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El impuesto al carbón para frenar el cambio climático que se propuso en 1990

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El secretario de Estado de Brasil para la Ciencia y la Tecnología, José Goldemberg ideó una manera sencilla de minimizar la dependencia del petróleo

  • por ? | traducido por Teresa Woods
  • 28 Diciembre, 2015

Extracto del artículo titulado 'Cómo parar el calentamiento global' del secretario de Estado de Brasil para la Ciencia y la Tecnología, José Goldemberg, en la edición de noviembre de 1990 de MIT Technology Review.

"El espectro del calentamiento global une a la humanidad en una tarea común. Cada vez que cualquier persona enciende una estufa de leña, o arranca un coche, en cualquier lugar del mundo, la atmósfera recibe otra dosis de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que amenazan con provocar una catástrofe dentro de unas décadas o siglos.

Para estabilizar las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero en los niveles actuales, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés) calculó recientemente que sería necesario reducir las emisiones de CO2 a la mitad. Desafortunadamente, tales reducciones probablemente resultarán poco prácticas, porque limitarían gravemente el desarrollo económico. Un objetivo más modesto surgió de la Conferencia sobre el Cambio Climático de Toronto (Canadá) en 1988. Allí, las naciones industrializadas del mundo acordaron un objetivo de estabilizar los niveles de gases de efecto invernadero que al menos ralentizarían su acumulación.

Puesto que esto es un problema global, tiene sentido exigir el dinero a la comunidad internacional. Un impuesto de tan sólo un dólar (unos 91 céntimos de euro) por barril de petróleo, o de seis dólares (unos 5,47 euros) por tonelada de carbón, generaría un total de 50.000 millones de dólares (unos 45.566 millones de euros) al año – más que suficiente para financiar las medidas necesarias.

El propósito del impuesto sobre el carbón no sería principalmente desincentivar el consumo energético, igual que el peaje no se cobra con la intención de desincentivar la conducción. Más bien el impuesto representaría una manera justa de recaudar los fondos requeridos para financiar una transición hacia una economía más ecológicamente benigna.

Ciertamente, un impuesto sobre el carbón puede que no resulte políticamente viable en muchos países ahora mismo. Pero las actitudes están cambiando rápidamente mientras la gente digiere las implicaciones de la inacción.

Dada la importancia del tema, un impuesto acordado a nivel internacional no sería un paso demasiado radical. La cooperación entre naciones se basará no solamente en la buena voluntad sino también en el propio interés. Las cantidades de dinero requeridos para estabilizar la atmósfera realmente no son tan grandes: 50.000 millones de dólares (unos 45.566 millones de euros) representa el 0,4% del producto interior bruto del mundo industrializado. Gastar esa cantidad para evitar una catástrofe medioambiental parece una propuesta prudente – y, en el sentido más básico, conservadora."

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