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Computación

"En los colegios con portátiles los niños no han ganado nada"

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Kentaro Toyama fue a la India para mejorar la calidad de vida de la gente a través de la tecnología, pero los impactos no fueron los esperados

  • por Brian Bergstein | traducido por Lía Moya
  • 15 Abril, 2015

Ilustración: Kentaro Toyama

Kentaro Toyama se define a sí mismo como "adicto a la tecnología en rehabilitación", alguien que fue "adicto a una forma tecnológica de resolver los problemas". Cinco años viviendo en la India lo han cambiado. Después de conseguir su doctorado en Ciencias de la Computación y trabajar en tecnologías de visión automática en Microsoft, Toyama se mudó a Bangalore (India) en 2004 para ayudar a dirigir el nuevo centro de investigación que la empresa acababa de inaugurar allí. Sus compañeros de trabajo y él lanzaron decenas de proyectos con el objetivo de usar los ordenadores y la conectividad a internet para mejorar la educación y reducir la pobreza. Pero en muchas ocasiones los éxitos conseguidos en proyectos piloto no se podían replicar. En algunas escuelas, los ordenadores empeoraban las cosas.

En un libro que ha presentado esta primavera, Geek Heresy: Rescuing Social Change from the Cult of Technology (El tecnólogo hereje: rescatando el cambio social de la secta de la tecnología, sin traducción al español), Toyama defiende que los tecnólogos socavan los esfuerzos por conseguir un progreso social al promover "intervenciones empaquetadas" a costa de reformas más difíciles. Toyama, que ahora es profesor adjunto de la Escuela de Información de la Universidad de Michigan (EEUU), ha hablado con el editor adjunto de MIT Technology Review, Brian Bergstein.

Cuando fuiste a la India, allí florecía el optimismo tecnológico. Se describía a Bangalore como el próximo gran núcleo tecnológico.

Sí, definitivamente. Seguíamos el razonamiento de que habiendo un sector tecnológico con tantísimo éxito, ¿no había alguna forma de coger el éxito de este sector y repartirlo, no sólo a quienes tienen una buena educación y pertenecen a la clase media, sino también a gente más pobre y que no tiene el mismo tipo de ventajas educativas? Básicamente el 80% del país el se puede considerar pobre según todos los estándares. En aquel momento apenas había teléfonos móviles siquiera. La mayoría eran ordenadores de sobremesa conectados a internet. Yo pensaba que tenía que haber alguna forma de usarlos para poder reforzar el sistema de salud, el agrícola o la educación.

¿Cuál fue vuestra tasa de éxito?

Al final valoré unos 50 proyectos con los que había estado implicado directamente o que había supervisado. En muy pocos casos sentíamos: "Esto está funcionando tan bien que deberíamos expandirlo". Muy a menudo era porque había límites a la capacidad sobre el terreno, tanto humanos como institucionales, para poder aprovechar la tecnología.

En la educación, por ejemplo, una de las cosas más difíciles de superar es la forma en que se hace la educación, desde cómo se gestiona el sistema de escuelas públicas a cómo se administra y cómo interactúa el Gobierno con él. En la India nos encontrábamos con casos en los que el Gobierno reclamaba a los profesores para otras funciones con mucha frecuencia. El Gobierno siente que, dado que son empleados del Estado, se les puede llamar para encargarse de otras tareas.

Otro ejemplo es el sistema de salud. Una clínica rural típica en la India no es el tipo de sitio que nadie en Estados Unidos asociaría con un sitio decente para recibir cuidados médicos. Colocar allí un portátil, conectarlo a la red y proporcionar internet para poder hacer telemedicina es un barniz muy fino. No es más que un cambio superficial.

Como ejemplo de un proyecto que sí ha marcado una diferencia, tu libro cita Digital Green, que graba y proyecta vídeos en los que granjeros de la India comparten consejos sobre técnicas de cultivo o cómo manejar a los animales. ¿Por qué ha tenido éxito?

Tuvimos mucho cuidado de que la tecnología no sustituyera a un sistema de extensión agrícola existente. Simplemente amplifica el sistema que ya está funcionando: seres humanos con mucha experiencia en agricultura dispuestos a hablar con otros agricultores y que tienen alguna conexión con los agricultores.

