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Tecnología y Sociedad

'Elyse Flayme y el diluvio final': una historia de ciencia ficción

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Este relato cuenta la historia de una escritora que se enfrenta al nuevo libro de su saga, inspirado en el aumento global de las temperaturas, mientras el mundo real sigue bajo esa amenaza

  • por Robin Sloan | traducido por Ana Milutinovic
  • 11 Febrero, 2022

Ustedes me enviaron a buscar a la diosa de un mundo moribundo, y la encontré, pero no salió según lo esperado. No lamento lo que hice, pero les debo una explicación.

Los que reciben este correo conocen muy bien el problema que teníamos, pero supongo que este mensaje se enviará al menos a un miembro de la junta, así que repasaré lo básico.

Molly Khan había escrito seis libros en seis años, empezando por Elyse Flayme and the Ice Queen, el sorprendente éxito de ventas, el primero de la serie que se convirtió, por fin, en la sucesora de Potter. Aún mejor, esta serie significó algo, porque la crisis que sufría el mítico mundo de Arrenia de Molly fue una clara parábola del cambio climático. Los libros trataban temas urgentes y serios, pero también eran divertidos y encantadores y, a medida que los personajes de Molly crecían, no se volvían sexy para nada. Eran como brócoli frito en la grasa de tocino.

Seis años, seis libros y una brillante adaptación televisiva funcionando al unísono: hasta ahora, todo muy rentable. Pero el agente de Molly Khan era bueno. Los libros se contrataban de uno en uno en lugar de todos a la vez, por lo que con cada éxito aumentaba su peso. Además, no se permitió que la serie de televisión continuara sin un libro que lo guiara: no habría nada parecido al Juego de Tronos antes de la imaginación de la escritora. El agente de Molly Khan era realmente bueno.

El séptimo libro de Molly iba a concluir la serie. Allí estábamos los editores orgullosos, junto con nuestros homólogos en streaming: enganchados, dispuestos, listos para pasar a la fase final de este proyecto de mil millones de dólares.

Pero la Tolkien Verde no presentó su séptimo manuscrito. Pasó la fecha de entrega y Molly seguía en silencio. Sabíamos el título del libro: Elyse Flayme y el diluvio final. Pasó otro mes. Eso es todo lo que sabíamos. Tres meses más. La actriz que interpretaba a Elyse fue fichada para una película de Star Wars. Todo estaba paralizado, esperando a la autora, a su imaginación, a su mundo inundado, a su destino.

La escritora no respondía a los correos electrónicos; no contestaba el teléfono. Estaba encerrada en su casa de Bodega Bay, la que había comprado con el dinero del primer libro de Elyse Flayme y nunca se fue de ahí. Según parece, contemplaba el océano.

Así que ustedes me enviaron a California.

Mi misión era simple: determinar la causa del retraso de Molly y encontrar lo que necesitaba para terminar el libro. Se me autorizó a ofrecer, como incentivo, un 2 % adicional de inversión total en todos los medios, lo que fácilmente podría ascender a 20 millones de dólares (18 millones de euros). En el avión a San Francisco, me imaginé llevando un cheque gigante. Conduciendo por la costa en el coche alquilado, me imaginé trasportando un saco de lingotes de oro.

Todos me advirtieron sobre Bodega Bay. Nunca había estado en California, así que, por supuesto, en mi imaginación era el Edén, cálido, mareante y cómodo. Este tramo de la costa, frío desde el principio y aún más hacia el norte, con los acantilados que se desprenden en el agua oscura y la falla geológica totalmente aparente, era el fin del mundo, literalmente el final, en cámara lenta.

Encontré la casa de Molly en las afueras de la ciudad, elevada en un acantilado particularmente irregular y alto. La casa no era grande, pero su diseño parecía muy moderno; era una caja inclinada construida con madera que antes pudo haber sido oscura pero que se había vuelto pálida hacía mucho tiempo por el viento lleno de sal.

Nos habíamos visto en persona solo una vez antes, pero habíamos mantenido una correspondencia extensa, principalmente por los comentarios al manuscrito de Elyse Flayme in the Ocean Beyond Oceans, su libro más reciente, que permanece en las estanterías. Molly había incluido mi nombre en los agradecimientos: "Mi agradecimiento también a Emily Boreal, que lo entiende". Esto había sido una gran sorpresa, e incluso ahora, cuando pienso en ello, mi cara se pone roja.

Molly abrió la puerta en un pantalón de chándal.

—Claro que eres tú —dijo—. Muy inteligente por su parte.

Le dije que solo estaba ahí para ayudar, si podía.

