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Biotecnología

La voluntad de los clientes de 23andMe desenmascara los genes de la depresión

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Más de 450.000 personas permitieron que la compañía usara su información genética en el mayor estudio sobre la depresión hasta la fecha, que ha detectado 15 regiones del genoma asociadas a ella

  • por Antonio Regalado | traducido por Diego Soto de Lucas
  • 03 Agosto, 2016

Un análisis del ADN de más de 450.000 clientes de la compañía de análisis genéticos 23andMe ha revelado el primer y principal tesoro oculto de los indicadores genéticos que causan la depresión.

Este estudio, el más amplio de su categoría, ha detectado 15 regiones del genoma humano relacionadas con un mayor riesgo de padecer depresión grave. El estudio lo realizó 23andMe en colaboración con el gigante farmacéutico Pfizer. 23andMe es una empresa de EEUU cuyos estudios sobre los genes han tenido más de 1,2 millones de compradores.

Hasta el momento, la gran mayoría de los esfuerzos por localizar los riesgos genéticos que causan la depresión habían fracasado, probablemente porque no fueron lo suficientemente amplios.

La antigua neurocientífica en Pfizer y actual directora de Neurogenética del Centro de enfermedades huérfanas de la Universidad de Pennsylvania (EEUU), Ashley Winslow, afirma: "Todo el mundo reconoce que es un problema de números". Winslow, que dirigió la iniciativa, añade: "Es difícil obtener los resultados que hemos logrado con el estudio de 23andMe, aunque no imposible".

121.380: Número de clientes de 23andMe que declararon padecer depresión diagnosticada.

Los resultados surgieron de lo que se conoce como "estudio asociativo del genoma completo". Mediante este enfoque, el ADN de muchos pacientes de una enfermedad se compara con muestras control sanas mediante búsquedas automatizadas. Cualquier diferencia genética que aparezca más a menudo en los pacientes enfermos puede ser un indicador de los genes involucrados.

La táctica de búsqueda de genes ha permitido hacer nuevos hallazgos sobre la diabetes, la esquizofrenia y otras enfermedades comunes. Sin embargo, no se había investigado prácticamente nada sobre depresión. Antes se realizó un estudio con 6.000 mujeres chinas que padecían depresión severa y se detectaron dos indicadores en el genoma; pero otros estudios no obtuvieron resultados.

El psiquiatra e investigador genético en la Universidad de Stanford (EEUU) Douglas Levinson afirma: "Lo que realmente importa es que 23andMe nos ha conducido a un punto de inflexión respecto a la depresión". El experto, que forma parte del Consorcio sobre genómica psiquiátrica, añade: "Es apasionante. Nos hace ser optimistas y pensar que casi lo hemos logrado".

23andMe ha vendido más de un millón de kits de análisis genético. El producto, que cuesta menos de 150 euros, tiene una finalidad principalmente lúdica, como averiguar el origen étnico de cada uno. Pero más de la mitad de sus clientes han aceptado que su ADN se utilice en investigaciones adicionales y en preguntas y respuestas en estudios sobre su salud.

A través de estos estudios, la empresa fue capaz de localizar más de 141.000 personas que reconocieron haber sido diagnosticadas con depresión. Esto supone unas 10 veces más que el siguiente estudio más grande jamás realizado, según Levinson. Los datos de ADN de los otros 337.000 clientes de 23andMe que no padecían depresión se utilizaron como muestras de control.

Los genetistas sienten una fuerte y constante necesidad de contar con bases de datos más grandes. Por ello, este año el Gobierno estadounidense ha comenzado a implementar planes para crear una base de datos médicos precisos con información de un millón de personas. El riesgo genético de padecer depresión se debe en realidad a cientos de genes, cada uno de los cuales tiene un efecto minúsculo.

Los autores del informe afirman que el descubrimiento se debe al respaldo de los datos de 23andMe. Sin embargo, Levinson señaló que la depresión es el caso de prueba para crear la base de datos de los consumidores. Se trata de una enfermedad común que ya no está estigmatizada, por lo que la gente no tiene problema en reconocer que la padece. Sin embargo, otros trastornos psiquiátricos son mucho menos frecuentes. Levinson opina: "Si quisiesen hacer un estudio similar sobre esquizofrenia o anorexia, probablemente fracasarían. Esa es la salvedad en este caso".

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