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Cadenas de bloques y aplicaciones

La cripto-revolución se vende bien, pero no tienes por qué participar

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La cripto-industria está invirtiendo mucho para que cada vez más personas participen en ella. Eso no significa que haya que hacerlo

  • por Rebecca Ackermann | traducido por Ana Milutinovic
  • 18 Mayo, 2022

Si entendemos la cantidad de espacio publicitario como un indicador Estados Unidos ya es un entorno ‘cripto’. Las vallas publicitarias con criptomonedas rodean el Área de la Bahía de San Francisco, bordean las autopistas de Los Ángeles y uno no puede subir a un tren en Nueva York sin encontrarse con un anuncio sobre una criptomoneda o plataforma deinversión. Algunas personas famosas, como Gwyneth Paltrow, promocionan estas plataformas y la transmisión del Super Bowl de este año estuvo repleta de anuncios de criptomonedas de gran presupuesto. Estos pregonaban la oportunidad de volverse rico y "hacer historia", como aseguró una versión muy rejuvenecida de LeBron James hecha con CGI.

Pero a pesar de su omnipresencia y su desmesurado gasto, estos anuncios omiten cualquier descripción sobre lo que realmente es una criptomoneda o lo que de verdad venden esas ‘cripto-empresas’ como Bitcoin en plataformas de intercambio como FTX, Coinbase y Crypto.com. Existe una buena razón para ello. Aunque la industria ha sido buena para especuladores afortunados con dinero disponible para arriesgar y tiempo para descubrir cómo hacerlo, hoy en día tiene poco que ofrecer al usuario medio o a las personas no habituadas a invertir.

El término "cripto" se ha convertido en una especie de cajón de sastre para la tecnología que se ejecuta en una cadena de bloques (blockchain). A menudo el concepto se refiere solo a criptomonedas como Bitcoin. Pero también puede significar, de manera más amplia, un conjunto de aplicaciones web tokenizadas (denominadas de manera colectiva Web3) que funcionan, generalmente, en la red Ethereum. La mayoría de los proyectos son profundamente extraños, otra parte de ellos aparentan ser potencialmente prometedores, y hay una buena parte que parecen poco más que estafas. A pesar de ello, las criptomonedas atrajeron más de 30.000 millones de dólares (28.828 millones de euros) en inversiones de capital de riesgo el año pasado y casi 4.000 millones de dólares (3.844 millones de euros) en lo que va de año. Además, están surgiendo nuevos cripto-fondos como la empresa de 1.500 millones de dólares (1.441 millones de euros) de la exfiscal federal Katie Haun. Meses después de su fundación, las nuevas cripto-startups cuentan con valoraciones de miles de millones de euros, y Paris Hilton ha defendido sus inversiones en NFT en el programa The Tonight Show. Listos o no, las criptomonedas vienen a por nosotros.

Los entusiastas de las criptomonedas afirman que esta industria revolucionará los sistemas financieros. Al descentralizar el comercio, las criptomonedas arrebatan las riendas a los bancos que ya nos han traicionado en el pasado y a los guardianes de las Big Tech que han retenido a los creadores e innovadores como rehenes con sus algoritmos sesgados y comisiones elevadas. El mantra populista de los cripto-creyentes es "WAGMI" o We’re all gonna make it que significa "Todos lo lograremos". La comunidad lo ha publicado en Discords, en Twitter y en un vídeo musical de Randi Zuckerberg (que da mucha vergüenza ajena), para fomentar el compromiso con la causa tras las frenéticas oscilaciones de precios de las criptomonedas.

