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Computación

Investigadores en todo el mundo analizan el 'H. naledi' gracias a la impresión 3D

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Los descubridores escanearon los fósiles y otros equipos de todo el planeta los están reconstruyendo para ampliar los estudios sobre esta nueva especie

  • por Faye Flam | traducido por Teresa Woods
  • 21 Septiembre, 2015

Foto: Una selección de los 1.500 huesos que unos científicos excavaron de la Cueva Rising Star en Sudáfrica. A las pocas horas del anuncio del descubrimiento, investigadores de todo el mundo empezaron a fabricar réplicas de los huesos mediante la impresión 3D.

Para entender la evolución humana, el botín de fósiles procedentes de Sudáfrica que se desveló la semana pasada ofrece mucho más que otra nueva especie en potencia. Lo que ha suscitado tanto interés es que el descubrimiento no sólo incluye fragmentos de un individuo o dos, sino de una población entera. Había hombres y mujeres, bebés, niños y personas mayores, con la promesa de más huesos por descubrir.

"Nunca hemos encontrado tal cantidad de huesos", dice el antropólogo de la Universidad de Wisconsin (EEUU), John Hawks, uno de los científicos que participó en la expedición. Y nunca antes había sido posible que tantos investigadores manejaran al instante réplicas de los huesos, que se están descargando e imprimiendo en 3D por todo el mundo.

Pocos días después del anuncio hace dos semanas, Kristina Killgrove, una antropóloga de la Universidad del Oeste de Florida (EEUU), había impreso réplicas de mandíbulas, dientes y un cráneo del Homo naledi erecto. Los miembros de la expedición pusieron los ficheros a disposición de todos mediante la página web Morphosource.

Pronto sus alumnos pudieron utilizarlos para estudiar la mezcla misteriosa de la criatura de características humanas y más primitivas. "En mi opinión, esto democratiza el proceso de la paleoantropología", dice. "Por lo que yo sé, esto carece de precedentes".

Los científicos y alumnos interesados tendrán que lidiar con bastantes preguntas, dice Daniel Lieberman, un paleoantropólogo de la Universidad de Harvard (EEUU) que está familiarizado con el descubrimiento. El diverso conjunto de individuos representados por estos fósiles podría aportar información acerca de cuánto tiempo vivieron, y si sus dietas Paleolíticas alargaron o redujeron sus vidas.

También resultará revelador el llamado dimorfismo sexual – las diferencias de tamaño y anatomía entre machos y hembras. Los machos y las hembras tienden a parecerse en los animales más monógamos, que también suelen mostrar mayores cuidados paternales. Los humanos, por ejemplo, suelen mostrar menos dimorfismo que los chimpancés y los gorilas, y los machos de nuestra especie son más predispuestos a cuidar de sus hijos. Algunos científicos consideran que esta diferencia representa un paso crucial de la evolución de nuestros cerebros comparativamente más grandes, pero hasta ahora ha sido difícil distinguir cuándo y cómo divergimos de esta manera de nuestros parientes más cercanos.

Lo que sabemos hasta ahora es que el cuerpo del H. naledi es un mosaico de características – un cerebro relativamente pequeño, unos hombros más parecidos a los de los simios, pero una postura, manos y pies más humanos. "Ya se ha generado un gran debate acerca de lo primitivo o moderno que es la parte superior del cuerpo", dice Lieberman. Los hombros se parecen a los de una criatura adaptada para trepar por los árboles, pero los pies sugieren que andaban como nosotros. Lo que resulta misterioso, según Lieberman, es por qué perdimos parte de nuestra habilidad de trepar árboles, puesto que no existe un motivo obvio por el que una criatura no puede adaptarse para andar y trepar.

Una de las incógnitas más grandes que los científicos de la expedición han de resolver es cúando vivió el H. naledi. Esta población puede haber existido bastante recientemente y haber coexistido con nuestra especie, que se originó hace unos 200.000 años en África. O pueden remontarse mucho más atrás en el tiempo. Muchos científicos consideran que nuestro agrupamiento – el género Homo – define la humanidad. Si los huesos predatan el origen de nuestro género – hace unos 2,5 millones de años – podrían revelarnos algo acerca de nuestros orígenes y la evolución de la humanidad.

Se espera que los científicos obtengan algunas informaciones mediante la datación de radiocarbono – una técnica que depende del ritmo constante de descomposición de una forma radioactiva de carbono que se produce después de la muerte de una planta o un animal. Pero esa técnica sólo puede datar materiales que han vivido en algún momento de los últimos 60.000 años, dice Lieberman. Si los esqueletos son más antiguos, es posible que el equipo pueda emplear otras técnicas de datación. Medir la descomposición del uranio para formar plomo en unos depósitos de caliza cercanos les podría permitir datar materiales de hace millones de años.

De cualquier modo resultará interesante, aunque más informativo si resulta ser tan antiguo para poder haber sido un ancestro de los humanos. Cualquiera que sea su edad, la investigación se desarrollará con la habitual transparencia, gracias a los esfuerzos de los miembros de la expedición por escanear los fósiles, dice Lieberman. "Les aplaudo por ello", dice. "Debería ser la regla, y no la excepción".

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