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Ms Tech | Pexels (manos); Kirsch (skirsch.com)

Tecnología y Sociedad

Steve Kirsch, el filántropo del coronavirus que acabó como antivacunas

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Este polifacético empresario lleva toda la vida intentando ayudar a la humanidad. Al principio de la pandemia invirtió millones en encontrar fármacos contra la COVID-19, pero acabó difundiendo desinformación sobre las vacunas y siendo rechazado por el comité científico que él mismo creó

  • por Cat Ferguson | traducido por Ana Milutinovic
  • 14 Octubre, 2021

En los primeros días de la pandemia de coronavirus (COVID-19), cuando se invirtieron miles de millones de euros en la búsqueda de nuevos tratamientos y vacunas, el veterano empresario de Silicon Valley (EE. UU.) Steve Kirsch hizo lo de siempre: fue en busca de los desamparados.

Desde que ganó una fortuna como fundador de Infoseek, uno de los primeros motores de búsqueda que fue el Google de su época, Kirsch ha destinado decenas de millones de euros para luchar contra las mayores amenazas de la humanidad. Prefiere enfoques iconoclastas, ya sea financiando directamente la detección de asteroides o defendiendo la energía nuclear para combatir el calentamiento global.

En marzo de 2020, se decidió por la idea de buscar tratamientos para la COVID-19 en la farmacopea existente. La premisa tenía sentido: la mayoría de los expertos predecían que las vacunas tardarían años, mientras que encontrar medicamentos útiles con perfiles de seguridad conocidos podría acortar el proceso de aprobación.

Con pocos fondos públicos para tal trabajo, Kirsch fundó el COVID-19 Early Treatment Fund (CETF), al que destinó un millón de dólares (unos 850.000 euros) de su propio dinero y donaciones de personalidades destacadas de Silicon Valley. La página web del CETF menciona a Marc Benioff y a Elon Musk entre los donantes. Durante los últimos 18 meses, el fondo ha otorgado al menos 4,5 millones de dólares (3,9 millones de euros) a investigadores para que analizaran los poderes de algunos medicamentos ya aprobados por la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para otras enfermedades en lucha contra la COVID-19.

Ese trabajo ha dado como resultado un candidato prometedor, el antidepresivo fluvoxamina; aunque otros esfuerzos financiados por el CETF han tenido menos éxito. Pero eso no es nada sorprendente, según los investigadores que los llevaron a cabo: la gran mayoría de los ensayos de cualquier fármaco fracasan.

No obstante, muchos de los científicos asociados con el CETF se han alarmado por las reacciones de Kirsch al trabajo ha financiado, tanto ante los éxitos como los fracasos. No ha querido aceptar los resultados del ensayo de hidroxicloroquina que mostró que no valía para tratar la COVID-19, por ejemplo, y además, culpó a los investigadores por un diseño deficiente del estudio y errores estadísticos.

También ha criticado públicamente lo que afirma es una campaña contra medicamentos como la fluvoxamina y la ivermectina. Según tres miembros del consejo asesor científico del CETF, los presionó para promover la fluvoxamina para uso clínico sin datos concluyentes de que funcionara contra la COVID-19.

Más recientemente, adoptó posturas extremas sobre las vacunas contra la COVID-19, alegando que son "tóxicas". En un foro público de la FDA, que fue publicado por primera vez por el Daily Beast, Kirsch ha afirmado que una de cada 1.000 personas que han recibido vacunas de ARNm ha muerto como resultado, e incluso que las vacunas "matan a más personas de las que salvan".

A medida que Kirsch se ha adentrado más en el mundo antivacunas, muchos colaboradores profesionales se han ido distanciando cada vez más de él. En mayo los 12 miembros del consejo asesor científico del CETF dimitieron por las alarmantes y peligrosas posturas de Kirsch y su comportamiento errático. Durante el verano, el conflicto afectó a su última start-up, M10. Su junta le avisó que si quería seguir siendo parte de la empresa tendría que dejar de hacer declaraciones públicas en contra de las vacunas. En septiembre, Kirsch dimitió como CEO y cedió su puesto en la junta.

Entonces, ¿cómo un hombre que antes promovía la ciencia llegó a convertirse en una fuente de desinformación que socava la misma investigación que había financiado?