Pero por ahora, la ‘cripto-industria’ no ha cumplido su promesa democratizadora. "Históricamente, estos reclamos a menudo se originan en grupos de personas que ya tienen una cantidad significativa de poder y privilegios, que buscan consolidar y mejorar ese poder en un nuevo ámbito", afirma Mar Hicks, historiadora de tecnología, género y trabajo y autora de Programmed Inequality. De hecho, aparte de unos pocos afortunados, las cripto-riquezas parecen fluir principalmente hacia los cripto-ejecutivos y experimentados capitalistas de riesgo de Silicon Valley, que necesitan que la gente común continúe invirtiendo en la industria para que pueda seguir creciendo. En septiembre de 2021, casi 9 de cada 10 estadounidenses encuestados habían oído hablar de las criptomonedas, pero solo el 16 % de ellos las había usado. Sin embargo, ya se han perdido miles de millones de euros a causa de estafas y timos.

No existe una idea clara sobre cómo las criptomonedas cambiarán exactamente el futuro de las finanzas o la web, y es poco lo que se puede hacer si compramos algunas de ellas. No obstante, la ‘cripto-industria’ se ha disparado de una forma demasiado grande como para ignorarla. Podríamos bloquear la letanía de los mensajes pagados, pero es probable que todos sintamos los efectos del impacto de las criptomonedas en la sociedad, independientemente de si decidimos participar o no.

No obstante, también ocurren algunos cambios beneficiosos, escondidos bajo la bravuconería repleta de estrellas. El protocolo de cadena de bloques de red distribuida en el que se basan las criptomonedas se está abriendo camino hacia los back-ends de industrias tradicionales como la financiera y la farmacéutica, ofreciendo beneficios reales, en su mayoría desconocidos, como la velocidad y la transparencia transaccional. Más allá de la retórica utópica, de los reguladores que quieren ponerse al día y de la posible reorganización de las plataformas web, parece que la contribución positiva más duradera de las criptomonedas a la historia puede ser algo más cercano a un protocolo invisible como Bluetooth que a una revolución financiera mundial.

Para comprender la industria de las criptomonedas, primero tenemos que separar sus tres piezas principales, una tarea que evitaron hacer los anuncios de la Super Bowl en favor de los tópicos y del actor Larry David vestido con traje de época.

El primer elemento son las criptomonedas que, a pesar de ser Ether (ETH) y Bitcoin (BTC) las más populares, se cuentan en más de 10.000 en todo el mundo. Estas pueden distinguirse en monedas o tokens. Mientras que los tokens representan un activo (acceso a una conferencia, por ejemplo, o una representación digital de un elemento físico como un contrato); las criptomonedas tienen poder adquisitivo: capacidad de comprar tokens y, algún día, una amplia variedad de otros bienes.

El segundo elemento es la cadena de bloques o blockchain, que, a pesar de su forma tan singular, no es solo una cosa. Es un tipo de protocolo back-end que utiliza "mecanismos de consenso" (en lugar de autoridades tradicionales como bancos) para aprobar intercambios y libros de contabilidad visibles (en lugar de registros privados) para registrar esos intercambios. La historia de la cadena de bloques está entrelazada con la de las criptomonedas: un ingeniero, o un grupo de ellos, con el seudónimo Satoshi Nakamoto usó este protocolo para diseñar Bitcoin en 2008.  En medio de la crisis financiera de EE UU, Bitcoin iba a ser un sistema nuevo y descentralizado que permitiría a "dos partes realizar transacciones directamente entre sí sin la necesidad de un tercero de confianza," eliminando así a los intermediarios, como los bancos. Con blockchain, escribió Nakamoto, las finanzas podrían ser solo entre pares (peer-to-peer), y cada transacción se agregaría a un registro inmutable.

