como Panavision, con profundas raíces en Hollywood, están promoviendo sin descanso sus modelos digitales y Sony también forma parte activa del mercado. Canon acaba de unirse a la carrera con un sistema digital propio de gran calibre, y ha contratado nada menos que a Martin Scorsese para cantar sus alabanzas.

Red seguirá ejerciendo presión, de eso no hay duda. Schilowitz quiere dejar claro que su compañía no busca ningún tipo de venganza contra la película, a pesar de que su cámara ha sido apodada como la "asesina de Panavision". Schilowitz señala que "nunca tuvimos como objetivo matarla. En vez de eso, queríamos que la película evolucionase".

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