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Tecnología y Sociedad

Cuando un smartphone hace el trabajo del médico

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Una forma sencilla y barata de graduar la vista puede encontrarse con la oposición de los médicos.

  • por Antonio Regalado | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 16 Septiembre, 2013

Foto: Un smartphone muestra una medida del error de refracción de los ojos de una persona.

Vitor Pamplona no es médico. Ni siquiera es oculista. No puede hacerte una receta para unas gafas, ni vendértelas. Aún así, está convencido de que va a darle la vuelta al mercado global del cuidado de la vista, que factura 75.000 millones de dólares anuales (unos 56.000 millones de euros).

En EyeNetra, la start-up cofundada por él, los estantes están llenos de curiosidades como ojos de plástico, y se oye funcionar una impresora 3D al fondo. Está imprimiendo prototipos de un dispositivo que se acoplará a tu smartphone y, en un minuto o dos, te dirá qué clase de gafas necesitas.

El dispositivo, llamado Netra-G, se basa en una ingeniosa combinación de óptica y software que se le ocurrió a Pamplona, una forma de medir los errores de refacción del ojo usando una pantalla de smartphone y un par de binoculares baratos. Fabricarlo puede costar unos pocos dólares. Y hace la misma labor que un instrumento llamado autorefractómetro que cuesta 5.000 dólares (unos 3.700 euros).

Y lo que es más importante, casi cualquiera puede usarlo. Ahí residen tanto la novedad como el problema. Ahora mismo sólo los médicos u oftalmólogos pueden recetar gafas o lentillas. Pamplona, un desenvuelto programador brasileño que llegó a Estados Unidos hace unos años, cree que no siempre será así. "Estamos cambiando la medicina al dar al usuario el derecho a medirse a sí mismo", afirma. "Para nosotros los médicos representan más bien un entrenador".

Los teléfonos móviles están dando lugar a una nueva clase de dispositivos de diagnóstico acoplables que podrían desafiar al monopolio médico a la hora de diagnosticar muchas enfermedades, no solo los problemas de la vista. Puesto que los honorarios médicos suponen más del 20 por ciento del gasto sanitario en Estados Unidos -y un 3 por ciento del PIB de país- estos dispositivos también podrían servir para reducir costes.

EyeNetra ha recibido más de 2 millones de dólares (unos 1,5 millones de euros) en financiación del inversor de Silicon Valley Vinod Khosla, quien el año pasado se enfrentó a los médicos diciendo que lo que ellos hacen es "brujería", y prediciendo que un 80 por ciento de su trabajo diagnosticando y recetando lo podrían hacer las máquinas.

El fondo de inversión de Khosla también está apoyando empresas similares, entre ellas AliveCor (ver "Tu latido en un iPhone"), que vende un monitor cardiaco que se acopla al iPhone, y Cellscope una empresa que está desarrollando una cámara de teléfono para ayudar a los padres a diagnosticar las otitis de sus hijos (ver "Los padres podrían saltarse la consulta del médico gracias a un dispositivo").

Pamplona inventó el Netra cuando estudiaba en un laboratorio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (EE.U.) especializado en la fotografía computacional. Esa tecnología usa ordenadores para empujar los límites de la fotografía tradicional, por ejemplo con cámaras que ven detrás de las esquinas o que pueden enfocar a todas las distancias al mismo tiempo (ver "TR10: Fotografía de campo de luz").

El prototipo que desarrolló para medir cómo de bien enfoca la luz el ojo, consiste en un visor que el usuario coloca contra la pantalla de un smartphone. Girando un dial, alineas líneas verdes y rojas. De la diferencia entre lo que tú ves y la situación real de las líneas, una aplicación calcula el error de enfoque de tus ojos. Es como un termómetro para la visión.

Usando el dispositivo, una persona podría conocer su graduación y a continuación, desde la misma aplicación, encargar gafas de una tienda en línea como Warby Parker. El precio de un examen y una nueva graduación pueden ir desde los 50 hasta los 150 dólares (de unos 37 a unos 112 euros). Los oculistas también ganan dinero de la venta de las gafas.

Tras conocer a Pamplona en una conferencia el año pasado, Dominick Maino, un oculista de Chicago, escribió una columna en una revista de la industria explicando a sus compañeros de profesión que había llegado el momento "de tener un poco... de miedo".

Maino cree que Netra es capaz "de proporcionar una graduación correcta la mayoría de las veces". Pero un oculista -hay 40.000 en Estados Unidos- examina tu salud ocular en general y puede lidiar con los casos complejos. "Quiere poner mucho más poder en manos del individuo, algo que no está mal", afirma Maino sobre Pamplona. "Pero no puedes eliminar al médico de la ecuación. Conseguir unas gafas fantásticas implica mucho más que la medida objetiva de la refracción".

Euan Thomson, socio de Khosla Ventures, afirma que, de todos los desafíos a los que se enfrentan las empresas de salud móvil, el más difícil va a ser "ese acto de diagnóstico del médico". En Estados Unidos, los médicos no cobran a menos que vean al paciente. "Todos los pagos se basan en consultas de los pacientes", afirma. "Sin embargo, gran parte de la salud móvil gira en torno a evitar la necesidad de acudir al médico".

Debido a estos obstáculos, la empresa de Khosla ha estado aconsejando a sus empresas que no vayan directos a por los consumidores en Estados Unidos, al menos no para empezar, sino a que trabajen estrechamente con los médicos. EyeNetra, cuya sede está en las afueras de Boston (EE.EE.U), ha estado probando el dispositivo en India, donde puede que sea más fácil crear un mercado. En India, unos 133 millones de personas son ciegas o no pueden ver bien porque no tienen acceso a exámenes oculares o gafas. Es más, la oftalmología no está tan reglada como en estados Unidos.

Sin embargo, Thomson afirma que todas las empresas de diagnóstico móvil de Khosla, entre ellas EyeNerta y AliveCor, acabarán teniendo que llegar directamente a los consumidores, porque les dará la posibilidad de hacer millones o miles de millones de electrocardiogramas o graduaciones. Eso podría abrir nuevas vías tanto para la medicina como para el marketing.

"En el centro de toda esto está la información, no el dispositivo", afirma Thompson. El debate girará en torno a quién puede interpretar dicha información.

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