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Computación

Las luces y sombras de Google Glass

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Para que el dispositivo se masifique, la compañía tiene que convencer a la gente de que no se inmiscuye en la vida de los demás

  • por Simson Garfinkel | traducido por Lía Moya
  • 19 Febrero, 2014

Google Glass comparte gran parte de su electrónica y su software con un smartphone, pero se trada de una máquina muy distinta.

El smartphone lo llevas en la mano. Lo hacemos todos, en restaurantes, cines, cruzando la calle, incluso en la cama. Usamos smartphones para leer nuestro correo, actualizar Facebook, conseguir la dirección de un sitio, buscar en internet para resolver apuestas y a veces incluso para hacer llamadas. Pero Glass se lleva en la cara, y eso transforma radicalmente todas estas interacciones humano-ordenador, haciéndolas más íntimas. Como no usas las manos, y porque proyecta una imagen en una pantalla transparente suspendida delante de tu ojo, además de usar una vibración para estimular tu oído interno; usar Glass es como estar desnudo con la máquina: sinapsis y cables unidos.

Glass es un ordenador que se lleva en la cabeza y que tiene una cámara y un micrófono. Ve lo que tú ves, oye lo que tú oyes. Pero Glass no está hecho para escribir "diarios vitales", al contrario que cámaras como la Narrative Clip, no se prentende que documente tu día a día. La batería no dura lo suficiente y no hay software para organizar la información. Glass es un dispositivo inteligente siempre listo que responde a tus preguntas, te avisa de la llegada de mensajes y te da direcciones mientras conduces. La pantalla transparente está justo al lado de tu línea de visión directa. Cuando quieres consultarla, se parece a una pantalla de smartphone a una distancia de unos 20 centímetros de la cara. Pero cuando estás haciendo otra cosa, Glass es fácil de ignorar.

El reto al que se enfrenta Google para conseguir que el dispositivo sea un producto de electrónica de consumo de éxito, será convencer a la gente que te rodea de que también deben ingnorarlo. Pero para los demás, es difícil ignorar a Glass. No está claro si es porque es tan nuevo, o porque hay algo inrínsecamente intrusivo en este tipo de dispositivo. Cuando otras personas me miran cuando llevo Glass puesto, lo primero que ven es una varilla de plástico sobre mi ojo derecho con una cámara que les apunta directamente. ¿Les estarás grabando? Hay un pequeño prisma traslúcido, el cristal (glass en inglés), en el que se ve un rectángulo diminuto iluminado que nadie más puede leer. ¿Estaré prestándoles atención a ellos o al dispositivo? ¿Qué me susurra? Ellos no lo oyen.

Cuando me coloco una cámara convencional delante de la cara y aprieto un botón, la gente que me rodea da por supuesto que estoy sacando una foto. Con Glass puedo sacar una foto con un guiño. Si aprieto el botón del touch pad colocado en el lateral del dispositivo, Glass empieza a grabar un vídeo y no para hasta que lo detenga, hasta que se quede sin espacio de almacenaje o se le acabe la batería.

Glass es una maravilla de la integración y la miniaturización, aunque en la mano las gafas no parecen tan impresionantes. La cámara registra imágenes de cinco megapíxeles (2528x1856) y vídeo en alta definición (720p). Tiene un procesador de doble núcleo OMAP4430. Toda esta tecnología podría parecer de 2011. Pero el procesador más lento y antiguo, combinado con la pantalla de baja potencia permite a Glass dar de cinco a ocho horas de uso intermitente con una batería más pequeña. El resultado es que Glass sólo pesa 42 gramos y, dado que la montura de titanio reparte ese peso por todo mi cráneo, el "peso en nariz" es parecido al de mis gafas ultraligeras sin montura que pesan 14 gramos.

google glass deconstructed Foto: Glass es una maravilla de la integración y la miniaturización, aunque no parezca gran cosa.

