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Tecnología y Sociedad

Este médico te hará ahorrar

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Eric Topol lidera una misión para sacar al sistema de salud del follón en el que está metido.

  • por Jon Cohen | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 10 Septiembre, 2013

Foto: Eric Topol hablando en una conferencia de 2012 sobre el uso de la tecnología inalámbrica en la medicina.

Este verano visité al cardiólogo Eric Topol en el Hospital Scripps Green en La Jolla, California (EE.UU.). Había tenido una mañana ocupada viendo a pacientes y a mediodía, afirmaba haber ahorrado decenas de miles de dólares al sistema sanitario usando su iPhone y un ecógrafo de bolsillo. Después señaló al estetoscopio que llevaba en el bolsillo y dijo que llevaba tres años sin usarlo "Debería tirarlo", afirmó. "Básicamente es un icono inútil de la medicina".

Topol probablemente sea el defensor más famoso en Estados Unidos de la tecnología digital como vía hacia una sanidad más barata, y me invitó a asistir a este ahorro en directo. Mientras nos dirigimos a la próxima consulta, Topol, ligeramente encorvado y respondiendo sin parar a las preguntas que le lanzaba su personal, parece un poco inquieto debido al follón y el aluvión de preguntas, pero se calma en el momento en que entra en la consulta. Cruza los brazos sobre el pecho mientras un colega más joven le pone al día sobre el historial médico del paciente. Topol se presenta al hombre, de 85 años, que últimamente se cansa con mucha facilidad, y saca inmediatamente su iPhone.

Topol, que lleva desde 2007 promoviendo activamente la digitalización de la medicina, no usa el smartphone para comprobar su correo electrónico, buscar algo en Google, ni llamar a una farmacia. Lo que hace es colocar lo que parece una funda protectora sobre el teléfono. El exterior de la funda tiene dos almohadillas metálicas ovaladas que son electrodos y Topol le pide a su paciente que coloque los pulgares sobre ellas.

"Tiene bradicardia sin que existan motivos para ello", explica Topol a su colega, Hashim Khan, mientras observa una montaña rusa de puntos parpadeando por la pantalla de su teléfono. Me mira a mí. "Por cada uno de estos que hacemos, ahorramos 100 dólares (unos 75 euros)".

El complemento para el iPhone es una versión de 199 dólares (unos 150 euros) de un electrocardiograma hospitalario que se cuesta muchísimo más dinero. Al obtener él mismo la lectura del ritmo cardiaco, según Topol ha ahorrado al paciente tener que acudir a una estación especial con un técnico formado que se pasará 15 minutos enganchándole cables.

Unos momentos después, Khan saca un Vscan, un dispositivo de ultrasonidos fabricado por GE Healthcare que se parece a un teléfono grande plegable. Con Topol observándole, Khan aplica gel sobre el pecho del hombre y escanea las cámaras de su corazón mediante un lápiz que hay enganchado al dispositivo. "Su función cardiaca no tiene mala pinta", afirma Topol, añadiendo que la mayoría de los médicos cobra 600 dólares (unos 455 euros) por hacer una ecografía usando una máquina que cuesta 350.000 dólares (unos 265.000 euros). Pero Topol no cobra nada por usarla como parte de un examen médico rutinario como este. "En Estados Unidos se hacen 125 millones de ecografías anuales" explica Topol, meneando la cabeza. Afirma que "probablemente un 80 por ciento de esas se podrían hacer con un Vscan sin coste adicional.

Topol es un médico con una misión y no es la primera. Hace una década estuvo en el centro de otra batalla sobre pruebas médicas y beneficios multimillonarios. Aquella batalla, relacionada con el analgésico Vioxx, acabó con la retirada del fármaco, que producía ingresos de 2.500 millones de dólares anuales (unos 1.900 millones d euros) después de que Topol y otros demostraran su preocupación por la seguridad de los pacientes. En 2007, cuando Topol llegó a Scripps, empezó a buscar pelea otra vez, esta haciendo proselitismo contra lo que denomina la práctica americana de vender "medicina al peso", o de favorecer las tecnologías que aumentan los ingresos.

Con el tiempo, predice Topol, la tecnología digital llevará a la "hiperpersonalización de los cuidados sanitarios" y a innovaciones que nos ahorren miles de millones de dólares. "Posiblemente por primera vez en la historia de la tecnología en la medicina, podemos ver que se pueden mejorar los resultados para los paciente al tiempo que se reducen los gastos", me cuenta.

Topol fraguó su reputación como Dr. Digital en 2011 cuando usó su iPhone para diagnosticar el infarto de un paciente en un vuelo comercial desde Washington D.C. hasta San Diego, obligando al avión a aterrizar en Indianapolis. Pero no todo el mundo cree que las tecnologías más pequeñas, baratas y fáciles de usar ahorrarán dinero. Los escépticos afirman que Topol no tiene en cuenta que tener más datos -aunque sean fiables- simplemente conduce a más intervenciones médicas, muchas de las cuales pueden ser innecesarias.

Tomemos como ejemplo los laboratorios del sueño. Topol sostiene que los complementos para smartphone que miden el uso de oxígeno y los pulsos pueden diagnosticar la apnea del sueño sin que sea necesario que un paciente pase la noche en un laboratorio del sueño, algo que cuesta miles de dólares. "Los sacaríamos del negocio", afirma Topol. "Podemos hacer un cribado básicamente gratis con un smartphone".

Pero Steven Poceta, neurólogo de Scripps especializado en desórdenes del sueño, afirma que Topol exagera el caso. "Casi nunca metemos a alguien en el laboratorio del sueño para 'cribarlo'", sostiene Poceta, señalando que las máquinas de diagnóstico portátiles permiten pruebas baratas en casa desde hace mucho. Es más, la apnea del sueño está "muy infradiagnosticada", así que la detección mediante smartphone -que Poceta defiende- podría hacer aumentar el gasto sanitario. "Si hablamos de negocio, el cribado de un número mayor de personas revelará la existencia de más personas que necesitan al experto y el laboratorio del sueño", afirma.

Aunque Topol tiende a rechazar a sus críticos por retrógrados, sí está de acuerdo en que cada nuevo dispositivo tendrá que ganarse su lugar en el arsenal. "Tienes que demostrarle a la comunidad médica que  reduce los costes y mejora los resultados", afirma. "No queremos que esta fase de la medicina inalámbrica y sin enchufar se quede en el reino de las innovaciones no validadas. Eso no ayudará a nadie".

Dese agosto dirige un nuevo estudio denominado "Salud Conectada" que mide el valor económico de tres dispositivos comerciales inalámbricos (AliveCor, el tensiómetro de Withings, y un medidor de glucosa para el iPhone) en 200 pacientes con diabetes, hipertensión y desórdenes del ritmo cardiaco, el tipo de pacientes crónicos que suponen el 80 por ciento de todas las facturas médicas a escala nacional. El estudio controlado dará los dispositivos solo a la mitad de los participantes y evaluará si el seguimiento activo de su salud sirve para reducir los costes sanitarios.

Otro proyecto de Topol es una colaboración con el Instituto Tecnológico de California cuyo objetivo es colocar un sensor inalámbrico dentro de una arteria. El sensor tendrá el tamaño de aproximadamente la tercera parte de un grano de arena y se quedará instalado para detectar, potencialmente, un infarto inminente. Si funciona mejor podría prevenir los infartos, un resultado que no necesita un estudio de rentabilidad.

"¿Sabes cuál es el coste de tener un infarto?", pregunta Topol, incrédulo ante la posibilidad de que alguien necesite pruebas para responder a esta pregunta.

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