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¿Quién vigilará a los drones que nos vigilen?

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La oleada de drones comerciales que está a la vuelta de la esquina ya está generando muchas inquietudes sobre las regulaciones y la privacidad. ¿A quién pertenece el espacio aéreo que hay sobre un terreno privado?

  • por Mike Orcutt | traducido por Teresa Woods
  • 31 Octubre, 2016

Antes de llegar a recibir un paquete que caiga desde los cielos hasta aterrizar en la puerta de casa, los drones nos obligarán a lidiar con algunas espinosas cuestiones de privacidad.

Las nuevas reglas de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) para el uso comercial de aeronaves no tripuladas que pesan menos de 25 kilos han abierto la puerta a lo que podría convertirse en una industria masiva. Es mucho más grande que los drones de entrega, que aún no resultan prácticos ni son legales. Primero habrá cada vez más drones en tareas como la topografía inmobiliaria y la inspección de infraestructuras como tejados, puentes altos, torres móviles, líneas de transmisión energéticas y turbinas eólicas.

Pero la nueva realidad de drones ha asustado a los defensores de la privacidad: los vehículos y sensores de bajo coste tienen probabilidades de impulsar la adopción masiva de una tecnología que puede ser empleada para labores de vigilancia aérea continua, y los malhechores podrían aprovecharse de las lagunas en las leyes de privacidad existentes. Tampoco está claro a qué agencias gubernamentales, si es que hay alguna, debe abordar las preocupaciones de privacidad relacionadas con los drones. La FAA se niega a elaborar reglas a tal efecto. La Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés), la principal policía del Gobierno estadounidense para la privacidad de los consumidores, aún investiga el tema. Varias leyes estatales han surgido para llenar el vacío, pero el paisaje en general es inconsecuente y confuso.

Para empezar, ¿a quién le pertenece el espacio aéreo que hay sobre una propiedad? Desde la llegada de la aviación moderna, a los terratenientes típicamente les han correspondido importantes derechos sobre el espacio aéreo hasta una altura de unos metros sobre el suelo, por encima de la cual existe algo parecido a una "carretera pública para el transporte aéreo", según el profesor de derecho de la Universidad Estatal de Arizona (EEUU) Troy Rule. Pero para poder regular los pequeños drones de bajo vuelo, la FAA ha asumido la autoridad sobre el espacio aéreo hasta el suelo. Eso cuestiona las nociones tradicionales del derecho de los propietarios sobre el espacio aéreo ubicado directamente encima de sus terrenos, señala Rule.

"Imagínate que sospechas que un dron que vuela a unos 30 metros por encima de tu propiedad te espía. ¿Quién lo opera? ¿A quién demandarás? Y, en caso de demandarle, ¿cómo demostrarás que te espiaba?"

No está nada claro cómo evolucionará el asunto. El pasado mes de octubre, un hombre de Kentucky (EEUU) evitó cargos criminales después de disparar a un dron que él afirmaba que violaba su intimidad. El propietario del dron ha interpuesto una demanda que pide al tribunal determinar si él y su dron realmente traspasaban ilegalmente un terreno privado.

Los defensores de la industria de los drones sostienen que estas aeronaves no distan tanto de otras tecnologías que podrían ser empleadas para realizar tareas de vigilancia, y que las leyes estatales existentes de voyerismo y daños y perjuicios a la propiedad protegerán a los consumidores. Pero podría resultar difícil que estas leyes se cumplan. Rule explica: "Imagínate que sospechas que un dron que vuela a 30 metros por encima de tu propiedad te espía. ¿Quién lo opera? ¿A quién demandarás? Y, en caso de demandarle, ¿cómo demostrarás que te espiaba?"

De hecho, a los drones se asocian preocupaciones de privacidad únicas por varios motivos además del hecho de ser controlados en remoto. Son mucho más baratos y están mucho más disponibles que los vehículos empleados tradicionalmente para la fotografía aérea, y son más capaces de navegar espacios reducidos y acercarse más al suelo. Muchos también incorporan cámaras sofisticadas, y las empresas podrían recopilar valiosas informaciones sobre la gente mientras sus drones vuelan por allí ocupándose de otras cosas, como entregar paquetes.

Este año varias empresas (incluida Amazon), grupos industriales de drones y grupos de interés de los consumidores elaboraron un conjunto de mejores prácticas voluntarias para la privacidad, mediante un "proceso de múltiples partes interesadas" liderado por la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información de EEUU. El documento restringe la recopilación persistente de datos que podrían identificar individuos y pide a las empresas que notifiquen a la gente antes de recopilar intencionadamente tales informaciones.

Pero también tiene "unas lagunas bastante importantes", según la profesora de derecho de la Universidad Estatal de Ohio (EEUU) Margot Kaminski. Señala que existen pocos incentivos para que los actores más pequeños se comprometan con las medidas voluntarias puesto que se no expondrían a represalias por parte de la FTC en caso de obviar su cumplimiento.

Un refrán popular entre los representantes de la industria es que cualquier regla nueva no debería centrarse únicamente en los drones, puesto que bastantes tecnologías más ya son empleadas para rastrear a la gente y realizar labores de vigilancia. En un taller sobre la privacidad y los drones organizado este mes por la FTC, el vicepresidente de políticas y asuntos legales del fabricante líder de drones DJI, Brendan Schulman, dijo que las regulaciones o legislaciones en potencia deberían abordar cuestiones específicas, no tecnologías específicas.

Schulman planteó: "Si, por ejemplo, la preocupación de caso de uso es la vigilancia persistente, abordemos eso como sociedad con un conjunto de reglas y leyes, pero que no sean específicas a los drones".

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