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Tecnología y Sociedad

Business Report: El modelo de negocio más inteligente para la educación en línea

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Una 'start-up' llamada Duolingo usa el poder del colectivo para que aprender un idioma sea gratuito.

  • por Tom Simonite | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 05 Diciembre, 2012

Aprender un idioma es aburrido y exige muchas horas de práctica. Luis von Ahn no quiere que todo ese esfuerzo se malgaste. De hecho, podría ser una mina de oro.

Von Ahn, que es profesor de informática en la Universidad Carnegie Mellon (EE.UU.) es cocreador de Duolingo, una página web gratuita para el aprendizaje de idiomas que convierte a los estudiantes en mano de obra en línea. Su software usa las respuestas de los estudiantes a ejercicios sencillos para un servicio de traducciones por el que espera cobrar.

Es ingenioso: una educación que se paga sola. Ese logro es importante ahora que la tendencia es que la educación sea gratuita y en línea. Los profesores y universidades se enfrentan ahora al mismo problema con el que ya se han topado periodistas y estudios de cine: ¿cómo ganar dinero si el contenido es gratuito? Aunque mover información por la Web sea barato, elaborar lecciones y materiales sigue siendo un trabajo exigente y caro.

Duolingo, que se lanzó en junio de este año, ha recaudado 18,3 millones de dólares (unos 14 millones de euros) en capital riesgo (ver “Una 'start-up' hace que los estudiantes de idiomas traduzcan contenidos de Internet”). Ofrece clases de inglés para hispano y lusoparlantes y lecciones de español, alemán, francés y portugués para angloparlantes. Ahora mismo alrededor de 300.000 personas lo usan cada semana.

La empresa compite con programas para el aprendizaje de idiomas tan populares como Rosetta Stone (que es, en sí misma, una alternativa más barata a las clases presenciales). Pero Von Ahn cree que tiene cierta ventaja, y no solo porque sus clases sean gratuitas.

“La mayoría de los proveedores de software para el aprendizaje de un idioma no te ofrecen ningún incentivo para que aprendas”, afirma. “Una vez que consiguen tus 500 dólares, están contentos. Nosotros trabajaremos por que vuelvas, porque realmente importa”. El negocio de traducciones que quiere montar depende de ello.

Por eso los 20 empleados de la empresa en Pittsburgh (EE.UU.) pasan la mayor parte de su tiempo haciendo que el software enseñe mejor. Von Ahn afirma que hasta ahora un 30 por ciento de las personas que empiezan a aprender un idioma siguen visitando el sitio una semana después. Esa cifra puede parecer insignificante, pero es impresionante para cualquier servicio web, afirma. Los usuarios de Duolingo aprenden palabras nuevas tanto mediante ejercicios escritos como gracias al audio (el software es capaz de detectar y evaluar la pronunciación). Según van progresando, sus resultados se usan para decidir qué lecciones recibirán a continuación.

Las lecciones forman un curso gratuito de varios cientos de horas que pueden llevar a un alumno del desconocimiento completo de un segundo idioma a lo que Von Ahn describe como habilidades “de nivel intermedio”, es decir, lo que te haría falta para ir de vacaciones a un país extranjero o entender el significado general de un artículo de un periódico.

La otra cara del negocio llega cuando se le pide a los alumnos que practiquen traduciendo frases sueltas de un idioma al otro. Ahora mismo esas frases se extraen de sitios que Von Ahn considera que deberían traducirse en cualquier caso, como artículos de la Wikipedia en inglés que no tienen su equivalente en español.

Varios alumnos traducen la misma frase y el software compara esos resultados para decidir sobre una traducción final. Después de someter muchas frases a este proceso, se combinan para crear la traducción de un documento completo. Los resultados, explica Von Ahn, son mejores que la traducción automatizada, pero no llegan a la calidad profesional.

En la actualidad el servicio de traducción de Duolingo es gratuito, pero a principio del año que viene la empresa pretende empezar a cobrar por los trabajos que tengan una fecha de entrega urgente. Von Ahn afirma que Duolingo cobrará menos que las tarifas de los traductores profesionalizados, que van de los 5 a los 20 centavos de dólar por palabra (de 3,8 a 15 céntimos de euro). El servicio está haciendo pruebas piloto con una gran empresa periodística.

Un servicio de traducción barato podría ayudar a resolver algunos grandes problemas, especialmente para periódicos de Estados Unidos con una importante población hispana. En agosto de este año, por ejemplo, el periódico Hartford Courant lanzó una edición en español. Pero se producía usando casi exclusivamente Google Translate. Los resultados, que eran desiguales, produjeron reacciones negativas. (Posteriormente, el periódico abandonó la idea).

Esta no es la primera vez que Von Ahn encuentra una forma ingeniosa de distribuir pequeñas tareas entre muchas personas para resolver un reto, un método que él ha bautizado como 'computación humana'. Creó algo llamado el Juego ESP, que convirtió el hecho de etiquetar imágenes de ordenador en un reto en línea. Google pagó una licencia para usar esa tecnología en su motor de búsqueda y después también adquirió ReCaptcha, un sistema creado por Von Ahn para digitalizar libros antiguos con textos borrosos. ¿Esas letras distorsionadas que algunas páginas te piden que copies para demostrar que eres humano? Eso es ReCaptcha haciendo que descifres texto que un ordenador no es capaz de descifrar.

El diseño de Duolingo está estimulando a otros a que busquen nuevas formas de aplicar la computación humana en la educación. “Me parece que Duolingo es tremendamente emocionante”, afirma Dan Weld, profesor de informática en la Universidad de Washington (EE.UU.) que ayudó a organizar un taller el verano pasado sobre cómo usar el crowdsourcing en educación.

Weld cree que este tipo de métodos podrían, por ejemplo, convertir a los estudiantes en una fuerza de trabajo capaz de corregir o evaluar el trabajo de otros estudiantes que están aprendiendo en línea. Eso podría servir para superar uno de los principales problemas de los cursos masivos abiertos en línea (MOOCs, por sus siglas en inglés), que se están encontrando con problemas a la hora de corregir el trabajo de decenas de miles de alumnos.

Hay una “oleada” de educación en línea, afirma Weld. “Pero gran parte de ello son vídeos empaquetados y otras cosas que probamos hace mucho tiempo y que no condujeron a nada. Necesitamos más potencia y personalización", añade. Este experto sostiene que es poco probable que eso se logre solo gracias al software, pero masas de personas dirigidas adecuadamente podrían proporcionar la inteligencia necesaria.

Von Ahn tiene sus propias ideas al respecto. Por ejemplo, espera usar el trabajo de los estudiantes que aprenden lenguajes de computación en línea en sitios como Codecademy (ver “Start-ups que quieren que programar sea divertido”). “Se podría imaginar algo con la programación, quizá encontrar fallos en el software como parte de un curso”, afirma. “Quizá lo probemos”.

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