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Tecnología y Sociedad

Business Impact: Biotecnología casera

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Una nueva generación de biólogos adopta la ética del “hazlo tú mismo” de la programación informática.

  • por Antonio Regalado | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 15 Febrero, 2012

En el dormitorio de invitados de la casa de su madre en County Cork (Irlanda), Cathal Garvey está repitiendo las hazañas que condujeron al nacimiento de la era de la biotecnología. Cultiva bacterias. Les añade ADN. Y observa lo que pasa. 

“Antes, transformar bacterias era algo complicadísimo, un método nuevo”, explica. “Hoy en día se puede hacer con sulfato de magnesio y laxantes”.

Garvey, que tiene 26 años, abandonó un programa de doctorado en un importante laboratorio de investigación sobre el cáncer hace 2 años. Sin embargo, en vez de abandonar la ciencia, empezó a investigar por su cuenta, gastándose 4.000 dólares (unos 3.100 euros) en equipar un laboratorio en casa de su madre. Como miembro del movimiento 'hazlo tú mismo' en biología, Garvey se inspira en la primera época de los ordenadores, cuando 'investigadores de garaje' dieron luz a empresas como Apple y el resto de la industria del PC. La idea es que ahora cualquiera -no solo los grandes laboratorios académicos con abultados presupuestos o las grandes empresas-, debería poder hacer investigación avanzada en biotecnología.

Garvey aún trabajaba en su doctorado cuando probó a hacer su primer experimento en casa: aislar bacterias bioluminiscentes de color azul claro de calamares que compró a un pescadero de Cork. Era un  experimento de principiante, pero explica que se dio cuenta inmediatamente de que tenía que tomar una decisión: “¿Acabar y conseguir un título a mi nombre o aprovechar el momento y hacer lo que hay que hacer?”.

Su objetivo, explica, es demostrar que la investigación en biología se puede hacer al estilo del código abierto informático y con un presupuesto mínimo. En vez de vasos de precipitado, usa tarros reciclados. Ha montado un esterilizador con una olla a presión y un infiernillo eléctrico. Para alimentar a sus gérmenes, cuece patatas para conseguir una solución almidonosa. “En la universidad te entrenan para pensar que es todo demasiado difícil y caro como para poder hacerlo solo”, afirma.

La biología casera forma parte de una tendencia más amplia del diseño que a veces se denomina cultura de los creadores: la gente está usando servicios de impresión en 3D o circuitos electrónicos baratos para desarrollar prototipos de aparatos, productos o vehículos. Ahora que los aficionados pueden lanzar cohetes al espacio, ¿qué les puede impedir modificar genéticamente formas de vida en la cocina?.

Varios biólogos caseros han empezado a fabricar equipos baratos para que más gente pueda participar en este movimiento. CoFactor, una empresa de California (EE.UU.), vende una máquina para copiar ADN llamada OpenPCR por 599 dólares (unos 465 euros). Y a través de Shapeways, una empresa de impresión en 3D, Garvey vende un soporte de plástico para probetas diseñado por él. Conectado al motor de un taladro casero, la pieza, que cuesta 50 dólares (unos 39 euros) se convierte en una veloz centrifugadora. Cerca de San Francisco existe un laboratorio de 220 metros cuadrados llamado BioCurious, en el que miembros de la comunidad pueden poner a prueba sus habilidades en biología molecular.

George Church, profesor de genética en la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (EE.UU.) ayudó a lanzar el movimiento de la biología casera. Una de las razones por las que cree que hay que tomarse en serio esta tendencia es que el coste tanto de sintetizar como de decodificar de las moléculas de ADN está disminuyendo cinco veces más rápido que el coste de potencia de computación. Eso hace que “resulte muy interesante observar [este movimiento]”, afirma.

Algunos 'biólogos de garaje' se han encontrado con obstáculos. Después de quedar para tomar unas cervezas en un pub en septiembre, un grupo de biología casera de Seattle decidió echar el cierre porque no tenía objetivos claros. Otros grupos locales -sin espacio para un laboratorio, ni dinero- han tenido un destino parecido.

