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Tecnología y Sociedad

El legado tecnológico de Barack Obama

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El presidente de Estados Unidos deja la Casa Blanca tras ocho años de gobierno en los que sus iniciativas sobre tecnología e innovación han conocido el éxito, pero también el fracaso

  • por Mit Technology Review Editors | traducido por Teresa Woods
  • 11 Enero, 2017


Crédito: Brendan Smialowski (Getty Images).

El cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se dispone a abandonar la Casa Blanca.

Mientras @POTUS [NdT: nombre en clave que emplea el Servicio Secreto para referirse al presidente a partir del inglés President of the United States] contempla su legado, los editores de MIT Technology Review han echado la vista atrás para valorar algunas de las iniciativas tecnológicas más importantes de sus ocho años de mandato.

Obama tuvo éxito en algunas cosas importantes, como apoyar la neutralidad de la red y unirse a la acción global contra el cambio climático. Pero también experimentó el fracaso -¿se acuerdan de healthcare.gov?- e incluso algunos de sus logros ahora peligran al asumir una nueva administración el poder.

Aquí evaluamos cinco temas tecnológicos decisivos: mejorar el uso gubernamental de la tecnología, la neutralidad de la red, el incremento del gasto en tecnología, los historiales médicos electrónicos y la fabricación avanzada.

Foto: El presidente Obama habla bajo la atenta mirada del CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, durante una reunión pública celebrada el 20 de abril de 2011 en la sede central de Facebook en Palo Alto, California. Crédito: Brendan Smialowski (Getty Images).

1. La forma de utilizar la tecnología en el Gobierno 

El desastre de healthcare.gov llevó al presidente a animar al Gobierno de Estados Unidos a actuar de forma más parecida a una empresa tecnológica.

La primera orden ejecutiva de Barack Obama allá por 2009 no buscaba reformar la sanidad de Estados Unidos, cerrar el centro de detenciones de la bahía de Guantánamo (Cuba) ni solventar ningún otro tema político destacado. Fue una orden que emplazaba al Gobierno de Estados Unidos a utilizar la tecnología para ser más transparente y eficaz.

Famosa ya por ello, la primera campaña electoral a la presidencia de Obama se apoyó más en los ordenadores e internet que ninguna anterior. Ahora, la Directiva de Gobierno Abierto demostró que también quería ver cómo la tecnología cambiaba el funcionamiento del Gobierno. Ocho años después, este casi desconocido aspecto de su legado puede que se convierta en uno de los más duraderos. 

Obama resultó extrañamente exitoso a la hora de atraer veteranos de Silicon Valley a Washington D.C. (ambas en EEUU) para ayudarle a conseguirlo. Su interés por internet y la industria parecía evidente durante su primera campaña, según Brian Behlendorf, una figura líder en el software de fuente abierta que colaboró con la campaña de Obama y después fue asesor en varios proyectos de gobierno abierto en la Casa Blanca. Los tecnólogos hicieron buenas migas con él. "Creo que tenía mucho que ver con él mismo, el que fuera un joven intruso y no el establishment", comenta Behlendorf.

Durante el primer mandato de Obama, la Casa Blanca abrió una cuenta en Twitter, lanzó su primer blog (espacio para comentarios incluido). permitió a los ciudadanos lanzar solicitudes al Gobierno en línea y contrató al primer director de tecnología de Estados Unidos. Desarrolló nuevos tipos de servicios como recovery.gov, una página en la que cualquiera podía monitorizar cómo se gastaba el paquete de estímulos económicos de casi 800.000 millones de dólares (unos 760.000 millones de euros) de Obama.

Entonces, un embarazoso desastre digital obligó a la administración Obama a redoblar sus esfuerzos. Tras gastarse casi 500 millones de dólares (unos 475 millones de euros) en el sitio para el intercambio de seguros médicos healthcare.gov -parte del núcleo de la Ley de Cuidados Asequibles de Obama-, cuando este se lanzó en octubre de 2013, apenas funcionaba. 

El ingeniero de Google que lideró el "equipo de emergencias" de expertos de la industria reclutados para rescatar la página se convirtió después en en líder de un nuevo grupo permanente de genios del software: el Servicio Digital de Estados Unidos, creado para ayudar a los diferentes organismos oficiales a que sus grandes proyectos no escapen a su control.

