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Genesis-ICESA

Tecnología y Sociedad

La explosión automovilística de México: un romance entre humanos y robots

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Cuatro de cada cinco vehículos montados en el país van a parar a EEUU, y las empresas del norte de la frontera cada vez están abriendo más fábricas en el país, dominado por una mano de obra de bajo coste que convive casi en armonía con sus colegas robots

  • por Amy Guthrie | traducido por Teresa Woods
  • 17 Julio, 2017

Cuando Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre con la promesa de traer empleos de fabricación de vuelta a EEUU, Sean Patton decidió reducir sus objetivos de ventas para 2017. Patton es el director de Desarrollo de Negocios de Genesis-ICESA Systems, una empresa familiar especializada en la integración de automatizaciones en empresas, ubicada en la región mexicana del Bajío. Su compañía abastece a gran parte de la floreciente industria automotriz de México, un gran exportador a Estados Unidos.

Pero a mediados de 2017, el motor automovilístico de México parece imparable: la industria prevé su octavo año consecutivo de producción y exportaciones récord. Y en un intento por mantener su nivel de competitividad, la industria automotriz mexicana está adoptando cada vez más automatización. Genesis-ICESA, que ha instalado más de 500 robots desde su fundación en 1974, ha duplicado sus reservas durante el primer semestre de 2017 frente al mismo periodo de 2016, alcanzando su mejor año hasta la fecha. "Va a ser un año muy bueno para la robótica", asegura Patton.

Al igual que los fabricantes estadounidenses cada vez encargan más tareas anteriormente humanas a los robots, México también se dirigie a un futuro de fábricas cada vez más automatizadas. El Boston Consulting Group (BCG) predice que en 2015 México empleará robots para algo más del 30% de las tareas, frente a la media mundial actual del 10%. China, Japón y Estados Unidos se están automatizando a un ritmo aún más acelerado,  y BCG que esos países el 45% de las tareas serán ejecutadas por robots de aquí a ocho años.

Para ayudar a México alcanzar este objetivo están las empresas como Genesis-ICESA, que diseña y monta las estaciones de trabajo que automatizan ciertas tareas de fabricación. Durante un sofocante jueves de junio, Patton me hizo una visita guiada de sus instalaciones de más de 3.700  metros cuadrados en el solar de una antigua fábrica de neumáticos. Las luces fluorescentes iluminaban máquinas de colores vivos y estructuras metálicas esparcidas por dos inmensos almacenes. El sonido era cacofónico, los metales chocaban entre sí y se escuchaba el aire comprimido de una prensa gigante afilaba con precisión unas losas de acero.

Genesis-ICESA da empleo a casi 100 mexicanos, la mayoría ingenieros que diseñan o ensamblan las estaciones de trabajo, conocidas como células. Dentro de cada una de ellas, uno o más robots ejecutan tareas específicas dentro de las fábricas del cliente, como apretar tornillos para fijar una pieza del automóvil. Algunas estaciones son cajas autónomas que pueden ser enviadas enteras, mientras que otras parecen pedazos de decorado de una obra de teatro que han de ser puestos en escena in situ. Ese día en particular, había un artefacto con pinzas de sujeción que Genesis-ICESA desarrolló para sujetar los asientos de Tesla mientras un robot fusiona las piezas. En una zona enjaulada había un robusto robot blanco de una empresa llamado Nachi soldando marcos de techo solar para Ford; y una estación naranja de elevación monta las puertas para Navistar. Con un ligero empujón, una palanca de aspecto pesado del asiento de elevación oscila de derecha a izquierda, como un equipo de entrenamiento sin resistencia, permitiendo a los trabajadores mover casi 50 kilos de peso con sólo medio kilo de fuerza.

René Sánchez dirige un robot Yaskawa a través de ejercicios en Genesis-ICESA Systems

Foto: René Sánchez opera un robot Yaskawa durante unos ejercicios en Genesis-ICESA Systems.

Sean Patton, director de desarrollo de negocios de Genesis-ICESA Systems

Foto: El director de desarrollo de negocios de Genesis-ICESA Systems, Sean Patton.

México ya es el sexto mayor productor de vehículos del mundo. El país cuenta con dos docenas de plantas de producción de automóviles, y durante los últimos años ha se ha convertido en la sede de muchas nuevas fábricas de empresas automovilísticas de EEUU. Genesis-ICESA se dirige a los proveedores de los fabricantes de automóviles, y las líneas de producción que diseña se suelen quedar en México. Son los productos producidos en esas líneas los que finalmente viajan a EEUU. Cuatro de cada cinco vehículos ligeros montados en México actualmente se venden a consumidores estadounidenses.

