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Biotecnología

Células de cerdo para tratar a los pacientes de diabetes

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Un grupo de científicos afirma haber eliminado el riesgo de infección de los transplantes animales.

  • por Michael Day | traducido por Francisco Reyes
  • 27 Julio, 2009

Unos investigadores australianos han empezado a inyectar células productoras de insulina extraídas de cerdos sanos en personas con diabetes de tipo 1, en intento por curar la enfermedad.

Lo que resulta crucial es que los científicos afirman haber eliminado el riesgo de infección de los transplantes de animales. Las células transplantadas se introducen en un gel poroso que las protege de los ataques de la mayoría de los sistemas inmunes del anfitrión, con lo que se evita tener que utilizar medicación inmuno-supresora peligrosa.

Estas pruebas están precedidas por unos tests preliminares durante los que dos voluntarios con diabetes de tipo 1, una enfermedad autoinmune que da como resultado la destrucción de las células productoras de insulina en el páncreas. La insulina es vital para controlar los niveles de azúcar de la sangre, y los pacientes que sufren esta enfermedad a menudo se enfrentan a toda una vida de inyecciones de insulina para prevenir subidas de los niveles de glucosa en la sangre que puedan resultar mortales. Los voluntarios demostraron conseguir una independencia de la insulina durante varios meses al ser tratados con esta técnica, según el director del proyecto Robert Elliott, cofundador y director médico de Living Cell Technologies. Los tests preliminares también se llevaron a cabo en primates, que no sufrieron efectos secundarios a partir del tratamiento.

“Durante los tests preliminares logramos demostrar que existen unos claros beneficios y un riesgo de muy pequeñas proporciones,” afirma Elliot. “Por tanto hemos logrado demostrar que debemos seguir adelante con esta prueba clínica a gran escala.” Los resultados preliminares se incluyeron en un informe durante la reunión anual de la Sociedad Internacional de Terapia de Células en mayo de este año.

Esta técnica radical será puesta a prueba en 18 voluntarios a lo largo de un estudio clínico de mayor tamaño que tendrá lugar en Rusia y Nueva Zelanda, puesto que en Australia existe una moratoria sobre los xenotransplantes—aunque va a ser revisada más adelante durante este año.

Los voluntarios en Nueva Zelanda empezaron a recibir las células porcinas encapsuladas en el abdomen durante esta semana, en un “procedimiento simple” llevado a cabo bajo anestesia local, señala Elliot. Todos los voluntarios padecen diabetes de tipo 1.

Los investigadores australianos están incluyendo a propósito en el estudio a algunos pacientes con diabetes inestable, cuya enfermedad apenas puede ser controlada por los tratamientos de insulina. Después de un periodo de evaluación inicial de dos meses, los voluntarios seguirán siendo vigilados durante meses o años. Si los transplantes tienen éxito, los investigadores esperan que los sujetos puedan dejar de utilizar las inyecciones de insulina.

La falta de donantes humanos ha sido desde hace tiempo el motivo por el que se necesita tejido pancreático animal para este tipo de transplantes. Sin embargo, durante unos estudios iniciales en los que se llevaron a cabo xenotransplantes para tratar la diabetes, no se lograron mostrar los beneficios claramente. Ninguno de estos estudios utilizó el método de encapsulado, que protege a los grupos de células transplantadas de cerdo, que son del tamaño de granos de arena, contra los ataques del sistema inmunitario.

“Eso es lo más importante,” afirma Elliot, “proteger las células transplantadas de este doble hachazo que proviene del rechazo del tejido ajeno y la diabetes en sí misma, mediante el cual el cuerpo ataca a su propio tejido pancreático.”

Elliot afirma que los cerdos utilizados para los transplantes fueron criados y mantenidos en un entorno excepcionalmente estéril, lo que significa que estuvieron libres de “virus, bacterias y parásitos.”

Además, afirma que los tests han mostrado que los retrovirus escondidos en los genes del cerdo no son capaces de producir partículas de virus viables. El descubrimiento de este tipo de virus en los cerdos a finales de los 90 ha sido un factor clave a la hora de retrasar el desarrollo de los xenotransplantes.

Anthony d’Apice, director del Centro de Investigación de Inmunología del Hospital St Vincent en Melbourne, señala que dependiendo de la cuota entre los beneficios y el riesgo se podrá decidir si las pruebas clínicas han tenido éxito o no. “Se trata de minimizar el riesgo de fallo—y el riesgo de infección, que no sólo es un riesgo para el paciente sino para sus contactos y la comunidad, y puede proceder de organismos conocidos o desconocidos entre los que se incluyen los retrovirus endógenos porcinos.

Jonathan Stoye, virólogo en el Instituto Nacional de Investigación Médica del Reino Unido y asesor del gobierno británico en materias de seguridad de xenotransplantes, apoya el estudio. “El riesgo procedente de estos virus porcinos es probablemente mucho menor de lo que nos temiamos en un principio—aunque no se pueden dejar de tomar en cuenta jamás,” afirma. “Me gustaría ver los datos clínicos antes de poder sacar ninguna conclusión, pero me da la impresión de que están llevando a cabo unas pruebas muy buenas.”

Biotecnología

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