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Biotecnología

El autobronceador que dio lugar a la Viagra femenina

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El primer fármaco para estimular la libido femenina probablemente no será el último

  • por Faye Flam | traducido por Teresa Woods
  • 25 Agosto, 2015


Foto:
Flibanserin

Mientras que la recién aprobada "píldora rosa" se ha denominado como la Viagra femenina, su función es más difícil y sutil – no cambiar el rendimiento sexual sino el deseo. Esa es una razón por la que el fármaco, flibanserin, sólo ayudó a un número reducido de mujeres en los ensayos clínicos. No obstante, algunos científicos se sienten optimistas acerca del potencial de producir fármacos parecidos dirigidos al aumento de un deseo sexual que flaquea.

La píldora rosa, desarrollada por Sprout Pharmaceuticals, siguió un camino indirecto al mercado. Originalmente se probó flibanserin en pacientes con depresión, como muchos otros fármacos, con la esperanza de que pudiese aportar un resultado parecido al del Prozac y otros llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Pero esos fármacos aumentan el suministro cerebral de seratonina, un neurotransmisor, mientras que el flibanserin lo disminuyó. Y los niveles disminuidos de serotonina llevaron a un aumento de una sustancia química de multitarea, la dopamina, porque estas dos sustancias se compensan entre sí.

Los investigadores sospechaban que el aumento de dopamina podría, entre otras cosas, aumentar el deseo sexual. Esa pista provino de las investigaciones realizadas sobre un fármaco llamado bremelanotida, que originalmente se desarrolló y se probó como un agente autobronceador. Bajo el nombre comercial de Melanotan, se diseñó para estimular las células que producen la pigmentación, conocidas como melanocitos, con el objetivo de prevenir el cáncer de piel. En los ensayos, algunos sujetos no se broncearon demasiado pero informaron de un aumento del deseo sexual, dice James Pfaus, un neuroendocrino de la Universidad Concordia de Canadá.

Pfaus fue de los primeros investigadores encargados de estudiar este efecto sorprendente y potencialmente lucrativo. Encontró que en ratonas, la bremelanotida aumentó de forma dramática la iniciación del acto sexual, sin intercambio de dinero. Bajo los efectos del fármaco, las ratonas se insinuaron a los machos unas 40 veces en un período de 30 minutos, incluso cuando se había suprimido sus libidos normales mediante la reducción de hormonas femeninas.

Flibanserin también aumentó las insinuaciones de ratas, reestableciendo un comportamiento normal en ratas privadas de hormonas que de otra manera ni siquiera hubieran iniciado actos sexuales.

En humanos, flibanserin sólo demostró tener un efecto en entre el 9% y el 14% de las mujeres que padecían de un apetito sexual bajo, lo que se denomina como anafrodisia, o "anorexia sexual". El fármaco aumentó la frecuencia de encuentros sexuales satisfactorios, pero no mucho más que el placebo.

Algo que podría explicar esta diferencia es que las ratas carecen de las inhibiciones culturales que sufrimos los humanos, explica Pfaus. "Cuando una rata hembra quiere mantener relaciones sexuales, va en su busca. Si el macho número uno no se lo da, va en busca del macho número dos".

Y el impulso sexual en humanos es más complejo que, por ejemplo, la disfunción eréctil. Pfaus compara lo primero con un error informático y lo segundo con un problema de fontanería. La distinción se apreció por primera vez en la década de 1980, según el neurocientífico de la Universidad de Emory (EEUU) Kim Wallen. Las mujeres que habían sufrido intervenciones médicas como la extracción de sus ovarios informaron de que practicaban el sexo con la misma frecuencia que antes, pero no lo deseaban tanto como antes. Pero, mientras existen varios motivos para que la gente pierda interés en el sexo, pronto podrían existir distintos fármacos con los que poder experimentar. "Una vez que se lance el primero", explica Pfaus, "eso abre la puerta a la innovación".

La bremelanotida, que es más potente que la píldora rosa, es una posibilidad, aunque aún no se ha aprobado, ni para el autobronceado ni para el deseo sexual. Su paso para convertirse en un fármaco del sexo se ralentizó cuando una formulación anterior, que se administraba en forma de espray nasal, causó picos potencialmente mortales de la tensión arterial en varios sujetos masculinos. En ese momento estaba siendo probado como un fármaco del estilo de Viagra – algunos de los sujetos del ensayo de autobronceado informaron de erecciones espontáneas. Pero ahora el enfoque reside en su uso para aumentar el deseo sexual en mujeres.

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