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Biotecnología

Cirugía cerebral con ondas de sonido

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Un nuevo y revolucionario método de neurocirugía prescinde de la radiación y el bisturí.

  • por Emily Singer | traducido por Francisco Reyes
  • 21 Julio, 2009

Un nuevo aparato de ultrasonido utilizado en conjunción con imágenes de resonancia magnética (IRM), permite a los neurocirujanos quemar con precisión pequeños trozos de tejido cerebral disfuncional sin tener que cortar la piel o abrir el cráneo. Un estudio preliminar llevado a cabo en Suiza e integrado por nueve pacientes con dolor crónico muestra que la tecnología se puede utilizar de forma segura en humanos. Ahora, el objetivo de los investigadores es probarlo en pacientes con otro tipo de enfermedades, tales como la enfermedad de Parkinson.

“El descubrimiento más novedoso es que se nos permite llevar a cabo lesiones a nivel profundo en el cerebro—sin dañar la piel ni el cráneo—con extrema precisión, exactitud y seguridad,” afirma Neal Kassell, neurocirujano en la Universidad de Virginia. Kassell, que no estuvo involucrado directamente en el estudio, es presidente de la Fundación de Cirujía de Ultrasonido Enfocada, una organización sin ánimo de lucro con sede en Charlottesville, Virginia, que fue fundada para desarrollar nuevas aplicaciones en el campo del ultrasonido enfocado.

El ultrasonido enfocado de alta intensidad (HIFU, en inglés) es diferente del tipo de ultrasonido que se utiliza para propósitos de diagnóstico, tales como los análisis prenatales. Mediante un dispositivo especializado, se enfocan unos haces de ultrasonido de alta intensidad sobre una pequeña pieza de tejido muerto, calentándola y destruyéndola. Hoy día esta tecnología se utiliza para la ablación de fibromas uterinos—unos pequeños tumores benignos en el útero—y está en fase de pruebas clínicas para la eliminación de tumores de pecho y otros cánceres. InSightec, una compañía dedicada al desarrollo de tecnología con ultrasonido y con sede en Israel, acaba de desarrollar un dispositivo de HIFU experimental diseñado para usarse en el cerebro.

El mayor reto a la hora de utilizar el ultrasonido en el cerebro consiste en averiguar cómo enfocar los haces a través del cráneo, que absorbe energía de las onda de sonido y distorsiona su trayectoria. El dispositivo de InSightec consiste en una serie de más de 1.000 transductores de ultrasonido, cada uno de los cuales se puede enfocar de forma individual. “Lo que hacemos es tomar un TAC de la cabeza del paciente y ajustar el haz acústico para enfocarlo a través del cráneo,” afirma Eyal Zadicario, director del programa de neurología de InSightec. El dispositivo también posee un sistema incorporado de enfriamiento para evitar que el cráneo se sobrecaliente.

Los haces de ultrasonido se enfocan hacia un punto específico del cerebro—la localización exacta depende de la enfermedad que se esté tratando—que absorbe la energía y la convierte en calor. Esto aumenta la temperatura hasta unos 130 grados Fahrenheit y destruye las células en una región con un volumen de aproximadamente 10 milímetros cúbicos. Todo el sistema está integrado con un escáner de resonancia magnética, que permite a los neurocirujanos asegurarse de que están tratando el área apropiada dentro del tejido cerebral. “Las imágenes termales tomadas en tiempo real durante el tratamiento permiten al cirujano ver dónde y hasta qué punto está aumentando la temperatura,” señala Zadicario.

Este estudio suizo, publicado este mes en Annals of Neurology, puso a prueba la tecnología con nueve pacientes que sufrían dolor crónico debilitante y no respondían a la medicación. El tratamiento tradicional para este tipo de pacientes consiste en usar un método de entre dos para destruir una pequeña parte del tálamo, una estructura que transmite mensajes entre las distintas áreas del cerebro. Los cirujanos suelen utilizar o bien la ablación por radiofrecuencia, mediante la cual se inserta un electrodo en el cerebro a través de un agujero en el cráneo, o bien la radiocirujía enfocada, un procedimiento no invasivo que consiste en enfocar un haz de radiación ionizada sobre el tejido a tratar. Zadicario afirma que el HIFU tiene una serie de ventajas sobre la radiocirugía puesto que los efectos que se dan después de matar los tejidos con radiación pueden durar entre varias semanas e incluso meses, mientras que el método termal es inmediato. Kassell añade que “la precisión y exactitud son considerablemente más altas con el ultrasonido, y en principio debería ser también más seguro a largo plazo.”

Según el nuevo estudio, todos los nueve pacientes informaron que el dolor se había reducido después del procedimiento, y estuvieron en pie y en marcha al poco tiempo. “Dos pacientes se tomaron un vaso de vino Proseco con nosotros,” afirma Ernst Martin, director del Centro de Resonancia Magnética en el Hospital Infantil Universitario de Zurich y autor principal del estudio. Afirma que durante el momento de aplicación de calor en el tejido los pacientes reportaron haber sentido cierto picor y mareo durante unos segundos, y en uno de los casos alguien sufrió un pequeño dolor de cabeza. Sin embargo, nadie experimentó problemas neurológicos o cualquier otro tipo de efectos secundarios después de la cirugía.

“Esto va a dar mucho ímpetu a los fabricantes de equipamiento de ultrasonido enfocado para que se interesen en el cerebro,” afirma Kassell. En la actualidad se está poniendo a prueba una versión experimental del dispositivo de ultrasonido de InSightec en cinco centros médicos alrededor del mundo. Además de usarlo con pacientes de Parkinson y aquellos con problemas de movilidad, los científicos tienen pensado probar este tipo de tecnología como tratamiento para tumores cerebrales, la epilepsia y las apoplejías.

Uno de los problemas del HIFU en comparación con otros tipos de neurocirugías más invasivas llevadas a cabo con electrodos es que los cirujanos no tienen la capacidad para probar de forma funcional si han alcanzado la parte correcta del cerebro. Durante los procedimientos quirúrgicos tradicionales contra el Parkinson, por ejemplo, el neurocirujano estimula el área de destino con el electrodo para asegurarse de que ha identificado la parte del cerebro responsable de los problemas motores del paciente, y depués procede a provocar la muerte de ese trozo de tejido.

“No todos los neurocirujanos funcionales acabarán aceptando este nuevo método, ya que no es posible hacer un test antes de que la lesión se lleve a cabo,” afirma Ferenc Jolensz, director de la División de IRM y del Programa de Terapia Guiada por Imágenes en el Brigham and Women's Hospital en Boston. Jolensz y su colaborador Seung-Schik Yoo están desarrollando unos métodos para utilizar el HIFU en la modulación de la actividad cerebral en áreas localizadas, lo cual permitiría hacer pruebas funcionales en el área de destino antes de pasar a su destrucción. Jolensz también estudia el uso del HIFU para la cirugía cerebral y ha puesto a prueba la tecnología en cuatro pacientes con tumores cerebrales, aunque los resultados aún no se han publicado.

Biotecnología

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