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Tecnología y Sociedad

¿Sirve Silicon Valley para algo más que crear 'apps' para ligar?

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El capital y el talento en ingeniería se han dedicado a aplicaciones móviles aparentemente triviales. Pero, ¿estaríamos mejor si más 'start-up' se dedicaran a intentar resolver los grandes problemas del mundo?

  • por Michael S. Malone | traducido por Lía Moya
  • 04 Febrero, 2015

La vista desde el despacho de Palo Alto (EEUU) de Mike Steep, situado en Coyote Hill, es una de las mejores de Silicon Valley.

Rodeado de mobiliario de oficina en negro y granate, dos grandes pantallas de ordenador y tres artefactos indonesios para alejar a los malos espíritus, Steep ve un panorama que va desde Redwood City hasta Santa Clara. Es el Silicon Valley histórico, el lugar de nacimiento de Hewlett-Packard y Fairchild Semiconductor, Intel y Atari, Netscape y Google. Es el hogar de las innovaciones que han dado forma al mundo moderno. También lo es la empresa donde trabaja Steep: el Centro de Investigación de Xerox en Palo Alto, o PARC, donde se inventaron la computación personal y tecnologías clave de redes de computación y donde él es vicepresidente sénior de Operaciones Globales de Negocio.

Y sin embargo Mike Steep se siente decepcionado por lo que ve por la ventana.

"Veo una comunidad que actúa como si supiera hacia dónde va pero que parece tener la cabeza metida en la arena", afirma. Hace un gesto hacia la sede de Hewlett-Packard a unas manzanas y a la Torre Hoover en la Universidad de Stanford. "Antes esta ciudad pensaba a lo grande: el circuito integrado, el ordenador personal, internet. ¿En serio estamos aprovechando toda esa potencia intelectual y toda esa creatividad para crear Instagram y aplicaciones para ligar? ¿Esto cambiará el mundo?". 

Tras pasar años en Microsoft, HP y Apple, Steep se unió a PARC en 2013 para ayudar a la legendaria fábrica de ideas a capitalizar su trabajo. Entre sus funciones está viajar viaja por todo el mundo visitando a ejecutivos de I+D en decenas de grandes empresas, y le preocupa cada vez más que Silicon Valley acabe siendo irrelevante para ellos. Steep es uno de los 22 ejecutivos de tecnología que forman parte del comité creado por el alcalde de Londres (Reino Unido) para promover una "ciudad inteligente"; asesoran a los miembros del equipo de Gobierno de la ciudad sobre cómo adjudicar millones de libras a proyectos que combinan infraestructuras físicas como un ferrocarril de alta velocidad con sensores, bases de datos y analítica. "Sé que China y toda otra serie de países están atentos a este proyecto, que será la plantilla para centenares de proyectos de infraestructura de grandes ciudades parecidos en todo el mundo en los próximos años", afirma Steep. "¿De EEUU? IBM. ¿De Silicon Valley? En Inglaterra mucha gente me pregunta si hemos oído hablar siquiera del proyecto de subterráneo para Londres. Es increíble. ¿Por qué no aprovechamos oportunidades como esta aquí, en el valle?"

Steep no es el único que se pregunta si Silicon Valley está dedicando demasiados recursos a oportunidades fáciles en las aplicaciones móviles y las redes sociales a expensas de atacar problemas mayores en energía, medicina y transporte (ver "Microsoft apuesta por que el mundo no cambie"). Pero ante esta pregunta, muchos de los inversores y tecnológos que habitan el valle te darán una respuesta muy sensata: ¿Alguna vez se ha propuesto Silicon Valley abordar directamente los grandes problemas? De hecho, el clásico enfoque del valle ha sido valorar qué tecnologías pueden avanzar rápida y ambiciosamente, y después dejar que el mundo haga lo que quiera con ellas. Así es como conseguimos Facebook y Google, y es la razón por la que la relación del valle con las tecnologías limpias fue una historia de desamor fugaz. Y como señalan muchos con la típica confianza de Silicon Valley, se sigue haciendo muchísimo del tipo de trabajo que ha traído la gloria a la zona.

La próxima ola

En el salón privado de de Bella Vita, un restaurante italiano en el pintoresco centro de Los Altos, una zona cuajada de tiendas caras, hay un pequeño grupo de ejecutivos rodeado por cientos de botellas de vino. A unas pocas millas se encuentran las sedes del Fairchild Semiconductor original, la casa de Steve Jobs y el bar donde Nolan Bushnell montó el primer videojuego Atari. El anfitrión de esta reunión es Carl Guardino, director ejecutivo del Grupo de Liderazgo de Silicon Valley, una asociación de la industria dedicada a la salud económica del valle. Las 400 organizaciones que pertenecen al grupo son en su mayoría empresas que se fundaron mucho antes de la locura por las aplicaciones móviles; sólo un 10% son start-up. Algo que queda patente en esta cena, a la que Guardino ha invitado a tres de los miembros de la junta: Steve Berglund, director ejecutivo de Trimble, un fabricante de equipos GPS; Tom Werner, director ejecutivo de el proveedor solar SunPower; y Greg Becker, director ejecutivo de Silicon Valley Bank.

