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Cambio Climático

TR10: Desalinización a gran escala

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La planta desalinizadora por ósmosis inversa más grande y más barata del mundo ya aporta el 40% del suministro de agua de Israel

  • por David Talbot | traducido por Lía Moya
  • 20 Febrero, 2015

Avance

Demostrar que la desalinización del agua de mar puede proporcionar una parte sustancial del suministro de agua de un país al tiempo que es eficaz en términos de costes.

Por qué importa

El suministro mundial de agua dulce no es suficiente para cubrir las necesidades de una población cada vez mayor.

Disponibilidad

Ya.

Actores clave

  • IDE Technologies
  • Poseidon Water
  • Desalitech
  • Evoqua

En una playa del Mediterráneo a 15 kilómetros al sur de Tel Aviv (Israel) una inmensa instalación industrial nueva funciona las 24 horas. Es la planta desalinizadora moderna más grande del mundo, y proporciona el 20% del agua que consumen los hogares de todo el país. Construida para el Gobierno israelí por Israel Desalination Enterprises, o IDE Technologies, con un coste de unos 500 millones de dólares (unos 440 millones de euros), usa una tecnología desalinizadora convencional llamada ósmosis inversa. Sin embargo, gracias a una serie de avances en ingeniería y en materiales produce agua limpia partiendo del agua del mar de forma barata y a una escala que nunca se había logrado.

En todo el mundo, unos 700 millones de personas no tienen acceso a una cantidad suficiente de agua dulce. Dentro de 10 años se espera que esa cifra explote hasta los 1.8000 millones. En muchos lugares, extraer agua del mar podría ser la única forma viable de aumentar la oferta.

La nueva planta israelí, llamada Sorek, se terminó de construir a finales de 2013, pero está llegando a su plena capacidad de producción ahora; producirá 627.000 metros cúbicos de agua diarios, demostrando que las instalaciones desalinizadoras a esta escala sí son prácticas. De hecho, el agua desalinizada ya es una parte importante del suministro de agua de Israel. En 2004 el país dependía de las reservas de acuíferos subterráneos y la lluvia, pero ahora cuenta con cuatro plantas desalinizadoras en funcionamiento de las que Sorek es la mayor. Estas plantas representan el 40% del suministro de agua de Israel. Para 2016, cuando entren en funcionamiento más plantas, se espera que el 50% del agua del país provenga de la desalinización.

La crítica tradicional a la tecnología de ósmosis inversa es que cuesta demasiado. El proceso usa una gran cantidad de energía para forzar el paso del agua salada por membranas de polímero con poros lo suficientemente pequeños como para permitir el paso del agua dulce al tiempo que impiden el paso de los iones de sal. Sin embargo, Sorek venderá agua con beneficios a la autoridad israelí del agua a 58 centavos de dólar (unos 51 céntimos de euro) por metro cúbico (mil litros, el consumo medio semanal por habitante en Israel), un precio menor que el que consiguen las plantas desalinizadoras convencionales actuales. Es más, su consumo energético está entre los más bajos del mundo para las plantas desalinizadoras a gran escala.

La planta Sorek incorpora una serie de mejoras en ingeniería que la hacen más eficaz que instalaciones de ósmosis inversas anteriores. Es la primera gran planta desalinizadora que usa tubos de presión de 40 centímetros de diámetro en vez de 20 centímetros. La ventaja es que necesita la cuarta parte de tuberías y otras infraestructuras, lo que reduce los costes. La planta también cuenta con bombas muy eficientes y dispositivos para la recuperación de energía. "Sin duda es el agua proveniente del mar más barata que se produce en el mundo", afirma el ingeniero químico y experto en desalinización del Instituto de Tecnología de Israel o Technion, con sede en Haifa, Raphael Semiat. "No tenemos que pelearnos por el agua, como en el pasado". Australia, Singapur y varios países del Golfo Pérsico ya dependen de la desalinización el mar y California (EEUU) empieza a acoger esta tecnología. También se podrían desplegar tecnologías de ósmosis inversa a menor escala eficientes y relativamente baratas en regiones con problemas de agua especialmente graves, incluso alejadas del mar, donde se podrían aprovechar aguas subterráneas salobres.

Por otra parte, aún están en las primeras fases de desarrollo unas membranas avanzadas hechas con láminas de carbono con un espesor de un átomo que prometen reducir aún más las necesidades energéticas de las plantas desalinizadoras.

David Talbot

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