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Detección instantánea de medicamentos falsos

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El uso de códigos de barras bidimensionales podría reducir el número de falsificaciones en los países en desarrollo.

  • por Rachel Kremen | traducido por Francisco Reyes (Opinno)
  • 08 Septiembre, 2009

Un equipo de investigadores de la Universidad de Nueva York han propuesto un sistema para la autenticación y seguimiento de los fármacos distribuidos en los países en desarrollo. El sistema, llamado Epothecary, se basaría en el uso de cámaras de teléfonos móviles para leer códigos de barras en dos dimensiones incluidos en los empaquetados y asignados a los distribuidores y farmacéuticos. Los investigadores esperan que el sistema se pueda utilizar para evitar la distribución de fármacos falsos a través de canales legítimos.

La Organización Mundial de la Salud estima que más del 10 por ciento de los fármacos en los países en vías de desarrollo son falsificaciones. Algunos de estos medicamentos contienen los ingredientes correctos en las cantidades apropiadas, pero otros están por debajo de los estándares o son incluso venenosos.

Michael Paik, candidato a doctorado en el Instituto de Ciencias Matemáticas Courant de la Universidad de Nueva York, vio el problema por si mismo cuando trabajó con una agencia de cooperación en Sudán hace tres años. “Uno de los problemas que encontramos venía dado por el seguimiento de las medicaciones,” afirma Paik. “También había leído informes acerca de muertes causadas por medicamentos envenenados o subterapéuticos.”

Paik opina que Epothecary puede ayudar en gran medida a reducir este tipo de incidentes y además ofrecer un esquema sencillo para hacer el seguimiento de los medicamentos. Con este sistema, cada caja que se envía, cada paquete, cada contenedor de fármacos individual sería etiquetado con un código de barras único y bidimensional: una imagen en blanco y negro que representa información acerca de los contenidos del paquete, tal como el nombre del fármaco y el número de tabletas que se incluyen. Cada distribuidor y minorista también obtendría un código de barras bidimensional, impreso sobre una tarjeta de identificación personal.

Para adquirir nuevos fármacos, el minorista entra en el sistema Epothecary a través de su teléfono móvil e introduce su palabra clave. Después toma una fotografía de su propio código de barras, así como del código de barras del distribuidor y los códigos de barras de los medicamentos que quiere comprar. El software del teléfono descifra la información codificada en el código de barras bidimensional, y los datos se encriptan y se envían al servidor central a través de un SMS. Después, el software comprueba que el distribuidor es el propietario legítimo de los medicamentos en cuestión. (Si fuera posible, el teléfono también transmitiría su localización GPS al servidor y esa información sería contrastada con la dirección del distribuidor y del minorista que figura en los archivos.) Si todo resulta correcto, el minorista podría comprar los medicamentos y registrar la transacción en el servidor a través de su teléfono móvil.

El minorista, que a partir de ese momento se hace propietario de los medicamentos, tiene libertad para venderlos a los consumidores. En el momento de la compra, el minorista es capaz de despejar las sospechas de estar comprando falsificaciones mediante el acceso al sistema Epothecary, el envío de fotos de los códigos de barras bidimensionales de los medicamentos y su propio código de barras al servidor central. El servidor contestaría con un número de ocho dígitos que el consumidor podría enviar a un número de teléfono previamente anunciado, para obtener información acerca del medicamento que está a punto de comprar. “En ese momento y lugar puedo recibir un tipo de garantía que puedo contrastar con lo que tengo delante,” explica Paik. Un estudio con los detalles de este método se presentó el mes pasado en la conferencia MobiHeld 2009, celebrada en Barcelona.

Las soluciones de bajo nivel tecnológico para la autenticación de medicamentos, tales como los números de serie y los hologramas, se pueden falsificar con facilidad, y Paik afirma que el resto de soluciones de alta tecnología “dependen mucho de que haya instalada una red tecnológica de gran tamaño.” Un farmacéutico podría, por ejemplo, escanear una etiqueta de identificación de radio frecuencia (RFID) sobre una caja de píldoras para autenticar los medicamentos. Sin embargo eso requiere el intercambio de datos con una base de datos que se encuentra a gran distancia, además de tener que poseer un lector RFID y, con toda probabilidad, un ordenador portátil. En muchas partes del mundo, esta tecnología no es tan abundante como los teléfonos móviles.

“Incluso allí donde no hay electricidad ni agua, existen los teléfonos móviles,” afirma Shaffiq Essajee, director médico de la Iniciativa VIH/SIDA de la Fundación Clinton. “La gente carga los móviles con dinamos manuales o baterías de coche.”

Bill Thies, investigador de Microsoft y cofundador de Innovators In Health, una iniciativa de MIT para mejorar los cuidados de salud en las regiones en desarrollo, afirma que cree que el sistema podría tener “un impacto real.” Como parte de Innovators In Health, Thies desarrolló el uPhone, un software de teléfono móvil que permite a los trabajadores médicos registrar los datos de los pacientes en una localización central para que puedan ser revisados posteriormente. Thies señala que hay quienes sugieren el uso de SMSs para autenticar los medicamentos. Un sistema como tal, conocido como mPedigree, requiere el uso de pegatinas rascables pegadas a cada paquete. Antes de comprar el medicamento, el consumidor rasca la capa plateada de la pegatina para revelar un código de verificación, que se puede enviar a través del teléfono móvil para su autenticación, de forma similar al modo en que Epothecary autentica las transacciones con los usuarios finales. La diferencia es que Epothecary hace un seguimiento del medicamento a través de cada etapa del viaje—no sólo durante la venta final.

“La característica clave de Epothecary es que se fija en todas las transacciones antes de que llegue al usuario final. No se podría lograr lo mismo con una pegatina rascable,” afirma Thies.

Esto hace que el esquema sea particularmente interesante para la Fundación Clinton, afirma Essajee. Los medicamentos falsificados son suponen un gran problema para la organización, afirma, puesto que ofrece medicamentos para el tratamiento del VIH gratis, por lo que el mercado negro no es muy grande. Sin embargo, Epothecary resulta de interés para la organización como forma de incrementar la eficiencia. “Se puede utilizar para vigilar la cadena de suministros, ya que te proporciona una imagen rápida de dónde están tus medicamentos a cualquier hora y en cualquier lugar.”

No obstante, Essajee admite que en su opinión existen problemas para la implementación de Epothecary, particularmente puesto que los medicamentos no están etiquetados en la actualidad con códigos bidimensionales. El etiquetado de todos los paquetes una vez que llegan a los almacenes en el mundo en desarrollo conllevaría una considerable cantidad de tiempo y esfuerzo, y el proceso estaría expuesto a los errores humanos, afirma. Cualquier persona con acceso a las etiquetas podría violar el sistema y etiquetar medicamentos falsificados con etiquetas legítimas, al tiempo que revende los medicamentos reales por otro lado.

“Si fueran los fabricantes de medicamentos los que pusieran esos códigos de barras—eso sería lo mejor. De hecho, esa es la única forma de asegurarse de que los medicamentos falsificados no entran en la cadena de suministros,” señala.

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