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Cambio Climático

Tres efectos del cambio climático son más graves de lo esperado

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Los deshielos del Ártico, Groenlandia y la Antártida Occidental y la interrupción de los patrones de circulación oceánica avanzan más rápido de lo previsto

  • por Richard Martin | traducido por Teresa Woods
  • 19 Noviembre, 2015

Foto: El rápido fundimiento de las principales capas de hielo terrestres se encuentra entre los fenómenos que han hecho que los científicos del clima replanteen sus modelos.

En un artículo publicado la semana pasada en la revista Science, un grupo de investigadores liderados por Jeremie Mouginot de la Universidad de California en Irvine (EEUU) informó de que el glaciar Zachariae Isstrom, ubicado al noreste de Groenlandia, se está encogiendo a gran ritmo y "agravará el aumento del nivel del mar provocado por la capa de hielo de Groenlandia durante décadas". Este nuevo estudio también incluye una afirmación que se ha vuelto demasiado común en los trabajos científicos publicados sobre los efectos del cambio climático: el ritmo del deshielo de Zachariae Isstrom ha sido inesperado.

"Estamos observando cosas que no esperábamos ver tan pronto", dice Michael Mann, el director del Centro de Ciencias Terrestres de la Universidad Estatal de Pennsylvania (EEUU). Entre los ejemplos recientes que cita Mann están: la muy rápida desaparición del hielo del océano Ártico, las menguantes capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida Occidental y la interrupción de los patrones de circulación oceánica detallada el año pasado en un trabajo del grupo de Mann de la Universidad Estatal de Pennsylvania. Todos estos cambios superan el ritmo previsto por los modelos actuales de cambio climático de uso común.

Dentro de la preparación de las negociaciones internacionales del cambio climático que arrancarán en París (Francia) el 29 de noviembre, estas observaciones suscitan una importante pregunta: ¿Cuán buenos son nuestros modelos del cambio climático y sus efectos?

Foto: El glacial Zachariae Isstrom, del noroeste de Groenlandia, se está encogiendo a un ritmo que ha sorprendido a muchos científicos.

Lo primero a tener en cuenta es que después de invertir más de tres décadas, cientos de millones de dólares e interminables horas de dedicación de los científicos, los modelos del cambio climático han mejorado mucho. Por ejemplo, los científicos han aprendido a integrar mejor los modelos de cambios atmosféricos y oceánicos para obtener una idea más preciosa de la interacción entre los dos. Y la resolución espacial de los modelos se ha vuelto cada vez más detallada, incluso mientras la ley de Moore impulsa mejoras en la potencia computacional para alimentar simulaciones con cantidades de datos cada vez mayores. Finalmente, unos datos observacionales mejores (como el deshielo de Zachariae Isstrom) posibilitan que los científicos mejoren la introducción de datos a los modelos, dando paso de forma natural a mejores resultados.

A nivel general, esos modelos han sido increíblemente constantes a la hora de establecer una relación lineal entre el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera y el aumento de la temperatura global. Lo segundo a tener en cuenta, sin embargo, es que los modelos de cambio climático no son buenos a la hora de predecir efectos climáticos secundarios específicos, como el derretimiento del hielo del océano Ártico o la frecuencia de grandes huracanes en el norte del océano Atlántico.

Existen dos tipos de modelos climáticos de uso extendido. El primero incluye grandes y complicados modelos a escala planetaria que se aprovechan de unas capacidades de supercomputación de los principales institutos de investigación, generalmente conocidos como modelos de la circulación general atmósfera-océano. Por otro lado, hay modelos de más alta resolución que emplean informaciones de los modelos de circulación general para realizar cálculos a escala regional.

Alrededor del 40% de los modelos de circulación general se emplearon para el quinto informe publicado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) en noviembre de 2014; son más precisos en las previsiones globales a largo plazo, incluida la medida clave de la sensibilidad climática –el nivel de calentamiento, medido por temperatura media global, que se producirá cuando la cantidad de carbono de la atmósfera se doble en comparación con los niveles preindustriales–. Los modelos más pequeños de alta resolución son mejores para examinar los probables efectos regionales del cambio climático.

Así que los modelos siguen mejorándose. Pero la mayoría de los científicos climáticos reconoce que existen límites: no importa lo sofisticados que se vuelvan nuestros modelos, siempre existirá un elemento de caos dentro del sistema climático de la Tierra que ningún superordenador podrá eliminar.

"Los modelos se están volviendo más precisos porque simulan muchos procesos de forma más realista", explica Reto Knutti, un profesor del Instituto para las Ciencias Atmosféricas y Climáticas de Zurich (Suiza) que fue uno de los principales contribuidores del quinto informe de la IPCC. "Pero, dicho esto, todo eso no ha ayudado realmente a disminuir la incertidumbre de las proyecciones de futuro".

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