Inicios alentadores

Kirsch hizo muchas cosas bien cuando creó el CETF. Para examinar las propuestas, creó una poderosa junta asesora de prominentes biólogos, desarrolladores de medicamentos e investigadores clínicos, dirigida por el investigador de fármacos de renombre mundial de Johns Hopkins (EE. UU.) Robert Siliciano. (El fondo toma prestada su condición de organización sin ánimo de lucro de 501 (c) (3) Rockefeller Philanthropy Advisors, que había gestionado su dinero hasta la dimisión, según el Daily Beast; ninguna organización está relacionada con la Fundación Rockefeller, que apoya los informes de Technology Review sobre la COVID-19.)

Aunque Kirsch tenía la última palabra sobre quién recibiría las subvenciones, ninguna de las personas con las que hablé expresó su preocupación sobre qué proyectos se habían financiado o por qué. El antiguo miembro de la junta y del consejo científico asesor del fondo Doug Richman, un destacado investigador de medicamentos contra el VIH en la Universidad de California en San Diego (EE. UU.), afirma: "Acepté hacerlo, en parte, porque respeto mucho a Bob [Siliciano], y porque pensé que el concepto era excelente. Creo que hicimos revisiones rigurosas de las propuestas de investigación".

Una de las primeras subvenciones del CETF fue para investigar el fármaco antimalaria hidroxicloroquina.  El investigador de la Universidad de Minnesota (EE. UU.) David Boulware recibió 125.000 dólares (107.987 euros) para probarlo contra la COVID-19. Los resultados llevaron a Kirsch a enfrentarse al grupo científico.

En un correo electrónico, Boulware afirma: "Steve Kirsch fue de gran ayuda al principio de la pandemia, intensificando la financiación de los ensayos de tratamiento temprano cuando el Gobierno de Estados Unidos no financiaba tales estudios".

El fármaco se recetaba habitualmente como tratamiento contra la COVID-19 durante gran parte de 2020, basándose en anécdotas y estudios defectuosos. El ensayo de Boulware fue parte de un movimiento más extenso para aumentar la base de pruebas subyacentes a los tratamientos estándar de la COVID-19, y uno de los varios estudios que no encontraron ningún beneficio en el uso de la hidroxicloroquina.

Pero esa confusión generó un caldo de cultivo fértil para los escépticos. De hecho, algunas de las personas más destacadas que difunden desinformación en la actualidad sobre la ivermectina y las vacunas comenzaron promoviendo la hidroxicloroquina, incluso afirmando que "desacreditan" el análisis de datos de Boulware. A pesar de tener acceso directo al responsable del ensayo, Kirsch finalmente se convenció de que una interpretación "correcta" de los datos mostraría que la hidroxicloroquina funcionaba.

Boulware discrepa y destaca que, aunque la financiación de Kirsch fue importante, sus declaraciones sobre los fármacos y vacunas han resultado problemáticas. Y añade: "No comparto su interpretación de los datos sobre algunos medicamentos y estoy totalmente en desacuerdo con sus disparates contra las vacunas".

Aunque rechazó una entrevista telefónica, Boulware ha sido recientemente objeto de un artículo de Mother Jones sobre el acoso que ha recibido por su investigación de la hidroxicloroquina y la ivermectina.

Hace unos meses, Kirsch de repente dejó de promover la hidroxicloroquina, incluso la eliminó de la lista oficial de ensayos que había financiado el CETF. Escribió en su página web personal que le habían aconsejado que asociarse al fármaco "destruiría inmediatamente mi credibilidad".

Un candidato más prometedor

Otra subvención del CETF tuvo resultados mucho más interesantes. Los investigadores de medicamentos de la Universidad de Washington en St. Louis (EE. UU.) contactaron a Kirsch pidiendo 67.000 dólares (57.881 euros) para terminar un ensayo muy pequeño, pero controlado con placebo. Les estaban dando el antidepresivo fluvoxamina a los enfermos de COVID-19 inmediatamente después del diagnóstico, basándose en anécdotas sobre que el fármaco limita la respuesta inmunitaria descontrolada que causa muchos síntomas graves.

