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Tecnología y Sociedad

«Si un periodista utiliza jerga es síntoma de que no sabe de lo que habla»

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El director de la revista ‘MIT Technology Review’, Jason Pontin, considera que su publicación representa el primer borrador de la historia del futuro

  • por Marta del Amo | traducido por
  • 08 Noviembre, 2013

Fundada en 1899, la revista MIT Technology Review representa la publicación tecnológica más antigua del mundo y se encuentra entre las mejor valoradas en su campo. Desde hace casi 10 años, sus mandos están controlados por su actual director Jason Pontin, que ha visitado España para el encuentro tecnológico EmTech que concluyó ayer en Valencia. Su formación en derecho ejemplifica la importancia que la tecnología tiene en el resto de aspectos de la vida y su necesidad de ser transmitida, así como las limitaciones y retos que el periodismo tecnológico supone.

MIT Technology Review está a punto de cumplir 115 años. ¿Cómo ha logrado mantenerse durante tanto tiempo?

Yo me considero como el continuador de un legado. Hubo otros editores antes que yo. Mi principal trabajo en este tiempo extraño para los medios de comunicación es que la revista se mantenga de forma sana y sostenible. Para ello, necesitamos ser internacionales y evitar limitarnos a ser una publicación estadounidense. Por razones económicas, la revista debe expandir su mercado y diversificar los riesgos para llegar a una mayor audiencia. A nivel editorial, esta internacionalización se basa en la existencia de una civilización tecnológica y global que se enfrenta a desafíos globales. Las soluciones tecnológicas para estos retos no sólo procederán de Silicon Valley o de Boston -ambos lugares, situados en Estados Unidos (EEUU), son sede de los principales complejos de innovación tecnológica del mundo-.

¿La considera como la revista que contiene noticias del futuro?

Sí, es el primer borrador de la historia del futuro.

¿Cómo ha evolucionado a lo largo de los años?

Al principio, aunque se trataba de la revista institucional del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, de sus siglas en inglés, ubicado en EEUU), ya tenía pretensiones. Bill Gates ha escrito para ella y también Winston Churchill. Entre 1960 y 1980 ya era ampliamente leída fuera del entorno del MIT, y fue entre 1996 y el año 2000 cuando se transformó en una revista a nivel nacional en Estados Unidos. Yo soy su editor desde 2004 y, desde entonces, me he centrado en la expansión internacional y hacia plataformas digitales.

¿Y a nivel editorial?

Entre el año 2000 y el 2004, el anterior director, que venía de Fortune, barajó la posibilidad de que MIT Technology Review se convirtiera en una revista de negocios sobre innovación, y no se centrase en el contexto del mercado. A él le interesaba el periodismo de negocio y pensaba que la publicidad debía ser esa, ya que en una revista impresa la publicidad siempre dirige los ingresos. Paradójicamente, yo fui contratado para convertirla en una publicación más de negocios, mi última revista era sobre negocios de tecnología pero no de tecnología en sí. Pero esa estrategia no funciona, la audiencia asocia fuertemente a MIT Technology Review con publicaciones que identifican tecnologías emergentes y explican su posible impacto. Si el impacto es a nivel de negocios, económico, social o político, nos enfocamos en el impacto de la tecnología en sí. Las audiencias crecen y quieren eso, no que seamos una publicación de negocios. Quieren la asociación con la marca MIT. Toda revista de negocios se acaba convirtiendo en una revista de tecnología. Hacia 2004, Forbes, Fortune, The Economist… Todos ellos empezaron a escribir historias sobre negocios tecnológicos.

Dado que las fuentes siempre suelen ser empresas privadas, ¿cómo distingue una verdadera noticia de la publicidad?

Si tenemos en cuenta que estamos enfocados a tecnologías nuevas y sus impactos, para que estas tecnologías se expandan y se lleguen a la sociedad deben ser comercializadas por empresas privadas y, probablemente, popularizadas por el sector público. La dificultad se origina una vez que la tecnología se convierte en parte de la línea de producto asociada a una empresa, que tenderá a realizar un gran despliegue publicitario. Aquí, es el trabajo de personas como tú y como yo, el que debe mirar esos grandes anuncios con un ojo muy escéptico. Somos los mayores creyentes y estimuladores del poder de la tecnología para expandir las posibilidades y solucionar grandes problemas. Pero, al mismo tiempo, debemos ser escépticos y cínicos frente a las afirmaciones y anuncios de las compañías individuales.