La potencia de procesado del procesador de Glass es suficiente porque la mayor parte no se produce en tu cara, sino en la nube. Glass se conecta a internet a través de su radio wifi interna o compartiendo la conexión de tu móvil a través de Bluetooth, un proceso que se denomina "tethering". El sonido te llega vía "transductor de conduccción ósea" que se aprieta justo encima de la oreja, La conducción ósea ofrece unos bajos y una gama media sorprendentemente buena, pero los agudos son mediocres. Se puede conseguir mejor sonido gracias al auricular mono que se incluye con las gafas y que se conecta al puerto USB, o a través de unos auriculares estéreo (que cuestan unos 85 dólares, unos 62 euros).

La interfaz de usuario se basa en menús activados por la voz y una línea temporal llena de "tarjetas", parecida a la aplicación Google Now disponible para Android e iOS. Navegas por la línea temporal arrastrando el dedo por el touch pad. Cada foto que tomas se adjunta a la línea temporal, así como los titulares del New York Times, las actualizaciones de Google+, los correos electrónicos y avisos de otras aplicaciones "Glassware". También hay un navegador web, pero es prácticamente inútil en una pantalla tan pequeña.

La comunidad Glass

Glass no está preparado para un uso generalizado y Google lo sabe. El dispositivo actual es demasiado diferente de los ordenadores móviles existentes (móviles, portátiles o sistemas de navegación de los coches), su software está muy verde y todo el concepto es demasiado científico como para que sea un producto para el consumo masivo.

Lo que ha hecho Google ha sido pasarse gran parte de 2013 permitiendo el acceso a Glass a un número cada vez mayor de "Exploradores Glass", escogidos porque la empresa estaba segura de que mostrarían un entusiasmo sin fisuras sobre la tecnolofía. Los primeros 2.000 fueron los asistentes que se apuntaron en la conferencia de desarrolladores de la empresa en junio de 2012. A continuación se apuntó a los ganadores de un concurso de microblogs: quienes escribieron los mejores 8.000 tuits y actualizaciones de estatus en Google+ que contuvieran el hashtag #ifihadglass (si yo tuviera Glass). A estos ganadores se les permitió pagar 1.500 dólares (unos 1.100 euros) y viajar a las oficinas de Google en Nueva York, Los Ángeles o San Francisco (todas ellas en EEUU) para recibir el dispositivo, un proceso que incluía varias horas de entrenamiento. (Hubo quien comparó la experiencia de ser invitados a formar parte del programa Explorer con encontrar un billete dorado para entrar en la fábrica de chocolate de Willy Wonka). El que los Exploradores estuvieran dispuestos a pagar, trasladarse y dedicarle su tiempo a Glass aseguraba a Google que tenían un interés personal por trabajar con la empresa para mejorar el producto. Los Exploradores eran sujetos de prueba dispuestos a pagar y a convertir sus casas, lugares de trabajo y amigos  en el laboratorio viviente de Goofle.

A esto siguió una oleada de publicidad positiva. Una start-up llamada CrowdOptic dejó sus Glass a las animadoreas, jugadores y entrenadores de la Univessidad de Stanford (EEUU) para algunos partidos de fútbol americano y baloncesto. El vídeo resultante es corto y movido, ¡pero es como estar con los equipos! Varios cirujanos han usado Glass en el quirófano. iJustine, una atractiva personalidad de YouTube subió su crítica de cinco minutos en junio; atrajo 1,2 millones de visitas en seis meses. El número de septiembre de 2013 de Vogue contaba con Glass en un editorial de moda de 12 páginas.

La campaña consiguió que llevar Glass pareciera abierto, animado, moderno, incluso íntegro. Los Exploradores publicaron autofotos y vídeos sonrientes: un viaje en pimera persona en una montaña rusa, un paseo por el parque, o un momento enternecedor con un niño (todos tomados con Glass, #throughglass). Viendo las imágenes, incluso quienes no éramos Exploradores nos sentíamos conectados. Esta sensación es muy distinta de la de estar al lado de un Explorador. En ese caso me siento observado, vigilado y analizado. O peor, me siento ignorado.

Mientras, los Exploradores se han convertido en una comunidad. Aconsejan a los nuevos miembros y resuelven problemas. ¿Duración de la batería? Un Explorador ha desarrollado una aplicación gratuita que te dice cuánta energía queda; otro ha creado una empresa que fabrica PWR glass, una combinación de cinta para colgar y batería externa que casi triplica la duración de la batería.

