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Biotecnología

Efectos potenciales para la salud de la exposición a la radiación

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Hasta este momento, los niveles en el exterior de la planta presentan poco riesgo para la salud humana.

  • por Courtney Humphries | traducido por Joan Minguet (Opinno)
  • 21 Marzo, 2011

La central nuclear de Fukushima Daiichi en Japón afectada por el terremoto ha dado la alarma sobre los posibles efectos de la radiación para la salud. Sin embargo, hasta este momento, los niveles de radiación en el exterior de la planta siguen siendo relativamente bajos y es poco probable que cause problemas de salud.

Los efectos de la radiación dependen de la dosis que se recibe. Los efectos agudos de la enfermedad por radiación por lo general comienzan cuando una persona recibe una dosis de radiación de un sievert (la medida estándar internacional de exposición a la radiación) o superior. La mayoría de los trabajadores hospitalizados después del desastre nuclear que destruyó un reactor en Chernobil en 1986 estuvieron expuesto a una dosis estimada de entre uno y seis sieverts. Debido a que estos niveles se encuentran raramente, los niveles de radiación se acostumbran a expresar en milisieverts (una milésima de sievert) o microsieverts (una millonésima parte de un sievert). Para comparar, una radiografía de tórax implica alrededor de 0,2 milisieverts de radiación, y, en EE.UU., una persona promedio se expone a unos seis milisieverts de radiación al año, aproximadamente la mitad de los cuales proviene de fuentes naturales y la otra mitad de procedimientos médicos.

Los niveles de radiación en la planta de Fukushima han fluctuado ampliamente. Los niveles de emisión más altos hasta el momento son 400 milisievert por hora—tasa que es lo suficientemente alta para causar síntomas de enfermedad por radiación en dos o tres horas. Sin embargo, ese nivel bajó rápidamente, y las otras lecturas han sido mucho menores. El martes, las mediciones en la puerta de la central eléctrica oscilaron entre 0,6 milisievert por hora y 11,9 milisievert por hora, según la Agencia Internacional de Energía Atómica. El miércoles, los niveles en la puerta eran de 1,9 milisievert por hora, de acuerdo con el Foro Atómico Industrial de Japón. Los niveles de radiación, sin embargo, están cambiando rápidamente, y ha habido informes de un rápido aumento de éstos debido a problemas con las barras de combustible gastadas almacenadas. [ACTUALIZACIÓN 03/17/2011: Ha habido informes de tasas de hasta 250 milisievert/hora medidas sobre la planta.]

Las lecturas tomadas fuera de la planta no necesariamente reflejan la exposición de las personas que trabajan en su interior. Los niveles pueden ser más altos cerca de los reactores, pero los trabajadores están usando ropa de protección y monitores para estimar la exposición personal, que se puede limitar retirándose a las salas de control protegidas. Recientemente, las autoridades japonesas elevaron el límite de dosis máxima de los trabajadores a 250 milisieverts, o cinco veces la dosis anual permitida para los trabajadores en los EE.UU.

Las personas expuestas a niveles muy altos de radiación en un corto período de tiempo están bajo riesgo de sufrir el síndrome de radiación aguda, que puede ser fatal. William McBride, profesor de oncología de la radiación en la Universidad de California en Los Ángeles, señala que en una exposición a la radiación de alrededor de un sievert, la persona comienza a experimentar la enfermedad después de un retraso inicial de un día o más. Los síntomas más comunes son náuseas y vómitos, diarrea y fiebre, y la enfermedad a menudo se resuelve en pocos días.

A dosis más altas, los síntomas se vuelven más graves y pueden provocar consecuencias para la salud a largo plazo o la muerte. La radiación primero afecta a las células que se dividen rápidamente, incluyendo las células sanguíneas y las células que recubren el tracto gastrointestinal. A los cuatro o cinco sieverts, los efectos pueden ser mortales, y pueden incluir la necesidad de un trasplante de médula ósea, o el uso de estimulantes del factor de crecimiento de la médula ósea para evitar la muerte en un plazo de dos a ocho semanas. Para dosis más altas, alrededor de 10 sieverts, indica McBride, los intestinos dejan de funcionar correctamente, y esto puede causar la muerte en pocas semanas. A dosis aún mayores, los vasos sanguíneos empiezan a tener fugas y el cerebro se ve afectado, probablemente causando la muerte en un plazo inferior a 24 horas.