En octubre del año pasado, el grupo informó de que, aunque algunos participantes del grupo placebo habían acabado en el hospital, ninguno de los que habían recibido fluvoxamina tuvo que ser ingresado.

En noviembre del año pasado, el CETF dio al grupo 500.000 dólares (431.950 euros) adicionales para el ensayo clínico en Fase 3 para obtener una prueba concluyente de eficacia. Ese ensayo ya se ha completado y los investigadores están analizando sus datos. Varias otras pruebas en todo el mundo también se encuentran en las etapas finales.

Pero a Kirsch todo el proceso le ha parecido demasiado lento. Inmediatamente después de que se hicieran públicos los resultados del primer ensayo de fluvoxamina, pero antes de que se publicaran en una revista revisada por pares, escribió una publicación en Medium.com titulada La solución rápida, fácil, segura, simple y de bajo coste para la COVID-19 que funciona el 100 % del tiempo de la que nadie quiere hablar.

Medium lo prohibió por desinformación, ante lo que Kirsch tuiteó: "Medium eliminó mi cuenta de por vida. ¿Mi crimen? Decir la verdad. ¡Tened cuidado!" Desde entonces, ha seguido promoviendo la fluvoxamina, la ivermectina y la hidroxicloroquina. Cuando le pregunté por qué tantos expertos en el campo no estaban de acuerdo con él, afirmó que había esfuerzos, por malicia o negligencia, para suprimir la evidencia de los tratamientos baratos y efectivos contra la COVID-19.

Kirsch dijo: "[Los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU.] no quieren ninguno de estos tratamientos. Por eso ni siquiera financiaron el ensayo de fluvoxamina". Y asegura que, en lugar de eso, el Gobierno prefiere financiar y promover nuevos medicamentos patentados y vacunas.

Los dos investigadores de fluvoxamina, contactados por correo electrónico, negaron que hubiera esfuerzos para suprimir su investigación, y se mostraron cautelosamente optimistas sobre la continuación de su estudio. (Uno de ellos, Eric Lenze, de hecho, iba a realizar una presentación sobre la fluvoxamina a los Institutos Nacionales de Salud al día siguiente). Ambos animado a todos que lean este artículo a que se vacunen.

La coinvestigadora Angela Reiersen me dijo: "Aunque hay evidencia de que la fluvoxamina puede prevenir el empeoramiento clínico y la necesidad de hospitalización en los enfermos de COVID-19, no he visto pruebas sólidas de que la fluvoxamina sea útil como sustituto de las vacunas".

"Me cansé de discutir"

Kirsch es un empresario internacional que ha pasado décadas buscando el próximo gran avance, ya sean ratones ópticos (Mouse Systems), procesamiento de documentos (FrameMaker), motores de búsqueda (Infoseek), seguridad digital (OneID) o comercio electrónico (Propel Software). Su última start-up, M10, es una spin-off de otra spin-off que vende blockchain para bancos. Ha ganado millones de euros con estos proyectos, aunque no lo han convertido en un nombre muy conocido.

Richman confiesa: "Es algo que se nota en la gente que tiene mucho dinero, que piensa que eso refleja su inteligencia. Se considera un experto en algo, aunque no tiene ni la formación ni la experiencia, y no sigue los métodos científicos para evaluar datos".

A medida que los resultados del ensayo llegaban, el desacuerdo empezó a tensar la relación de Kirsch con el consejo asesor del fondo. Varios antiguos miembros me admitieron que había comenzado a presionarlos constantemente para promover el fármaco en los medios de comunicación, a menudo en conversaciones agotadoras y tortuosas.

"Después de una o dos conversaciones como esa, me cansé de discutir, así que empecé a evitar sus llamadas", Judith Feinberg, Universidad de West Virginia (EE. UU.) y antigua miembro del consejo asesor científico del CETF.

Una de los antiguos miembros de la junta asesora del CETF y vicepresidenta de investigación en la Facultad de Medicina de la Universidad de West Virginia (WVU, EE. UU.), Judith Feinberg, me lo explicó así: "Steve quería decir: 'A ver, tengo a todos estos famosos médicos e investigadores [de enfermedades infecciosas], y todos creen que hay que darle una oportunidad a la fluvoxamina". Feinberg entiende las pandemias complejas y politizadas: fue de las primeras médicos en especializarse en el VIH / SIDA y formó parte del grupo asesor de la FDA que aprobó el primer fármaco antirretroviral.