concepto de anuncio criptográfico nocturno

La tercera pieza de la ‘cripto-industria’ es Web 3.0, o Web3, término acuñado en 2014 por el cofundador de Ethereum Project, Gavin Wood. Ampliando las ideas de Nakamoto, Wood se imaginó un internet completamente descentralizado, donde las personas puedan usar tokens digitales para hacer negocios online en lugar de depender de las plataformas de las Big Tech como Amazon o Google para manejar la seguridad, el almacenamiento, los pagos y todo lo demás que mantiene internet en marcha. El concepto de Web3 es un contenedor para criptomonedas y blockchain que propone una economía digital totalmente nueva en la que las personas llevan una variedad de criptomonedas en una billetera digital. Y de esta manera, puedan comprar bienes y servicios de otras personas, o simplemente dar propina a los creadores del contenido que disfrutan. En esta visión (todavía teórica), el mundo Web3 se parece a un enorme centro comercial, en el que cada tienda acepta el pago con tarjetas de regalo que se deben comprar antes de entrar con dinero real. Supuestamente, muchas empresas están trabajando para hacer realidad esta idea. Pero en la actualidad las compañías más grandes de "Web3" todavía siguen siendo plataformas de intercambio de criptomonedas, las propias criptomonedas o las herramientas para respaldarlas. No obstante, con tantos fondos circulando, esto puede cambiar pronto.

¿Qué puede hacer una persona normal con todo esto? ¿Deberíamos ser valientes, como sugiere Matt Damon en su anuncio de Crypto.com TV, y convertir el dinero real en Bitcoin? ¿Deberíamos elegir entre las más de 150 ‘cripto-billeteras’ disponibles para empezar nuestro viaje hacia el centro comercial del futuro? Si usted quiere hacer algo con su dinero (comprar entradas para ver una película o dividir la cuenta entre amigos), la respuesta es no, todavía no deberíamos seguir sus consejos. Y especialmente si no disponemos de un colchón financiero nos proteja en el caso de perderlo todo.

¿Qué puede hacer una persona normal con todo esto? ¿Deberíamos ser valientes, como sugiere Matt Damon en su anuncio de Crypto.com TV, y convertir el dinero real en Bitcoin?

Catorce años después de la aparición de Bitcoin, la mayoría de las personas normales pueden entrar en el ‘cripto-mundo’ invirtiendo en criptomonedas. Eso significa comprar monedas o tokens y esperar a que su valor suba. La compra requiere del uso de una plataforma de intercambio de criptomonedas de terceros como Coinbase o FTX, que cobran comisiones por el intercambio y tienen diferentes niveles de seguridad.

Además de invertir en las monedas, también se pueden usar criptomonedas para comprar arte NFT: tokens únicos o "no fungibles" que a menudo aparecen como una imagen o un vídeo, pero también pueden ser audio. El arte NFT también es una inversión, aunque hasta hace poco, no se podía hacer mucho con él más allá de mostrarlo como un avatar o introducirlo en un videojuego (actualmente se puede usar también para obtener acceso a algunas ‘cripto-comunidades’ exclusivas). A pesar de eso, se ha convertido en una gran moda. Martha Stewart lanzó su colección navideña de fotos NFT de su granja, Justin Bieber gastó más de un millón de dólares en el Bored Ape NFT y la productora de Reese Witherspoon, Hello Sunshine, anunció que adaptaría colecciones NFT para películas. Los NFT se podrían utilizar para hacer contratos digitales seguros y rastreables para activos del mundo real como coches y casas. Pero estas aplicaciones siguen siendo raras exceptuando pocos experimentos de moda; los requisitos legales hacen que esos procesos sean difíciles de sustituir por completo.

Las criptomonedas también se pueden usar para hacer donaciones a organizaciones benéficas como Save the Children y United Way (algo facilitado por terceros como The Giving Block, que cobra sus propias comisiones), o incluso a países; Ucrania recibió más de 50 millones de dólares (48 millones de euros) en ‘cripto-donaciones' después de que la cuenta oficial de Twitter del Gobierno del país publicara la información de su monedero de Bitcoin y Ethereum. TurboTax ha anunciado recientemente que permitirá a sus usuarios reinvertir automáticamente reembolsos de impuestos en criptomonedas a través de una colaboración con Coinbase. Pero es importante tener en cuenta que nadie promete una forma de pagar impuestos con criptomonedas. De hecho, hay pocas características sobre las criptomonedas que se parezca a una moneda actual.

