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Coches autónomos: el humano, el precavido y el que da ganas de vomitar

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Tras probar varios modelos de vehículos sin conductor, hubo uno con el que me sentía como si hubiera un humano al volante. en otro me moría de miedo, hubo uno que me dió náuseas y otro que conducía casi a la perfección. ¿Se atreve a probar alguno?

  • por Rachel Metz | traducido por Lisa Rushforth
  • 18 Enero, 2018

En muchos aspectos, el evento CES de este año (celebrado en EE. UU.) se parecía mucho más a un espectáculo de coches autónomos que a una feria de electrónica de consumo.

Hubo muchos anuncios de Ford, Baidu, Toyota y otros sobre vehículos sin conductor, próximos exámenes de manejo y nuevos colaboradores (ver Los clientes dan las gracias a los coches autónomos que reparten pizza). En un aparcamiento cercano al Centro de Convenciones de Las Vegas, varias compañías ofrecían paseos. Incluso se podía programar un viaje en un Lyft autónomo a través de la aplicación de la compañía y dejarse llevar a un casino en Strip.

A unos kilómetros, en el centro de la ciudad, un autobús autónomo de ocho pasajeros viajaba en círculos alrededor de Fremont Street. El recorrido era parte de una prueba en curso de la compañía de transporteKeolis, el fabricante de autos autónomos Navya y la ciudad.

Aunque todavía queda mucho para que la mayoría de nosotros podamos, por ejemplo, llamar a un robotaxi para salir a cenar, quería hacerme una idea de lo que es viajar en estos vehículos. Así que organicé tantos viajes autónomos como pude y presté atención a cosas la tranquilidad del viaje, la reacción de los vehículos ante obstáculos inesperados y la experiencia general de ser un pasajero en un coche sin manos humanas en el volante (si es que hay un volante).

¿Los resultados? Viajes generalmente aburridos (aunque en este caso es algo bueno), con algunas náuseas y una pizca de miedo.

El que me dió ganas de vomitar

Foto: Keolis

Salí de Strip en dirección a Fremont Street para dar un paseo en el autobús autónomo en el que colaboran Keolis y Navya. Pensé que era una buena oportunidad para estar con otros consumidores que también se estaban familiarizando con la tecnología.

La lanzadera, que comenzó a operar en un trayecto circular de aproximadamente 800 metros en noviembre, tiene un diseño genial. No hay asiento del conductor ni parte delantera o trasera designadas; en cambio, hay dos bancos paralelos con cuatro asientos cada uno, uno frente al otro, y un operador está a un lado con acceso a una pantalla táctil y una palanca de mandos para juegos (no hay volante ni pedales en esta cosa).

Ni el aspecto genial de la lanzadera ni el hecho de que la primera parada fuera una tienda de rosquillas podía compensar lo mal que me sentía dentro en ella. Muchas veces se detuvo en el camino, incluso cuando no tenía nada delante. Nuestro operador de lanzadera explicó que sus sensores LIDAR probablemente respondían una serie de conos de tráfico naranjas que había cerca (y que parecían haber sido colocados para indicar la ruta que tomaría el vehículo). La precaución es genial, pero sus movimientos espasmódicos de parar y volver a iniciar me dieron ganas de vomitar.

El que más me asustó

Foto: Phantom Auto.

Aunque técnicamente no era un viaje en coche, el vehículo de Phantom Auto se aproximó hacia mí sin nadie dentro. Mientras que estaba parado en la acera, el operador que lo controlaba estaba en California (EE. UU.).

La tecnología de Phantom Auto debería ayudar a los coches autónomos en situaciones donde necesitan la intervención de un ser humano capacitado. Aunque esto podría ser realmente útil algún día, a día de hoy da un poco de miedo. El operador, que no podría superar los 40 kilómetros por hora, navegó el automóvil por la noche a través de la lluvia y de calles atascadas, llevándome a mí y a tres empleados de Phantom Auto a través de una estación de servicio y un par de obstáculos difíciles para los coches sin conductor. Aunque logramos salir intactos, la indecisión del conductor era palpable, tanto al moverse a través de carriles de tráfico como a la espera de entrar en ellos.

El que más se pareció a un conductor humano

Foto: Lyft

Si no hubiera estado prestando atención, podría haber confundido mi viaje en un Lyft autónomo con un viaje corriente a manos de un buen conductor.

El automóvil, un BMW 540i autónomo, parte de una colaboración entre Lyft y la empresa de tecnología de vehículos autónomos Aptiv, se mostró razonablemente agresivo en sus cambios de carril y sus movimientos a través del tráfico, acelerando a medida que se acercaba a una curva. Sin embargo, también fue inteligente al frenar de forma correcta (y no con una sacudida) para permitir que los peatones pasaran por un cruce de peatones.

También valoré la transparencia del automóvil sobre lo que sucedía durante el viaje. Una pantalla táctil mostraba un mapa de hacia dónde íbamos, y cuando el automóvil se hizo cargo en la calle (después de que nuestro operador humano nos sacara del estacionamiento), una voz femenina emitió un sonido: "¡Conducción autónoma!". Son pequeños detalles, pero podrían ser claves para que los pasajeros se sientan cómodos mientras que los ordenadores toman el control del viaje.

El más conservador

Foto: Baidu

Justo antes de CES, viajé a California, para dar un paseo nocturno en el coche autónomo de Baidu, un híbrido Lincoln MKZ con la última versión de su software de código abierto Apollo. Este viaje pareció ser el más cauteloso: el automóvil aceleró con cuidado a medida que el límite de velocidad aumentó de 40 a 55 kilómetros por hora, y fue frenando muy gradualmente a medida que nos acercábamos a las señales y los semáforos.

Me pregunto cómo rendiría en una situación agresiva y de mucho tráfico, ya que las calles por las que pasamos eran tranquilas y estaban relativamente libres de obstáculos. Lo más sorprendente que hizo el coche fue dar media vuelta ante una señal de ceda el paso, lo que me hizo que me preocupara por si nos chocábamos contra la mediana en forma de triángulo cuando nos unimos a una nueva calle, pero mi miedo era infundado: terminó lánguidamente el giro y entró en el carril.

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