La mayoría de las start-up fracasan, así como sus ideas. Y eso está bien, porque este fenómeno se desprende de una gran competición que da lugar a la mejor idea. Queremos ver la competición entre ideas. Cuando una compañía hace un gran anuncio, debemos preguntarles: ¿En serio? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Cuánto costará? ¿Cómo solucionarás este o este problema? ¿Quién lo comprará? ¿A quién se lo has vendido ya?

¿Y a qué historias dice que no?

No estamos interesados en historias donde la tecnología no supone un gran avance. No queremos promocionar las agendas de compañías particulares. La tecnología es sólo una buena idea que, probablemente, no sea viable económicamente, pero se trata de la idea. Este fenómeno se da mucho en el sector energético, donde hay muy buena voluntad por enfrentarse al problema de generar energía limpia y suficiente para las aproximadamente 8.000 millones de personas que habitarán el planeta hacia final de siglo. Pero, de momento, aún no hay opciones alternativas que sean competitivas económicamente frente al gas. En países muy soleados, como España, puedes ver tecnologías algo competitivas, pero al final resultan más problemáticas que el gas. El sector energético es, por tanto, el mejor ejemplo de algo en lo que queremos creer pero donde siempre nos vemos remitidos a duras preguntas económicas.

¿Qué conocimientos y habilidades necesita un periodista de MIT Technology Review para poder hablar de informática, transporte, biomedicina y negocios, entre otras áreas?

Tiene que tener formación científica y nociones de economía. También tiene que ser capaz de sintetizar esta información tan complicada de una forma clara. El mayor síntoma de que un periodista no entiende de lo que habla es que utilice jerga. Todo sobre lo que escribimos se puede traducir. El lenguaje real de estas tecnologías se basa en estadísticas, gráficos, datos, algoritmos y ecuaciones que deben expresarse en lenguaje común, lo cual implica una traducción. Esa traducción debe ser lo más clara y humana posible, y no limitarse a los términos académicos o de marketing. No hay nada tan difícil dentro de lo que hablamos que no pueda ser explicado fácilmente.

¿Cómo es el lector de MIT Technology Review?

En general, esa persona es relativamente senior en una organización, está a cargo de la dirección estratégica o de laboratorios de investigación o de agencias del estado, o espera hacerlo algún día. Todos son futuristas profesionales. Sienten pasión y afinidad por la tecnología, con la idea de que frente a un gran problema la tecnología es una solución. Son lectores que saben que estos grandes problemas tecnológicos son duros y caros, y pueden tardar mucho tiempo en solucionarse. La audiencia también tiene doctores, médicos, científicos, emprendedores y cabezas de estado.

Todos, lectores de alto nivel.

Bueno, si no lo son ahora lo serán algún día. Se trata de cómo ven el mundo. Lo que tienen en común es que ven el mundo a través de un prisma tecnológico. Incluso cuando tratamos el tema de la Primavera Árabe lo hicimos desde el prisma de la tecnología y de cómo contribuyó a su germinación a través de las redes sociales. Lo que quiero decir es que usamos la tecnología para comprender los asuntos que suceden en el mundo.

¿Cómo ve el futuro de la revista?

Creo que habrá una edición impresa en EEUU durante un futuro asumible, después, quizá no. De momento, la edición impresa tiene mucho valor. Según los estudios de mercado, la edición impresa resulta atractiva y gusta en Italia, en China, en Alemania.

¿Incluso con la crisis de los medios en papel?

Bueno, lo que están cerrando son los periódicos. Hay muy poco valor en imprimir las noticias. Pero a la gente de cerca de 35 en EEUU valora este producto en su versión impresa y están dispuestos a pagar por recibirlo, aunque puedan disponer igualmente de él en internet. En mercados pequeños tendría menos sentido. No sé cómo haría funcionar un producto impreso en Israel, por ejemplo. En cualquier caso, creo que dentro de 10 años sí seguiremos imprimiendo la revista en EEUU y otros mercados regionales.

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