Celebramos las sesiones en pueblos en los que alguien que está en contacto con una persona del sistema de extensión agrícola que reúne a los habitantes y hace un pase con pequeños proyectores. Por una parte no es más que una proyección de vídeo. Pero los mediadores están formados para provocar el debate, que es una parte clave del proceso de aprendizaje. Sin la mediación no es más que ver la televisión y muchos de los agricultores ya tienen televisión en casa. Ven programas sobre agricultura, pero esa información no se les queda. Acaban no poniéndola en práctica por distintas razones. Mientras que, cuando debaten o cuando ven a agricultores igual que ellos, hay mucha más probabilidad de que crean en el contenido de los vídeos y adopten la práctica agrícola.

¿Qué opinas de la campaña Un portátil por niño, que podría ser el arquetipo de idea de intervención basada en la tecnología?

Ya existen varios estudios aleatorios de colegios que han adoptado el programa y colegios que no. En general, lo que demuestran estos estudios es que en los colegios con portátiles los niños no han ganado nada en términos de logros académicos, notas, aptitud en las pruebas, asistencia o participación en las clases.

Eso podría sorprender a quienes conozcan anécdotas de algunas historias de éxito del programa.

En el contexto del desarrollo económico, las anécdotas son las que mantienen en marcha al sector tecnológico. Es muy fácil conseguir una historia interesante si coges un aparato y se lo entregas a un niño. Yo mismo lo he hecho múltiples veces. Lo primero que ves es que los niños están emocionados por tener este nuevo aparato en las manos. Es un nuevo juguete y les encanta. Es imposible sacar una foto de un niño con un portátil que no esté sonriendo.

La realidad es que esa alegría es la misma que ves cuando miras a un niño con un smartphone en las manos en el mundo desarrollado, es decir: están emocionados porque están jugando a Angry Birds. Por una parte, creo que una cierta cantidad de juguetes y juegos educativos son importantes, pero no creo que una educación primaria seria se pueda basar exclusivamente en ese tipo de juego.

Me parece muy sensato que los padres quieran que sus hijos tengan cierta exposición a la tecnología, tanto como una forma de juego de exploración como para acostumbrarlos a la tecnología con la que sin duda se encontrarán más adelante en la vida. Creo que el error fundamental que comete la gente es creer que el ordenador debería ser la herramienta principal en la educación. Para mí ese es un gran salto. No entiendo muy bien por qué la gente siempre da ese salto. Creo que uno de los problemas es que tendemos a creer que la educación es el contenido. Le damos demasiada importancia al contenido y no a la parte que realmente es muy difícil en cualquier buena educación, que es la motivación supervisada por un adulto, la motivación del niño por aprender algo.

¿Por qué  hay tantos tecnólogos que no ven que la tecnología por sí misma es muy limitada a la hora de producir cambios?

Lo que yo observo es una confusión a nivel social de correlación con causa. Vemos el increíble éxito de Silicon Valley y la industria tecnológica en general. A diario, sobre todo los que nos podemos permitir la tecnología, lo vemos en nuestra propia vida: aquí tenemos esta tecnología que parece que hace que todo sea más práctico, mejor y así sucesivamente. Así que damos por hecho que es la tecnología la que es directamente responsable, cuando de hecho son muchas otras cosas las que deben tener prioridad. Si te faltan todas esas cosas para empezar, la tecnología por sí misma no produce todos esos beneficios.

Lo complicado de esto es que puedes ser muy científico con todas estas cosas y aún así sacar la conclusión equivocada. En mi laboratorio muchas veces hacíamos pruebas para comprobar una situación de control con una situación de intervención. La situación de intervención es la que recibe algún tipo de tecnología. Si mides algún beneficio en el caso de la tecnología, la conclusión a la que llegas es que la tecnología ayuda. Pero lo que realmente ayudaba siempre era la gente con la que trabajábamos, los socios que escogíamos y la gente sobre el terreno que interactuaba con aquellos a quienes queríamos ayudar. Hacían falta todos esos factores humanos para que la tecnología tuviera un impacto. Que la tecnología fuera útil o no dependía de la gente.

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