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El astronauta estadounidense Buzz Aldrin camina sobre la Luna

Tecnología y Sociedad

¿Por qué a la humanidad le está costando tanto volver a la Luna?

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El premio Google Lunar X Prize llegó a su fecha límite sin que ninguna empresa cumpliera el objetivo de llegar al satélite. Pero la competición ha contribuido a crear el escenario perfecto para que estemos muy cerca, no sólo de llegar, sino de quedarnos allí y llegar aún más lejos

  • por Erin Winick | traducido por Mariana Díaz
  • 09 Abril, 2018

A día de hoy ya debería haber personas propietarias de róvers, o astromóviles, privados jugando al golf sobre la superficie de la Luna. Pero en lugar de esto, el satélite de la Tierra sigue impávido en el espacio, mientras que sin que casi nadie lo haya notado, el plazo límite del premio Google Lunar X Prize ha expirado a principios de año sin haber encontrado un proyecto ganador.

Hace más de 10 años, Google y y la Fundación X Prize ofrecieron un premio valorado en unos 16 millones de euros. El dinero iría destinado a la primera organización no gubernamental  que completara una misión lunar de acuerdo sus estándares. Después de ampliar varias veces el plazo desde la fecha original en 2012, la competición fue oficialmente cancelada en enero cuando quedó claro que ninguna compañía privada llegaría a la Luna antes de la fecha límite: 31 de marzo de 2018.

Para poder reclamar el premio, el dinero y la gloria, un equipo privado debía cumplir con éxito tres hitos:

  • Colocar con éxito una nave espacial en la superficie de la Luna

  • Viajar 500 metros sobre la superficie de la Luna

  • Transmitir vídeos e imágenes de alta definición a la Tierra

Desde que el concurso se lanzó el 13 de septiembre de 2007, solo tres vehículos han llegado con éxito a la Luna. Pero todos fueron financiados por gobiernos, y solo uno de ellos, el Chang'e 3, lanzado por China en 2013, era capaz de recorrer la superficie lunar.

La humanidad llegó a la Luna en 1969 en una expedición que demostró que llegar al satélite de la Tierra era un objetivo alcanzable. ¿Por qué nos cuesta tanto volver a repetir la hazaña de hace 49 años con la tecnología avanzada de hoy?

"La gente tiene que dar un salto de fe para construir un negocio en la luna".

La respuesta corta es que la culpa es de los recursos.

Cuando Estados Unidos alunizó por primera vez, la NASA cogió el camino más corto y rápido para llegar. El objetivo prioritario era vencer a Rusia, no construir un camino claro para futuros viajes. "En lugar de hacer pasos lógicos para construir un modelo sostenible de acceso continuo y operaciones en la Luna, fue más un salto a la superficie lunar", dice el CEO de Lunar Station Corporation (LSC), Blair DeWitt, una empresa de datos lunares ubicada en Cambridge, Massachusetts (EE. UU.). "Esta estructura anormal de mercado eliminó los medios para construir la cadena de suministro necesaria para soportar el transporte continuo de equipos, materiales y personas a la Luna", explica DeWitt.

Ahora esa misma estructura tiene que ser reconstruida sin el fervor de la Guerra Fría empujando hacia adelante. La motivación para ir a la Luna debe provenir del impulso de explorar, no del de ganar.

Aunque los costes de acceso al espacio están disminuyendo, llegar a la Luna no nada es barato. Hablando en euros actuales, el cohete Saturno V utilizado en el programa Apollo costaría alrededor de 940 millones de euros, nada quema tanto el dinero como el motor de un cohete. Es difícil convencer a un gobierno para que invierta esa cantidad, o más, en un cohete con una potencia equivalente o superior.

Astrobotic

Foto: El Red Rover de Astrobotic en una prueba de funcionamiento en la Tierra. Crédito: Fundación XPRIZE.

