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Charles Deluvio vía Unsplash

Ética

Trump contra Twitter: así son las estrategias del presidente

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La medida de la red social de alertar sobre dos tuits del mandatario de EE. UU., Donald Trump, han hecho estallar el falso discurso de que las redes sociales censuran la información conservadora. En el pasado, Trump ha usado su cuenta para difundir teorías de la conspiración e impulsar campañas de odio

  • por Abby Ohlheiser | traducido por Ana Milutinovic
  • 02 Junio, 2020

Hace cuatro años, el periodista de Breitbart Milo Yiannopoulos, famoso por defender una campaña de acoso hacia las mujeres en el entorno de los videojuegos, utilizó su tiempo en directo durante una rueda de prensa en la Casa Blanca para criticar Twitter. Estaba enfadado porque había perdido su insignia de verificación, esa pequeña marca azul que aparece en algunos perfiles, después de que la plataforma afirmara que había violado repetidamente las reglas de la red social que prohíben incentivar el hostigamiento. Pero él insistía en que, en realidad, Twitter lo estaba castigando por otra cosa. 

"Está cada vez más claro que Twitter y Facebook en particular están censurando y castigando las opiniones de los conservadores y libertarios", dijo Milo Yiannopoulos al entonces secretario de Prensa de la Administración de Barack Obama, Josh Earnest, en marzo de 2016. Más tarde ese año, Twitter suspendió su cuenta por completo después de su papel en la campaña de acoso contra la actriz Leslie Jones tras protagonizar la nueva versión de Ghostbusters (Cazafantasmas), en la cual los papeles principales masculinos del original habían sido ocupados por otros femeninos, enfureciendo a los misóginos. Como respuesta a esa suspensión, afirmó que Twitter era una "zona prohibida para los conservadores".

Otros conocidos personajes conservadores y de extrema derecha también se han quejado a menudo en los años posteriores, describiendo las políticas de Twitter contra el abuso y la desinformación como una cruzada con un claro sesgo anticonservador. Sus acusaciones se han infiltrado en los medios de comunicación conservadores y populares. Pero este asunto llegó a un punto crítico la semana pasada, después de que Twitter incluyera un aviso de verificación de hechos en dos tuits del presidente de EE. UU., Donald Trump, señalando que contenían afirmaciones engañosas sobre el voto por correo.

Trump acusó de censura a la medida de la red social y prometió una respuesta. Ahora, acaba de firmar una orden ejecutiva que podría penalizar a las principales compañías de redes sociales por la aparente censura de las opiniones conservadoras

Este acto parece una escalada inevitable de un conflicto que lleva activo desde hace años en las principales compañías de redes sociales, principalmente en Twitter, como presagió la jugada de Yiannopoulos en la Casa Blanca. Mientras las plataformas ya reconocen su papel en la amplificación de los bulos, el odio y las opiniones extremas, los argumentos sobre la moderación de contenido, que antes estaban al margen de las reglas de Twitter, involucran cada vez más a las personas del centro del poder dominante. 

La semana pasada, Trump escribió un tuit para sus 80 millones de seguidores en el que decía: "Los republicanos consideran que las plataformas de redes sociales silencian del todo las voces conservadoras. Las regularemos de forma firme, o las cerraremos, antes de permitir que esto suceda". Su comentario fue ampliamente discutido en los medios de comunicación, al igual que muchos de sus tuits más incendiarios y conspiranoicos. 

Horas antes de que estallara la noticia sobre la última orden ejecutiva, la asesora de Trump Kellyanne Conway habló en Fox News y animó a los espectadores a acosar a un empleado de Twitter, dando el nombre de su cuenta y culpándolo por la decisión de verificar los tuits del presidente. "Alguien en San Francisco (EE. UU.) debería despertarlo y decirle que está a punto de obtener a muchos más seguidores", subrayó.

