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Cambio Climático

Los grupos ambientales no logran derrotar al gas natural en EEUU

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Sus victorias contra las nuevas plantas de carbón no se están replicando con esta fuente de energía que consideran igual de nociva

  • por Richard Martin | traducido por Teresa Woods
  • 14 Julio, 2015

Foto: El centro energético York de 565 megavatios, propiedad de Calpine Corp. y ubicado en Pennsylvania (EEUU), produce electricidad para el mercado energético al por mayor.

Los grupos medioambientales ganaron una victoria importante en California (EEUU) a finales de junio cuando la iniciativa que proponía construir una planta de 600 megavatios alimentada por gas natural cerca de Avenal dijo que abandonaría el proyecto. Con un coste previsto de casi 2.000 millones de dólares (lo que equivale a unos 1.800 millones de euros), la planta Avenal fue el objetivo de docenas de años de controversia y batallas legales, y el año pasado un tribunal federal de apelaciones anuló las aprobaciones medioambientales para el proyecto.

Para el Sierra Club y otros grupos que intentaban bloquear la construcción de nuevas plantas alimentadas con recursos fósiles en Estados Unidos, la decisión de abandonar la planta de Avenal supuso una señal: las tácticas que funcionaron en contra de la industria del carbón, que no ha conseguido la aprobación de una planta nueva desde hace más de un año, ahora pueden aplicarse con éxito a la industria en expansión del gas natural.

Pero tales victorias no suponen la norma. A aproximadamente 275 millas (unos 440 kilómetros) al sur de Avenal por la Interestatal 5, en Carlsbad, una planta de gas natural igual de ambiciosa ganó la aprobación de la Comisión Estatal de Servicios Públicos en mayo. El Centro Energético de Carlsbad, una planta de 500 megavatios y cinco módulos, fue diseñado para reemplazar la capacidad de generación que se perdió con el cierre de la Estación de Generación Nuclear de San Onofre en 2013 y la jubilación inminente de la Estación Generadora de Encina, también ubicada en Carlsbad.

En muchos casos, resulta más barata la construcción de tales plantas, y resultan más económicas a largo plazo, que las formas rivales de generación energética. Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), el coste de la energía a lo largo del ciclo de vida es de 75,20 dólares por megavatio-hora (unos 68 euros) para las plantas convencionales de gas natural que empezarán a funcionar en el 2020. Para las plantas convencionales a carbón es de 95,10 dólares (unos 86 euros) y para las solares es de 125,30 dólares (unos 114 euros). Sólo la energía eólica terrestre, a 73,60 dólares (unos 66,5 euros) es más barata que el gas natural.

Según datos de la EIA, más de 25.000 megavatios de capacidad de generación del gas natural – más de 50 plantas del tamaño de la de Carlsbad, lo suficiente para alimentar millones de casas y negocios – se han añadido a la flota nacional desde 2010, incluidos unos 7.000 megavatios desde enero de 2014. Gracias a las baratas y abundantes provisiones domésticas, se espera que se disponga de otros 53.000 megavatios entre 2015 y 2020.

Mientras tanto, más de 25.000 megavatios de capacidad de plantas a carbón se jubilarán entre 2015 y 2023, según la EIA. El gas natural ahora representa el 27% de la generación energética estadounidense, mientras que el carbón representa el 29% y las energías renovables, como la eólica y la solar, representan el 13%.

Los ejecutivos de las energéticas argumentan que las plantas a gas natural son imprescindibles para la integración de más energías renovables a la red eléctrica. Muchas de las instalaciones planificadas, como el Centro Energético de Carlsbad, son turbinas de rápida ignición a base de gas natural que pueden ponerse casi a capacidad máxima en minutos en vez de horas. Diseñadas como plantas "peaker", solo operan cuando la demanda es extremadamente alta para llenar vacíos en el suministro energético, que a menudo son la consecuencia de la intermitencia de fuentes renovables como la eólica o la solar.

Según la EIA, el aumento del uso de gas natural es una razón por la que las emisiones globales de gases de efecto invernadero en Estados Unidos fueron 212 millones de toneladas métricas menores en 2013 en comparación con el año 2005. El cambio desde carbón y petróleo supuso casi la tercera parte de esas reducciones. La quema del gas natural emite casi el 51% de la cantidad de dióxido de carbono que genera la quema del carbón; en base a esto, si los 25.000 megavatios del carbón programados para ser reemplazados por el gas natural a lo largo de los próximos ocho años se reemplazaran por el gas natural, en teoría se evitarían unas 82 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono al año.

Claro que en el mundo real, las cosas no resultan ser tan ordenadas: los oponentes señalan que las emisiones de ciclo de vida que se asocian con la generación, el transporte y la combustión del gas natural, incluyendo las filtraciones de metano de los pozos, son comparables con las que se asocian al carbón.

Aunque así sea, los reguladores estatales y federales, junto con los tribunales, en general se han mostrado abiertos a la nueva generación a base de gas natural. A no ser que suban significativamente los precios del gas natural desde los bajos precios actuales, los ejecutivos de las energéticas probablemente seguirán dando luz verde a estos proyectos.

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