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Cambio Climático

EEUU presenta sus primeros portaviones alimentados con biocombutibles

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La "Gran Flota Verde" del país está obviando todos los problemas de esta fuente de energía, que empieza a ser vista como "un gran timo"

  • por Richard Martin And Michael Reilly | traducido por Teresa Woods
  • 02 Febrero, 2016

La Armada de Estados Unidos, con su ostentación habitual, acaba de lanzar su primer grupo de ataque con portaviones alimentados en parte con biocombustibles. En este caso se trata de una mezcla hecha principalmente con grasa de ternera. Los buques de guerra de biocombustible forman un elemento central del programa Gran Flota Verde que busca obtener la mitad de su energía de fuentes de energía limpia, en lugar del petróleo, para 2020.

La ceremonia, asistida por el secretario de la Armada, Ray Mabus, y el secretario de Agricultura, Tom Vilsack, enmascaró lo que ha sido casi una década de problemas para los biocombustibles. Esta fuente de energía antes era concebida como capaz de eliminar el uso del petróleo en el sector del transporte prácticamente por completo. Hoy, la producción y el consumo de biocombustibles están muy por debajo de los niveles previstos bajo el Estándar de Combustibles Renovables, un mandato federal del presidente George W. Bush que requiere que los combustibles hechos de maíz, caña de azúcar y otras fuentes biológicas sean mezclados con el suministro de gasolina de la nación.  

Pero, eso sólo representa el principio de los problemas de los biocombustibles. Cuando todavía empezaba a despegar el Estándar de Combustibles Renovables del presidente Bush, escribimos acerca del alto coste de los biocombustibles. Los mandatos trazados en la legislación crearon una industria cuyo tamaño no tendría sentido a menos que el petróleo se vendiera a más de 120 dólares (unos 110 euros) por barril (su precio actual ronda los 30 dólares, o 27 euros).

Peor aún, el etanol de maíz, la forma más común de biocombustible, en realidad resulta al menos igual de intensivo en carbono que la gasolina derivada del petróleo.

El investigador del Instituto Manhattan (EEUU) Robert Bryce, que ha criticado históricamente los esfuerzos del Gobierno por convertir los biocombustibles en una clave del futuro del transporte limpio, describe el programa de biocombustibles como un "timo" que les ha costado millones de dólares a los contribuyentes y probablemente nunca llegará a hacer ninguna mella importante en el consumo del petróleo convencional.

Razón no le falta, pero los políticos de ambos bandos guardan silencio sobre el tema. De los candidatos presidenciales actualmente envueltos en la campaña de 2016, sólo el senador Ted Cruz ha llegado a criticar los biocombustibles abiertamente. Tiene sentido, dado que el primer gran reto de nominaciones es en Iowa, fuente de gran parte del etanol cultivado en Estados Unidos.

A pesar de la conciencia creciente acerca de las deficiencias de los biocombustibles como fuente de energía limpia, sigue el apoyo gubernamental a los biocombustibles por parte de los departamentos de Energía y Agricultura y del Pentágono, con cientos de millones de dólares en financiación adicional. Y el pasado mes de octubre, DuPont abrió una gran planta nueva para biocombustibles de celulosa (que no compiten con los cultivos alimentarios, pero tienen sus propias desventajas). ¿Dónde? En Iowa, claro.

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