En este momento, simplemente no disponemos de cohetes con una potencia de fuego comparable con la de Saturno V, lo que dificulta los viajes lunares con carga pesada. El poderoso cohete Falcon Heavy de SpaceX, que hace poco realizó un vuelo de prueba con éxito, es una señal de que en un futuro próximo podría haber viajes a la Luna por unos 73 millones de euros, pero el aparato solo puede cargar con dos tercios de los casi 3,5 millones de kilos de propulsión que tenía el Saturno V. Aunque el fundador de SpaceX, Elon Musk, ha llegado a afirmar que su compañía empezaría a enviar turistas a la Luna este año, el plan parece haber sido paralizado. La NASA también sigue trabajando en su poderoso Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), que debería superar la propulsión del Saturno V.  Con costes de desarrollo de miles de millones de euros, será un vehículo caro y parece que tendremos que esperar algunos años hasta que el primer lanzamiento de prueba esté listo.

Las cosas se han ido construyendo, pero lentamente. Mientras tanto, el Google Lunar X Prize puede quedarse con una parte del mérito del aumento del interés de las empresas privadas por llegar a la Luna (ver El día que la Luna cambió a los astronautas por los CEO de Silicon Valley). La competición dio lugar a la fundación de muchas start-ups espaciales, y algunas aún planean hacer el viaje lunar. El premio ha preparado el escenario para una serie de posibles alunizajes privados en los próximos cinco años, llamó la atención sobre los viajes espaciales privados y logró que las nuevas empresas espaciales empezaran a recaudar fondos.

De hecho, aunque nadie ha cumplido el objetivo antes de la fecha límite, la competición se ha convertido en algo más que un intento de obtener el premio de  16 millones de euros. En realidad, esta cantidad es muy pequeña: para tener alguna oportunidad de ganar, los equipos descubrieron que necesitaban mucho más. En este punto, los equipos competidores han recaudado más de casi 245 millones de euros. La directora sénior del Google Lunar X Prize, Chanda Gonzales-Mowrer, afirmna: "La realidad es que hay mucho dinero para ir a la Luna. Cuando lanzamos el proyecto en 2007, suponíamos que los contratos de lanzamiento serían más bajos de lo que realmente eran".  

Así que los equipos tuvieron que ser creativos. Algunos, como Moon Express y Team Indus, establecieron contratos y vínculos con programas espaciales nacionales en Estados Unidos y la India, respectivamente. SpaceIL y otros recurrieron a la financiación de capital riesgo. Las relaciones corporativas también fueron claves, algunas más únicas que otras. El fundador y CEO de ispace, Takeshi Hakamada, recuerda: "Diseñamos una oportunidad de asociación sin precedentes para empresas, específicamente para empresas que tradicionalmente no participan en el espacio, para generar valor incluso antes del lanzamiento". Hakamada se refiere a las acciones publicitarias parecidas a las de un coche de carreras que la compañía está ofreciendo en su nave espacial, así como a un potencial servicio para proyectar anuncios en la superficie del módulo de alunizaje.

"Estamos reconociendo a la Luna como un recurso, un trampolín y un activo".

Todo esto ha ayudado a construir negocios capaces de sobrevivir más allá de la competición. Muchos de los participantes, incluidos Astrobotic, SpaceIL y Moon Express, tienen lanzamientos planificados, aunque aún les falten algunos años. Sus objetivos comerciales van desde la misión de Moon Express de recolectar recursos lunares, hasta el objetivo de Astrobotic de convertirse en un servicio de entrega de carga. El hecho de que los equipos tengan tantas razones diferentes para ir "muestra por qué la exploración lunar [privada] va a tener éxito", dice Gonzales-Mowrer. Astrobotic, el único equipo que ganó todos los premios internos ofrecidos para alcanzar ciertos hitos, ya cuenta con 11 clientes confirmados para su primer lanzamiento planificado para 2020, con más de un centenar de proyectos.

Más allá de los desafíos financieros y técnicos, la percepción pública ha sido un desafío constante para las compañías espaciales privadas.  El CEO de Astrobotic, John Thornton, afirma: "Si vas por la calle y dices que estás construyendo una compañía para llevar carga útil a la Luna, es posible que recibas una mirada irónica. Las personas tienen que dar un salto de fe para poder construir un negocio en la Luna. Todas las actividades previas en la Luna han sido financiadas con súperpoderes. ¿Qué decir de una empresa privada que puede alunizar allí y ganar dinero?".

