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Computación

La TI destruye más empleos de los que crea

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Un libro publicado recientemente desafía la visión convencional de que los avances tecnológicos son siempre buenos para el empleo.

  • por David Talbot | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 27 Octubre, 2011

Los recientes avances en tecnologías de la información podrían estar generando pérdida de empleo y enriqueciendo a los ya de por sí ricos, según argumenta un nuevo libro. En él, se desafía la visión largamente sostenida de que las nuevas tecnologías eliminan puestos de trabajo a corto plazo, pero siempre acaban creando más empleo a largo plazo.

Erik Brynjolfsson, director del Centro de Negocios Digitales en la Escuela de Administración Sloan del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts, EE.UU.), y Andrew McAfee, científico investigador principal en el centro, han coescrito el libro electrónico titulado La carrera contra la máquina: Sobre cómo la revolución digital está acelerando la innovación, incrementando la productividad y transformando el empleo y la economía de forma irreversible, publicado el pasado martes.

Brynjolfsson y McAfee afirman que la tecnología parece estar provocando tres cosas a la vez: permitir a los directores generales y otros líderes en algunos campos obtener ingresos fuera de lo normal, reemplazar a las personas con software en ciertos tipos de trabajos del sector servicios, y -a medida que las fábricas se automatizan a un ritmo cada vez más rápido- beneficiar a los propietarios a expensas de los trabajadores.

Alrededor del 60 por ciento de la riqueza creada en Estados Unidos entre 2002 y 2007 fue a parar al 1 por ciento de los estadounidenses. Esto no es simplemente el resultado de la desregulación financiera y las favorables exenciones fiscales de la era Bush; la tecnología de la información ha permitido la venta mucho más amplia de productos digitales y la expansión de la gestión asistida por software, según señala la pareja.

"La tecnología permite a las superestrellas -ya sean Mark Zuckerberg, Lady Gaga o un gestor de un hedge fund- aprovechar sus habilidades y talentos a través de más activos y clientes de los que podrían haber tenido antes", afirma Brynjolfsson. "Se pueden distribuir bits -sin coste, a nivel mundial y al instante- de formas en que no podemos distribuir los átomos. Todo lo que sea digital, desde el software hasta la música, puede llegar a un público mundial mucho más amplio. Esto también es válido para los procesos empresariales que se realizan a través de software. Los directores generales y otros ejecutivos están aprovechando esa situación".

Esta dinámica podría ayudar a explicar cómo es posible que la economía y la productividad crecen mientras que los empleos se ven reducidos. Eso es exactamente lo que sucedió entre la década de 2000 y 2010, produciéndose un cambio sorprendente en comparación con las últimas seis décadas, en las que se había generado un crecimiento de empleo de dos dígitos. Tal y como McAfee expresó en la conferencia EmTech Boston, celebrada en Estados Unidos la semana pasada, "la tecnología hace crecer el pastel económico global, lo cual no quiere decir que vaya a mejorar claramente la situación de todo el mundo".

El software es responsable directo de la pérdida de empleo de algunas personas, tal y como habrá podido notar cualquiera que haya hecho una reserva de avión o intentado buscar una dirección por teléfono en los últimos años. McAfee ha argumentado anteriormente que otra clase de trabajos -tales como ciertos tipos de examen de documentos que con anterioridad se llevaban a cabo por ejércitos de abogados- hoy día se pueden hacer de forma competente mediante tecnologías y software de escaneado. Los asistentes inteligentes y el software de preguntas y respuestas -por ejemplo Watson, de IBM- podrían acelerar la tendencia, indican los dos autores. Y aunque el espíritu emprendedor en Estados Unidos no ha disminuido, "lo que ha cambiado es que hoy día podemos crear una start-up que emplee a menos personas, en comparación con hace una década", señaló McAfee la semana pasada.

En cuanto a la tercera tendencia -el incremento de la automatización robótica- Brynjolfsson señaló el caso de Foxconn, el fabricante mundial de productos electrónicos, que planea reemplazar a muchos de los trabajadores de su fábrica en China por un millón de nuevos robots. "Eso significa que una mayor parte de los ingresos se destinarán al capital, en vez de al empleo", afirmó.

Robert Solow, ganador del Premio Nobel en 1987 por su investigación macroeconómica sobre el crecimiento económico, incluyendo el rol de la tecnología, afirmó en una entrevista ayer que "los avances tecnológicos siempre hacen que la gente pierda sus trabajos", aunque "la historia económica hasta ahora muestra que el empleo en su conjunto -y el empleo con salarios más altos- no ha sufrido las consecuencias". 

Señaló que aunque no tenía razones para estar en desacuerdo con las ideas del libro, era demasiado pronto para decir si la última década podría ser diferente. Indicó que algunas de las tecnologías descritas en él, como los coches sin conductor, podrían dar "al lector ocasional una idea exagerada de lo cerca que estamos de experimentar enormes cambios en la forma en que vivimos, y enormes aumentos en la productividad del trabajo" que provocarían que incluso un mayor número de personas se quedaran sin empleo.

Además, Solow, de 87 años de edad, señaló que las aspiraciones de miles de millones de personas pobres en otras partes del mundo crearán un amplio espacio para el crecimiento económico sostenido -y el empleo- a nivel global. "Parte de todo eso se llevará a cabo por grandes poblaciones con bajos salarios, aunque ofrece muchas oportunidades de exportación para trabajadores de mayor productividad y salarios más altos en países ricos", aseguró.

Por supuesto, Estados Unidos y el resto del mundo han vivido profundos cambios tecnológicos y laborales en el pasado. Tal y como Byrnjolfsson señala, alrededor del 90 por ciento de los estadounidenses trabajaban en granjas en el siglo XIX, aunque en el XX esa cifra era solo del 41 por ciento, gracias en parte a la tecnología y en parte a la apertura de más tierras de cultivo fértiles en el Medio Oeste. Sin embargo, las personas se adaptaron al cambio y surgieron nuevos puestos de trabajo. "Siempre nos hemos tenido que volver a desplegar y reinventarnos", afirma, "pero ahora está sucediendo tan rápido que las personas no logran ir al mismo ritmo".

Solow está de acuerdo con la conclusión del escrito, que afirma que una receta política a corto plazo sería el desarrollo de entrenamiento laboral más relevante. "La otra cuestión no planteada en el libro -pero que sí plantean los contenidos, y ha sido discutida por economistas de forma intermitente durante años", señaló Solow, "es cómo crear una economía que haga frente a una situación en la que una enorme cantidad de trabajo se vuelve superflua, en la que casi todo el trabajo sea hecho por robots, incluyendo la fabricación de dichos robots".

"En ese caso, hay que empezar a pensar en cómo sostener a la población. Una forma de hacerlo, por supuesto, sería mediante la democratización del capital. Si todos los ingresos se ganan, en efecto, por el capital -por máquinas de un tipo u otro- entonces la economía se convierte en una especie de fondo mutuo, una situación en que la propiedad de todo ese capital se reparte entre la población. Eso está a un siglo de distancia, o a dos siglos de distancia, o quizás no ocurra nunca", indicó.

Por ahora, Brynjolfsson y McAfee citan evidencias que señalan que -además de otros problemas macroeconómicos, y la crisis financiera de 2008- la economía de EE.UU. está experimentando un cambio estructural provocado por la tecnología. "No se trata solo de la crisis, se está produciendo un cambio fundamental en la forma en que la gente utiliza la tecnología", señala Brynjolfsson. Y al referirse a las actuales manifestaciones en Wall Street y otros lugares, añadió: "Nos ayuda a darnos cuenta de por qué está tan molesta esa gente".

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