625 millones de dólares (600 millones de euros)

El monto (por el valor de cambio en ese momento) robado en un solo hackeo de blockchain, informado en marzo.

Cuando se compra una, la criptomoneda se agrega a la billetera del comprador (esa palabra promete el mismo tipo de poder adquisitivo diario que las tarjetas de crédito y el dinero en efectivo). Pero sigue siendo difícil y caro enviar criptomonedas de una persona a otra, o entre individuos y pequeñas empresas. Ambas partes deben tener billeteras compatibles (no se pueden enviar Bitcoins desde una billetera Ethereum, por ejemplo) y el remitente debe introducir la identificación de la billetera del destinatario, que generalmente tiene más de 20 caracteres. Enviar criptomonedas a otra billetera puede tardar desde unos minutos hasta horas, dependiendo de lo ocupada que esté la red, y no existen medidas de seguridad para garantizar que haya llegado a la persona correcta; si por error no se introduce un dígito y se envían las criptomonedas a la billetera equivocada, mala suerte, no se puede corregir.

Luego están las comisiones. Hay que pagar por crear una billetera, y más para enviar criptomonedas o cambiar dinero real por criptomonedas. Ethereum, por ejemplo, tiene "comisiones de gas", medidas en gwei, que pagan los usuarios para realizar transacciones y los mineros cobran por agregar esas transacciones a la cadena de bloques. Además de las diferencias entre criptomonedas, las comisiones varían según el tipo de transacción, las preferencias de velocidad y seguridad, las billeteras y las plataformas de intercambio. Además, pueden fluctuar según el tráfico, el precio de la moneda y los cambios en las normas de la empresa. Todo esto hace que antes de empezar una transacción, los costes sean muy difíciles de predecir. Y para transferencias más pequeñas, el usuario podría terminar gastando un gran porcentaje del monto original en comisiones. En el momento de escribir este artículo, trasladar 5 dólares (4,8 euros) en bitcoins entre Coinbase—que aloja una billetera popular— y una cuenta bancaria tradicional de EE UU cuesta alrededor de 1 dólar (0,96 euros); transferir 5,13 dólares (4,93 euros) en ETH (.0017 ETH) de una billetera a otra cuesta 4,46 dólares (4,29 euros) en comisiones. Como las comisiones de Ethereum pueden ser tan altas, los inversores inteligentes a veces esperan para realizar transacciones durante la noche porque hay menos tráfico.

Algunas empresas, como la start-up Paymobil de YCombinator, trabajan para que transferencias pequeñas sean más fáciles y económicas. El objetivo de Paymobil es que sus usuarios puedan enviar cualquier forma de moneda a un número de teléfono o dirección de correo electrónico (sería un Venmo internacional con criptomoneda como motor). Pero no se trata de una perspectiva trivial. Cuando se lanzó esta start-up, en 2020, las comisiones de transacción de Ethereum (la red que utiliza la empresa) eran de unos 20 centavos del dólar (19 céntimos de euro) para pequeñas transferencias. Pero a medida que Ethereum ha ido ganando más popularidad, las comisiones se han vuelto prohibitivas para lo que Paymobil quiere realizar. El fundador, Daniel Nordh, explica que la empresa actualmente subvenciona las comisiones de transacción de los usuarios y busca la manera de seguir adelante. Ethereum desarrolla herramientas más rentables que podrían funcionar. Bitcoin, por su parte, tiene un enfoque diferente con comisiones más bajas, pero menos seguras. "Probablemente todavía estamos a otra generación de distancia para que la tecnología esté lista para este tipo de comisiones de baja transacción", opina Nordh.