Un segundo grupo, llamado 18F, fue creado para ayudar a las agencias de la administración a mejorar cómo desarrollan e implementan tecnología. Pensado como una start-up, 18F invita a evitar los engorrosos contratos  de adquisición con proveedores a favor de la flexibilidad que ofrecen el software de fuente abierta y los servicios basados en la nube.

Aaron Snow, que cofundó y dirigó el 18F, sostiene que las iniciativas de Obama por conseguir un Gobierno más inteligente en cuanto al uso de la tecnología deberían mantenerse (y hasta quizá ampliarse) bajo el mandato de su sucesor y los presidentes posteriores. "Nuestro valor y propósito es políticamente neutral", opina. "Nadie discute la idea de que cuando el Gobierno gasta dinero en TI, debe hacerlo de manera eficiente".

Foto: El presidente Obama le da la mano al inversor de capital riesgo Tom Wheeler, su propuesta de candidato para dirigir la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos el 1 de mayo de 2013. Crédito: Mandal Ngan (Getty Images). 

2. La neutralidad de la red

La lucha sobre cómo regular a los proveedores de servicios de internet se ha enrarecido.

Tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata, los dos principales partidos de EEUU, están de acuerdo en la idea general detrás de la llamada "neutralidad de la red": las empresas que venden servicios en línea y aplicaciones deberían operar bajo el mismo conjunto de reglas, y no permitir a los proveedores de servicios de internet (ISP, por sus siglas en inglés) discriminar entre ellas. Cómo hacerlo de manera eficaz sin sobrepasar el rol adecuado del Gobierno es donde nace la discordia.

La Ley de Internet Abierto de la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC, por sus siglas en inglés), la declaración fundamental de la administración Obama sobre el tema, puede peligrar. La ley, promulgada en 2015, prohíbe a los ISP bloquear o regular el tráfico legal y cerrar acuerdos por los que las empresas puedan pagar a cambio de mejorar su tráfico. También otorga la autoridad a la FCC para vigilar otras prácticas potencialmente perjudiciales para los consumidores o la competencia.  

La FCC ejerció recientemente esa prerrogativa cuando sus funcionarios expresaron "graves preocupaciones" de que AT&T pudiera estar violando la ley al permitir a sus usuarios el streaming de DirecTV, un servicio de su propiedad, sin contabilizar los datos utilizados dentro del total que tuvieran contratado; una práctica llamada "tasa o tarifa cero". El miedo a que este tipo de trato preferente dañe la competencia es una de las razones por las que muchos demócratas apoyan la ley.

Otras normas anteriores para proteger la neutralidad de la red habían sido tumbadas en 2014. Entonces, la FCC aceptó la sugerencia del presidente Obama de reforzar sus políticas al clasificar el ancho de banda como un "servicio de telecomunicaciones" en lugar de un "servicio de información", como se consideraba en aquel momento. Eso permitió a la FCC tratar a los ISP como el mismo tipo de proveedor que una aerolínea o empresa de telefonía, sujetas a una regulación mucho más estricta.

Los republicanos que forman parte de la comisión y del Congreso de EEUU han rechazado esta nueva clasificación. Para ellos, representa una peligrosa expansión del poder y la acción del Gobierno. El senador republicano por Tejas (EEUU) Ted Cruz llegó a calificarla de "Obamacare para internet". Una vez Trump asuma el poder, el comisario republicano de la FCC Ajit Pai piensa que "los días [de esa política] están contados".

La analogía hecha por Cruz con Obamacare podría ser cierta en un sentido, según explica el vicepresidente ejecutivo del grupo de interés público Public Knowledge, Harold Feld. Para Feld, cuyo grupo apoyó la Ley de Internet Abierto, algunos aspectos de la ley sanitaria insignia de Obama son muy populares. al igual que algunas de las disposiciones sobre equidad de su política sobre internet. Eso hace que derogarlas sin más sea políticamente arriesgado. Es mucho lo que está en juego, apunta Feld, puesto que "internet es esencial para las vidas de todos y nuestro comercio". 

Foto: El presidente Obama y el vicepresidente Joe Biden hablan sobre su plan de estímulo económico el 13 de abril de 2009. Crédito: Alex Wong (Getty Images).

3. El paquete de estímulos económicos

Los 100.000 millones de dólares (unos 95.000 millones de euros) para tecnologías e I+D han parecido más una estafa que una ayuda para las energías limpias.

