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Las 'apps' de tareas domésticas: ¿equiparan o perpetúan estereotipos de género?

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En vez de reducir la carga de las labores del hogar, estas aplicaciones se suelen convertir en una preocupación más

  • por Tanya Basu | traducido por Ana Milutinovic
  • 03 Junio, 2022

Hace unos años, Jamie Gravell necesitaba ayuda. Trabajaba a tiempo completo como asistente de investigación mientras terminaba su tesis. Su hijo acababa de cumplir dos años y las tareas domésticas se acumulaban, por más que le pedía continuamente a su esposo que ayudara más. Así que se descargó Cozi, que es un ejemplo de una solución cada vez más popular: apps de tareas diseñadas para ayudar a las familias a repartir las labores domésticas de manera más justa. Gravell esperaba que su esposo trabajara más en casa de esa forma y así redujera la carga que asumía ella sin tener que pedírselo.

Pero fue un desastre. "No se resuelve el problema regañando a otra persona o haciendo de padre a la pareja. No empodera ni involucra a la otra persona para que sea parte del equipo familiar", resalta Gravell, quien dejó de usar la app tras una semana. "Simplemente no funcionó", admite.

Sobre el papel, las apps de reparto de tareas de casa podrían ayudar a resolver el problema muy real de que las mujeres con parejas heterosexuales aún asumen una cantidad desproporcionada de las labores del hogar. Estas apps podrían provocar que los hombres participen más de las responsabilidades de pareja. Pero como descubrió Gravell, estas apps en realidad podrían hacer exactamente lo contrario.

Habitualmente este tipo de apps acaban obligando a las mujeres, y especialmente a las madres, que suelen tener menos tiempo y peor estado emocional, a asumir la carga adicional de usar la tecnología para asignar las tareas domésticas. De hecho, según los datos de Cozi, el 90% de sus usuarios están casados o comprometidos, el 86% son mujeres y el 86% tienen niños en casa. En otras palabras, a pesar de que la herramienta aparentemente está diseñada para facilitar su trabajo, termina dando a las mamás una cosa más que hacer. Cozi no respondió a nuestras solicitudes de comentarios antes de esta publicación.

Las mujeres no tenemos tiempo para esto. Durante las últimas décadas, las norteamericanas han asumido más tareas domésticas que nunca, pese a que el 25% de ellas ganan más que sus maridos, según el reciente estudio de la economista de la Universidad de Bath en Reino Unido Joanna Syrda. Una frase que Syrda me dijo que había escuchado una y otra vez de las madres trabajadoras es "estamos agotadas".

Un reparto más justo

Las apps de tareas domésticas están diseñadas para ayudar a repartir de manera más justa las labores de casa dentro de una familia, pero todas funcionan de forma diferente. Algunas, como Cozi, tienen un solo miembro del hogar que delega las tareas a los demás. Suelen ser el tipo de app más popular, pero como descubrió Gravell, su limitación es el hecho de que ponen la responsabilidad en una sola persona.

Algunas apps más recientes desafían ese modelo y ofrecen incentivos para realizar las tareas del hogar, a menudo mediante cosas lúdicas. Cortney Williamson probó una de esas apps, Nipto, después de sentirse resentida por la creciente cantidad de tareas domésticas que estaba asumiendo. La app permitía que Williamson y su esposo asignaran puntos para cada tarea del hogar en función de lo tediosa o desagradable que era y luego establecían recompensas (una comida de lujo o ir a ver una buena película) para la persona con la puntuación más alta.

Este sistema le gustó a Williamson porque tanto ella como su esposo son gamers y les funcionó. "La carga de trabajo cambió drásticamente. Todavía sigo haciendo un poco más, pero la división pasó de algo como 90-10 a más como 60-40", indica.. 

Algunas apps imitan el software empresarial. El fundador de la app Maple, Michael Perry, asegura que sus apps, inspiradas en las herramientas de trabajo como Slack y Trello, colocan las tareas en un "vertedero" donde los miembros de la familia pueden elegirlas a través del chat, sin necesidad de que una persona las delegue.

Otros métodos se inspiran en la investigación sobre la desigualdad doméstica. Rachel Drapper, investigadora asociada de la Escuela de Negocios de Harvard, ha trabajado en incorporar la investigación sobre cómo las parejas se pueden repartir con más éxito las tareas del hogar en una nueva app, FairShare. "Muchas soluciones están dirigidas a las mujeres, y pensamos que eso no estaba bien", señala. La solución de Drapper, que todavía es un prototipo, consiste reunir datos de colaboración colectiva sobre cómo las familias reparten sus tareas del hogar y utilizar los resultados para informar a otras parejas sobre lo que funciona y lo que no.

El problema consiste en que estas apps se enfrentan a una tarea enormemente difícil, al tratar de derrocar las normas sociales profundamente arraigadas: niñas en la cocina con sus madres, niños jugando con sus padres. Tales expectativas son parte de lo que deja a las mujeres en parejas heterosexuales realizando la gran mayoría del trabajo doméstico (las parejas del mismo sexo son considerablemente más igualitarias). Desde que las mujeres se convierten en madres, ese desequilibrio empeora.

