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Tecnología y Sociedad

La academia británica alerta de los enormes riesgos científicos del Brexit

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El 95% de los investigadores británicos se opone porque la Unión Europea no financia ni permite la participación en sus investigaciones a países que prohíben el tránsito de personas

  • por Debora Mackenzie | traducido por Teresa Woods
  • 21 Junio, 2016

Las aguas están agitadas ante la votación del próximo jueves sobre la pertenencia continuada de Reino Unido en la Unión Europea. Por un lado, la campaña "Brexit" [NdT: juego de palabras en inglés procedente de la mezcla de British (británico) y exit (salida) en inglés] advierte sobre cinco millones de turcos listos para invadirles. Por otro, el bando "Bremain" [NdT: de nuevo, mezcla de anglicismos British (británico) y remain (permanecer)], en el que se incluye el Gobierno, alerta de un desastre económico en caso de salirse el país.

Este es justo el tipo de batalla estigmatizada que los tranquilos y racionales científicos normalmente tratan de evitar. Pero la academia británica considera que el Brexit supone una importante amenaza para la financiación y la innovación de su trabajo, por lo que muchos han decidido no quedarse callados.

Las encuestas indican que el 93% de los científicos británicos se opone al Brexit. Muchos han hablado en contra: en marzo, los 159 investigadores de la Real Sociedad de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) calificaron la medida de "desastre para la ciencia británica", sobre todo porque impediría que los jóvenes científicos emigren libremente dentro de Europa. Un informe realizado por la Cámara de los Lores informó en abril de que "la aplastante balanza de las opiniones de la comunidad científica británica" se opone al Brexit.

¿Por qué? En parte porque la Unión Europea financia muchas de las investigaciones científicas y tecnológicas de sus países miembros. Y ya se ha comprometido a un presupuesto de 74.800 millones de euros (unos 66.000 millones de euros) para el período comprendido entre 2014 y 2020. Los defensores del Brexit afirman que los contribuyentes británicos deberían simplemente guardarse sus contribuciones y gastárselas en casa.

Pero de suceder así, se llevarían un duro golpe. Reino Unido compite en las grandes ligas de la investigación con el 16% de todos los trabajos científicos de gran impacto a nivel mundial, por lo que sus solicitudes de beca son muy bien recibidas por Bruselas (Bélgica). Entre 2007 y 2013, aportó 5.400 millones de euros al presupuesto de investigaciones europeas pero recibió 8.800 millones de euros de vuelta en subvenciones.

Para los laboratorios británicos, esas subvenciones representan la cuarta parte de sus fondos públicos de investigación, una cuota que ha aumentado en los últimos años. Una reducción de esa financiación a causa del Brexit podría ralentizar cada campo en el que destacan las investigaciones británicas. O sea la mayoría de ellos.

"No sólo se trata de la financiación", señala el investigador de la Universidad Colegio de Londres (Reino Unido) Mike Galsworthy, quien lanzó la campaña Scientists for EU (Científicos a favor de la UE) en redes sociales. "Los apoyos de la UE catalizan la colaboración internacional", alega.  La UE financia las investigaciones en gran parte para impulsar la integración de Europa: para la mayoría de los programas, se necesita incluir a colaboradores de otros países de la UE para recibir una subvención. Esto no es algo malo, ya que el trabajo colaborativo tiende a significar más publicación de un impacto más alto.

Los defensores del Brexit sostienen que Reino Unido podría seguir participando en las investigaciones europeas desde fuera, bajo un "acuerdo de asociación". Varios países que no pertenecen a la UE, como Noruega y Túnez, lo hacen. ¿Funcionaría ese enfoque para una importante nación de investigación?

Habría que preguntárselo a los suizos. No forman parte de la UE, pero en 2004 permitieron la libre circulación de personas entre el país y la UE, en parte para poder beneficiarse de los programas de investigación europeos. En 2014, bajo la misma presión anti-inmigración que empujó a Reino Unido a la votación sobre el Brexit, el 50,3% de los suizos votaron a favor de revocar la medida. En ese momento, nadie mencionó cómo eso podría afectar a la ciencia.

