Es posible que estemos en una edad de oro para el estudio de la memoria. Los investigadores exploran preguntas provocadoras sobe la esencia fundamental de la memoria y cómo se podría manipular. Algunos científicos modifican el cerebro de ratas de laboratorio para implantar recuerdos falsos o eliminar recuerdos concretos. Otros estudian cómo potenciar la memoria. Estas investigaciones suelen suscitar ciertos reparos, pero podrían conducir a formas de mantener a raya la demencia, de neutralizar el desorden de estrés postraumático, de reducir la ansiedad, de tratar la depresión o de contener la adicción.

Gran parte de este trabajo se puede hacer porque los neurocientíficos se han dado cuenta de que la memoria tiene una mayor plasticidad de la que se pensaba. Piensa en algo que hiciste hace mucho, en una tarde soleada cuando eras un niño, por ejemplo.  ¿Tu cerebro tiene que rebuscar para encontrar ese recuerdo, enseñártelo y devolverlo intacto a su sitio, como harías con una foto que se guarda en el ático? Durante décadas la respuesta predominante era básicamente sí, que los recuerdos importantes quedaban "consolidados" en el cerebro y permanecían estáticos. Pero ahora parece que lo contrario es cierto: cada vez que recuerdas algo, tu cerebro reescribe o "reconsolida" el recuerdo. Tu recuerdo de cualquier día soleado de tu infancia no es más que una versión de la última vez que pensaste en él.

Entre las sorprendentes implicaciones de este hecho está el que si se interviene en el proceso de reconsolidación se puede alterar un recuerdo y la sensación que se tiene de él. Algunas de las investigaciones más fascinantes partiendo de esta idea las ha dirigido Joseph LeDoux, un neurocientífico que lleva trabajando desde la década de 1970 en la investigación de cómo generan emociones los procesos cerebrales. En los últimos años él y sus compañeros han investigado si administrar un ansiolítico cuando alguien recuerda una experiencia traumática sirve para reducir el temor que sentirá en el futuro al volver a recordarla. Si funciona, podría ser una de muchas oportunidades para reformar la memoria, como relató LeDoux al director adjunto de MIT Technology Review, Brian Bergstein, en su despacho de la Universidad de Nueva York (EEUU).

Dar una pastilla a alguien mientras reconsolida un recuerdo preocupante parece un tratamiento elegante para el síndrome de estrés postraumático y otros desórdenes. ¿Qué tal avanza la investigación?

La idea sigue siendo viable. Pero aún no sabemos cuál es el fármaco que funcionará en humanos.

¿Por qué no el ansiolítico propranolol,  que ya se ha usado en varios experimentos?

Sabemos que funciona muy bien en ratas. En humanos ha habido cierto éxito, pero no parece que vaya a ser una solución demasiado sólida.

¿Qué perspectivas hay de mejorar la memoria de las personas con demencia, o la de cualquiera de nosotros?

El problema al que te enfrentas con cualquier tipo de fallo de la memoria es el siguiente: ¿el problema es una incapacidad para recuperar un recuerdo que está ahí, o es que el recuerdo ya no está ahí y no hay forma de recuperarlo? Ya está claro que tenemos problemas para la recuperación, ¿no? No recuerdas algo, sabes que está ahí, y unas horas después de repente salta. Tenemos cosas en el cerebro a las que no tenemos fácil acceso. Ahí es donde yo creo que residen las esperanzas. Podrías hacer cosas para facilitar el proceso de recuperación de recuerdos.

¿Qué clase de cosas?

Lo más sencillo sería que fuera un problema de baja activación del cerebro. Sabemos que las situaciones que activan una emoción tienen más probabilidades de recordarse que situaciones más mundanas. Uno de los motivos más importantes de que esto sea así es que en las situaciones importantes se liberan unas sustancias químicas conocidas como neuromoduladores que potencian el proceso de almacenamiento de los recueros. El cerebro está más alerta y atento. Todos los ejes funcionan y las marchas están bien engrasadas.

¿Podríamos desarrollar vitaminas para la memoria que consigan ese mismo efecto?

[Los efectos de los neuromoduladores] se podrían imitar con fármacos que hicieran lo mismo. O, si quieres recordar algo, pon la información en un contexto importante. En otras palabras, haz que tenga importancia pensando en ello de tal forma que tenga una carga positiva o negativa, o haciendo algo que aumente tu nivel de excitación, ejercicio, por ejemplo.

¿Sería posible construir una especie de ortopedia para la memoria, de colocar algo en el cerebro para restaurar los recuerdos perdidos en alguien con demencia o lesiones cerebrales?

DARPA [la agencia de I+D militar de Estados Unidos] parece que avanza a todo trapo en este tipo de tecnologías. Lo que planean hacer es colocar chips dentro del cerebro. Serían como una prótesis, en vez de para mover un brazo, para arreglar la memoria. No tengo ni idea de cómo lo podrían lograr.

¿No conocemos el camino para llegar hasta ahí?

Yo no conozco el camino.

Para empezar, la memoria no está toda en un mismo sitio, se distribuye a través de múltiples zonas del cerebro, probablemente, a través de muchos millones de sinapsis en esas zonas. Así que no sé como reconfigurarla, arreglarla. No sé cómo regenerar los patrones de conectividad adecuados. No sé cómo restaurar los recuerdos perdidos. Pero lo que sí se podría hacer probablemente es restaurar cierta capacidad de almacenar nuevos recuerdos.

Interferir en la memoria es un asunto de peso. Es consustancial a lo que somos. Tratar el síndrome de estrés postraumático sería maravilloso, pero ¿no podríamos acabar creando optimistas artificiales?

O monstruos temerarios. Siempre habrá implicaciones éticas. Pero tendremos que resolverlas.

Cuando publicamos este trabajo por primera vez [sobre la reconsolidación], alguien escribió un comentario en el New York Times afirmando "pongamos que eres un superviviente del Holocausto. Has vivido 50 años con esos recuerdos terribles y de repente los borras. ¿Qué hará eso con tu personalidad? Es quien eres". [Tras investigaciones posteriores] la conclusión a la que llegamos es que un paciente y un terapeuta tendrían que tallar poco a poco el recuerdo hasta un punto en el que estuvieran cómodos con él. Y las investigaciones hechas hasta la fecha sugieren  que lo que hace [la reconsolidación] es atenuar la chispa, quita la valencia emocional de la situación más que borrar el propio recuerdo.

La otra cara es que también se pueden intensificar los recuerdos. Hicimos estudios en ratas a las que administramos propranolol y eso debilitó el recuerdo. Pero si les administras isoproterenol [que tiene el efecto contrario sobre los neuroestimuladores del cerebro], el recuerdo es más fuerte. Si tienes alguna forma de reforzar un recuerdo después de recuperarlo, podría ser más potente y mejor.

¿En qué situaciones querría hacer algo así la gente?

En general, la gente que tiene una memoria poco despierta es que no está formando los recuerdos demasiado bien. Tomando una dosis baja de isoproterenol, podrían potenciarlo un poco.

Otra idea sería proporcionar experiencias positivas al mismo tiempo que una inyección de isoproterenol, y que la gente almacenara eso en vez de las experiencias negativas.

¿Se podrían crear más recuerdos positivos?

Exacto, exacto.

Imagino que eso sería útil para tratar a la gente que se enfrenta a la depresión.

Que yo sepa nunca se ha hecho. Pero se puede hacer.

¿Y por qué no se ha hecho?

Bueno, la verdad es que se me ocurrió hace un tiempo y luego se me olvidó. Y ahora, al recordarlo, quizá se me ocurra hacer algo. [Se ríe].