Pero incluso ella estaba agotada por los constantes intentos de Kirsch de saltarse los datos, y reconoce: "Después de una o dos conversaciones como esa, me cansé de discutir, así que empecé a evitar sus llamadas".

Para los científicos, dar una oportunidad a la fluvoxamina significa realizar un ensayo enorme, no administrárselo a los pacientes individuales, sin aprobación y fuera del contexto de la recogida activa y el análisis de datos. Los miembros de la junta con los que hablé se habían negado a promover públicamente cualquier medicamento para uso no autorizado e intentaban explicarle a Kirsch que es muy común que los resultados emocionantes de los ensayos pequeños desaparezcan en los más grandes.

El también antiguo miembro de la junta Peter Meinke, quien pasó casi tres décadas descubriendo fármacos en Merck, detalla: "Es muy, muy común que un efecto pequeño, algo que parece emocionante, sea una casualidad estadística cuando se analiza con una cantidad más grande de personas. Es triste, pero es la verdad. Con la COVID-19, el 80 % de los enfermos se siente bien sin ningún tratamiento, solo con un poco de reposo en cama y líquidos. En realidad, es mucho más difícil analizar eso que la diabetes o el cáncer".

Además de los problemas con la fluvoxamina, los asesores se sentían cada vez más incómodos con las publicaciones de Kirsch sobre la ivermectina. En sus publicaciones de blogs y apariciones en medios alternativos afirmó repetidas veces que se podía usar junto con fluvoxamina para prevenir el 100 % de las muertes por la COVID-19. ("Los datos de la ivermectina son basura. No hay nada allí", me confesó Feinberg.).

Las cosas dieron un final y dramático giro cuando Kirsch comenzó a afirmar que el Gobierno estaba encubriendo las muertes por la vacunación. A finales de mayo de este año, Siliciano envió un correo electrónico a los otros asesores para decirles que Kirsch había llegado al extremo y que él iba a cortar sus lazos. El resto de la junta pronto siguió sus pasos. (Siliciano no respondió a las solicitudes de comentarios para este artículo).

Listo para el debate

Hablar con Kirsch es una experiencia agotadora. Es impulsivo e interrumpe a menudo, con terribles advertencias sobre las vacunas, difamaciones opacas hacia Anthony Fauci y vagas referencias a otras personas influyentes que coinciden con él en privado pero que no pueden hablar en público.

En tres conversaciones telefónicas, así como en docenas de correos electrónicos, sus respuestas fueron imprecisas o cambiaban constantemente. Me explicó que, aunque él y su familia se vacunaron en cuanto pudieron, empezaron a pensar que las vacunas eran peligrosas después de contratar a un hombre para limpiar sus alfombras, quien enfermó gravemente después de recibir la vacuna.

También afirmó que comenzó a cuestionar la seguridad de las vacunas después de que un seguidor de Twitter anónimo le dijera que varios miembros de su familia murieron al recibir sus vacunas. Según él, el número de estadounidenses que han muerto a causa de la vacuna también ha aumentado recientemente de 25.000 a 150.000, o incluso "hasta 250.000" estadounidenses.

El director de Bioestadística de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania (UPenn, EE. UU.), Jeffrey Morris, ha convertido en una especie de pasatiempo la desacreditación de las afirmaciones de Kirsch. En su blog, COVID-19 Data Science, ha desmentido extensamente, y sin piedad, la "evidencia" de Kirsch sobre las afirmaciones de muertes por vacunas.

En una publicación reciente, debatiendo las declaraciones que Kirsch había hecho durante un comentario de tres minutos en un foro público de la FDA, Morris escribió: "A pesar de las muchas páginas y de las afirmaciones de más de una docena de 'análisis independientes' que verifican sus resultados, sus pruebas no llegan a corroborar estas dramáticas conclusiones, incluida la de que las vacunas han causado más de 250.000 muertes en EE. UU."