Molly asintió con la cabeza.

—Vale. A ver si puedes.

En el vuelo, pensé si Molly habría sufrido algún tipo de crisis nerviosa; la agonía y el éxtasis del escritor que, sinceramente, los editores adoran. Al encontrarme con ella, tuve la sensación de ver no un baluarte roto, sino uno sobrecargado de forma casi inimaginable. Molly Khan era bajita y esbelta, absorbida por el chándal. Al entrar en su casa, me di cuenta de todo el dinero, todas las expectativas, todas las emociones que se sopesaban en ese cuerpecito como si fuera la piedra angular.

Había millones de lectores, sí. Millones de espectadores, seguro. Pero con lo que realmente había que lidiar eran los cosplayers. Elyse Flayme se había convertido en un símbolo central del movimiento por la justicia climática; en cada manifestación, en las escalinatas de cada parlamento, había docenas de Elyses, e incluso más Osric Worldenders, en parte porque su rabia tan fría resonaba poderosamente y también porque su traje requería unos pantalones muy cortos. Molly había logrado lo que no conseguían miles de buenos periodistas climáticos; había superado incluso a la chica de Suecia. ¿Cómo? Transcribiendo, sin vacilar, los miedos de una generación. Confiaban en ella. Los lectores de Molly escribían fan fiction con pasión y se dirigían a sus centros de gobierno.

Esos chicos ahora tenían a Molly Khan muy preocupada.

—No puedo terminarlo —dijo simplemente—. He considerado todas las posibilidades. —Señaló un pequeño escritorio que estaba frente al océano; una torre de cuadernos se elevaba sobre él—. Arrenia no se puede destruir, porque no puedo decir: "sí, lo siento, estamos condenados". De ninguna manera. Pero tampoco se puede salvar, porque... bueno, no se puede. Sabes la historia.

La sabía muy bien. En Arrenia, los elfos que vivían en la costa del Océano Fantasma, con su mal uso de la magia, habían destrozado los dos climas, en plural: el meteorológico y el espiritual. El océano crecía y las estrellas maldecían. Para evitar la catástrofe, los elfos tendrían que renunciar a la magia de inmediato, decididamente, para siempre.

El verdadero logro de los libros fue que hicieron que esto pareciera muy difícil. ¡La magia era tan increíble! No es de extrañar que los elfos no quisieran renunciar a ella. No es de extrañar que prefieran ahogarse. En su ficción, Molly dramatizó todas las paradojas. Bailó entre los rechinantes engranajes de la inevitabilidad. Había tiburones fantasmales en el Océano Fantasma a los que se podían subir y montarlos.

—Pero ¿acaso los libros no son realmente sobre esa tensión? —le pregunté.

Molly me miró fulminantemente.

—Sí, pero todavía necesito un final.

Yo lo busqué.

—El final podría ser... el no saber...

—¡Oh, Emily, sí! Muy literario. Terminaré la serie con el destino de Arrenia aún en el aire. Diré: "¡Esa es la clave! No conocemos el futuro, ¿verdad?". Mientras tanto, me llevaré mis regalías e iré a disfrutar de la vida, porque formo parte de la última generación que aún podría hacerlo".

Hizo una pausa. Yo ya estaba muerta.

—Una idea maravillosa.

Empecé a leer los libros sobre Elyse Flayme en el instituto y seguí en la universidad. Yo fui una de esas personas, de los millones de lectores que se acercaron a esta escritora porque vio claramente la pesadilla climática; porque estaba a nuestro lado en las garras de la energía y del tiempo. Pero aplazábamos la conclusión, todos nosotros, la escritora y los lectores por igual. Si un final feliz era imposible, pero nos negamos a deleitarnos con la fatalidad... ¿qué nos quedaba?

Molly Khan sirvió vino y me llevó al balcón acristalado que sobresalía de la parte trasera de la casa. Hablábamos mientras el Sol se hundía en el verdadero océano fantasma. Le pregunté cómo había sido luchar con el libro. Me habló de sus escritos, de sus experimentos. Suficientes para cinco finales, resaltó. Todos descartados.

No la presioné. Ni siquiera mencioné la oferta que me habían autorizado a proponer hasta la mitad de la segunda botella de vino.

—Podrías donar el dinero a los activistas climáticos —comenté sin mucha convicción.

Molly me lanzó una mirada ácida.

—Sabes lo que pienso sobre ese tipo de blanqueo.

Lo sabía; todos lo sabían. Meritxell, la mejor amiga de Elyse Flayme, siempre buscaba formas de seguir usando la magia y retrasar la destrucción de Arrenia, y Elyse siempre decía: "Tenemos que elegir lo que nos importa, Mer".

