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Biotecnología

Terapia eléctrica más segura para el Parkinson

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Enviar estimulación eléctrica a través de la médula espinal podría ayudar a aliviar los síntomas de la enfermedad.

  • por Lauren Gravitz | traducido por Rubén Oscar Diéguez (Opinno)
  • 23 Marzo, 2009

Enviar estimulación eléctrica a la médula espinal a través de unos diminutos electrodos de platino podría aliviar los déficit motores severos del mal de Parkinson de un modo tan efectivo como los procedimientos actuales de uso clínico que son mucho más invasivos, según muestra un nuevo estudio probado en roedores. Según los científicos, si los resultados se confirman en seres humanos, el procedimiento podría mejorar espectacularmente al hacer que el tratamiento de la enfermedad mediante terapias eléctricas más seguras y más accesibles.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo que se desarrolla cuando las células cerebrales que producen, excretan y reabsorben un neurotransmisor llamado dopamina empiezan a morir misteriosamente. Los pacientes desarrollan inicialmente temblores musculares. En etapas posteriores, sus extremidades se vuelven rígidas y sus movimientos lentos y dolorosos. La enfermedad puede tratarse al sustituir la dopamina con un medicamento llamado levodopa o L-dopa, que sin embargo pierde su efectividad con el tiempo. Cuando fallan los medicamentos, los pacientes suelen acudir a menudo a un tratamiento quirúrgico invasivo llamado estimulación cerebral profunda, que utiliza un marcapasos eléctrico para enviar pulsos a áreas muy específicas del cerebro.  Miles de pacientes de Parkinson han recibido implantes cerebrales hasta la fecha.

Investigadores de la Universidad de Duke (Estados Unidos) llegaron accidentalmente a la idea de estimular la médula espinal como un posible tratamiento para el Parkinson. Mientras examinaban ratas manipuladas para manifestar síntomas característicos de Parkinson, notaron que los grupos de neuronas en dos áreas del cerebro -la corteza y los ganglios basales- funcionaban sincrónicamente. La actividad rítmica era una reminiscencia de las convulsiones suaves, continuas en pacientes con epilepsia. "Yo había visto esto una década antes", comenta Miguel Nicolelis, profesor de neurobiología y codirector del Centro de Neuroingeniería de la Universidad de Duke.  En ese momento, Nicolelis y sus colaboradores estaban buscando formas de interrumpir las convulsiones rítmicas al estimular los nervios periféricos.

Nicolelis supuso que un método similar podría funcionar para el Parkinson.  Así que él y su estudiante Rómulo Fuentes tomaron sus ratones y ratas carentes de dopamina y les conectaron diminutos electrodos de platino a la base de sus médulas espinales. "Cuando los estimulamos con una corriente pequeña, obtuvimos un efecto que era idéntico, incluso mejor, que el que los pacientes obtienen cuando realizan la estimulación profunda del cerebro", afirma Nicolelis.  Los movimientos lentos y rígidos de los animales con Parkinson fueron sustituidos por el comportamiento de ratones y ratas sanos.

Cuando Nicolelis y Fuentes combinaron la estimulación eléctrica con L-dopa, los efectos fueron aún más sorprendentes. Los pulsos eléctricos, combinados con sólo un 20 por ciento de la dosis típica de la medicación, se tradujeron en un efecto a largo plazo que imitaba la terapia con L-dopa sin repetir aparentemente la resistencia a los medicamentos que normalmente se manifiesta con el tiempo. La investigación ha sido publicada hoy en la revista Science.

El implante en sí es una cirugía mucho más fácil que la que se utiliza para la estimulación cerebral profunda, con mucho menor riesgo de efectos secundarios. El dispositivo es relativamente superficial, situado justo debajo de las vértebras, en la superficie de la médula espinal. “Es un procedimiento semi invasivo muy sencillo", explica Nicolelis. "En el futuro, tal vez podamos hacer esto de forma no invasiva, porque hay formas de pasar una corriente a través de la piel y los huesos para excitar a estas fibras”. Nicolelis planea probar el tratamiento en chimpancés antes de iniciar las pruebas en humanos. Al menos una terapia de estimulación de la médula espinal ya está en uso clínico para el tratamiento del dolor crónico.

Aunque la estimulación cerebral profunda ha cambiado el panorama del tratamiento de las últimas etapas del Parkinson, todavía es un procedimiento muy complejo, costoso y muy invasivo, expone Patrick Aebischer, presidente del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Lausana.En opinión de Aebischer: "Si pudieras hacer esto en lseres humanos, sería un paso fantástico", porque la estimulación eléctrica estaría a disposición de un grupo mucho más amplio de pacientes. Un dispositivo no invasivo sería aún más atractivo: "Si pudiera hacerse de modo transcutáneo, cambiaría toda la situación", añade Aebischer. "Se abre una posibilidad nueva muy interesante para el uso de la electrofisiología para el tratamiento del mal de Parkinson", sentencia.

Sin embargo, la investigación está en sus primeras etapas. "Tenemos que tener en cuenta que estos datos son experimentales", indica Alim Benabid, profesor emérito de biofísica en la Universidad Joseph Fourier en Grenoble (Francia), que creó la técnica de la estimulación cerebral profunda a fines de los años 80. "Es demasiado pronto para decir si este tratamiento podría sustituir al que se hace con levodopa o la estimulación cerebral profunda actual". Pero Benabid ya está ponderando la adición de la estimulación de la médula espinal a su siguiente serie de ensayos, junto con otro tipo de estimulación cerebral profunda (la del núcleo subtalámico) en pacientes que padecen de "marcha festinante", que tienen problemas para caminar.

Nicolelis no está seguro de cómo funciona la terapia, pero él cree que al tener la columna vertebral como objetivo (donde grandes paquetes de fibras son los responsables de transportar la información táctil del cuerpo a varias zonas diana del cerebro) él y sus colegas están creando corriente eléctrica que influye en la dinámica de todo el circuito neuronal, en lugar de un único lugar del cerebro. "El Parkinson es una enfermedad que afecta a la coordinación neuronal", señala. "Mi primera impresión es que esto funciona porque desincroniza estas neuronas en la corteza motora y los ganglios basales  y otros lugares. Eso las saca de fase, casi como si se introdujera un poco de ruido en el sistema", explica.

Al centrarnos en la médula espinal -destaca Nicoleis-"estamos viendo un cambio muy interesante en la forma de abordar la enfermedad. Estamos haciéndole frentre desde un punto de vista sistémico, mirando a todo un conjunto de circuitos y obteniendo acceso a todo el circuito". Los científicos ahora están estudiando si a partir de la estimulación espinal en combinación con L-dopa en una fase temprana se podría retrasar o incluso prevenir la progresión de la enfermedad.

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