La mayoría de los problemas técnicos se resuelven fácilmente. Pero las cuestiones más espinosas de la privacidad o, más bien, las percepciones de privacidad, no se esfuman así como así. Los usuarios de Glass comentan que les asalta gente que está convencida de que les están grabando. El problema: ¿cómo demuestras que no estás sacando una foto? (Una sugerencia frecuente en el foro, añadir una lucecita roja, tiene dos problemas evidentes: se podría hackear para que no se encendiera, y por otra parte haría que Glass pareciera aún más intrusivo cuando está grabando).

En diciembre pasado Google abrió el programa Glass Explorer a todos los suscriptores a su servicio de música en streaming, por el que pagan 9,99 dólares al mes (unos 7,3 euros). El precio sigue siendo 1.500 dólares, pero ahora Gogle envía el producto directamente a cualquiera. (Bueno, casi a cualquiera. Un empleado del Enterprise Forum del MIT, gestionado por MIT Technology Review, compró una unidad de Glass de esta forma y me lo prestó. Pero Google afirma que aún no quiere prestar Glass a los periodistas para críticas convencionales, sobre la base de que la edición Explorer aún no es un producto de consumo terminado. Por lo tanto esta crítica no está autorizada).

Presumiblemente el precio aún dejará fuera a quienes les intimidan las miradas, pero para que Glass tenga éxito, el público en general también tiene que aceptarlo. Si no, Glass seguirá siendo una herramienta para usuarios especializados como esos cirujanos.

Evolucionario, no revolucionario

El primer ordenador realmente portable fue una máquina controlada con el pie que los matemáticos Edward Thorp y Claude -Shannon inventaron para ganar a la ruleta. Ese ordenador se construyó en el laboratorio que Shannon tenía en su sótano y después (se dice) se probó en un casino de Las Vegas en 1961. Otros desarrollaron ordenadores-zapato para contar cartas en 1983. Estos ordenadores clandestinos dotaban a sus portadores de capacidades sobrehumanas, pero tenían que permanecer en secreto para conseguir los resultados buscados.

Los ordenadores portables que se llevaban a la vista aparecieron algunos años después. Estas máquinas se centraban en el conocimoiento: potenciar la capacidad del usuario para recordar, registrar y recuperar información. Lo que definía a las máquinas de esta época eran sus "cascos", pantallas portables que colocaban una imagen de vídeo delante de la vista del usuario y teclados de "acordes" para una sola mano que eran difíciles de manejar. Estas máquinas atraían todas las miradas cuando se llevaban puestas y sus usuarios (la mayoría investigadores académicos) se llamaban a sí mismos con orgullo "cíborgs". Estaban encantados con su excéntrico aspecto, entre geek y punk.

Ya en 2001, el pionero de la computación portable Thad Starner (alumno de Media Lab y ahora profesor en la Universidad Georgia Tech, consultor para Google y el poderío intelectual detrás de Glass) escribió sobre los retos a los que se enfrentaban los ordenadores portables en la revista IEEE Micro. Al revisitar esos artículos 13 años después, se puede ver que aún quedan tres problemas clave: input, output y software.

Input: Glass está cargado de dispositivos de entrada de información, entre ellos una cámara capaz de sacar fotos y vídeos, un touch pad y un sensor de nueve ejes (tres ejes de aceleración, tres ejes de rotación y un magnetómetro de tres ejes). Pero conseguir introducir palabras sigue siendo un desafío. Google prescinde del teclado de acordes y usa el reconocimiento de voz. El reconocimiento de voz de Google funciona muy bien para navegar por menús porque es fácil comparar un segundo de habla con una de entre una decena de opciones en un menú. La tecnología no es tan fiable para hacer pies de foto y responder a mensajes, pero con práctica y paciencia puede ser impresionantemente precisa, aunque para eso te tiene que dar igual que la gente escuche lo que estás diciendo.