El propio Trump etiquetó a este  trabajador de la red social en un tuit del pasado jueves, instruyendo a sus seguidores a mencionarlo con mensajes abusivos. Según los informes, este empleado de Twitter también está recibiendo amenazas de muerte

Este conflicto empezó cuando Twitter lanzó sus nuevas políticas diseñadas para proteger a las personas contra el acoso, suspendió cuentas de extrema derecha  por violar dichas normas e intensificó los esfuerzos de frenar la propagación de noticias falsas. Luego se produjo una oleada de especulación con la idea de que Twitter no aplicaba sus nuevas políticas contra el acoso, sino que estaba introduciendo un programa anticonservador secreto que se tenía que parar. Luego, se intensificó la necesidad de encontrar y señalar al responsable. El plan se remonta, como mínimo, al Gamergate, la campaña de acoso apoyada por Yiannopoulos que atacaba a las mujeres desarrolladoras de videojuegos, cuyos partidarios también afirmaban que estaban luchando contra una conspiración.

Trump usa su propia cuenta continuamente para probar los límites de Twitter, y ahora se ha convertido en el catalizador de un nuevo ciclo del conflicto. En las últimas semanas, utilizó su plataforma para amplificar teorías de conspiración que sugerían que el presentador de la MSNBC Joe Scarborough asesinó a una de sus empleadas, y difundió información errónea sobre el voto por correo en una anterior serie de tuits que no estaban sujetos a las advertencias de verificación de hechos. Dio las gracias a la cuenta "Cowboys for Trump", que tuiteó un vídeo donde un hombre no identificado proclamó que "el único buen demócrata es un demócrata muerto". (Después de los aplausos del público, el orador aclara que hablaba en el sentido "político"). El viudo de la empleada fallecida sobre la que se creó la teoría de la conspiración de Scarborough ha rogado a Twitter que intervenga.

La compañía no había tomado ninguna medida contra esos tuits hasta el pasado jueves, aunque ha indicado que está trabajando para expandir el sistema de aviso que se utilizó para marcar algunos de los tuits de Trump sobre el voto por correo.

Antes de incluir las advertencias de verificación de hechos a los dos tuits de Trump el pasado martes, la plataforma había evitado escrupulosamente aplicar sus reglas contra la cuenta de Trump. Algunas explicaciones argumentaban la importancia periodística del contenido que de otra manera rompería las normas y el hecho de que Trump es el presidente del Gobierno.

Pero, a pesar de la falta de pruebas para respaldar que existe un sesgo sistemático en las redes sociales contra los conservadores, Trump ha prometido en repetidas ocasiones que va a abordar este problema en nombre de algunos de sus partidarios más destacados. En 2018, acusó a Google de "manipular" los resultados de búsqueda de noticias contra los medios conservadores, la misma queja que los partidarios de Trump, incluidos los vloggers Diamond y Silk, hicieron circular en medios conservadores unos días antes. Diamond y Silk (cuyos nombres reales son Lynnette Hardaway y Rochelle Richardson) en la audiencia del Comité Judicial del Parlamento de EE. UU. en abril alegaron que estaban siendo "censurados" por Facebook debido a su apoyo a Trump

En 2019, Trump se reunió con el CEO de Twitter, Jack Dorsey, y, según los informes, aprovechó la oportunidad para quejarse de su pérdida de seguidores en Twitter. Ese mismo día, Trump tuiteó que la plataforma era "muy discriminatoria". Más tarde publicó otro tuit en el que decía que su administración estaba analizando "muy detalladamente" las quejas por la censura de los conservadores. Más tarde ese año, Trump celebró una "cumbre de las redes sociales" con docenas de sus seguidores online más apasionados que expresaron quejas colectivas de que Google, Facebook y Twitter los censuraban. 

Ninguna de estas afirmaciones tiene que ser cierta para ser popular, algo que Trump y sus seguidores online saben muy bien. Solo deben parecer suficientemente controvertidas para llamar la atención o, mejor aún, redirigirla de algún otro asunto.

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