Los usuarios más grandes tampoco han conseguido peer-to-peer-cripto. PayPal y Venmo (propiedad de PayPal) han afirmado admitir las criptomonedas desde principios de 2021. Pero si analizamos más detalladamente sus servicios veremos que, aunque las plataformas permiten a los clientes de EE UU comprar, vender o intercambiar criptomoneda (básicamente invertir), no pueden enviar criptomonedas a otros usuarios o pagar directamente con ella. Los usuarios de PayPal que reúnen los requisitos pueden usar criptomonedas para compras si las convierten primero a moneda fiduciaria. A pesar de que Coinbase afirma en su web que "el futuro del dinero está aquí", parece que todavía no hay mucho que la gente común pueda hacer con el dinero del futuro.

Es difícil gastar las criptomonedas pero resulta bastante fácil perderlas y, a medida que la industria crece, también aumentan las pérdidas. Sin las protecciones establecidas en sistemas financieros tradicionales (como protocolos "Know Your Customer" (Conozca a su cliente) o KYC, que requieren verificación de identidad para realizar transacciones financieras), los estafadores han engañado a los cripto-inversores (en su mayoría personas con objetivos similares a esos anuncios) por más de 14.000 millones de dólares (13.443 millones de euros) el último año, casi el doble de lo perdido el año anterior. Y las pérdidas siguen en aumento. A finales de marzo, por ejemplo, Sky Mavis informó que un hacker había robado criptomonedas valoradas en 625 millones de dólares (600 millones de euros) de la cadena de bloques detrás de su juego de pago AxieInfinity.

Incluso si las billeteras no acaban pirateadas o los cripto-activos liquidados, las personas se enfrentan al riesgo de la extrema volatilidad de los cripto-mercados. El valor de Bitcoin cayó más del 20 % en un solo día varias veces en los últimos seis meses.

96.000 millones de dólares (91.946 millones de euros)

El valor estimado del CEO de Binance, Changpeng Zhao, a finales de 2021.

"Me preocupa el acceso y el uso indebido", confiesa Afua Bruce, experta en política social y tecnología y autora de The Tech That Comes Next. "Cuando desarrollamos nuevas tecnologías, tenemos que saber quiénes son las personas para las que las estamos construyendo. ¿Podrán usarlas? ¿Cómo será la continuidad? ¿Cómo está eso realmente empoderando a las comunidades para las que decimos que las estamos construyendo? No sé si esas preguntas se han planteado y respondido para blockchain".

De hecho, la relación de la cripto-industria con su comunidad parece ser depredadora. El "nosotros" en "WAGMI" es un pequeño grupo de jugadores previsibles que se están enriqueciendo con los riesgos asumidos por la gente común. En efecto, en diciembre de 2021, el 0,01 % de los usuarios de Bitcoin controlaban el 27 % de la moneda—una proporción mucho más desigual que la de la propiedad de dólares en EE UU, un dato no halagador para empezar. Y como no están respaldadas por ningún activo real, el valor de las criptomonedas crece a medida que aumenta la demanda. Cuantas más personas deciden participar, suben las carteras y los fondos de capital riesgo de los cripto-directivos.

Existen muchos usos del marketing en tecnología: puede crear conciencia sobre una nueva tecnología o ayudar a construir una base de usuarios antes de la monetización. Ambas cosas ocurren en el cripto-mundo. Pero si el marketing convence al número suficiente de personas para que conviertan su dinero real en criptomonedas, también se pueden pagar las facturas de la industria.