Output: El diminuto prisma que es la pantalla de Glass puede parecer futurista, pero es descendiente de una tecnología que tiene más de dos décadas. En la de 1990, una empresa llamada Reflection Technology desarrolló un sistema parecido llamado Private Eye (detective privado). Era una caja de plástico del tamaño de un móvil moderno que usaba óptica de vanguardia para colocar una pantalla virtual delante de la cara del usuario. Estas pantallas eran indispensables para los inventores de ordenadores portables de aquella década, pero como eran grandes y bloqueaban la vista, añadían aún más elementos al aspecto de cíborg de sus usuarios. Comparada con Private Eye, la pantalla de Glass es pequeña y relativamente poco intrusiva. El otro output es el audio. Glass actualmente usa audio para leer texto, reproducir música y para enviar avisos, pero para poco más.

Software: Como sucede con muchas piezas de tecnología de la información, el mayor desafío para los usuarios no será el hardware sino el software. Glass es útil, pero su interfaz basado en la voz depende de menús que hay que decir en una secuencia concreta, no de órdenes en formato libre que se pueden dar en cualquier orden. Por ejemplo, si dices: "Okay, Glass... saca una foto", el sistema espera que si quieres compartir la imagen después escojas cómo compartirla, después escojas un destinatario, después añadas un pie de foto, todo en ese orden preciso. Pero es indudable que los usuarios querrán dar órdenes sin formato, por ejemplo si quieren sacar tres fotos seguidas.

Igualmente, el sistema de avisos y notificaciones necesita desesperadamente un rediseño con una gran dosis de inteligencia artificial y modelado basándose en los hábitos del usuario. Las notificaciones instantáneas son molestas si recibes 200 correos al día. Glass se mete literalmente en tu vida. No sabe sólo dónde estás, sino si estás andando o quieto, si estás hablando con alguien, si esa persona habla contigo, y más. Pero los mensajes de mis "Contactos Glass" predefinidos interrumpen sin importar lo que esté haciendo mientras que otros se silencian incluso cuando me aburro. Para saber cuándo es buen momento para interrumpir y cuándo no, hará falta más investigación y probablemente requeira de algoritmos que se adapten a cada usuario.

Foto: Una de las primeras simulaciones con Glass mostraba cómo los usuarios podrían evitar molestias diarias mediante una elegante interfaz de realidad aumentada (arriba). Pero cuando la interfaz de usuario resultó ser mucho más prosaica, las actividades mostradas en el vídeo promocional para Glass empezaron a ser más emocionantes (abajo).

El hardware de Glass también cuenta con críticos. El más destacado es Steve Mann, que lleva 35 años desarrollando tecnología portable, desde que estaba en el instituto. Mann, un cíborg del Media Lab en la década de 1990 y ahora profesor de la Universidad de Toronto (Canadá), afirma que la pantalla de Glass obligará a cada ojo a enfocar a una distancia diferente cuando las imágenes se superpongan al mundo real, lo que podría producir lesiones oculares o disociación en algunos casos. El casco de Mann emplea un diseño diferente que proyecta las imágenes en el glóbulo ocular mediante un espejo de dos caras y un proyector, permitiendo el uso de toda una serie de aplicaciones de "realidad aumentada", como una que etiqueta automáticamente los edificios cuando estás en una ciudad desconocida.

"Me parece sorprendente que Google y otras empresas que buscan vender ordenadores portables para la cabeza con cámaras y pantallas no se hayan saltado mi mejor diseño", escribió Mann el año pasado en la revista IEEE Spectrum.

Google explica que Glass está diseñado como lo está porque el contacto visual es importamnte para los humanos. (La pantalla mas discreta de Mann impide el contacto visual). Google probablemente haya tomado la decisión correcta al apostar por un dispositivo de consumo masivo que siempre se lleva puesto. Una cámara Glass y una pantalla que obstruyeran la visión lo tendrían difícil para despegar como producto de consumo, por lo menos en esta década.

Glass y la ley

En octubre de 2013, la Exploradora Glass Cecilia Abadie fue detenida por exceso de velocidad por la Policía de Carreteras de California. Cuando el agente se dio cuenta de que llevaba puesto Glass, recibió una multa extra por tener estar viendo una pantalla de televisión mientras conducía. "¿Llevar #GoogleGlass puesto mientras conduces es ilegal o este poli se equivoca?", escribió Abadie.