Estas personas, igual que Steep, pasan gran parte de su tiempo reuniéndose con miembros de los gobiernos y de otras empresas. Al preguntarles si el valle ha perdido el contacto con las necesidades reales del mundo, cada uno de ellos se muestra en vehemente desacuerdo. Casi les sorprende la pregunta. "Es la comunidad de negocios más adaptable y flexible del planeta", afirma Becker. "Aquí lo importante siempre es la innovación e ir hacia donde te lleva la oportunidad. Si te preocupa que el valle esté persiguiendo demasiado un mercado u otro, espera un poco y volverá a cambiar de dirección. Así es como somos".

"Esto es el centro del capitalismo mundial, y el capitalismo está en un flujo constante", añade Werner. "¿Ahora mismo hay demasiadas empresas dedicadas a las redes sociales y las aplicaciones? Probablemente. Pero, ¿por qué crees que seguirá siendo así durante mucho tiempo? Siempre hemos sufrido correcciones. Está en nuestra naturaleza. Pero saldremos de ellas más fuertes que nunca y en toda una serie completamente distinta de mercados y nuevas tecnologías. Este seguirá siendo el mejor sitio del planeta para la innovación".

Berglund defiende que un cambio generacional que ya se está produciendo dejará de hacer tanto hincapié en las aplicaciones. "A los jóvenes parece importarles mucho menos el código que a las generaciones anteriores", afirma. "Quieren construir cosas, cosas como robots y drones. Solo hay que ir a la Maker Faire para verlo. Llevarán a este valle en una dirección completamente distinta".

Berglund podría tener razón. En la primera mitad de 2014, según CBS Insights, las start-up de internet fueron las principales receptoras de inversión en capital riesgo en San Francisco y Silicon Valley (el área recibió la mitad del total para EEUU, Nueva York quedó en segundo lugar con el 10%). Pero las inversiones en el sector de internet no representan más que un 59% del total, una caída desde el máximo del 68% en 2011.

Doug Henton, que dirige la consultora Collaborative Economics y ha supervisado un informe que se publicará próximamente sobre el estado del valle, defiende que desde 1950 la zona ha experimentado cinco olas tecnológicas. Cada una de ellas duró de 10 a 20 años y englobó un furor seguido de un batacazo y una consolidación de empresas y después un "periodo de despegue" maduro. Henton ha identificado estas olas como: defensa (años 50 y 60), circuitos integrados (años 60 y 70), ordenadores personales (años 70 y 80), internet (años 90) y redes sociales (años 00 y 10). Siguiendo este patrón, la ola de las redes sociales, por muy dominante que sea a ojos del público ahora mismo, pronto podría verse sustituida por otra ola. Heston sugiere que probablemente implique una combinación de software, hardware y sensores en dispositivos portables y el "internet de las cosas".

Oportunidades fáciles

Floyd Kvamme empezó su carrera en Fairchild Semiconductor (estaba en una reunión con Gordon Moore y Andy Grove cuando un ejecutivo entró corriendo para anunciar que habían asesinado al presidente Kennedy), dirigió el programa de ordenador central en National Semiconductor y después se convirtió en un inversor de capital riesgo de éxito en Kleiner Perkins ­Caufield & Byers. Antes de jubilarse en 2009 para convertirse en un inversor ángel, pasó ocho años como copresidente del Consejo Asesor del Presidente sobre Ciencia y Tecnología.

Para él, la pregunta de si Silicon Valley debería dedicarse a resolver los grandes problemas está mal planteada porque ya los está resolviendo indirectamente. "La atención mundial siempre se ve distraída por las nuevas y grandes empresas del valle", afirma Kvamme, "pero la realidad es la de la ubicuidad. El hecho es que el valle está en todas partes ahora mismo. ¿Por qué? Porque incluso después de tantos años la cosa se resume en una sola palabra, el silicio, y no sólo para procesadores o memoria, sino para sensores y sobre todo porque ahora todo es móvil, la potencia, la integración y la gestión".

"Creo que la gente no sabe valorar el milagro que ha tenido lugar a lo largo de la última década. En 2005, el Consejo de Asesores produjo un informe sobre energía que fijaba el consumo de energía de EEUU en 100 trillones de BTU anuales. Preveíamos que para 2030 la demanda aumentaría hasta los 150 trillones. En cambio, en 2013 EEUU sólo consumió 98 trillones. ¿Cómo se logró? Mejorando el control sobre la energía, y para eso la oportunidad más fácil era mejorar la eficiencia al nivel del silicio y la aplicación, los puntos fuertes de Silicon Valley. Casi sin que el mundo se diera cuenta, empezaron a aparecer procesadores eficientes por todas partes".