Y tampoco todo el mundo se muestra tan impresionado como Church por el movimiento. “Yo sería un poco escéptico respecto a dónde conduce todo esto”, afirma Declan Soden, el biólogo del Centro de Investigación del Cáncer de Cork en cuyo laboratorio estudiaba Garvey. “Si quieres crear un tratamiento para el cáncer usando biología molecular, el tiempo, el esfuerzo y los recursos necesarios son considerables y las limitaciones legales son bastante estrictas”, afirma Soden, cuyo laboratorio tiene un presupuesto anual de 3 millones de dólares (unos 2,33 millones de euros). “Creo que eso lo coloca fuera del alcance de los biólogos caseros”.

Otra preocupación existente es que los aficionados se dediquen a liberar bacterias por las cañerías de sus casas o incluso que creen gérmenes peligrosos. Soden afirma que Garvey era un “alumno muy, muy brillante” demasiado impaciente para trabajar en un gran laboratorio académico. “A mí me preocupa que modifiquen bacterias, lo que puede suponer un peligro para la salud pública”, afirma.

Aún así, algunos futuristas creen que la biología ciudadana podría rivalizar algún día con la biotecnología industrial, al igual que el software de código abierto reta a los productos comerciales. En 2007 Freeman Dyson predijo que el liderazgo en biotecnología acabaría pasando de las grandes empresas como Monsanto a los 'laboratorios de cocina', convirtiéndose en un asunto “pequeño y doméstico más que grande y centralizado”.

Una empresa que ve la tendencia al 'háztelo tú mismo' como una oportunidad de negocio es Autodesk. La empresa creadora de software, que vende potentes programas de diseño para ingenieros y arquitectos ha empezado a patrocinar concursos de ingeniería genética en universidades y está desarrollando software para ayudar a los biólogos en su objetivo de reprogramar los genes de las bacterias para que elaboren combustibles o medicamentos. “Las generaciones actuales quieren marcar una diferencia en el mundo y esperan que el sector material responda a eso”, afirma Jeff Kowalski, director de tecnología en Autodesk. “La biología formará parte de eso. Si bien estoy de acuerdo en que la ciencia no está ampliamente disponible para la gente, vemos cómo se está convirtiendo rápidamente en un objeto de consumo”.

Tras pagar una licencia de 325 dólares (unos 250 euros), en julio pasado, Garvey logró la aprobación de la Agencia de Protección Medioambiental de Irlanda para crear microbios modificados genéticamente en casa de su madre. Su laboratorio, está clasificado como “clase 1”, lo que solo le permite trabajar con gérmenes que supongan un “riesgo prácticamente inexistente” para el público o el medio ambiente. 

El objetivo actual de Garvey es desarrollar un sistema adecuado para biólogos amateurs que quieran modificar bacterias genéticamente. La bacteria E. Coli, habitual de los laboratorios universitarios, no es tan fácil de manejar. Huele, alimentarla es costoso y tiene mala fama como causa de infecciones intestinales tóxicas. Garvey, en cambio, intenta que una bacteria común, el Bacillus subtilis se convierta en el estándar del código abierto. “B. subtilis tiene una reputación intachable”, afirma.

Usando su ordenador, Garvey diseñó un anillo de 3.200 letras de ADN, por el que pagó a un laboratorio de Texas (EE.UU.) 1.300 dólares (unos 1.000 euros) para que lo sintetizara y se lo enviara por correo. Es un cromosoma en miniatura denominado 'plásmido' que la bacteria B. subtilis absorbe. Para dotar a un germen de nuevas características (fluorescencia, por ejemplo, o el olor de la lluvia en una acera), sólo hay que empalmar el ADN correcto en el plásmido.

Garvey llama a su sistema “Columna de Biotecnología Independiente 1.0” y piensa compartirlo con otros biohackers. “Ahora que tenemos algunas herramientas, la pregunta más difícil de responder es qué hacer con ellas”, admite. En lo que a él respecta, imagina poder reprogramar la hierba para que produzca combustible diesel, algo que podría plantar en el jardín y dejar crecer. “El sueño”, afirma “es programar la vida, jugar y que los fracasos no te cuesten”.

Tecnología y Sociedad

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