La multa de Abadie se desestimó un mes después por falta de pruebas: el policía no vio que Glass estuviera encendido mientras conducía, y no pudo demostrar que el radar estuviera bien calibrado. Sin embargo, California, al menos otros 37 estados de Estados Unidos y el Distrito de Columbia tienen leyes que prohiben el uso de pantallas de televisión en los coches que puedan ser vistas por el conductor, explica el gerente de relaciones con los estados de la asociación de conductores AAA, Russ Martin. Por si acaso Google Glass entra en algún tipo de vacío legal, los legisladores de Illinois, Delaware, Nueva Jersey y Virginia Occidental han propuesto prohibiciones específicas contra los ordenadores portables que se llevan en la cabeza mientras se conduce.

Yo no usaría Glass conduciendo, pero sí usé la aplicación de navegador paso a paso mientras mi mujer nos llevaba a una fiesta. Me alegro de haber estado en el asiento del copiloto. Me pasé tanto tiempo manipulando Glass que estoy seguro de que si hubiera conducido yo, me habría salido de la carretera, me habría saltado alguna señal de tráfico o algo peor. La cuestión no es que apartes o no la vista de la carretera, es que Glass distrae. Martin, de la AAA lo corrobora, señalando que existen cada vez más estudios que demuestran que "el uso del manos libres no ofrece ningún beneficio en términos de seguridad respecto al uso del teléfono directamente en la mano" y que " los mensajes de texto o los correos activados por voz son una de las actividades que más distraen a un conductor".

La exención de responsabilidades de Google, llena de jerga legal, que aparece cuando arranca la aplicación de navegación parece estar de acuerdo con la AAA, pero va aún más allá. "Por favor, no aparte la vista de la carretera y siga las leyes correspondientes. No manipule esta aplicación en marcha. Las indicaciones pueden ser incorrectas, incompletas, peligrosas, inadecuadas o prohibidas. Los datos no son en tiempo real y no se puede garantizar la precisión respecto a la localización. Toque para seguir".

Usar Glass mientras conduces probablemente sea más peligroso que escuchar la radio, pero menos peligroso que mandar mensajes de texto con el iPhone. Es más, es posible que Glass tenga incontables beneficios respecto a la seguridad, existe una aplicación llamada DriveSafe que usa el sensor de inclinación para decidir si te estás durmiendo mientras conduces y te dirige a un área de descanso. Quizá aplicaciones como DriveSafe, combinadas con una aplicación de navegación actualizada con una mejor comprensión del conocimiento humano harán que algún día los beneficios de conducir con Glass puesto superen a los riesgos.

Es probable que incluso quienes no conducen se encuentren con un número creciente de sitios donde no pueden usar Glass. Un restaurante de moda de Seattle (EEUU) ha prohibido el dispositivo, por ejemplo. "Queremos que nuestros clientes se sientan cómodos, no observados", explicó a la revista Forbes el propietario del Lost Café and Lounge, Jason Lajeunesse. Glass está prohibido en los casinos, por supuesto. Google prohibió el uso de Glass en uno de sus propios eventos de prensa. Y si vistas Washington D.C. (EEUU), te aconsejo que te quites Glass antes de visitar la Casa Blanca, el Pentágono (incluyendo su estación de metro), las galerías del Congreso y el Senado, o el Tribunal Supremo.

El otro tipo de reglas que los usuarios de Glass tienen que entender son las de Google, reglas impuestas mediante acuerdos de licencia con los desarrolladores de aplicaciones para Glass y diseñadas para mantener el aura de integridad del dispositivo. Por el momento Google ha prohibido el uso del reconocimiento facial o las huellas de voz para identificar a alguien o "presentar información personal que identifique a cualquiera que no sea el usuario". Google también prohibe el uso de la cámara cuando la pantalla está apagada, quizá porque sacar fotos cuando la máquina no está claramente encendida, podría parecer un poco tramposo. El verano pasado Google prohibió una aplicación sexualmente explícita llamada Tits & Glass (Tetas y Glass). Pero seguro que habrá presión para crear, desarrollar y distribuir software con contenido para adultos.

