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Biotecnología

La guerra sucia por las patentes de CRISPR ha empezado en la revista 'Cell'

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El director del Instituto Broad, Eric Lander, ha publicado un artículo que omite deliberadamente los logros de una de las partes

  • por Antonio Regalado | traducido por Teresa Woods
  • 21 Enero, 2016


Foto: Eric Lander

La historia la escriben los que ganan. Y eso puede que sea lo que está sucediendo en la dura batalla sobre la propiedad intelectual y las patentes de CRISPR, una tecnología revolucionaria de edición genética (Ver CRISPR es el descubrimiento más importante de los últimos cinco años).

El pasado viernes, Eric Lander, el director del influyente Instituto Broad del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) y la Universidad de Harvard (EEUU), publicó en la revista Cell una larga relación entre el descubrimiento de CRISPR y su despliegue como potente forma de control genético.

Es una lectura interesante, tal y como cabría esperar de uno de los comunicadores doctorados más eficaces de la historia.

El problema es lo que Cell y Lander no contaron a los lectores: concretamente, que el Instituto Broad se encuentra envuelto en una disputa de patentes de mil millones de dólares (unos 917 millones de euros) con la Universidad de California en Berkeley (UCB, por sus siglas en inglés, en EEUU) acerca de quién inventó realmente CRISPR-Cas9, como se ha denominado este sistema de edición.

Esta omisión detonó una explosión de críticas en Twitter y en los tablones de anuncios, con la alegación de algunos científicos de que el artículo de Lander, por lo demás excelente, remarcaba intencionadamente de forma sutil (y a veces no tanto) el papel del biólogo del Instituto Broad Feng Zhang y minimizaba el de la bioquímica de la UCB Jennifer Doudna.

La disputa subyacente se apoya en el hecho de que en 2012, el laboratorio de Doudna, junto con colaboradores europeos, fue el primero en publicar los componentes claves de un sistema CRISPR capaz de cortar el ADN en unos sitios determinados con facilidad, mientras que el grupo de Zhang demostró cómo adaptarlo a las células humanas varios meses después para lograr hazañas maravillosas. Así que, ¿a quién le corresponde realmente el mérito?

En la revista Scientist, la periodista Tracy Vance tiene los detalles importantes del conflicto tipo "él dijo, ella dijo" generado por la publicación de Cell, incluidas las quejas de Doudna y del biólogo de la Universidad de Harvard (EEUU) George Church de que el artículo de Lander contiene errores y de que no les concedieron la oportunidad de revisar el texto y corregirlo.

En la misma edición de Cell que contenía el artículo de Lander, Doudna publicó un trabajo mucho más técnico junto con dos coautores. Aunque su trabajo no generó ningún debate, al igual que el artículo de Lander, no manifiesta su gran interés por el resultado de las guerras CRISPR.

El responsable de Comunicación de la revista Cell, Joseph Caputo, me dijo que la revista reevaluará su proceso de toma de decisiones y puede que divulgue información añadida y publique algunas correcciones al respecto. Si lo hace, serán largas. Eso se debe a que Doudna es la cofundadora de tres empresas CRISPR y la coautora de varias solicitudes de patente, y ya ha ganado un premio de tres millones de dólares (unos 2,8 millones de euros) por su trabajo. Mientras tanto, el Instituto Broad, junto con el MIT y la Universidad de Harvard, posee varias patentes además de una participación multimillonaria en Editas Medicine, una empresa que espera empezar a cotizar en bolsa con una OPI de 100 millones de dólares (unos 92 millones de euros). Lander también tiene profundos lazos financieros y personales con Third Rock Ventures, una de las agencias de capital riesgo que constituyó Editas Medicine.

Dada la importancia de CRISPR, los intentos por dar forma a la historia de su descubrimiento no deberían sorprendernos. En su blog, el historiador Nathaniel Comfort calificó el escrito de Lander de "historia Whig", en referencia a un antiguo partido político británico que ha llegado a representar "una forma de utilizar la historia como herramienta política" que "justifica el dominio de los que ostentan el poder".

Puede ser. Pero para cualquiera que se haya adentrado en las miles de páginas de documentos de la Oficina de Patentes, el artículo sobre CRISPR escrito por Lander es claramente un intento de respaldar las patentes del Instituto Broad, concedidas gracias a la sorprendente afirmación de Zhang de haber inventado la tecnología él sólo en 2011, sin el conocimiento de cualquiera fuera del instituto, y antes de que se publicara el trabajo de Doudna.

Los descubrimientos de Zhang no se publicaron en ese momento así que no forman parte del historial científico oficial. Pero son muy importantes si el Instituto Broad quiere conservar sus patentes y declararse victorioso. No es de extrañar, entonces, que Lander quisiera verlos descritos por primera vez en una importante publicación científica como Cell.

Creo que fue un poco maquiavélico por parte de Lander. Pero Doudna no se ha cortado a la hora de remarcar su propia importancia y su versión de los sucesos, como en una charla TED cuando afirmó que ella y un compañero habían "inventado una nueva tecnología llamado CRISPR-Cas9", una afirmación de una sencillez propia de los dibujos animados que incomoda incluso a los de su propio bando.

La verdad, según algunos científicos, es que las bacterias se merecen el mérito. Ellas lo inventaron primero.

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