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Computación

La injusticia desde Roosevelt hasta Silicon Valley

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El director de 'MIT Technology Review' Jason Pontin repasa los esfuerzos del expresidente por la igualdad

  • por Jason Pontin | traducido por Francisco Reyes
  • 22 Octubre, 2014

A las 2:15 pm del 31 de agosto de 1910, el coronel Roosevelt (tal y como el expresidente, orgulloso de la captura de la colina de San Juan, prefería ser conocido) se subió a una mesa de cocina en pequeño bosque cerca de Osawatomie, Kansas (EEUU), y dio el discurso más radical de su vida.

Al recordar la escena, Edmund Morris, en el tercer volumen de su biografía, escribe: "Una multitud de treinta mil habitantes de Kansas esperaba oírle declamar su 'credo'. El Sol de la pradera pegaba fuerte, pero hubo un aguacero por la mañana temprano y muchos estaban de barro hasta los tobillos".

En el mismo sitio donde el abolicionista John Brown luchó contra los invasores de Missouri en 1856, Theodore Roosevelt invocó a los veteranos de la Guerra Civil que estaban sentados frente a él. Dijo: "Todo lo que pido en la vida civil es aquello por lo que hemos luchado en la Guerra Civil".

¿Qué quería Roosevelt? "Pido que la vida civil se desarrolle de acuerdo con el espíritu que tuvo el ejército. Nadie sintió envidia por las promociones de Grant o Sherman... porque se las habían ganado". Pidió "la igualdad práctica de oportunidades para todos los ciudadanos", y describió cómo podría lograrse. "Las fortunas realmente grandes, las fortunas hinchadas, por el mero hecho de su tamaño adquieren cualidades que las diferencian en especie además de en grado de lo que poseen los hombres con relativamente pocos medios". Roosevelt pidió establecer impuestos graduados sobre la renta y la herencia. Quería que "las distintas industrias" estuvieran controladas en el interés del bienestar público. A las corporaciones había que negarles el sufragio. "Estoy a favor del 'Acuerdo Justo' ('Square Deal' en inglés)", gritó.

Es imposible imaginar a cualquier político estadounidense hoy día dando el discurso Nuevo Nacionalismo de Roosevelt. Fue escrito (en su mayoría por un ingeniero forestal progresista llamado Gifford Pinchot) en reacción a la desigualdad económica de la era Eduardiana.

Pero la distancia entre ricos y pobres hoy es tan inquietante como la desigualdad que Roosevelt temía que pudiera erosionar la fe colectiva en las instituciones y ofender el sentido público de la justicia. Nadie sabe por qué la desigualdad contemporánea ha llegado a ser tan salvaje, aunque todo el mundo sabe que ese es el caso. Los salarios de los trabajadores de ingresos bajos y medianos se han mantenido igual o han ido en declive desde la década de 1970, incluso a medida que los ricos se han ido haciendo con los despojos de las economías hinchadas. (En Estados Unidos, el 1% más rico goza de un 34% de la riqueza). Existe la creencia común de que la tecnología es responsable de la desigualdad, puesto que la automatización elimina buenos empleos y requiere nuevas habilidades de trabajadores que al mismo tiempo están mal equipados para aprenderlas. A la gente le preocupa que la economía tecnológica, ejemplificada por Silicon Valley (EEUU), ofrezca obscenas recompensas a sólo unos pocos. En "Tecnología y desigualdad", David Rotman, editor de MIT Technology Review, explora el debate entre los economistas acerca del modo en que la tecnología contribuye a las disparidades de ingresos, explica por qué, más allá de la simple justicia, deberíamos preocuparnos por la desigualdad, y describe lo que podría hacerse para arreglarlo.

En febrero de 1913 el Congreso de Estados Unidos ratificó un impuesto sobre la renta de las personas. Después de la Segunda Guerra Mundial, se estableció un impuesto más progresivo como freno a la desigualdad hasta que después el presidente Reagan redujo los impuestos.

En nuestra era, según sugiere Rotman, un rediseño de la educación podría abordar las causas de la desigualdad. Roosevelt aceptaba la desigualdad basada en el mérito. Así se hacen las cosas en Estados Unidos. Pero Roosevelt también dijo que la igualdad práctica de oportunidades tendría esta virtud: "Cada hombre tendrá una oportunidad justa de hacerse a sí mismo en base a quien es; de llegar al punto más alto al que sus capacidades, sin la ayuda de privilegios especiales propios y sin obstáculos de privilegios especiales de otros, puedan llevarlo".

Nos preocupa la desigualdad porque supone un desperdicio del capital humano, es decir, de la vida. Una publicación de tecnología toma la desigualdad como tema porque en la medida en que la tecnología ha contribuido a la desigualdad, también podría ser parte de la solución.

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