Aunque Morris cree que todas las dudas sobre la seguridad de las vacunas deben examinarse adecuadamente, también se pregunta: "¿Es posible que exista otro efecto secundario poco común de las vacunas que aún no hemos descubierto? Sí, es posible". Pero también asegura que ha visto a Kirsch manipular la evidencia para que pareciera respaldar algunas afirmaciones que, en realidad, no tienen fundamento. De hecho, sin saberlo, fue la fuente de una de las cifras de Kirsch.

En septiembre, Kirsch le envió un correo electrónico pidiéndole que estimara el número máximo de muertes causadas por las vacunas. Él respondió: "Quién sabe. Pero ni 150.000, ni 0".

Kirsch me reenvió inmediatamente ese mensaje a mí y, me imagino, a otros periodistas. "BOMBA: Uno de los mejores profesores de bioestadística admite que NO tenemos NI IDEA sobre las personas MUERTAS por las vacunas contra la COVID-19. Él cree que el número de muertos por vacunas podría ser entre 0 y 150.000".

Quienes conocen a Kirsch señalan que esta es una táctica típica. Es un experto en el debate, cambiando rápidamente la premisa de una conversación para poner a la otra persona en una situación comprometida. "Puede que no sea un buen científico, pero es inteligente. Es muy convincente. Podría ser un buen vendedor de humo", opina Feinberg.

Yo también lo experimenté cuando, en una llamada, discutimos sobre varios estudios. Kirsch me convencía de que "los metanálisis eran un nivel de evidencia más alto que los ensayos controlados aleatorios". Cuando le respondí que los metanálisis eran tan buenos como los datos en los que se basaron, me dijo: "Me gustaría saber su fuente sobre eso, porque no puedo encontrar ninguna fuente que diga que un ensayo de Fase 3 es una mayor evidencia que un metanálisis".

"Cuando hable de mí, debe decir que Steve Kirsch no acepta la opinión de la mayoría sobre la interpretación de datos", Steve Kirsch.

Si bien la combinación de los resultados de varios ensayos bien diseñados puede fortalecer un argumento o descubrir patrones invisibles en las muestras más pequeñas, un metanálisis es solo la suma de sus partes; cualquier experimento bien hecho es más útil que combinar los resultados de varios mal hechos. Aun así, en el momento, su pregunta me desconcertó y tartamudeé.

Pero, quizás su táctica más efectiva sea simplemente su deseo de vencer a todos los demás. Durante nuestra primera conversación, que se convirtió en una sesión de Zoom de varias horas, Kirsch paseaba por las habitaciones de su enorme casa con su teléfono a la altura del pecho, rara vez mirando a la cámara. Treinta minutos después del final de nuestro tiempo programado, dejó su teléfono en el portavasos de su Tesla para poder seguir hablando mientras hacía un recado.

Cuando le pregunté por su postura sobre la ivermectina, que insiste en que es una bala de plata contra la COVID-19, me contestó: "Cuando hable de mí, debe decir que Steve Kirsch no acepta la opinión de la mayoría sobre la interpretación de datos. Si encuentra a alguien con quien pueda debatir por 10.000 dólares o 1.000 dólares (8.640 o 864 euros), lo haré encantado, solo para su beneficio".

Al final, el representante de prensa que estaba escuchando nuestra conversación, David Satterfield, desactivó su micrófono sugiriendo terminar nuestra conversación por correo electrónico. Cuando acabé esa reunión por Zoom, Satterfield me llamó para disculparse por habernos interrumpido. "Me estaba cansando", confesó, antes de pedir hablar extraoficialmente.

Una red de influencia

Nada de esto importaría si las opiniones de Kirsch sobre las vacunas fueran privadas o compartidas con un público limitado. Pero a medida que se iba enfrentando con los expertos de los que se había rodeado al principio, se acercaba cada vez más a otros que compartían sus puntos de vista sobre las vacunas, quienes, a su vez, proporcionaban una audiencia amplia y receptiva a sus afirmaciones sobre la conspiración en contra de la fluvoxamina.

Su aparición en el pódcast DarkHorse del experto antivacunas contra la COVID-19 y proivermectina Bret Weinstein, junto con la destacada fuente de desinformación sobre las vacunas Robert Malone, introdujo a Kirsch en el mundo de los seguidores de la "web oscura intelectual", quienes lo han aceptado desde entonces como un compañero que dice la verdad. También hizo varios vídeos y pódcasts con el médico teórico de la conspiración Vladimir Zelenko, quien convenció a Donald Trump de tomar hidroxicloroquina.

