Foto: "The Sound of Ice Melting" Crédito: Paul Kos, 1970.

Las promesas por parte de países de todo el mundo acerca de sus intenciones de reducir las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero representan una lectura impresionante. Es cierto que incluso si llegasen a implantarse completamente, estas promesas –hechas mientras las naciones se preparaban para la conferencia climática de París (Francia) celebrada a finales de noviembre– se quedarían peligrosamente cortas para mantener la subida media anual de las temperaturas por debajo de los 2 °C. Aun así, señalan un consenso internacional acerca de los peligros del cambio climático, y confieren una idea de lo urgente que es que transformemos nuestras infraestructuras energéticas.

Muchos de los planes de los países contienen descripciones conmovedoras de los daños que ya se están produciendo. Del documento de Bangladesh: "Las temperaturas extremas, las precipitaciones erráticas, las inundaciones, las sequías, los ciclones tropicales, la subida del nivel del mar, los maremotos, la intrusión de salinidad y la acidificación de los océanos están causando graves impactos negativos en las vidas y los porvenires de millones de personas en Bangladesh, y poco a poco están anulando el increíble desarrollo socioeconómico logrado durante los últimos 30 años, además de poner en peligro el futuro crecimiento económico".

Estos temores están respaldados por las investigaciones sobre los efectos sociales y económicos del cambio climático. Pero sabemos lo que tenemos que hacer. Es esencial que se fije un precio para las emisiones de carbono para dar cuenta del coste real de quemar combustibles fósiles. Y necesitamos aumentar nuestra financiación de investigaciones para desarrollar nuevas fuentes energéticas y para el amplio despliegue de tecnologías prometedoras (ver "Si fracasamos, nadie conseguirá la financiación necesaria para ivolverlo a intentar"). Mientras tanto, las mejoras en la agricultura, como las cosechas resistentes a la sequía, y en otras áreas tecnológicas pueden ayudarnos a adaptarnos al cambio climático.

En 2006, MIT Technology Review publicó un artículo de portada titulado Aún no es demasiado tarde. Ahora, a pesar de una década de inacción, todavía no es demasiado tarde para limitar los daños. Será un emprendimiento inmenso y caro transformar nuestras infraestructuras energéticas y ayudar a los más perjudicados por el clima cambiante. Y, como nos recuerda el científico climático Ken Caldeira, también debemos cambiar nuestra actitud y dejar de permitir que los desechos del carbón se emitan a la atmósfera. – Los editores

Este gráfico muestra la evolución de temperatura global en °C, donde el cero representa la temperatura media entre 1951 y 1980.