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Computación

Así sería 'el show de tu vida'

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¿Te gustaría que un dispositivo registrara cada instante? Algunos expertos consideran que hay cosas que es mejor olvidar

  • por Rachel Metz | traducido por Francisco Reyes
  • 11 Junio, 2014

Siempre he sabido que no era muy alta, pero hasta hace poco no me había dado cuenta de lo bajita que realmente soy.

Esto se debe a que he estado probando un par de dispositivos de registro de vida, que puedes colocarte con un clip en la camisa o llevar colgados en el cuello, y que automáticamente toman fotos del mundo que te rodea. ¿Los resultados? Algunas buenas fotos de la familia, los amigos y la vida en Silicon Valley (EEUU) mezcladas con innumerables imágenes de torsos, piernas, aceras y manillares de bicis.

El registro de vida ha sido durante mucho tiempo una actividad reservada a unos pocos académicos y fanáticos acérrimos de los datos. Entre los primeros en unirse al movimiento están el profesor de la Universidad de Toronto (Canadá), Steve Mann, que como estudiante de posgrado en el MIT (EEUU) en 1994 comenzó a usar una cámara inalámbrica capaz de grabar imágenes desde su punto de vista y mostrarlas en línea. En 1998, el investigador de Microsoft Gordon Bell comenzó a recoger la mayor cantidad de información digital posible sobre su vida en un intento por crear un archivo de sus recuerdos en el que pudiera hacer búsquedas más tarde. Incluso escribió un libro, Total Recall, argumentando que la vida se vive mejor cuando se catalogan todos sus aspectos, y que se convertiría en algo generalizado.

Aún no hemos llegado a ese punto, pero nos hemos estado moviendo en esa dirección. Los teléfonos inteligentes están muy extendidos, y sus cámaras y aplicaciones ofrecen muchas oportunidades para conectarnos y compartir las minucias de nuestras vidas. Además, los costes del ancho de banda y el almacenamiento han caído en picado. También tenemos acceso a dispositivos de registro de vida como el Autographer y el Narrative Clip: pequeñas cámaras tipo clip que toman fotos por su cuenta constantemente. Sus fabricantes creen que llevar un aparato que documente tu vida no debe requerir esfuerzo.

Yo estaba abierta a la posibilidad. Después de todo, a veces saco el teléfono para capturar los momentos que me rodean, como cuando los bomberos lavan los camiones en la calle de mi oficina, o coloco flores artísticamente en la sala de estar, o un mapache pasa cerca de mi edificio de apartamentos. Mi objetivo es compartirlos y, en ocasiones, darme un paseo por la memoria digital en la que se han convertido Instagram y Facebook. Tal vez un dispositivo que capture mi vida a medida que se desarrolla, sin que yo tenga que dedicar tiempo a componer las imágenes, podría producir suficientes beneficios como para compensar la molestia de tener que usar (y cargar) otro aparato. Me preguntaba si me ayudaría a disfrutar más de mi tiempo en familia y mis paseos en bici. O si me ayudaría a recordar personas y eventos. ¿Sería incluso capaz de ordenar la avalancha de fotos resultante?

Apuntar y disparar

Al principio odiaba llevar puesta una cámara. Me sentía muy consciente de mí misma, especialmente con el voluminoso Autographer colgando del cuello. Incluye un objetivo gran angular y varios sensores, entre ellos un acelerómetro, magnetómetro y termómetro, en un paquete aproximadamente del tamaño y peso de una lata de anchoas. Acabé pidiendo disculpas a los amigos y empleados de las tiendas, echándole la culpa al trabajo por tener que llevar puesto semejante aparato, pero lo que hacía era llamar aún más la atención.

De todas formas, es bueno que los dispositivos no pasen desapercibidos. Tienen un aspecto raro, pero no disimulado. La gente te llega a preguntar por qué llevas un cuadrado extraño (Narrative Clip) o una brillante barra negra (Autographer) en el cuello de la camisa, y en especial en el caso de Autographer y su objetivo gran angular, la gente es capaz de identificar que se trata de una cámara. La lente de Narrative Clip es menos obvia pero brilla cuando le da la luz, dándote una pista de lo que se trata. Si a alguien le resulta un problema, simplemente te la quitas.