Hablamos toda la noche. Sobre todo, yo escuchaba. Llegué a comprender que Molly Khan había estado encerrada sola en esa casa durante demasiado tiempo. Sus comienzos equivocados salieron a flote. El horizonte se desvaneció a un zumbido negro mientras la escritora repasaba varias versiones que había probado y descartado. Molly buscaba en los cuadernos las frases que recordaba a medias. La verdad es que todas me sonaban muy bien, pero Molly no estaba satisfecha.

Todo el tiempo, una certeza iba creciendo en mi mente.

Molly Khan acabó la segunda botella de vino y, cuando le pregunté sobre Elyse Flayme, sobre qué había ocultado Elyse, de lo que este avatar era capaz, al final se animó. Buscaba en la cocina algo más para beber, pero esta pregunta la llevó de vuelta al balcón: dijo una cosa, luego otra y otra, mientras yo la animaba. Yo fui el único testigo: allí, en la oscuridad sobre el océano, de la nada, surgió algo: el final.

Poco después, Molly se sentó en su escritorio y se puso a escribir lo que acababa de explicar. Me derrumbé en la cama de su pequeña habitación de invitados. Mi último pensamiento antes de dormir fue que había tenido éxito en mi misión: desbloquear a la escritora, asegurar el futuro de la franquicia. Tal vez yo merecía una comisión... Solo una pequeña parte de esos 20 millones de dólares (18 millones de euros).

Por la mañana, encontré a Molly exactamente en el mismo lugar. Ella no había dormido. Un conjunto de tazas de café se había unido a la torre de cuadernos de su escritorio. Su teclado traqueteaba como un vagón de metro; corría por la vía, sin parar en ninguna de las estaciones. Estaba absolutamente concentrada; ninguna parte de su cuerpo se movía excepto sus dedos, que iban a toda velocidad hacia su destino. ¿Es así como había escrito todos los libros?

Entré en la cocina, con miedo de no molestarla, porque romper ese hechizo sería costoso, y porque temía que se diera la vuelta y sus ojos fueran como los de Osric Worldender, dos hoyos sombríos con chispas de relámpagos negros.

Abrí la nevera, encontré un yogur y escribí un correo electrónico sobre la situación actual, con copia a casi todos los que reciben este correo. Como recordarán, escribí que las cosas iban bien; que Molly apreciaba nuestra generosidad; que parecía que ¡tenía mucha energía! Todo eso era cierto. Pero también pude haber añadido: el dinero fue un insulto; ella no había dormido; yo tenía miedo de hablar con ella.

Me quedé viendo cosas en mi teléfono mientras seguía el ruido de las teclas. Durante mi espera, algunos de ustedes me enviaron respuestas entusiastas: "¡Así se hace! Sí, Emily, ¡excelentes noticias! ¡Supongo que realmente la 'entiendes'!".

El sonido de las teclas se volvió más lento, se convirtió en un ritmo solemne que acabó en silencio. Molly levantó la cabeza y se separó de su ordenador. Miró hacia el océano y, desde mi perspectiva, parecía atrapada: su silueta irregular, en una sudadera holgada, y su pelo salvaje conspiraban para convertirla en una aparición de bruja.

En otro mundo, la escritora habría movido un poco los hombros adelante y atrás, bajaría la cabeza y terminaría el libro. Habría dedicado varias páginas a estos hechos que había imaginado y descrito la noche anterior:

Elyse Flayme habría escalado la gran torre en el centro de Svanta City, usando todos los poderes que había acumulado en los últimos seis libros para derribar los obstáculos en su camino, destrozando por completo a las fuerzas de seguridad de los elfos. Osric Worldender habría estado allí a su lado, lanzando relámpagos negros, exultante. En lo alto de la torre, Elyse habría encontrado el Consejo Ghostburn, cuyos miembros eran los que más se beneficiaban del uso de la magia. Entre ellos estaría Meritxell, su vieja amiga, que había sido catapultada al poder en el quinto libro y pretendía transformar el Consejo desde dentro. Meritxell, que...

Elyse Flayme los habría matado a todos. Habría suprimido todos sus valores, cruzado todas las líneas establecidas en los seis libros anteriores. Habría hecho precisamente lo mismo que su enemiga del primer libro, Mauna la Reina del Hielo, estaba a punto de hacer: la masacre que la joven Elyse había evitado, en un discurso apasionado que los chicos todavía citan en las pancartas escritas a mano que llevan a los mítines delante de los parlamentos. "ESTÁN SOBRE TODO ASUSTADOS", ponía en una. "LOS SALVAREMOS LES GUSTE O NO", ponía en otra.