Pero los alumnos suizos empezaron a ser expulsados de los programas Erasmus, en los que los jóvenes científicos son muy activos. Los laboratorios suizos son importantes actores en la ciencia europea, y de hecho uno dirige su proyecto insignia sobre el cerebro humano, el Human Brain Project. Bruselas acordó conceder a los suizos la condición temporal de "asociación parcial", que incluye acceso a algunos programas sobre todo para investigaciones básicas.

Pero esa asociación vencerá en febrero, y la UE insiste en que para lograr un estatus de asociación plena, Suiza, al igual que Noruega, deberá permitir la libre circulación de personas, lo que pondría al país en el mismo punto en el que estaba antes. Sin una asociación plena, tendrá que asumir los costes de su participación en proyectos europeos de investigación.

"No existen motivos para creer que Reino Unido vaya a salir más airoso", sugiere el investigador del Laboratory Cavendish de la Universidad de Cambridge Athene Donald, que es miembro del Consejo Europeo de Investigación. Para lograr un acuerdo de asociación y fondos europeos para las investigaciones, Reino Unido tendría que permitir la  libre circulación de personas a la UE, lo que justo representa la mayor objeción de los proponentes del Brexit.

Y entonces la ciencia financiada por la UE le saldría más cara. Los países asociados aportan fondos al presupuesto europeo de investigación y después compiten para la asignación de proyectos conjuntos. Esto conlleva un proceso administrativo más complicado que simplemente competir como un miembro titular, y el país ha de pagar más para ello, lo que encarece la ciencia por alrededor del 20%, según calculan los investigadores. Gran Bretaña también perdería el derecho, como miembro de la UE, a ayudar a decidir cómo se gasta el dinero.

El impacto económico de perder el acceso a la ciencia financiada por la UE no ha pasado inadvertido por los suizos. Las encuestas realizadas en mayo revelan que ahora tan sólo un 21% del público cree que la libre circulación de personas sea algo negativo. Los activistas ya están organizando otro referéndum.

El investigador de la Universidad de Heidelberg (Alemania) Karlheinz Meier, que dirige la plataforma neuromórfica del Human Brain Project, afirma que de producirse el Brexit, Reino Unido encontrará alguna manera de seguir participando. "No destruirán su colaboración de investigación con Europa, sería una locura", afirma.

Pero el país podría no tener elección. El canciller británico George Osborne dijo la semana pasada que tendría que recortar drásticamente el gasto público para pagar los costes del Brexit, que según los cálculos ascendería a unos 100.000 millones de dólares (unos 88.300 millones de euros) para 2020. Eso, asegura, incluiría unos futuros presupuestos intocables para la sanidad pública. La ciencia parece que sería incluso más vulnerable a los recortes.

Las empresas británicas de alta tecnología, incluida Rolls-Royce y British Telecom, se han pronunciado en contra del Brexit, al igual que Coadec, una confederación de pequeñas start-ups digitales. Todas ellas necesitan el mercado único y las regulaciones comunes para reducir costes, además de la libre circulación, especialmente para programadores.

Otros actores de I+D dejaron claros sus puntos de vista en sus comparecencias ante la Cámara de los Lores. La UE opera los experimentos más avanzados de fusión de contención magnética del mundo. El reactor JET, en Inglaterra, ha proporcionado una ventaja única a los físicos e ingenieros británicos con esta tecnología, según contó la Agencia de Energía Atómica de Reino Unido a la Cámara de los Lores. Y si resulta que la próxima fase de este programa, el reactor ITER en Francia, llega a proporcionar energía de fusión, llevará más tiempo hacerlo sin los británicos. Todos saldríamos perdiendo.

La Iniciativa de Medicinas Innovadoras de la UE de 3.300 millones de euros (unos 3.745 millones de dólares) ahora mismo no está abierta a la participación suiza. La industria farmacéutica, el mayor inversor en labores de I+D británicas, expuso ante los Lores que teme que el Brexit signifique que los laboratorios británicos sean los siguientes. Reino Unido es un importante actor en las investigaciones farmacéuticas: y  eso significaría un avance más lento hacia los nuevos medicamentos que necesitamos desesperadamente.

De nuevo, todos saldríamos perdiendo.

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