Y de todas formas te la acabas quitando con frecuencia. Autographer, con sus sensores, GPS y conexión Bluetooth para el iPhone, se come la batería. Cuando lo configuré para tomar fotos a una frecuencia "media", es decir, hasta 240 imágenes por hora, sólo pude usarlo unas pocas horas. El Narrative Clip duró más de un día, debido al hecho de que no tiene pantalla y lleva menos sensores, además de que hay que conectarlo al ordenador para sincronizar las fotos, lo cual resulta bastante irritante.

Tener que acordarme de cargar y llevar el Autographer o el Narrative Clip cada cierto tiempo me resultaba una tarea. Finalmente me acostumbré, aunque seguía teniendo un gran problema: el contenido de las fotos. Mi día a menudo consiste en pasarme horas delante de una pantalla mientras golpeo el teclado. Me dio vergüenza ver días enteros con las mismas fotos de mi escritorio, ordenador y el tragaluz de la oficina.

Lo que hizo que no acabara tirando los dos aparatos en un cajón fueron las ocasiones especiales. Pensé que sería fácil capturar los momentos con mi familia y amigos, así que me llevé el Narrative Clip durante un paseo primaveral en bici con un amigo por las fugaces y verdes laderas de California del Norte (EEUU), y me puse el Autographer cuando me fui a jugar con mi sobrina de un año.

Las fotos más interesantes, y surrealistas, de todo el experimento fueron durante mi paseo en bici. Las primeras imágenes muestran mi garaje, con cascos y bicis colgados ordenadamente en ganchos. Después pasamos a las calles de San Francisco, seguidas por kilómetros en su mayoría borrosos de árboles, cielos azules y líneas de cableado eléctrico, ya que al parecer la cámara estaba apuntando casi directamente hacia arriba.

En busca del foco

Me divertí al ver las fotos, pero ¿son razón suficiente para justificar la compra de una cámara y ponérsela en la solapa?

Me dio la impresión de que no, pero me decidí a hablar con alguien que ha dedicado varios años a registrar su vida. Me colgué el Narrative Clip al cuello de la camisa y fui a visitar a Gordon Bell, de 79 años, que actualmente es investigador emérito en Microsoft Research en San Francisco.

Foto: El Narrative Clip, a la izquierda, pesa 20 gramos. El Autographer, que cuenta con una lente gran angular, sensores y pantalla, pesa 58 gramos.

Como parte de un proyecto denominado MyLifeBits, Bell ha archivado casi todas las facetas de su vida, excepto conversaciones (para evitar problemas legales) desde 1998 a 2007. Usando una cámara portátil colgada en el cuello desarrollada por Microsoft con el nombre de SenseCam, ha escaneado fotos y libros, ha guardado correos electrónicos y mensajes instantáneos y ha capturado el mundo que le rodea. (El Autographer, producido por una filial de Oxford Metrics Group, un fabricante de sensores y software de imagen, en realidad está basado en la tecnología de SenseCam). MyLifeBits terminó en 2007 porque dos de sus colegas lo dejaron para unirse a otros proyectos, pero Bell asegura que sigue guardando aproximadamente la misma cantidad de información como cuando estaba activo. En abril le extirparon un riñón para tratar un cáncer, y durante nuestra conversación llevaba puesto un reloj de supervisión médica Basis que utiliza para hacer un seguimiento de su ritmo cardíaco, que asegura que ha aumentado desde la operación (sospecha que un bloqueador beta está afectando a su marcapasos).

Después de 15 años registrando su vida, asegura que a menudo le resulta útil consultar su almacén digital de momentos para consultar detalles sobre transacciones y "artículos profesionales", además de fotos de sus paraderos diarios. Cree que tiene sentido confiar en algo más que nuestras volubles memorias. "Quiero el registro real, la verdad elemental", afirma. El hecho de saber que tiene estos recuerdos a mano le hace sentirse más seguro de lo que se sentía antes de empezar a hacer el seguimiento generalizado.

Para el proyecto MyLifeBits, los investigadores almacenaron todas las imágenes y mensajes en una base de datos para catalogar eventos y poder recuperarlos más tarde. Los usuarios podían seleccionar varios elementos y asignarles palabras clave, o archivar un artículo en varios sitios a la vez. Bell señala que la base de datos fue finalmente suspendida porque los investigadores no creían que la mayoría de la gente quisiera utilizar algo tan complejo. Hoy día utiliza la opción básica de búsqueda en el escritorio de su ordenador. Ha dividido las carpetas entre las categorías "personal" y "profesional", usando la designación "activo" o "para archivar" dentro de cada categoría para que sean más fáciles de clasificar. Anota los nombres de archivos con metadatos que indican detalles como quién está en la foto y qué en los documentos.

