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Biotecnología

Los transplantes de cerdo a mono se pueden usar para tratar la diabetes

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Los tejidos embrionarios podrían hacer que los xenotransplantes no interfiriesen con los sistemas inmunitarios del anfitrión.

  • por Michael Day | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 12 Mayo, 2009

La utilización de tejido embrionario para los transplantes de órganos entre distintas especies ofrece la posibilidad de evadir el sistema inmunitario del cuerpo anfitrión, según afirman científicos que han utilizado este método para tratar diabetes de tipo 1 en primates. Al transplantar tejido pancreático embrionario de los cerdos a los monos, un grupo de investigadores en Israel informan que fueron capaces de invertir la deficiencia de insulina de los primates.

La clave, según los investigadores, reside en la capacidad del tejido embrionario para convertirse en un nuevo páncreas que utiliza los vasos sanguíneos del animal anfitrión. Los vasos sanguíneos del anfitrión no están sujetos a las peligrosas reacciones inmunológicas que siempre han estado asociadas a los xenotransplantes de material pancreático maduro.

El equipo de investigación, dirigido por Yair Reisner del Instituto Weizmann, afirma que los resultados, publicados en el último número de PNAS, podrían suponer una interesante terapia de reemplazo para la diabetes de tipo 1, una enfermedad autoinmune  mediante la que la destrucción del páncreas significa que aquellos que la sufren deben depender de inyecciones de la hormona de la insulina para controlar sus niveles de azúcar.

En un estudio anterior, los investigadores descubrieron evidencias de que el tejido pancreático semi-formado extraído de embriones de cerdo a los 42 días de gestación parecía ofrecer la mejor combinación de características para un xenotransplante. Según Reisner, si se cultivan demasiado pronto, quizá no exista un suficiente número de células pancreáticas diferenciadas. Pero si se extrae demasiado tarde, la capacidad del tejido para crecer en un nuevo órgano se ve reducida, quizá porque contiene demasiadas pocas células madre, mientras que su capacidad para causar rechazos inmunológicos aumenta.

En el último estudio, los investigadores transplantaron un tejido pancreático de cerdo de 42 días en monos con diabetes de tipo 1 inducida. El primer par de animales que se usaron en el estudio murieron poco después del transplante a causa de una infección causada por una terapia demasiado inmuno-supresiva.

El segundo par de animales recibieron inmuno-terapias más moderadas y sobrevivieron durante un año. Es más, a los cinco meses del tratamiento, los animales habían generado un nuevo páncreas y ya no dependían de las inyecciones de insulina. Esto indica que los órganos de reemplazo tenían suficientes isletas—unas pequeñas estructuras productoras de insulina que consisten de alrededor de 1.500 células beta, y que poseen su propio e intrincado sistema vascular.

Este tipo de reacción inmune ha sido una pesadilla para los investigadores, afirma, ya que los primates, incluyendo a los humanos, producen una clase de anticuerpos que atacan a las moléculas de azúcar que cubren el tejido de los vasos sanguíneos del cerdo.

Con los tratamientos actuales es necesario aplicar una cantidad significativa de terapia inmuno-supresiva para reducir los otros tipos de reacciones inmunes del anfitrión en contra de las células pancreáticas del cerdo. No obstante, Reisner afirma que estamos hablando de los mismos niveles que normalmente se ven en los transplantes en general—aunque los investigadores informan de que ambos animales murieron de infecciones e intoxicación por fármacos un año después de los transplantes. Reisner añade que hay margen para reducir aún más la cantidad de terapia necesaria. “Estamos haciendo ajustes para así reducir los niveles de toxicidad,” afirma. “Lo importante es que hemos demostrado que podemos generar un páncreas de este modo, y que podrían corregirse los niveles incontrolados de glucosa que provoca la diabetes, y eso es lo que hemos hecho.”

Reisner cree que la técnica podría finalmente ayudar a humanos que se encuentren en las mismas condiciones. Los transplantes pancreáticos de humano a humano han demostrado ser eficaces, pero la falta de donantes limita gravemente el número de tratamientos disponibles. “El objetivo de este estudio es demostrar que, en potencia, conseguiríamos un método que proporcionase una fuente inagotable de transplantes para tratar la diabetes.”

No obstante, Reisner, que es consultor científico y posee acciones de Tissera, compañía que apoyó el proyecto, afirma que se necesitan llevar a cabo muchas investigaciones aún antes de que el método de xenotransplante pueda ser usado a nivel clínico.

Gordon Weir, director del Centro de Transplantes de Isletas y Biología Celular, en el Centro Joslin para la Diabetes de Escuela Médica de Harvard, afirma que es demasiado pronto para descartar fuentes que no sean las de los tejidos de los embriones de 42 días para cultivar nuevas isletas. “No me convence del todo lo de los 42 días, ese número de días en particular,” afirma. “Hay quienes han conseguido buenos resultados con tejido neonatal.” Añade que incluso los transplantes de tejido pancreático maduro se pueden ver infiltrados de alguna forma por los vasos sanguíneos del anfitrión.

Están surgiendo otros métodos para invertir la diabetes de tipo 1. Poseen un interés particular los métodos cuyo objetivo es reprogramar el sistema inmunitario del paciente para que deje de atacar al páncreas. Recientemente, salió a la luz un informe afirmando que si se destruyen las células inmunitarias destructoras del páncreas de un paciente y se reemplazan con las propias células madre del paciente, esto puede ayudar a que el cuerpo vuelva a tomar el control sobre los niveles de azúcar.

Un método más extremo consiste en borrar por completo el sistema inmunológico de los diabéticos y reconstruirlo utilizando células madre a partir de su propia médula espinal—una estrategia que ha generado cierta preocupación a nivel de seguridad.

“Este es un método interesante y que espera poder evitar la necesidad de transplantes,” afirma Reisner. “Podría funcionar si se pone en práctica cuando la enfermedad esté en su fase inicial, mientras que el paciente aún tenga algo de tejido pancreático. No obstante, una vez que todas las células beta han sido destruidas, se tienen que utilizar métodos alternativos como el nuestro.”

Weir añade que se ha llevado a cabo “un progreso excepcional” a la hora de cultivar células madre para crear nuevo tejido pancreático, y que espera que muy pronto este tipo de progreso se traduzca en grandes avances clínicos.

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