Aunque YouTube ha eliminado muchas veces el vídeo completo del episodio de DarkHorse, varios clips se han visto más de cuatro millones de veces y el audio completo sigue disponible en Spotify.

Morris, quien probablemente sea lo más parecido la némesis de Kirsch, y regularmente disputa sus declaraciones en blogs y en intercambios privados de correo electrónico con Kirsch y sus amigos, añade: "La afirmación de que 'la espiga es tóxica', vino directamente de [DarkHorse]. Lo veo todo el tiempo en las redes sociales. No tenía la intención de dedicar mucho tiempo a Steve en particular, pero ese vídeo fue muy influyente".

En junio, después de dejar la junta asesora del CETF, Kirsch grabó un vídeo en Facebook Live con Zelenko y el famoso entrenador de rehabilitación Dr. Drew. En él, Kirsch aseguró que las vacunas de ARNm mataban a uno de cada 5.000 receptores y que aumentaban drásticamente la tasa de los abortos espontáneos.

No hay absolutamente ninguna evidencia de que cualquiera de estas afirmaciones sea cierta, como Morris se ha dedicado a documentar cuidadosamente. Pero, Kirsch suele basarse en las emociones para camuflar la falta de datos. En Dr. Drew, contó una historia sobre "la hija de un amigo" que tuvo que abortar debido al daño causado por la inyección. Kirsch contó: "El cerebro del bebé se partió por la mitad y estaba cubierto de sangre. Era tan terrible que ni siquiera se podía ver el cuerpo por toda la sangre. De inmediato descartaron la vacuna, porque la vacuna es, entre comillas, 'segura'".

Poco después de su aparición en DarkHorse, varios socios de su última start-up, M10, expresaron su preocupación por el creciente extremismo de sus opiniones sobre las vacunas. El consejero general de M10, Richard Char, cuenta: "Le pedimos a Steve que bajara el tono. Seguir adoptando una postura muy pública sobre las vacunas no era compatible con su puesto como CEO".

"Es muy inteligente y lo sabe, y a veces se comporta como si pensara que es la persona más inteligente en la sala, lo sea o no", Richard Char, M10.

La respuesta de Kirsch consistió en quitar su nombre de los artículos que había escrito sobre las muertes por vacunas, cambiando la autoría a "VaccineTruth". El 1 de julio, tuiteó desde su cuenta personal: "Mis preocupaciones compartidas públicamente sobre la seguridad de las vacunas contra la COVID-19 pueden haber tenido un impacto negativo en mi empresa, M10. Para proteger M10 de mis opiniones sobre la vacunación contra la COVID-19, ya no publicaré nada más aquí sobre mis inquietudes acerca de la vacunación".

Abrió una nueva cuenta seudónima, @VaccineTruth2, para seguir transmitiendo sus mensajes. Pero tampoco duró mucho. A principios de septiembre, ya no era el director ejecutivo de la empresa y fue sustituido por su cofundador, Marten Nelson. Inmediatamente tuiteó una oferta para dar 1 millón de dólares a cualquier persona que lograra ganarle un debate sobre las muertes por vacunas.

"Le pareció que para tranquilizar su conciencia tenía que hablar sobre la COVID-19, por lo que tomó la decisión de separarse de M10", explica Char, quien conoce a Kirsch desde la década de 1980. Y añade: "[Ese incidente estuvo] completamente acorde con su personalidad. Es muy inteligente y lo sabe, y a veces se comporta como si pensara que es la persona más inteligente de la sala, lo sea o no".

Salvar el mundo ha sido el tema central de la vida de Kirsch durante años. En el año 2000, le dijo a un periodista de IEEE Spectrum: "Hay dos formas en las que he descubierto que puedo salvar el mundo. Una es reducir la amenaza de una guerra nuclear. Otra es identificar un asteroide que chocará conta el planeta".