Lunar X Prize competitor Part-Time Scientists

Foto: El robot y científico a media jornada participante en el Lunar X. Crédito: Fundación XPRIZE.

Y Musk no ha ayudado mucho a mejorar a la difícil situación de los empresarios espaciales que intentan demostrar su potencial de ser rentables. Hace poco Musk tuiteó: "Crear una compañía de cohetes tiene que ser una de las formas más tontas y duras de 'ganar dinero'. Si solo se tratara de dinero, yo haría otra compañía de internet".

Thornton dice que la mejor receta para superar la duda pública es el tiempo, la aceptación de parte de otros socios e inversores y el progreso tecnológico incremental hacia la meta. Y parece que los inversores están comenzando a convencerse. De acuerdo con CB Insights, en 2016 los fondos de capital riesgo para start-ups espaciales batieron un récord con unos 2.278 millones de euros. A finales de marzo, Relativity Space, una compañía centrada en de impresión en 3-D de motores para cohetes, cerró una ronda de financiación de casi 28 millones de euros.

Aunque nadie cumplió con la fecha límite, el Google Lunar X Prize ha logrado una parte de su objetivo. Otorgó unos 4,27 millones de euros en premios más pequeños, ayudó a poner en el mapa a las compañías privadas de alunizaje e hizo que el hito de alcanzar la superficie lunar se sintiera como algo que, quizá, pueda lograrse sin ser una súperpotencia internacional.

Y los negocios formados alrededor del premio son solo una parte de la nueva imagen lunar. Más allá de estas compañías de alunizaje y de róveres, los gobiernos y otras entidades están construyendo la cadena de suministro lunar que EE. UU. no fue capaz de construir en la década de 1960. Empresas como Relativity Space están desarrollando impresoras 3-D para imprimir vehículos de lanzamiento, mientras que LSC se está enfocando en adquirir datos lunares y proporcionarlos a otras compañías espaciales. LSC ya ofrece el servicio MoonHacker, que ofrece predicciones del clima lunar y planea expandir sus ofertas de datos con una serie de satélites que orbitan alrededor de la Tierra y la Luna. "Los segmentos del mercado lunar y sus respectivos nichos de jugadores que trabajan en sus ofertas únicas están creando un ecosistema en ciernes que establecerá y mantendrá la cadena de suministro necesaria para muchas misiones a la Luna el próximo año y en el futuro", dice el CEO de LSC, DeWitt.

Para los gobiernos involucrados en la cadena de suministro lunar, los objetivos a largo plazo son más grandes que simplemente pisar la Luna y repetir una misión realizada hace más de una generación. El verdadero objetivo del viaje es dar otro gran salto para la humanidad. Gobiernos ambiciosos están mirando a Marte, y la Luna parece un campo de pruebas excelente para ese viaje. Thornton afirma: "Estamos reconociendo a la Luna como un recurso, un trampolín y un activo. Estamos empezando a pensar en ella como un recurso, no solo como un destino en sí mismo".

A finales de 2017, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su apoyo para enviar astronautas a la Luna y finalmente a Marte. Su propuesta de presupuesto para 2019 también incluye apoyo para eso. No mucho antes, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, expresó su intención de que los rusos viajen a la Luna y a Marte. China, India, Rusia, Japón y la Agencia Espacial Europea están trabajando en proyectos lunares; algunos de ellos ya están en marcha. India y China lanzarán misiones itinerantes este año y China enviará una misión de retorno de muestra en 2019.

En última instancia, se ha establecido el escenario para un futuro de colaboración gubernamental y privada en viajes espaciales. Gracias a una combinación de motivaciones comerciales privadas y públicas, curiosidad científica y el deseo de explorar, la Luna que hemos tocado tan brevemente puede estar nuevamente al alcance. Pero esta vez, haremos un enlace permanente. "Estos próximos años van a ser muy emocionantes", dice DeWitt, quien espera que "docenas de organizaciones ejecuten sus misiones de superficie y traigan nuevos conocimientos y alimenten la próxima ola de misiones a la superficie, comenzando así el ciclo de operaciones sostenibles en la Luna para el beneficio de todos nosotros".

Tecnología y Sociedad

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