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Tecnología y Sociedad

Business Impact: La cooperativa de consumo llega al garaje

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Los servicios entre usuarios que permiten que un desconocido coja prestado tu coche podrían redefinir la propiedad en el mundo del automóvil.

  • por William M. Bulkeley | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 16 Enero, 2012

Ese Dodge Nitro tiene muy buena pinta. Aparcado en un callejón cerca de la sala sinfónica de Boston (EE.UU.), está listo para que lo arranque. Mi cómplice y yo nos calamos más las gorras de lana y nos acercamos al coche blanco. Saco una tarjeta electrónica, la paso por la luna delantera y oigo un reconfortante “clic” al abrirse las puertas. Nos metemos dentro rápidamente, encontramos la llave de arranque oculta y lo encendemos. No salta ninguna alarma. Piso suavemente el acelerador y nos alejamos.

Y a la dueña del coche le parece bien. Se llama Natalia Widulinski, una estudiante de la Universidad Northeastern originaria de Stanford, Connecticut (EE.UU.), que por 8 dólares la hora (unos 6,25 euros) permite a completos desconocidos tomar prestado su coche cuando ella no lo necesita. “Buscaba una forma de pagar el aparcamiento”, explica. Llega a ingresar 300 dólares al mes (unos 234 euros), bastante más que su factura de 175 dólares mensuales por el aparcamiento (unos 136 euros).

Tanto ella como yo somos miembros de RelayRides, uno de entre el conjunto de servicios de coches compartidos respaldados por inversores de Silicon Valley que apuestan por el denominado 'consumo cooperativo'. Es decir, la idea de que la gente estará dispuesta a compartir posesiones personales para poder recortar los gastos de propiedad y ser buenos vecinos. Quienes cogen los coches prestados ahorran dinero y reducen su impacto medioambiental.

Servicios P2P (peer-to-peer) similares han despegado en el sector inmobiliario y en otros sectores. Puedes entrar en la red para compartir una casa de vacaciones, buscar espacio temporal de oficina en Loose Cubes, o incluso alquilar el cuarto de invitados de alguien durante una noche en AirBnB. Pero por ahora, los servicios de coches compartidos entre usuarios pueden describirse principalmente como un experimento. En la actualidad, RelayRides, una empresa con dos años de existencia que opera en Boston y San Francisco (EE.UU.), ofrece acceso a aproximadamente 200 automóviles (cuando existen 250 millones de turismos en Estados Unidos). Aún así, observadores de la industria afirman que la aparición de este tipo de servicios llevará a algunos urbanitas a renunciar a sus coches. Gartner, una empresa de consultoría, predice que en los próximos cuatro años, un 10 por ciento de la población urbana de Estados Unidos usará alguna forma de automóvil compartido en vez de uno personal.

Los propietarios de coches que se unen a RelayRides, instalan en sus vehículos un sistema de apertura de puertas activados por una tarjeta de radiofrecuencia que se entrega a los miembros. RealyRides se queda con un 35 por ciento de la tarifa de alquiler y se encarga de toda la facturación, pagos y seguros.

Cuando lo que necesitas es un coche durante unas horas, los servicios de vehículos compartidos son más baratos que el alquiler estándar diario de un coche. Además, este tipo de empresas no tienen que invertir una gran cantidad de capital para comprar una flota de coches; esto les da una ventaja sobre empresas de la competencia como ZipCar, que alquila coches por horas en distintas ciudades entre las que se incluyen Boston y Nueva York. Entre las desventajas, a juzgar por los comentarios de los clientes en la web de la empresa, está la de encontrarte con coches sucios o en mal estado.

Algunos expertos en transporte creen que los servicios de coches compartidos entre usuarios podrían aliviar la presión sobre las plazas de aparcamiento y otros aspectos de la infraestructura de las ciudades. También resultan atractivos para los defensores del medioambiente, porque compartir coches que de otra forma estarían parados la mayor parte del tiempo podría permitirnos tener una menor cantidad de ellos.

Sorprendentemente, General Motors también apoya el concepto. En octubre se convirtió en inversor de RelayRides, que hasta la fecha ha reunido 13 millones de dólares en inversiones (unos 10 millones de euros). La empresa planea usar este dinero para ofrecer servicios en 8 ciudades más este año. Como parte del acuerdo, GM adaptará su propio servicio de comunicaciones, OnStar, para que los miembros de RelayRides puedan usarlo para abrir y arrancar vehículos cuyos dueños quieran compartir. Los ejecutivos de GM afirman que han llegado a este acuerdo en un esfuerzo por convertir el sistema de coches compartidos en “un modelo de negocio favorable”.

El Gobierno de Estados Unidos también estudia el modelo de usuario a usuario. El mes pasado la Administración Nacional de Carreteras adjudicó 1,7 millones de dólares (unos 1,32 millones de euros) a otra empresa, Getaround, para financiar los costes de puesta en marcha e investigación sobre el impacto de los programas de coches compartidos en Portland, Oregon. Fundada el año pasado, Getaround opera en San Francisco y San Diego y permite a los usuarios acceder a los coches mediante una aplicación diseñada específicamente para el iPhone.

Las empresas de coches compartidos estudian a los potenciales miembros asegurándose de que tienen un buen historial de conducción. Los coches deben haber pasado todos los controles de seguridad exigidos en su estado correspondiente (a menos que en dicho estado no se exija una revisión del vehículo en cuyo caso, un inspector de la empresa se encargaría de hacer la revisión). Las empresas tienen pólizas de seguros generales que cubren a los miembros mientras conducen un coche del programa, aunque los conductores pueden ser responsables de una prima deducible de 500 dólares (unos 390 euros). Los conductores pagan los peajes y las multas de aparcamiento. Y resulta sencillo saber quién es responsable de cada uno de ellos porque se puede hacer un seguimiento del uso del coche e identificar a los usuarios gracias a su número de acceso. Los precios de Getaround incluyen el coste de la gasolina, mientras que hace poco RelayRides empezó a cobrar la gasolina a los usuarios. Los estados de California y Oregon han aprobado leyes que reconocen que los programas de coches compartidos son algo diferentes al alquiler de vehículos, lo que implica que quienes cogen los coches prestados en esos estados no están obligados a pagar los impuestos y tarifas que las ciudades suelen aplicar a quienes alquilan coches.

Sin embargo, no a todo el mundo le entusiasma la idea compartir coches entre usuarios.  Rick Hutchinson, presidente de City CarShare, una empresa sin ánimo de lucro que opera en San Francisco desde hace 11 años y que posee los coches que alquila, afirma que la idea le parece interesante pero “no queda claro cuánto reducirá el número de coches en la carretera”. City CarShare intenta reducir el uso del coche animando a usar la bici y el transporte público y su flota está compuesta principalmente por coches eficientes e híbridos.

Otros escépticos cuestionan si habrá mucha demanda para cualquier tipo de programa de vehículos compartidos al margen de las grandes ciudades, puesto que en las zonas suburbanas o rurales, los coches disponibles pueden estar demasiado lejos como para que resulte práctico. Y si bien la idea de compartir coche resulta atractiva para los veinteañeros, muchos estadounidenses mayores no pueden ni imaginar la vida sin un coche propio.

Aún así, compartir tiene sentido “si haces números”, según Peter Campisano, un economista de 71 años residente en Boston que renunció a su Cadillac un año después de mudarse a la ciudad desde las afueras. Es miembro de ZipCar y afirma: “Para mí es la solución perfecta para mis necesidades de transporte”.

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