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Innovadores menores de 35

Humanitarios

Estos jóvenes encuentran soluciones tecnológicas que mejoran e incluso salvan la vida de la gente

Jannai Flachberger (Alemania), 27

Hawa Dawa

"Queremos visualizar el aire, nuestro patrimonio común"

Jannai Flaschberger se ve capaz de cambiar el mundo.  Las estaciones de control de calidad del aire son caras, escasas y sólo ofrecen una ventanita pequeña al problema de la contaminación. Flaschberger ha encontrado una manera de mejorar la situación con sensores asequibles que le ha convertido en uno de los ganadores de Innovadores menores de 35 Europa 2017 de MIT Technology Review en español.

Su start-up se llama Hawa Dawa, un nombre que no recuerda precisamente una red de sensores altamente tecnológica. ¿Qué significa entonces?

Hawa Dawa se traduciría como "medicina para el aire" o "aire limpio", no solo en árabe, sino también en hindi, turco, persa y suahili. Dado que en la fase inicial de la compañía nos dirigíamos a esos países, nos parecía un nombre acertado.

Ahora ha cambiado de rumbo y quiere equipar Alemania con sensores de contaminación de bajo coste. ¿Es tan malo el aire en su país?

Siempre había creído que nuestro aire en Múnich era maravilloso. Sin embargo, en seguida me di cuenta de que la contaminación presente en el aire entraña un gran peligro para nuestra salud aquí también.

Y se propone cambiar eso. ¿Busca mejorar el mundo?

Desde luego, esa es una de mis principales fuentes de motivación. Como ingeniero, obviamente podría estar iluminando LED, [pero] lo maravilloso de nuestro trabajo, sin embargo, es que estamos haciendo algo importantísimo: estamos concienciando a la gente sobre el peligro que implica la contaminación del aire.

Las autoridades ya gestionan una red de control de calidad del aire. ¿En qué se diferencia Hawa Dawa?

Las estaciones de control públicas son extremadamente precisas y, por tanto, caras y escasas. Nosotros, en cambio, contamos con sensores asequibles que no se centran tanto en realizar mediciones cuantitativas sino en hacer de sistema de alerta, como una alarma de incendios.  Con análisis estadísticos y aprendizaje automático, podemos obtener valores de medición realmente fiables.

¿Quién instalará estos dispositivos?

Buscamos a ciudadanos locales interesados en nuestros dispositivos. Ellos deben un poco de electricidad, una conexión inalámbrica a internet y un pequeño espacio en su balcón. A cambio, reciben acceso a todos los datos que recopilamos. En realidad, ese acceso a nuestra información es el producto final que pretendemos vender. Un desarrollador que diseña una app para corredores podría utilizarlos para generar rutas que pasen por las zonas con los niveles más bajos de contaminación, por ejemplo. Y los particulares interesados en el producto también pueden comprar acceso a nuestros datos.

¿Podrá conocer así la gente la calidad del aire que respira?

No solo conocerla: debería poder verla. Queremos que nuestros sensores distribuidos muestren el aire, nuestro patrimonio común. Tal vez no lo hagan con una precisión del 100%, pero sí de forma accesible para los miembros del público. La calidad del aire debería ser algo tangible: dónde están los focos problemáticos, y cómo cambian a lo largo del día. Hasta que una gran parte del público no sea consciente de la calidad del aire no podremos empezar a emprender acciones concretas para combatir la contaminación.

- Por Alenxander Stirn