No habría discursos en esta escena final, sólo fuego azul y relámpagos negros y, en el espacio que abrió la muerte, estaría un rayo de esperanza.

En otro mundo, eso es lo que escribió Molly en:

Final_Flood_v19_Final_ReallyFinal.docx. En este mundo, ella, no sé cómo decirlo de otra forma, se desmoronó. Lo vi, como un acantilado deslizándose hacia el océano. Exactamente así de pesado. Exactamente ese final.

Apoyó la cabeza en el escritorio y se quedó allí. Me parecía que estaba llorando. No sabía qué debería hacer yo si ella estaba llorando. Luego se puso de pie, gritó y salió de la habitación.

En ese momento, yo estaba aterrorizada. ¿Tendría que calmarla? ¿Era esa mi misión? No sé calmar. Yo no calmo a nadie. Yo anoto. Me quedé paralizada en la cocina y pensé seriamente en escaparme, pero en un impulso de desarrollo de personaje, digno de la propia Elyse, superé mi alma de gallina y me lancé a seguir a Molly Khan, que había salido no solo de la habitación sino también de su casa.

Ilustración de tinta abstracta

Stephanie Arnett

Afuera, una espesa niebla se había asentado a lo largo de la costa, y no pude localizar ninguna aparición de bruja. Di varias vueltas, busqué por delante de la casa, miré a un lado del camino y a otro, rastrillé la costa con mis ojos. Nada.

Luego me acerqué con mucha cautela al acantilado, donde vi a una silueta que paseaba por la playa más abajo. Rápidamente bajé las escaleras que iban en zigzag y encontré a Molly dando vueltas en la arena, con la mirada fija en la niebla. Los músculos de su cara estaban tensos. En su pelo había migas, junto con un tallo de hierba costera que se resistía. El viento azotaba el agua, picaba mis ojos, sacaba lágrimas. También había lágrimas en los ojos de Molly.

—NO FUNCIONÓ —gritó por encima del viento—. Esto es lo que pasa. Como un bucle, todo este año. Creo que tengo el final, y me emociono mucho, pero me doy cuenta de que no puedo publicarlo, porque no es lo que se merecen. ¡ESTÁN POR ENCIMA DE MÍ, EMILY! ¡No puedo escribir lo que se merecen!

Si hubiera encontrado el cuerpo desplomado de Molly en la playa, en vez de su rostro ceñudo, no me habría sorprendido; y fue esa conclusión que me hizo reaccionar.

Porque, como he mencionado antes, una idea había ido creciendo en mi mente. Se me ocurrió por primera vez en el avión, pero la silencié. Reapareció en el camino, pero de nuevo, la empujé a un lado, porque entendí lo peligroso que era. Ahora, sin embargo, vi lo mucho que sufría Molly Khan y me di cuenta, al igual que ella, que nunca terminaría este libro de la manera que ella, o cualquiera de nosotros, había planeado.

¿Qué le había dicho el embajador Agora a Elyse Flayme en el tercer libro? "No podemos deshacer estas maldiciones con el mismo tipo de magia que las creó".

Estaba segura de lo que Molly Khan tenía que hacer, así que se lo dije.

Me miró, allí en la playa, con los ojos entrecerrados. Me pidió una aclaración: "¿Podría...?".

Ella era la diosa de un mundo moribundo. Por supuesto que podría.

Subimos a su casa, donde Molly preparó un buen desayuno. Por primera vez, noté una luz en ella. Desde que llegué, y durante todo el año anterior, su cerebro había estado zumbando, buscando, captando. Sin éxito. Ahora, Molly lo dejó descansar. Me dio un plato de huevos, perfecto, luego llamó a su gran y terrible agente. Cuando Molly explicó mi idea, la respuesta de su agente hizo temblar el altavoz del teléfono: "ESTO ES ABSOLUTAMENTE DESCABELLADO. ME ENCANTA. QUIERO DECIR, LO ODIO. ¡PERO ME ENCANTA!".

Supongo que saben lo que su agente odiaba pero que le encantaba a la vez, porque han leído el comunicado de Molly y quizás algunas de las reacciones al mismo, pero por si acaso, y para algún miembro de la junta, aprovecharé esta oportunidad para hacerlo perfectamente claro:

Molly Khan no presentará su séptimo libro, pero la serie no quedará sin terminar.

Recuerden: Molly Khan conserva todos los derechos sobre Elyse Flayme y su mundo, y esos derechos incluyen el poder de pasarlos al dominio público, lo que acaba de hacer.