Aun así, el problema no es si los hombres pueden tener un papel igualitario en las tareas del hogar, sino cómo. Los hombres en las culturas más igualitarias, como era de esperar, asumen una parte mucho más justa del trabajo doméstico. Y en esos lugares, si ninguno de los dos tiene el tiempo o la energía, el propio Gobierno puede acudir en su ayuda. En Suecia, que encabeza el Índice de Igualdad de Género en la UE, el estado paga la mitad de la factura por contratar los servicios para las tareas como lavar la ropa y limpiar la casa, lo que significa que muchas familias más ocupadas pueden permitírselo. Eso, a su vez, ayuda a las posibilidades de mayores ingresos de las mujeres. En Bélgica, un similar subsidio estatal para la contratación de los servicios para las tareas del hogar llevó a un aumento significativo en el empleo de las mujeres.

En Estados Unidos, sin embargo, muchas mujeres, y no solo madres, se encuentran en una situación de crisis, con pocas redes de seguridad como cuidado de niños o atención médica asequibles o subvencionados.

Ocultando las desigualdades

Parte de la razón por la que las apps tienen dificultades para hacer mella en la carga de tareas domésticas de las mujeres es que mucho trabajo que realizan las mujeres no es físico, sino mental y emocional. La carga aún recae principalmente sobre las mujeres para anticipar las necesidades de quienes las rodean y tomar decisiones cotidianas en nombre de la familia, señala la estudiante de doctorado en sociología de la Universidad de Harvard Allison Daminger. Estas tareas pueden incluir buscar la mejor oferta para un sofá o recordar que hay que pedir cita para que un hijo vaya al dentista. Es un trabajo que consume mucho tiempo, aunque en su mayoría está oculto a los demás.

El diseño de las apps de este tipo suele resaltar aún más el status quo: que generalmente son las mujeres las que delegan las tareas de casa. "No recuerdo ningún momento [en mi investigación] en el que un hombre hizo una lista para su esposa, pero me acuerdo de varios casos en los que una esposa hizo una lista para su marido", destaca Daminger.

La profesora asistente de sociología en la Universidad de Carolina del Sur Jaclyn Wong no solo es experta en el papel de las expectativas de género en la dinámica de pareja, sino también está probando su propia app, un calendario de tareas que trata de esquivar las trampas de género (la mujer se encarga de cocinar, el hombre se encarga del trabajo en el jardín) repartiendo todas las tareas domésticas entre ambos. Asimismo, va a poner por escrito exactamente lo que cada persona hace.

Williamson cree que volver visible de esta manera el trabajo invisible fue un gran beneficio de usar su app de tareas. "Me ayudó a darme cuenta de cuándo mi esposo contribuía, y ayudó a mi esposo a darse cuenta de que existían muchas más tareas además de barrer, pasar la aspiradora, cocinar y lavar los platos", señala la mujer.

Pero no todos disfrutan viendo esa discrepancia entre las contribuciones de una pareja. La investigación de Wong muestra que se trata de una batalla cuesta arriba: "Existe cierto rechazo. Algunas personas se ponen a la defensiva cuando se les enseñan las formas en las que no están siendo parejas por igual", señala. El riesgo es que las parejas descarten una app por ese motivo, aunque podría ayudarles a largo plazo.

Si bien las apps pueden ser de fácil acceso y uso, a menudo parece que ocultan las desigualdades de género en casa. De hecho, pueden estropear las relaciones si se las considera una "herramienta de gestión" en vez de una "herramienta de pareja", resalta la autora del libro que está a punto de publicarse Equal Partners, Kate Mangino, sobre cómo mejorar la igualdad de género en el hogar.

"Una de las formas en las que justificamos la desigualdad de género es 'Ella es la jefa y yo soy el ayudante'", explica Mangino, parafraseando cómo se podría sentir un esposo. Eso crea una extraña dinámica de poder que las apps simplemente refuerzan.

Lo más importante para el éxito de una app es la aceptación por parte de la pareja que ha estado haciendo menos, y eso es algo imposible de garantizar. "El trabajo de gestionar la app todavía se considerará como trabajo de la mujer. Hemos construido estas normas de que las mujeres y las madres tienen la última palabra" en este ámbito, según explica Wong. 

Al final, una app para repartir tareas no puede hacer mucho para lograr que una pareja esté dispuesta a colaborar, y no puede deshacer siglos de sexismo. Puede ayudar a hacer más visible quién hace qué en casa, pero no puede cambiar la situación a menos que ambos miembros de la pareja hayan aceptado la necesidad del cambio, y esa sigue siendo la mayor barrera.

"A menudo me contactan los creadores [de las apps de tareas], y la pregunta que les hago siempre es cómo va a garantizar la participación y el compromiso del hombre. Ese es el mayor obstáculo, y no conozco a nadie que lo haya superado", señala Daminger.

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