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Anna Blakney

Anna Blakney

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Universidad de British Columbia | Está desarrollando la próxima generación de vacunas basadas en ARN. 

  • por Jessica Hamzelou | traducido por
  • 12 Septiembre, 2023

Las vacunas de ARN mensajero (ARNm) ―y los científicos que están detrás de ellas― fueron uno de los héroes de la pandemia de coronavirus. Estos fármacos liberan un fragmento de código genético que permite al organismo fabricar sus propios medicamentos. En la actualidad, sólo en EE UU se han administrado más de 360 millones de dosis de vacunas de ARNm contra la COVID-19. A día de hoy, se están desarrollando otras vacunas de este tipo para la gripe y el VIH, así como para terapias contra el cáncer. 

Sin embrago, hay mucho margen de mejora. Anna Blakney, bioingeniera de 33 años de la Universidad de British Columbia en Vancouver (Canadá), es una de las investigadoras que lideran el desarrollo de mejores vacunas de ARN: fármacos que sean más eficaces, ofrezcan una protección más duradera y puedan ser administrados en dosis más bajas, con menos efectos secundarios que las versiones actuales. 

Los efectos secundarios más comunes de las vacunas de ARNm existentes son fiebre y escalofríos, pero algunas personas han sufrido problemas cardiovasculares, como coágulos de sangre. "Uno de los mayores retos en este campo son la seguridad y los efectos secundarios de las nuevas vacunas", afirma Blakney. "De cara al futuro, tenemos que pensar en formas de minimizar la dosis de ARN que utilizamos". 

Para ello, Blakney se ha centrado en el ARN autoamplificante (ARNsa), una forma de ARNm que puede hacer copias de sí mismo una vez dentro de las células. En teoría, en una vacuna o terapia se necesitaría menos cantidad que con el ARNm estándar. "Se podría utilizar una dosis cien veces menor", señala Blakney. Mientras que el ARNm suele codificar proteínas durante entre tres y cinco días, el ARNsa lo hace durante entre 30 y 60 días, añade. Esto significa que debería actuar durante más tiempo en el organismo, por lo que las dosis de refuerzo no tendrían que ser tan frecuentes. 

Blakney también ha estado trabajando en formas de añadir nuevas funciones al ARNm. En un proyecto que dirige ella, ha incorporado código para nuevas proteínas que ayudan al ARNm a esquivar ataques del sistema inmunitario de una persona. Los resultados muestran que el ARNm puede funcionar durante más tiempo y producir más proteínas. "Funciona mejor como vacuna", afirma Blakney, que ha probado el fármaco en conejos.