Las cripto-empresas ya han convertido a personas de sus equipos directivos en multimillonarios. Un ejemplo es Sam Bankman-Fried, CEO de FTX que tiene 30 años y empezó su corta carrera en finanzas tradicionales y ya tiene un estimado de 24.000 millones de dólares (22.986 millones de euros). Bankman-Fried es actualmente el estadounidense más rico en criptomonedas, pero había otros seis "cripto-multimillonarios" en la lista de Forbes de 2021 de los estadounidenses más ricos. Y eso es solo en EE UU; el CEO de Binance, Changpeng Zhao, que ha encontrado su nueva base en Dubái (Emiratos Árabes Unidos) desde que China prohibió las criptomonedas, a finales de 2021 tenía 96.000 millones de dólares (91.946 millones de euros) (pero esa cantidad se redujo a 63.000 millones de dólares (60.339 millones de euros) a principios de abril). Aunque el lanzamiento de Web3 promete una utopía igualitaria, la distribución actual de cripto-riqueza se alinea más estrechamente con el capitalismo de última etapa. "El capitalismo está encantado de poder vender un producto real y obtener una pequeña ganancia", destaca David Golumbia, cripto-crítico y autor de The Politics of Bitcoin,. "Pero le encanta aún más vender una estafa. Nunca hay que subestimar el poder de una gran cantidad de dinero y de la palabrería engañosa para persuadir a mucha gente a hacer algo". Y a medida que cada vez más personas se creen la visión que presentan los anuncios, la riqueza de esos cripto-multimillonarios sigue creciendo.

"Nunca hay que subestimar el poder de una gran cantidad de dinero y de la palabrería engañosa para persuadir a mucha gente a hacer algo".

David Golumbia

Las próximas decisiones sobre regulación darán forma significativa al futuro del cripto-consumo. El año pasadoFacebook descartó su criptomoneda naciente, Diem, anteriormente llamada Libra, tras un serio escrutinio regulatorio. Es probable que no sea la última empresa en hacerlo. Las agencias federales de EE UU han tomado recientemente otras medidas más agresivas  contra algunas plataformas de intercambio de criptomonedas por ofrecer lo que consideran productos de inversión no autorizados. En octubre de 2021, el Departamento de Justicia de EE UU creó un grupo de trabajo para investigar cómo los mercados de criptomonedas facilitaban algunas actividades ilegales como el blanqueo de dinero. En marzo, el presidente Biden firmó una orden ejecutiva dirigida a las agencias financieras para crear una estrategia de regulación de las criptomonedas completa. Además, como muchas otras naciones, EE UU se plantea la creación de su propia moneda digital regulada, denominada CBDC (por central-bank digital currency o "moneda digital del banco central"). No se trata de una criptomoneda, pero sí podría ofrecer niveles similares de eficiencia. Actualmente, muchas plataformas de intercambio de criptomonedas intentan limitar la volatilidad usando stablecoins privadas, un tipo de criptomoneda vinculada a un activo real como puede ser el dólar. Si EE UU crea su CBDC, podría competir con esas monedas o incluso incitar al Gobierno a prohibirlas por completo. El propio CEO de FTX, Bankman-Fried, predice que las decisiones de la Reserva Federal de EE UU serán los principales impulsores del mercado de criptomonedas en los próximos meses de 2022.

Aun así, como hemos visto en la banca tradicional, la regulación tiene sus limitaciones. Con la cantidad de dinero que se invierte en criptomonedas y tantos actores poderosos en Silicon Valley invirtiendo en su éxito, la industria podría encontrar una manera de prosperar incluso con grandes restricciones. Dentro de cinco años, es posible que las start-ups de Web3 aún estén descubriendo cómo las criptomonedas serían útiles para la gente común, pero parece probable que todos sintamos durante mucho tiempo los efectos ambientales y sociales de este momento tan complicado.

Concepto de criptografía de máquina expendedora


Si bien las criptomonedas de consumo todavía se parecen a una ciudad pionera con bateas de oro y comerciantes fraudulentos, el panorama de los no consumidores presenta una imagen muy diferente. Varias empresas como las de servicios bancarios corporativos, gigantes farmacéuticas, productoras de cine y compañías de transporte internacional ya están utilizando cadenas de bloques por su transparencia y eficiencia. Esos esfuerzos podrían traer a la era digital algunos procesos antiguos, lentos y, a veces, basados en papel, e incluso ayudar a las industrias a cumplir con nuevos requisitos reglamentarios.

