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Tecnología y Sociedad

Cinco variables que podrían evitar que el alejamiento dure hasta 2022

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La semana pasada, los medios se hicieron eco de la fecha propuesta en un nuevo estudio en 'Science', pero dicho modelo no predice el futuro, solo describe una variedad de posibilidades que dependen de nuestras acciones y de cosas que aún no sabemos, como la tasa de propagación del coronavirus

  • por Konstantin Kakaes | traducido por Ana Milutinovic
  • 20 Abril, 2020

La semana pasada, los medios de todo el mundo empezaron a arder a causa del nuevo trabajo de los investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (EE. UU.) que simula la propagación de coronavirus (COVID-19) en Estados Unidos. Su estudio, publicado el 14 de abril en Science, concluye que "es posible que sea necesario un alejamiento social prolongado o intermitente hasta 2022".

El énfasis mediático que se ha puesto en este estudio se centra en el año mencionado, ya que la mayoría de la gente espera que la situación mejore mucho antes. Pero si los resultados de los modelos durante esta pandemia nos han enseñado algo, es que no deberíamos fijarnos en el número que aparece en los titulares sino en el "es posible".

Más allá de la demoledora fecha, el estudio revela algo nuevo e importante. Es el primer gran estudio que utiliza datos de otros dos tipos de coronavirus estrechamente relacionados, OC43 y HKU1, para predecir cómo se comportará la COVID-19. Estos virus causan una gran parte de los casos del resfriado común. El nuevo trabajo analiza cómo los efectos estacionales influyen en la propagación del SARS-CoV-2, el virus responsable de la pandemia actual.

Aquí llegamos a la primera variable clave: si, como suponen los investigadores, el SARS-CoV-2 se comporta de manera similar al OC43 y al HKU1, entonces el verano disminuirá significativamente su propagación, pero no lo suficiente como para detenerlo. También hay riesgo de que si el alejamiento social se prolonga durante el verano, empeore el brote que se producirá en el invierno de 2020-21, porque todavía habría muchas personas que aún no se han contagiado.

La siguiente variable crítica en el modelo es la duración de la inmunidad. El respetado epidemiólogo y uno de los principales autores del estudio, Marc Lipsitch, afirmó en una rueda de prensa que, "a corto plazo, las hipótesis razonables serían que podría haber protección parcial durante un año aproximadamente, y a largo plazo, supondría varios años de buena protección. Pero todo eso sigue siendo totalmente especulativo en estos momentos".

En el modelo, la inmunidad que dura aproximadamente un año daría como resultado brotes anuales de COVID-19 (suponiendo que no haya alejamiento social ni ninguna otra intervención), mientras que una inmunidad más prolongada reduciría la frecuencia de los brotes, que además serían menos graves si resulta que una persona que ha tenido uno de los otros coronavirus también obtiene cierto nivel de inmunidad contra el SARS-CoV-2. 

El modelo de los investigadores, según su propia descripción, hace muchas suposiciones simplificadoras. No considera cómo el enérgico rastreo de contactos podría suprimir la propagación del virus, por ejemplo, y modela a todas las personas de la misma manera: todos somos susceptibles, contagiosos o recuperados y todo estamos expuestos. Su marco no tiene en cuenta que las personas de diferentes edades tienden a reaccionar al virus de distinta manera, por ejemplo.

También suponen que sin alejamiento social el R0 (el número promedio de personas susceptibles a infectarse por una persona contagiada) sería entre 2 y 2,5. Algunos estudios sugieren que el R0 es mayor, lo que, en realidad, sería una buena noticia, ya que significaría que el virus está mucho más extendido y, por tanto, es bastante menos mortal de lo que generalmente se cree. Según Lipsitch, "si hay más inmunidad de grupo en la población de la que creemos, cada caso que conocemos podría generar más inmunidad a través de casos leves que no estamos teniendo en cuenta. Eso es  posible, sin duda". Además, su modelo también supone que no habrá avances en el tratamiento de la enfermedad ni en la creación de una vacuna.

Bajo estas hipótesis, y además suponiendo que el alejamiento social reduce la transmisión del virus un 60 % y el verano un 40 %, el modelo prevé que para mantener el número de casos que requieren atención intensiva por debajo de lo que los hospitales pueden manejar actualmente, EE. UU. debería seguir con las actuales condiciones de alejamiento social hasta mediados de mayo, restablecerlas durante el mes de agosto y de nuevo a finales de octubre hasta fin de año, y luego desde febrero hasta abril de 2021, en junio de 2021, y durante períodos similares en 2022 y más allá. 

Si se duplica el número de camas de las unidades de cuidados intensivos (UCI), pero se mantienen el resto de suposiciones del modelo, la previsión sería mucho mejor. Después de tres intervalos más de uno o dos meses hasta mediados de 2021, y luego un período de un mes a finales de 2021, EE. UU. alcanzaría la inmunidad colectiva en julio de 2022.

Aún así, con tantas incógnitas, las combinaciones de parámetros podrían multiplicarse rápidamente. Los investigadores han considerado docenas de escenarios diferentes en su artículo. En todos ellos, "se necesitarán varias rondas de alejamiento social para conseguir la inmunidad colectiva en ausencia de una vacuna", aseguró Lipsitch. 

No se sabe claramente cuántas rondas serían necesarias, y no hay motivos para creer con seguridad que habrá que esperar hasta el verano de 2022. Por ejemplo, debería ser posible multiplicar el número de camas de UCI. El rastreo efectivo de contactos nos permitiría identificar con mayor precisión quién tiene más probabilidades de haber estado expuesto al contagio en vez de tener que paralizar distritos enteros. Y si dentro de poco somos capaces de empezar a realizar pruebas generalizadas, dispondremos de mucho mejores datos sobre lo lejos que se ha propagado el virus y hasta dónde podría llegar todavía. 

Pero como destacó en The Atlantic el escritor Zeynep Tufekci, se supone que dichos modelos no predicen el futuro, sino que describen "una variedad de posibilidades" y "esas posibilidades dependen mucho de nuestras acciones". Si no adoptamos ciertas medidas podríamos estar en aislamiento durante años. Pero también podríamos decidir adoptarlas.

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