Sus esfuerzos se centraron en la investigación médica cuando, en 2007, le diagnosticaron un cáncer de sangre poco común. Su fundación cambió el enfoque hacia un objetivo, curar a Steve Kirsch, apoyando a uno de los pocos científicos que investigaban esa enfermedad. Después de varios intentos fallidos de detener la progresión de su enfermedad, Kirsch diseñó su propio protocolo de quimioterapia y buscó a un oncólogo que se lo administrara. Ha sobrevivido a su pronóstico inicial por varios años.

Char opina: "Es realmente buena persona. Quiero decir, de verdad tiene un corazón de oro. Está gastando su propio dinero para hacer lo que cree correcto. Está motivado por su idea de mantener a las personas seguras y fomentar la atención médica".

Pero Kirsch también está motivado por un rastro competitivo insatisfecho. En esa misma entrevista de IEEE Spectrum sobre su entonces nueva start-up, Propel Software, confesó que se sentía exitoso, pero no famoso. Dijo: "Mouse Systems no es tan conocido. No descubrimos una mejor tecnología de ratón que la de Microsoft. Infoseek perdió ante Yahoo; tenía la oportunidad de crecer, pero no lo hizo. Y FrameMaker sigue siendo un producto nicho. Sí, se trata de éxitos, pero podrían haber sido mayores si realmente hubiéramos prestado más atención al márketing. No volveré a cometer el mismo error".

"Ya hemos perdido terreno"

No es inusual desconfiar de los avances de la ciencia, ni dudar de las farmacéuticas. Estas grandes empresas a menudo priorizan sus beneficios sobre la salud humana: en 2009, Pfizer pagó un acuerdo de 2.300 millones de dólares (1.987 millones euros) por sobornos y márketing fraudulento, incluida una multa por delito grave de 1.300 millones de dólares (1.123 millones de euros).

En 2013, Johnson & Johnson pagó 2.200 millones de dólares (1.900 millones de euros) por su propio escándalo de corrupción y fraude, incluida una multa específica de 400 millones de dólares (345 millones de euros) de su subsidiaria Janssen, que fabrica la vacuna contra la COVID-19. El Gobierno de Estados Unidos acusó a Janssen de promover indebidamente el medicamento antipsicótico Risperdal entre los pacientes con demencia a pesar de que aumentaba las muertes de personas mayores. El hombre que dirigió las ventas de Risperdal, Alex Gorsky, es el actual CEO de Johnson & Johnson.

Como periodista de atención médica, al principio estaba convencida de tener que esperar y ver qué pasaba con las vacunas de ARNm. Gracias a los volúmenes de datos e información proporcionados por farmacéuticas y reguladores, así como a la gran cantidad de ensayos de grupos de investigación financiados de forma independiente en todo el mundo, ya confío en que son seguras para la gran mayoría de los adultos.

También creo que tiene mucho sentido buscar medicamentos existentes que puedan ayudar a tratar los síntomas de la COVID-19. En los próximos años, millones de personas no vacunadas contraerán la COVID-19; resulta vital intentar mitigar su sufrimiento y disminuir la presión sobre el sistema sanitario.

Pero la mejor manera de ayudar a las personas es a través de ensayos rigurosos que muestren qué medicamentos ayudan a qué personas, y en qué dosis y en qué momentos, no basando los protocolos completos en pruebas muy limitadas.

Lamentablemente, como señala Morris, los funcionarios de salud pública y los científicos han hecho mucho para socavar su propia autoridad, afirmando que las mascarillas no funcionan, restando importancia a la inmunidad natural transmitida por infecciones anteriores a la COVID-19 y no haciendo suficiente comunicación pública sobre los sistemas para vigilar la seguridad de las vacunas. Y añade: "No queremos alimentar a los troles antivacunas, por lo que suprimimos activamente los datos científicos claros. Ya hemos perdido terreno".

Eso es lo que ha permitido que Kirsch, y personas como él, se vuelvan tan influyentes. Es un ciclo que alimenta la desconfianza y potencia los perfiles de los influencers que se presentan como opositores de las autoridades oficiales.

Morris concluye: "El daño colateral es que, en la actualidad, mucha gente no confía en los líderes científicos o en la comunidad científica. Están encontrando a líderes alternativos a los que seguir. Eso es lo que crea a algunos de estos héroes".

*Este reportaje forma parte del Proyecto de Tecnología Pandémica, elaborado con el apoyo de la Fundación Rockefeller.

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