Los clientes de Genesis-ICESA, como GeNI, un fabricante mexicano de piezas automovilísticas respaldado por el grupo alemán GEDIA Automotive Group que trabaja para marcas como Nissan y Volkswagen, visitan la fábrica para las pruebas y ajustes finales antes de que las células lleguen a sus fábricas.

El día que visité la instalación de Genesis-ICESA, el ingeniero GeNI Leopoldo Ortiz revisaba una estación de trabajo de dos niveles diseñada para su fábrica, situada a unas tres horas en coche desde la región del Bajío. En ella, una máquina soldadora de casi 1150.000 euros insertaba los pernos en una pieza de aluminio del coche. A continuación, la pieza se colocaba sobre una mesa de más de 25.000 euros para comprobar que todos los pernos han sido correctamente colocados. La estación de trabajo pretende eliminar el margen de error humano, dice Ortiz: "Necesitamos ser más eficientes. Si tienes más gente, el riesgo es mayor ".

Cerca, tres empleados de Genesis-ICESA entrenaban un robot de color azul cobalto hecho por Yaskawa para trazar formas simples: cuadrados, triángulos y círculos. Un brazo gigante se retraía y descendía. A medida que dibujaba, el robot emitía un sonido estridente similar al zumbido del taladro de un dentista. El ingeniero René Sánchez de 31 años que guiaba a Yaskawa, valora la ayuda que los robots ofrecen a los trabajadores para levantar objetos pesados ​​o soldar materiales sin inhalar humos tóxicos. Pero también se muestra cauteloso sobre su adopción. "La desventaja es que eliminan al operador; mucha gente no tendrá trabajo", se lamenta Sánchez.

Los salarios en México son bajos en comparación con EEUU, donde el trabajador de automóviles medio gana más en una hora que un trabajador mexicano en todo un día. Así que los robots no siempre son la opción más barata en el país. A corto plazo, los salarios se mantendrán bajos, lo que asegurará el empleo de la importante mano de obra de fabricación del país durante la próxima década.

Un récord de 5,15 millones de mexicanos trabajaron en la industria de fabricación en mayo, casi una cuarta parte de todos los trabajadores registrados en el instituto de seguridad social del país. Alrededor de 202.000 mexicanos se unieron a las filas de los trabajadores de la industria durante los primeros cinco meses de este año.

Patton detalla: "Lo que veo en México es que existe un equilibrio entre la automatización y el trabajo manual, donde ambos se aprovechan". Los trabajos agotadores y repetitivos se automatizan, mientras que las tareas que requieren ojos, oídos, el sentido del tacto y un cerebro todavía deben ser ejecutadas por seres humanos.

A unos 48 kilómetros de Génesis-ICESA, por un camino bucólico que atraviesa tierras agrícolas y altos tallos de maíz, el fabricante belga de piezas automovilística Bosal tiene varias células asistidas por robot. Durante los últimos 18 meses, la empresa ha invertido 17,5 millones de euros en automatización, una gran parte en Genesis-ICESA. La unidad de automatización ha reducido las necesidades locales de contratación de Bosal, aunque la fuerte demanda de repuestos aún ha hecho que la empresa haya aumentado aún más su mano de obra mexicana, en concreto, un 50% desde 2014, según el director regional de Bosal en México, Luis Palomé.

El ruido ambiental en la planta de Bosal en Querétaro (México) se parece al de una lavadora gigante atascada en el ciclo de centrifugado. Los trabajadores colocan silenciadores en una estación construida por Génesis-ICESA. Golpean los botones de un panel de control para hacer bajar una cortina de seguridad. Entonces el robot que hay dentro de la caja realiza las soldaduras en lugar de los trabajadores humanos. Se ven volar chispas a través de una ventana de plástico en la cortina.

No muy lejos, en una estación con menos robots, los trabajadores ganan una media de casi 12 euros al día, tres veces el salario mínimo de México, por insertar tubos metálicos en una máquina que luego los dobla. En una planta de Bosal en Michigan (EEUU), la compañía pagó casi 900.000 euros para introducir un robot que hace el mismo trabajo, el que en México todavía se hace a mano. En 10 años, la empresa habrá aumortizado el coste, pero como explica  Palomé, "en México no está justificado el coste de un robot".

Esa es una buena noticia para Oscar González, un empleado de Bosal que ha estado introduciendo esos tubos en una máquina durante el último año. El trabajador afirma que la tarea requiere trabajo en equipo y cuestiona que un robot no podría trabajar con compañeros de trabajo a su alrededor. El trabajador concluye: "No somos homogéneos".

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