Evidentemente algunos desarrolladores han pasado de las reglas de Google. Una empresa llamada FacialNetwork ha desarrollado una aplicación llamada NameTag que mira a través de Glass, consulta rápidamente una base de datos y te dice si la persona a la que estás mirando está dentro de los 450.000 agresores sexuales registrados (o tiene un parecido razonable). Otra aplicación, llamada Sex with Google Glass, permitirá a la gente verse a través de los ojos de su pareja, apagar las luces y que el ordenador sugiera nuevas ideas incluso. Estas aplicaciones no están en la tienda de Google, pero las puedes "descargar al margen" poniendo Glass en modo desarrollador y trasfiriéndolas mediante micro USB.

Aunque eso sería repelente.

"El mundo es un escenario"

Gran parte de la emoción inicial respecto a Glass tiene que ver con la posibilidad que da a los usuarios de escribir blogs con fotos y vídeoS desde su punto de vista. Pero según vaya mejorando Glass, asistiremos a la proliferación de nuevas aplicaciones más útiles, como una aplicación llamada Word Lens  capaz de traducir instantáneamente el texto de inglés a otros cinco idiomas y viceversa.

Para Google, Glass es atractivo porque convierte a la compañía en una parte irrevocable de la vida del usuario. Glass proporciona a Google datos muy personales y muy sensibles, justo lo que quiere una empresa cuyo objetivo es organizar la información del mundo y consigue un 90% de sus ingresos gracias a los anuncios. Calculo que el coste de Glass bajará a unos 300 dólares (unos 220 euros) porque Google subvencionará su uso. La plataforma se licenciará a otros fabricantes, igual que se ha hecho con Android. Hyundai ya ha anuciado que su berlina de lujo de 2015, la Genesis, tendrá una aplicación para Glass que abrirá y arrancará el coche o ayudará al usuario a encontrarlo en un aparcamiento, entre otras cosas.  

Por ahora, los mayores problemas que se me han presentado con Glass tienen que ver con la pantalla. Un amigo que no tiene problemas de visión dijo sentir dolor de ojos y de cabeza después de usar Glass durante media hora, mi mujer, que es zurda, dice que se siente completamente frustrada al tener que usar el dispositivo con el ojo derecho, parece ser que su ojo izquierdo es el dominante.

"Glass no es para cualquiera", afirma la página de preguntas más frecuentes de Glass, y añade que quienes se hayan sometido a una corrección de miopía mediante láser deben consultar con el médico antes. "No permita que los menores de 13 años usen Glass pues podría dañar su vista aún en desarrollo", siguen diciendo las respuestas más frecuentes, aunque sospecho que han decidio que el 13 es el número mágico porque existe la Ley de Protección de Menores En Línea, que impide que una empresa recoja datos sobre los menores de esa edad sin el consentimiento paterno, y no por nada que tenga que ver con el desarrollo de la vista en los niños. En cualquier caso Google ofrece a quienes hayan comprado Glass y no puedan usarlo un reembolso completo.

Está claro que Glass ofrece oportunidades significativas para aplicaciones industriales, científicas y médicas. También creo que podría revolucionar la vida de los discapacitados. Glass puede ser un ojo para quienes ven mal. Puede proporcionar instrucciones claras y comprensibles a quienes tienen problemas cognitivos. Puede permitir a los paralíticos navegar por la web y comunicarse. Aunque desde hace décadas se dedican horas de investigación a desarrollar tecnología de asistencia a los discapacitados, en muchos casos los resultados son demasiado caro para los usuarios finales. Con Glass podrán conseguir el hardware por el precio de un par de cenas de lujo.

Puede que según se vaya haciendo más útil para más gente, Glass se convierta en algo más habitual. Los ordenadores portables del futuro no provocarán miradas si hay mucha gente que los lleva. Pero creo que para muchos Glass se enfrenta a un problema irresoluble. Es feo como un pecado y es imposible obviarlo. Uno de mis amigos, desarrollador de Android y tecnoutópico afirma que entiende el concepto, incluso tiene un reloj Android, pero no le inteteresa Glass. Tiene una visión perfecta y no quiere escuchar ruidos en la cabeza. Dice que está esperando a la versión implantada.

 Simson Garfinkle es colaborador de MIT Technology Review y profesor de informática en la Escuela Naval de Posgrado. 

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