Ahora cualquiera puede escribir su propio final, y no solo en los oscuros confines de fan fiction, sino en la aglomeración del mercado. Pueden publicarlo, venderlo, convertirlo en una película. De repente, Molly Khan ha cedido su control sobre Elyse Flayme. Ha rechazado el saco de lingotes de oro que llevaba yo, y todos los cheques gigantes que podrían haber llegado, y se lo ha dado todo a... ¿cualquiera que lo quiera?

No podemos deshacer las maldiciones con el mismo tipo de magia que las creó.

No se preocupe: no se le negará su última fuente de dinero. ¡Al fin y al cabo, el dominio público también está abierto para ustedes! Puede encargar un final a uno de los compañeros de Molly, o buscar el mejor que brota del fermento de los fans. No obstante, todos los demás editores pueden hacer lo mismo, así que será mejor darse prisa.

El servicio de streaming tendrá total libertad creativa, y para ellos será terrorífico. ¿Qué final elegirán? ¿Cómo lo justificarán? Conocen a los seguidores; les dan miedo; y ya no tienen a Molly para protegerlos. Esto me hace muy feliz.

Aquí está el último truco: Molly escribirá su propio final. Será algo de uno de sus cuadernos; hay mucho para elegir. Lo publicará tal y como lo hizo al principio, en sus días de fan fiction, usando un seudónimo. Mientras todos estudien el océano de alternativas, tendrán que preguntarse: ¿esto lo escribió ella? ¿Acaso importa?

Cuando dejé a Molly en Bodega Bay, la mujer estaba de nuevo sentada en su escritorio, pero parecía diferente. No hubo ese sonido demoníaco de teclado. Tecleaba como una persona normal, poco a poco, antes de ponerse de pie para dar una vuelta por la habitación. La energía desesperada se había disipado. Revisaba sus estanterías llenas de libros, sacaba libros para buscar algo. Cuando me fui, Molly estaba tumbada en el sofá, hojeando Cándido, con las piernas levantadas en el aire. Llevaba puestos unos pantalones de verdad. La Tolkien Verde se ha ido, desterrada, arrojada desde ese acantilado. Ella ha vuelto a ser, y seguirá siendo, Molly Khan.

¿Realmente creíamos que podíamos hacer algo bueno, comprando y vendiendo esta ficción sobre el cambio climático dentro del mismo sistema que está calentando el mundo? No me eximo. "Gracias también a Emily Boreal, que lo entiende", escribió Molly, pero yo no. Tomé un avión para llegar a ella. Conduje un coche por la costa. Al final, quería que Elyse Flayme los matara, a los estúpidos y codiciosos; quería la emoción de la sangre en las páginas y luego un vuelo seguro de vuelta a casa.

Estoy en un tren ahora mismo, que va de Oakland a Chicago. Probablemente ya se han dado cuenta: este mensaje es mi dimisión. Gracias por haberme enviado a Molly, para poder ayudarle a abrir esta puerta, por la que ahora pasaré. Tengo mi propia visión del final de Arrenia. Es más oscura de lo que se imaginan. Crecí con Elyse Flayme, y ahora tengo algo que quiero decir a través de ella. Con ella. Les enviaré mi manuscrito cuando esté listo; tal vez sea el que publiquen. Molly me presentó a su agente, que es el rey de los demonios.

Mientras tanto, no tengan miedo. Si alguna vez creyeron de verdad en los millones de lectores de Molly, no solo como consumidores, sino también como colaboradores y creadores, entonces crean en ellos ahora también.

Molly eligió el título del libro antes de saber en qué se convertiría. The Final Flood [El diluvio final] no es una historia que se pueda controlar; son miles de ellas e incontrolables. ¡El control es lo que nos trajo aquí! Conocí a Elyse Flayme en una gran cadena de librerías y estoy agradecida por eso. Pero ahora tenemos que dejarlo atrás. No podemos deshacer estas maldiciones con el mismo tipo de magia... Ustedes lo entienden.

He estado en este tren durante dos días; ahora está pasando por Denver. Estoy buscando "Elyse Flayme" en todas las grandes librerías online, y ya están apareciendo, todos los finales diferentes, autoeditados, totalmente legales, escalando las posiciones de venta: Elyse Flayme and the Burning TowerLast Spell; Moon’s PromiseNew MagicAbsolutely Shortest Shorts.

¿Cómo escribieron estas historias tan rápido? Solo puede haber una explicación: ya las estaban escribiendo.

Robin Sloan es el autor del 'best-seller' de 'The New York Times' 'Mr. Penumbra’s 24-Hour Bookstore and Sourdough'.

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