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Cambio Climático

Cómo no desperdiciar los dólares del contribuyente

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Steve Isakowitz, director financiero del Departamento de Energía (DOE), describe el gasto de miles de millones de la agencia en tecnologías relacionadas con la energía.

  • por Kevin Bullis | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 26 Junio, 2009

Al Departamento de Energía le ha llegado una lluvia de dinero últimamente. Ha recibido alrededor de 30 mil millones de dólares en fondos (que se añaden a su presupuesto anual de aproximadamente 24 mil millones) del paquete de estímulo económico aprobado el pasado mes de febrero. Además es responsable de la emisión de préstamos por valor de 125 mil millones de dólares en préstamos y en garantías de préstamos. La persona a cargo de las finanzas del departamento en el director financiero, Steve Isakowitz. Es responsable, entre otras cosas, de la elaboración del presupuesto del DOE y de la administración del gigantesco programa de garantía de préstamos.

Techonology Review entrevistó a Isakowitz durante una reciente conferencia sobre innovación celebrada en las Naciones Unidas. Discutió acerca del reto que supone la emisión de las garantías de préstamos diseñadas para promover la recuperación económica, y al mismo tiempo evitar los errores que se cometieron hace décadas cuando la administración del Presidente Carter gestionó su propio programa de préstamos. Durante una entrevista posterior, Isakowitz describió algunos de los cambios concretos que el DOE está llevando a cabo y también ofreció las últimas noticias relacionadas con la ARPA-E (Advanced Research Projects Agency for Energy), una agencia de reciente creación y por valor de 400 millones de dólares, destinada a favorecer que las tecnologías energéticas de alto riesgo y que supongan un avance en potencia lleguen finalmente al mercado.

Al DOE se le ha ordenado que disponga de 100 mil millones de dólares para la comercialización de tecnologías de energía limpia, y la mitad de ese dinero irá a aquellas tecnologías ya establecidas y que no hayan recibido fondos por culpa de la recesión. La otra mitad irá a aquellas tecnologías que estén listas a nivel comercial y que aún no hayan sido probadas dentro del mercado. Este programa es, en realidad, una expansión del programa de garantía de préstamos que se estableció por primera vez en 2005, aunque finalmente no se entregó ningún préstamo hasta este año. El DOE anunció el primer beneficiario en marzo: 535 millones para la compañía solar Solyndra. Otro programa de préstamos de 25 mil millones fue financiado el año pasado para ayudar a los fabricantes de automóviles y a sus proveedores a que produzcan vehículos que utilicen menos gasolina. Los primeros beneficiarios de estos programas fueron anunciados esta semana, con 8 mil millones distribuidos entre tres compañías: Tesla Motors, Nissan North America, y Ford Motor Company.

Los programas de préstamos llevados a cabo a finales de los 70 y principios de los 80 acabaron siendo una debacle. “El precio de la gasolina estaba por las nubes, y la creencia popular era que seguiría subiendo, con lo que productos como el combustible sintético tenían mucho atractivo económico,” afirma Isakowitz. “Eso era lo que todo el mundo asumía, y resultó no ser así, puesto que el precio de la gasolina bajó de forma dramática. Como consecuencia, muchos de los préstamos acabaron impagados.”

El ejemplo más conocido, afirma, es el de Synfuels Corporation, una organización semi-pública creada en 1980 para comercializar los procesos de transformación del carbón y el esquisto en combustible sintético. Formaba parte de un intento por reducir el consumo de combustible extranjero. En aquel entonces, el combustible costaba 40 dólares por barril (en dólares de 1990) y se esperaba que pudiese llegar a los 80 ó 100 dólares por barril en poco tiempo—lo suficientemente caro como para que los combustibles sintéticos resultasen competitivos (costaban de 80 a 90 dólares por barril). Sin embargo los precios del combustible cayeron, y el negocio cayó con ellos.

“En cierta medida,” afirma Isakowitz, los retos actuales son mayores” de lo que eran hace 30 años. Por un lado, el Congreso está trabajando en un tipo de legislación que pondría límite a las emisiones de carbono y exigiría el uso de tecnologías de energía renovable, y ambas cosas podrían cambiar el mercado energético de forma dramática. Sin embargo el DOE tiene que otorgar los préstamos rápidamente, principalmente porque el dinero está pensado para estimular la economía. Puede que necesite tomar decisiones acerca de algunos préstamos antes de que se sepa si esta legislación va a aprobarse o no, y de ser así, qué efecto tendrá todo eso, afirma Isakowitz. “Es realmente difícil predecir cómo va a ser el mercado de aquí a tres años,” afirma. “Sus suposiciones tienen el mismo valor que las mías en cuanto a si el precio del combustible va a seguir subiendo o no.”

Para prevenir los errores de 1970 y 1980, Isakowitz señala que el DOE cuenta con una serie de expertos externos, además de sus propios expertos, para analizar una variedad de hipótesis sobre lo que puede acabar ocurriendo con los precios de la energía. También contará con expertos para evaluar el potencial de las nuevas tecnologías, entre los que se incluyen ingenieros y otros individuos con experiencia en finanzas y marketing.

Para acelerar el proceso, la agencia está considerando empezar a trabajar con bancos comerciales y juntos hacer una clasificación de las solicitudes de préstamo, señala Isakowitz. Sin embargo, y a raíz de los recientes hundimientos en la banca, afirma que el DOE requiere que los bancos “aporten recursos propios.” Parte del dinero propio de los bancos se verá afectado por el proceso, afirma, para fomentar que se ponga especial cuidado en las evaluaciones de préstamo. También señala que el DOE no dependerá completamente de las evaluaciones del banco para tomar sus decisiones acerca de qué proyectos financiar.

Mientras tanto, Isakowitz señala que la ARPA-E, cuyas operaciones se llevan a cabo fuera de la estructura administrativa normal del DOE, está diseñada para aportar tecnologías “problemáticas” al mercado. Afirma que la ARPA-E debería operar de forma mucho más rápida que el resto del DOE debido a que no tiene que pasar por los mismos procesos de solicitud y es capaz de tomar sus propias decisiones en cuanto a la contratación de personal y temas legales. Mientras que otras divisiones del DOE puede que financien investigaciones para la mejora de las baterías de forma incremental, en un “5, 10 ó 20 por ciento,” Isakowitz señala que la ARPA-E está diseñada para apoyar tecnologías que supongan una duplicación o triplicación del rendimiento. Aunque la nueva agencia aún no tiene director, ya ha publicado su primera petición de solicitudes—por 150 de los 400 millones de dólares que la agencia posee—y ha recibido miles de cartas conceptuales con descripciones de nuevas tecnologías. La agencia está clasificando estas cartas para determinar qué ideas tienen el mérito suficiente como para que se pueda llevar a cabo una solicitud de fondos completa.

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