Sin embargo, Bell reconoce que no existen buenas formas de organizar y revisitar estos recuerdos. Eso es algo de lo que me di cuenta rápidamente durante mi experimento de registro de vida. Las aplicaciones para el iPhone del Narrative Clip y el Autographer se parecen más a vertederos de fotos que a colecciones organizadas de recuerdos. Hay que trabajar mucho más en el diseño de la interfaz y en la visión por ordenador antes de que un dispositivo de registro de vida capte el interés de los consumidores y logre durar durante meses y años.

La aplicación para el iPhone de Autographer apunta a un método de organización potencialmente inteligente: tiene un mapa en la mitad inferior de la pantalla, y al navegar por las imágenes, te muestra un punto que indica dónde se tomó cada foto. Al tocar una imagen se obtiene información detallada recopilada por el sensor en el momento de tomar la foto, que incluye el brillo de la luz, la temperatura y la dirección de la cámara. Gran parte de estos datos son sólo ruido, pero la localización geográfica de las fotos me resultó de gran valor ya que activaba mi memoria: "Ah, es verdad, estaba ahí cuando pasó".

El valor de olvidar

Sin embargo, al margen de lo organizadas que puedan llegar a ser estas herramientas, hay algo que no logro sacarme de la cabeza: a veces olvidar es incluso más útil que recordar.

El profesor asociado de interacción persona-ordenador en la Universidad Carnegie Mellon (EEUU), Anind Dey, ha estado estudiando cómo usar la autosupervisión o el registro de vida para ayudar a los pacientes de Alzheimer con su memoria, o como herramienta para aprender más sobre lo que ocurre en la vida de personas con autismo. Más allá de eso, señala, "sigo pensando que tiene un mercado muy limitado".

Una razón importante es que guardar todo lo que vivimos "en realidad no se corresponde con la forma en que pensamos", asegura Dey. "Cuando pienso en malos momentos de mi vida, en mi cabeza los he mejorado, o de lo contrario me harían muy infeliz".

Yo igual. Me hace feliz recordar acontecimientos como el paseo en bici con mi amigo, pero hay otros momentos captados por las cámaras que prefiero no revivir, como una noche de sábado especialmente estresante que pasé en el taller de carpintería ayudando a mi prometido, Noah, a terminar un proyecto. La cámara del Narrative Clip capturó horas de cansancio e irritación mientras pegábamos trocitos de madera en pequeñas ranuras recortadas sobre un mapa gigante. Casi me había olvidado de aquella lamentable noche hasta que vi una serie de imágenes de Noah en la esquina de la estructura con cara triste. Cada vez que las veo, me estremezco. Y ni siquiera es uno de los recuerdos más horribles de mi vida. No me quiero ni imaginar lo difícil que sería ver fotos de, por ejemplo, la muerte de un familiar o un amigo.

El Narrative Clip te permite deslizar el dedo a la izquierda en cualquier colección de imágenes para mostrar un botón de borrado, mientras que Autographer complica un poco más las cosas. De todas formas, tengo que tomar la decisión de borrar estas imágenes, que me traen recuerdos desagradables.

Le pregunté a Bell si registrarlo todo le hace más propenso a recordar cosas que preferiría olvidar. Empezó a reírse y me sugirió que en vez de borrar algo, lo ponga en una carpeta llamada "Cosas para no volver a ver, y para olvidar". Lo dice en serio. Se da cuenta de que hay fotos que nunca queremos volver a ver, pero aún así cree que estos recuerdos pueden ser útiles: "Tienen cierto valor, creo, y es que se las puedes pasar a tu terapeuta".

Prefiero seguir capturando, organizando y compartiendo mi vida de forma consciente. Hay algo agradable y deliberado en el hecho de tomar una foto, incluso apretando un botón de disparo virtual en la pantalla del iPhone. Dispositivos como el Autographer y el Narrative Clip facilitan parte de este trabajo pero, como me pasa con mi altura, se quedan cortos.

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