Ripple, la empresa que tiene más de 500 empleados en nueve oficinas en todo el mundo, es un ejemplo de eso. Al igual que una versión mucho más grande del servicio de transferencia de dinero basado en criptomonedas de Paymobil, Ripple utiliza su propio token de cadena de bloques como puente entre monedas. Esta estrategia permite que cientos de clientes corporativos, incluidos Bank of America, Santander y SBI Remit de Japón, reduzcan los costes de operaciones causados por las diferencias de zona horaria y procesos de liquidación manual.

Contrariamente a la retórica radical de sus cripto-contemporáneos, Ripple utiliza la velocidad que ofrecen las monedas digitalizadas para mejorar los procesos bancarios antiguos, en lugar de sustituirlos. En línea con esta idea de reformar, no reemplazar, Monica Long, la directora general de RippleX, ve la regulación e incluso la CBDC como parte de la evolución de blockchain para las empresas, y de las operaciones financieras en general, para los próximos años. "Tanto los clientes como los usuarios se beneficiarán de una mejorada infraestructura, experiencia de usuario, claridad normativa e interoperabilidad, mientras las criptomonedas se convierten en un elemento fundamental de la nueva normalidad en las finanzas", señala Long.

El caso de uso que más ha transformado la industria hasta el momento, aunque quizás el de menos chispas, podría ser MediLedger Network y su organización, Chronicled. En 2013, el Gobierno de EE UU aprobó la Ley de seguridad de la cadena de suministro de medicamentos, afirmando que para 2023 la industria farmacéutica debería crear un sistema digital para rastrear medicamentos recetados para evitar la falsificación. La asistencia sanitaria y las ciencias biológicas son conocidas por sus sistemas antiguos y no interoperables, y los requisitos de la ley exigían una forma completamente nueva de trabajar. La CEO de Chronicled, Susanne Somerville, pensó en que a lo mejor una cadena de bloques privada (un sistema cerrado y autorizado, a diferencia de las cadenas de bloques públicas como Bitcoin) podría ofrecer un entorno seguro y compartido en el que los actores farmacéuticos como Pfizer y Gilead podrían trabajar juntos. Después de varios años de analizar las normas y objetivos comerciales, Chronicled lanzó en 2019 MediLedger Network, un grupo de grandes compañías farmacéuticas. Chronicled les brinda una variedad de servicios, como un índice a prueba de falsificación de ID de productos verificados y acceso a tiempo real a las actualizaciones de precios públicos. Puede que estas soluciones tan específicas no sean lo que las personas suelen asociar con la tecnología blockchain, pero son fundamentales dentro de la industria farmacéutica. "Casi todo el mundo piensa en estas ideas tan ambiciosas, pero resulta difícil llegar allí", resalta Somerville. "No obstante, hay muchas cosas menos atractivas que en realidad son fundamentales".

Los usos de la cadena de bloques por parte de Ripple y MediLedger podrían dar paso a medicamentos más seguros y transferencias de dinero más rápidas para la gente común, sin necesidad de crear una billetera digital o intercambiar monedas. ¿Y qué ocurre en cuanto al cripto-consumo? Si el tono ensordecedor de la industria para una revolución financiera suena demasiado bueno para ser verdad, es porque lo es. Hasta que no consiga ofrecer usos asequibles y cotidianos de las nuevas criptomonedas y amplias protecciones contra el fraude y las estafas, es mejor que nos quedemos con el dinero en efectivo y los sistemas bancarios tradicionales que unirnos al desfile de los cripto-impulsores que aparecen en nuestras pantallas y por todas las ciudades.

Rebecca Ackermann es una escritora, diseñadora y artista que vive en San Francisco .

Corrección: una versión anterior de esta historia decía que los usuarios no pueden pagar las compras en PayPal con criptomonedas. La historia se actualizó para reflejar que las compras se pueden realizar con criptografía en la plataforma, primero convirtiendo las monedas a moneda fiduciaria.

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