En cuanto a los peligros potenciales para la salud de la radiación de la central nuclear de Fukushima Daiichi, "la gente que está bajo un peligro más inmediato de recibir dosis de radiación graves y agudas son aquellas personas que están en el sitio en este momento y que están tratando desesperadamente de mantener los reactores bajo control ", destaca Jacqueline Williams, oncólogo de la radiación del Centro Médico de la Universidad de Rochester.

Al alejarse de las inmediaciones de la planta, los niveles de radiación caen muy rápidamente. James Thrall, radiólogo jefe del Hospital General de Massachusetts, señala que los niveles de radiación son inversamente proporcionales al cuadrado de la distancia de la fuente: El nivel a dos millas de la fuente es una cuarta parte del nivel a una milla, y "a 10 millas de distancia, es casi una fracción infinitesimal", destaca Thrall. La exposición individual también varía ampliamente dependiendo de si una persona está fuera o dentro de un edificio, o si está protegiéndose con ropa de protección. Las autoridades japonesas han evacuado a la población que vive en un radio de 20 kilómetros de la planta, y han advertido a las personas que viven dentro de los 30 kilómetros de quedarse en casa. Algunos expertos afirman que las personas que viven fuera de este rango no tienen ningún motivo para preocuparse en este momento. "Esto no afecta en absoluto a la población en general", afirma McBride.

La pregunta más difícil es si las bajas dosis de radiación—muy por debajo del umbral de la enfermedad aguda—podrían tener consecuencias para la salud a largo plazo de los habitantes de esa zona. Thrall indica que los estudios epidemiológicos realizados con los sobrevivientes de los ataques nucleares en Japón han descubierto que los que recibieron 50 milisieverts o más tenían un riesgo de cáncer ligeramente más elevado—alrededor del 5 por ciento más de lo esperado—y que el riesgo parecía aumentar con la exposición. Sin embargo, aún hay un vigoroso debate entre los científicos sobre si ese riesgo se puede extrapolar para exposiciones aún más bajas.

Después de la catástrofe nuclear de Chernobil, la población experimentó un aumento de los casos de cáncer de tiroides en niños. Sin embargo, los científicos descubrieron que la culpable no era la radiación en el aire, sino la contaminación radiactiva del terreno, que finalmente llegaba a la leche de vaca. Thrall señala que en Japón, esto es muy poco probable porque las autoridades están controlando cuidadosamente los suministros de agua y alimentos y mantienen al público informado, algo que no ocurrió en Chernobyl.

Otro factor importante en la determinación de las consecuencias potenciales para la salud es el tipo de isotopos radiactivos liberados de la planta. Los diferentes isotopos tienen muy diferentes vidas medias, algunos decaen casi instantáneamente, mientras que otros persisten durante semanas o años. El yodo-131, que se ha detectado en el sitio, tiene una vida media de ocho días, mientras que el cesio-137, también detectado, tiene una vida media de 30 años. Las autoridades japonesas han distribuido más de 200.000 dosis de pastillas de yoduro de potasio, que puede ayudar a prevenir el riesgo de cáncer de tiroides provocado por el yodo radioactivo. Sin embargo, Thrall señala que las píldoras pueden causar efectos secundarios desagradables y enfermedades raras graves en personas con alergias o problemas de tiroides, por lo que no deberían ser tomadas de manera indiscriminada.

Según Peter Caracappa, profesor en el grupo de medición y dosimetría de la radiación del Instituto Politécnico Rensselaer, existen grandes diferencias entre el tipo de reactor de Chernobyl y el de Fukushima. Durante una entrevista en línea organizada por Reuters, Caracappa destacó que "la primera diferencia es que en Chernobyl había una gran cantidad de grafito en el núcleo que prendió fuego y diseminó el contenido del reactor en el aire". La planta japonesa utiliza agua en lugar de grafito. En segundo lugar, el reactor de Chernobyl no tenía unas estructuras de contención como las presentes en esta planta. Estas estructuras, continuó Caracappa, "están diseñadas para contener el contenido del reactor, incluso en caso de accidente. Un fallo de la contención, si sucedería, podría permitir que parte de los materiales del núcleo se 'fugaran' hacia fuera, pero no serían 'escupidos' de la misma manera que en Chernobyl". Esto podría limitar la distancia a la que se extendería la radiación.

Biotecnología

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