Esta combinación de mejoras en hardware y software ha dado lugar a muchas tecnologías que son extremadamente valiosas aunque reciban menos atención que las start-up web o de aplicaciones valoradas en cientos de millones de dólares, afirma el ejecutivo de Marketing fundador de la conferencia Techmanity y de Joint Venture Silicon Valley, Tom Hayes. Este último es un grupo que promueve el desarrollo regional. Lo que confunde a los de fuera es que gran parte de lo que pasa en el valle "parece trivial, poca cosa", afirma Hayes, "cuando el mito es que se supone que tenemos que estar cambiando le mundo. De hecho, nuestro idealismo utópico ha encogido en los últimos años cuando nos hemos dado cuenta de que incluso las pequeñas innovaciones, en el contexto adecuado, pueden tener un impacto enorme... y las probabilidades de que tengan éxito son infinitamente mayores". Como ejemplo del "contexto adecuado", Hayes cita los coches. Cree que los vehículos autónomos cambiarán la naturaleza de las ciudades y se convertirán en una nueva plataforma, igual que lo fueron los PC y los teléfonos inteligentes. "Simplemente con este logro será suficiente para crear una nueva edad de oro en el valle", afirma. "Y esa sólo es una de las revoluciones: los drones serán otra plataforma enorme, igual que los dispositivos móviles de seguimiento móviles, entre ellos los relojes inteligentes. Y no me cabe duda de que habrá más".

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Cofundar LinkedIn convirtió a Reid Hoffman en multimillonario, pero ha sido como inversor de capital riesgo en Greylock Partners a lo largo de los últimos cinco años cuando se ha convertido en un gurú. En un día cualquier puede haber hasta una decena de equipos de start-up esperando a reunirse con Hoffman en la entrada de las oficinas de Greylock, donde este va corriendo de una sala de reuniones a otra.

Hoffman está de acuerdo con la valoración de Steep de que los tecnólogos del valle están obsesionados con las oportunidades rápidas en el campo de las aplicaciones y el software, pero le parece apropiado porque el software afecta a todos los niveles de los productos y las organizaciones. Eso significa que ofrece oportunidades para tener un impacto tremendo.

"No es casualidad que Tesla esté aquí, porque lo fundamental de su producto no es la batería, sino el software", afirma. "Cuando el software ataque a una industria tras otra a nivel estructural, la mayoría de las empresas creadas estarán basadas aquí. De forma similar, cuando el software defina los ecosistemas humanos, especialmente en inglés, también estarán basados en su mayoría aquí en el valle. Sólo hay que ver el ejemplo de Twitter, Facebook, eBay, Dropbox y todos los demás. No es casualidad que estén en el valle. También los agregadores, como Pinterest. Los grandes datos estarán localizados en muchos sitios, pero la mayoría de los fabricantes de herramientas analíticas para los grandes datos estarán aquí. Y también lo estará la próxima generación de capas de sistemas operativos, igual que lo están Android y el iOS de Apple ahora".

Esto significa que siempre habrá grandes campos de la tecnología en la que las empresas del valle no compitan y grandes problemas para que la gente intente resolverlos en otros sitios. Esos retos no encajan con las expectativas de los inversores de capital riesgo del valle de que las empresas tienen que empezar rápido con pocos gastos de capital y tienen que tener el potencial de escalar tremendamente. "Hay muchas cosas que no se nos dan bien aquí", afirma Hoffman, "y para las que tenemos una debilidad casi a nivel de crear anticuerpos. Aquí no sabemos cómo fomentar una empresa del tipo de la DuPont. ¿La salud? ¿La genética? Probablemente sigan centradas en torno a Boston, a menos que esas industrias desarrollen un fuerte componente emprendedor. Entonces probablemente se trasladen aquí".

Hoffman sí que comparte algunas de las preocupaciones de Steep respecto a que las empresas de Silicon Valley no están prestando la suficiente atención a lo que está haciendo el resto del mundo. A veces le puede el interminable "yo también" de los planes de negocio que le presentan, que define como "Airbnb para hoteles de perros". "Si tuviera una varita mágica", afirma, "pediría que hubiera más emprendedores asumiendo riesgos mayores y más diversos. Si esas nuevas ideas encajan con el modelo del valle, deberían estar aquí. Y si no, deberían pensar en crear su empresa en otro sitio".

Michael S. Malone lleva más de 25 años cubriendo las noticias sobre Silicon Valley. su último libro es The Intel Trinity.

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