El paquete de estímulos promulgado al principio del primer mandato del presidente Obama impresionó a la comunidad tecnológica con un gasto federal sin precedentes en proyectos energéticos, historiales médicos electrónicos y mejora del ancho de banda. El gasto en tecnología e I+D alcanzó la increíble suma de 100.000 millones de dólares (unos 95.000 millones de euros). Los grandes beneficiados incluyeron proyectos e investigaciones sobre energías renovables, especialmente en el ámbito solar y el desarrollo de baterías avanzadas.

Ochos años después, los logros de la legislación en los sectores de la tecnología y la energía provocan sentimientos encontrados. El apoyo para la producción energética renovable impulsó el crecimiento de los mercados solar y eólico, y el préstamo federal en 2010 a Tesla Motors ayudó a mantener el fabricante de vehículos eléctricos a flote. Asimismo, el incremento de la financiación para I+D energética, que se necesitaba desesperadamente tras años de abandono, posibilitó programas como ARPA-E para el apoyo de proyectos de energía limpia de fase temprana. 

Pero los fracasos fueron notables y coparon todos los titulares, lo que dañó seriamente la imagen de la energía limpia como área de inversión prometedora. Más infame aún fue la bancarrota en 2011 de Solyndra, la cual había recibido un préstamo garantizado de 535 millones de dólares (unos 508 millones de euros) en 2009. Varias grandes plantas de fabricación de baterías en Michigan (EEUU) financiadas por el gobierno federal también colapsaron. Una de ellas, A123 Systems, recibió una subvención de 249 millones de dólares (unos 237 millones de euros) en 2009 y construyó un par de plantas de fabricación en Michigan, sólo para toparse con problemas financieros y acabar siendo vendida en una subasta judicial a un conglomerado chino a precio de saldo.

La mayor decepción de la legislación fue el intento fallido de asentar una "economía de energías limpias", como deseaban el presidente Obama y sus asesores. Incluso a medida que se ponía en marcha el paquete de estímulos, los economistas advertían de que se estaban mezclando objetivos muy diferentes y a veces contradictorios. 

La iniciativa de hasta 787.000 millones de dólares (unos 748.000 millones de euros), conocida oficialmente como la Ley de Reinversión y Recuperación de Estados Unidos,  fue diseñada como un gran impulso económico para facilitar la recuperación de una economía devastada por la recesión en curso. Eso suponía gastar dinero tan rápido y generar tantos puestos de trabajo como fuera posible, sobre todo en las zonas más afectadas. Destinar parte de ese dinero a energías y tecnologías verdes fue loable, pero los proyectos de energía requieren diligencia rigurosa y decisiones que beneficien el crecimiento de la industria a largo plazo, no financiar proyectos de perfil alto diseñados para generar "empleos verdes" en áreas deprimidas como algunas partes de Michigan. 

En general, la ley de estímulos ayudó a mejorar la economía, pero ¿cuál es el veredicto sobre el gasto masivo en energía verde?  Según escribió el profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard (EEUU) Josh Lerner, en esta revista a finales del año pasado, "algo desastroso".

Foto: El presidente Obama firma un memorándum el 9 de diciembre de 2009 tras anunciar que la financiación de historiales médicos electrónicos formaría parte del paquete de estímulos económicos. Crédito: Bill Pugliano (Getty Images).

4. Historiales médicos electrónicos

Caros de instalar, ni han reducido los costes ni mejorado la calidad de la atención que reciben los pacientes.

Cuando el presidente ordenó en 2009 que todos los proveedores de cuidados médicos abandonaran el papel a favor de los historiales médicos electrónicos, la Casa Blanca afirmó que la medida reduciría costes, eliminaría tareas administrativas y mejoraría la calidad de la atención recibida por los pacientes.

Pero incluso después de miles de millones de dólares en forma de incentivos federales para ayudar a los médicos y hospitales a comprar los sistemas electrónicos necesarios, esas promesas aún no se han cumplido.

Aunque prácticamente todos los hospitales que han presentado informes - alrededor del 96% - disponen ya de un sistema electrónico de historiales médicos que cumple con los estándares gubernamentales, estos sistemas no se comunican bien entre sí y están repletos de problemas de seguridad. La productividad de los médicos ha caído y los costes han aumentado.

Tentados por los incentivos ofrecidos, algunos proveedores y organizaciones médicas compraron estos sistemas antes de que hubiesen tenido tiempo para formar a los médicos o aprender a protegerlos frente a los ciberataques, señala el investigador del Centro para Innovaciones Tecnológicas del Instituto Brookings en Estados Unidos Niam Yaraghi.

