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Gendal Le Bec

Tecnología y Sociedad

Ante el declive del dinero en efectivo, los gobiernos buscan alternativas en 'blockchain'

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En Suecia, las transacciones en efectivo sólo alcanzaron el 15% de todas las ventas al por menor, frente al 40 % en 2010, y no es el único país donde está pasando. Así que los gobiernos de varias naciones ya están analizando la cadena de bloques para crear la moneda del futuro

  • por Mike Orcutt | traducido por Maximiliano Corredor
  • 02 Octubre, 2017

En Suecia, la gente está abandonando el dinero en efectivo. El número de billetes y monedas en circulación ha caído a su nivel más bajo en tres décadas. El Riksbank, el banco central de Suecia, estima que el año pasado las transacciones en efectivo sólo alcanzaron el 15% de todas las ventas al por menor, frente al 40 % en 2010, gracias en gran medida a los servicios de pago móvil tremendamente populares.

La situación ha hecho que los banqueros centrales de Suecia empiecen a preguntarse si el país debería introducir una forma de dinero puramente digital respaldada por el Gobierno. Y, si fuera así, ¿debería usar una tecnología similar a la de Bitcoin?

El Riksbank no es el único banco central que estudia seriamente el blockchain, la tecnología que hace funcionar a Bitcoin y otras criptomonedas. Estos sistemas, también llamados libros de contabilidad distribuidos, se basan en redes de ordenadores para verificar y registrar transacciones en una base de datos compartida, prácticamente incorruptible. Estos ordenadores pueden sustituir a cualquier autoridad central, como un banco. Banqueros gubernamentales de todo el mundo creen que esto tiene el potencial de reemplazar el efectivo y promover otros sistemas de pago sean más eficientes.

Las criptomonedas respaldadas por bancos centrales serían algo irónicas, dado que Bitcoin fue creada, precisamente, para eludir la necesidad de los bancos. Más allá de eso, la idea plantea preguntas complicadas sobre cómo deben diseñarse, construirse y mantenerse estos sistemas, así como cómo pueden afectar la estabilidad financiera de un país. O de todo el planeta. Por eso, el Riksbank está repartiendo sus apuestas investigando no sólo la tecnología de cadena de bloques (la que ya describe como no probada pero "progresando increíblemente rápido") sino también métodos de contabilidad tradicionales y centralizados para su proyecto "e-krona" (pdf).

Algunos economistas han argumentado (pdf) en los últimos años que una criptomoneda ligada a dinero respaldado por bancos centrales podría dar a los gobiernos una forma de emitir fichas (tokens) digitales muy similares al dinero en efectivo. Según esta teoría, los usuarios de tal "FedCoin" (moneda federal) disfrutarían del nivel de anonimato que Bitcoin proporciona, pero también estarían protegidos contra la volatilidad que ha plagado a las criptomonedas. Los bancos centrales de muchos países están investigando esta idea, pero Suecia parece ser la más avanzada.

Pero una criptomoneda disponible para todos los consumidores "abre toda una serie de problemas" y plantearía nuevos retos para los responsables de la política monetaria, según el profesor de economía de la Universidad de California en Santa Bárbara, EEUU, Rod Garratt.

Primero, está la pregunta de exactamente quién debe verificar las transacciones y mantener el libro de contabilidad distribuido. Incluso si esto se resuelve, el nuevo sistema sería, en cierto sentido, demasiado eficiente, lo que facilitaría el pánico financiero en momentos de crisis. En la mayoría de los sistemas financieros actuales, las retiradas de fondos a gran escala se frenan de manera natural debido al tiempo que tarda un banco central en producir el papel moneda que la gente exige. Pero si la moneda es puramente digital, no existen tales frenos; una ciudadanía en pánico podría vaciar sus cuentas casi al instante, lo que dejaría al sistema bancario de todo un país sin un céntimo.

Un nuevo artículo (pdf) publicado por el Banco de Pagos Internacionales, una especie de banco central para los bancos centrales, sugiere un enfoque más directo que tratar de usar criptomonedas para reemplazar el efectivo. En el artículo, Garratt y el investigador del BIS Morten Bech establecen una importante distinción entre una criptomoneda "minorista" como FedCoin y una "mayorista" que sólo sería utilizada por los bancos.

Los bancos centrales juegan un papel importante en el sistema financiero mundial para facilitar grandes pagos entre bancos comerciales. Los bancos comerciales hacen depósitos en los bancos centrales y, cuando necesitan enviar un pago grande a otro banco, como podría suceder durante la venta de una empresa o casa, pueden confiar en un sistema de pagos operado por el banco central. El banco central maneja la "compensación", o la actualización de las cuentas de cada parte para reflejar la nueva transacción, y la "liquidación", o la transferencia literal del dinero.

Muchos sistemas de pago mayorista de los bancos centrales se enfrentan a un problema: se basan en lenguajes de programación y diseños de bases de datos obsoletos, y los gobiernos están buscando maneras de modernizarlos. Los bancos centrales de Canadá y Singapur demostraron recientemente sendos prototipos de sistemas de pago mayorista basados ​​en libros de contabilidad distribuidos que gestionan la compensación y la liquidación simultáneamente, a través de una ficha criptográfica. China también está realizando pruebas similares (véase La primera criptomoneda que convivirá con el dinero tradicional podría ser china).

Dado que un sistema como éste estaría limitado a los bancos, no tendría el mismo impacto en la política monetaria que uno para los consumidores. Garratt detalla: "Sólo se está reemplazando la actual infraestructura responsable del mercado financiero". A pesar de las pruebas de concepto, sin embargo, la tecnología sigue inmadura, y la actual ronda de esfuerzos modernizadores es poco probable que acabe utilizando libros distribuidos.

Incluso si este uso estuviera listo para el lanzarse al público, no resolvería el problema al que Suecia se enfrenta. Un inconveniente obvio de la disminución del uso del efectivo en el país es que una creciente dependencia de los sistemas de pago móviles puede marginar a las personas que no los utilizan o no pueden acceder a ellos. Esos sistemas también están dirigidos por empresas privadas, lo que significa que las fuerzas del mercado, en lugar de las políticas gubernamentales, podrían acabar determinando la eficacia con que el sistema financiero sirve a la gente y la economía.

En última instancia, si Suecia y otros gobiernos deciden dar el salto a las criptomonedas podría depender de si la gente realmente lo desea. Garratt se pregunta: "¿Exigirá la gente un medio de intercambio digital con propiedades similares al efectivo? En los lugares donde lo haga, tal vez habrá presiones para que los gobiernos la provean, y en lugares donde no, no habrá". Sea como sea, aún va a tardar un tiempo en llegar.

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