Las violaciones de la privacidad en el ámbito sanitario han crecido desde entonces. Tan solo en 2016, se produjeron 319 brechas de seguridad sobre información médica que afectaron a 500 personas o más con unas pérdidas totales de más de 16,5 millones de historiales, según la Oficina de Derechos Civiles del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos.

Este mes, el Wall Street Journal informó de que el Centro de Cáncer MD Anderson (EEUU) está recortando entre 800 y 900 puestos de trabajo -alrededor del 5% de su plantilla-, debido a la pérdida de productividad de los médicos tras instalar un sistema de historiales electrónicos en 2015.

El director general del Instituto para el Valor en la Salud y los Cuidados y profesor de medicina de la Universidad de Tejas en Austin (EEUU), Scott Wallace, considera que muchos de estos sistemas necesitan mejoras porque simplemente no resultan prácticos para los médicos.

Otra gran decepción, según Wallace, es lo difícil que sigue siendo compartir historiales médicos entre diferentes hospitales y sistemas sanitarios, como por ejemplo los que se encuentran en estados diferentes; algo que se presentó como uno de los primeros argumentos a favor de los historiales electrónicos.

Wallace confía, no obstante, en que durante los próximos años, y a medida que tanto las empresas de software como los hospitales atiendan a las necesidades de pacientes y médicos, muchos de estos sistemas mejoren. Pero por el momento, siguen lejos de ser el avance que prometían.

Foto: El presidente Obama habló en una planta de montaje de Ford en Wayne, Michigan, el 7 de enero de 2015. Crédito: Saul Loeb (Getty Images). 

5. Fabricación avanzada

El presidente no cumplió su promesa de empleo, pero sí colocó al país en el camino hacia una industria innovadora.

En lo que respecta a la producción industrial, el presidente Obama no cumplió un objetivo claro: prometió que crearía un millón de nuevos puestos de trabajo en el sector industrial, pero sólo ha generado un tercio de esa cifra.

Las razones que lo explican son complejas, entre ellas la lenta recuperación de la recesión de 2007 a 2009 y la falta de inversión en la industria fabril doméstica. No obstante, los expertos en ciencia y tecnología le atribuyen el mérito de ser el primer presidente en elaborar una estrategia nacional para promocionar la innovación en la fabricación. Se trata de un cambio que los mismos expertos consideran crítico si la manufactura estadounidense aspira a revitalizarse y ser más competitiva a nivel mundial; sobre todo cuando las nuevas tecnologías, especialmente las herramientas digitales y la automatización, están transformando rápidamente la producción industrial.

El Plan Estratégico Nacional para la Fabricación Avanzada de Obama estaba dirigido a potenciar la inversión pública y privada en la fabricación avanzada, aumentar los fondos para I+D, crear nuevos acuerdos público-privados y formar a los trabajadores.

Tal estrategia nacional posibilita coordinar "un aluvión de políticas dispares" -sobre impuestos, comercio, regulación y tecnología, entre otras- relevantes para el desarrollo de nuevas industrias y empresas de fabricación avanzada, según el vicepresidente de política de innovación global de la Fundación de Tecnologías de la Información e Innovación, Stephen Ezell. Los rivales de Estados Unidos -China, Alemania, Suecia, Reino Unido y la Unión Europea en general- han adoptado recientemente estrategias nacionales de fabricación avanzada.

El resultado más tangible del plan de Obama hasta ahora es Manufacturing USA, una red de 13 "Institutos de Innovación en la Fabricación" repartidos por todo el país. La misión de la red es conectar investigadores, start-ups, grandes empresas y el Gobierno para facilitar colaboraciones importantes en tecnologías emergentes como la fabricación aditiva, la electrónica híbrida flexible y la fabricación avanzada de tejidos que serían difíciles de lograr de otra manera.

Los institutos ayudan a eliminar barreras administrativas, crear redes profesionales, la formación y ofrecer un espacio de laboratorio donde los investigadores pueden probar y refinar nuevas herramientas y procesos. La acción del Gobierno es necesaria porque desarrollar procesos y tecnologías de fabricación industrial totalmente nuevos, explica Ezell, "es algo que ninguna empresa puede lograr por sí sola". 

Aún no está claro si la próxima administración seguirá proporcionando la financiación y los apoyos necesarios para los institutos.

*Han contribuido en este reportaje: Emily Mullin, Mike Orcutt, David Rotman y Tom Simonite

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